Tartaglia | 1

| SUCEDE CUANDO DOS TONTOS SE... |

Si se lo hubieran preguntado dos veces, aquellas mismas veces hubiese contestado lo mismo. _______ no mentía, no al Equilibrio Celestial, Ninguang, ni a nadie en toda Liyue, y por supuesto, nunca a su apreciado amigo y compañero de aventuras, Aether, sin embargo, pocos creían que fuese totalmente inocente, y por ello se le prohibió abandonar la capital de los contratos hasta nuevo aviso.

     Su crimen fue enamorarse.

     En temporada de brote de las flores de seda, al Banco del Reino del Norte comenzó a ser administrado por una figura importante de cabellos pelirrojos, el Undécimo Heraldo de los Fatui, le llamaban. Era alto, de ropas claras y una sonrisa espectacular, que, fue tal vez lo que llevó a la joven dama a acercarse a su llamado más tarde, sin saber el terrible error que cometería.

     —¿Aventura? ¿Perteneces al Gremio de Aventureros? —cuestionó interesado el muchacho, al saber que ella se encontraba en un viaje importante para su ocupación.

     —Sí, desde muy joven —contestó sin sospecha.

     —Increíble, debo decir que me atraen las damas que no temen ensuciarse las manos —confesó coqueto, logrando su cometido al encontrar las mejillas rojas de la contraria.

     Era un sueño, Nobile era el perfecto sinónimo de belleza para la aventurera, y como nunca antes había puesto sus bellos orbes sobre alguien en particular, para el Fatui fue la oportunidad ideal. Para cuándo lo notó, era indispensable verle sonreír para tener un buen día.

     —¿La Casa Dorada? No tengo la más remota idea de dónde se encuentre, pero supongo que debe estar en territorio de Liyue, o remotamente cerca, si es que era Rex Lapis quien creaba la mora antes de morir. —Pensaba tras la disimulada cuestión del muchacho, sus manos sostenían los palillos en aquella cena para dos, siendo despistada.

     —Tienes razón, _______. ¿Dónde más estaría sino? —siguió el juego, trabajando duro para mantener la comida entre sus palillos a diferencia de la contraria.

     Después de ello, no volvió a mencionar ningún detalle, mas que recordar a la joven lo bella que se veía aquella noche estrellada, compartiendo cuanto le gustaba compartir su tiempo en momentos como esos, pues una de las razones principales eran similares a un "me gustas".

     Hasta que el cuento de hadas terminó, _____ lamentó haber sido tan distraída y tan estúpida para caer en las mentiras del Fatui, recordando cuantas veces se lo había advertido su rubio amigo y su pequeña amiga, Paimon, exactamente sobre la desconfianza que sentían hacia el mencionado.

     Hasta ese mismo día, cuando se le fue incriminada por robar la exuvia del fallecido Rex Lapis, existiendo en las manos de Ninguang la suficiente evidencia para mandarle a la horca por tan descarada acción, después de ganarse la confianza incluso de Ganyu y Keqing inesperadamente.

     —Sé que soy una extranjera, pero debe creerme, no haría algo como eso... Fue... —No mentía, pero no pudo continuar, pues de qué le servía. Nobile había desaparecido en medio del caos.

     La mañana temprana de su juicio final _______ esperaba paciente en el calabozo subterráneo de Liyue, estaba lista para recibir su condena, la misma que de alcanzar niveles enormes de tragedia, pasó a ser suave gracias a sus cercanos y no tan cercanos compañeros de gremio, que no esperaron y reclamaron aclarar el asunto antes de cometer una injusticia, sabiendo de antemano que el Fatui había estado involucrado y que aquella no era una coincidencia.

     —Qué tranquilo está el ambiente por aquí, ¿no lo crees? —La juguetona voz vino desde el final del pasillo.

     La aventurera alzó la mirada, para encontrar delante un guardia inconsciente, sin embargo, volvió a bajar la vista al saber de quien se trataba.

     —¿Viniste a burlarte de mi? No es necesario, ya fue suficiente. —Tranquila fue su voz, sin rencor, sin necesidad de coraje.

     Aquel que había sembrado el desastre en el envidiable ambiente de Liyue, aquel que con el rostro descubierto le mintió para hacerse pasar por un buen chico... Se encontraba del otro lado de los barrotes, sonriendo hacia ella y por fin con la máscara puesta en su lugar.

     —Soy Tartaglia, el Undécimo Heraldo de los Fatui, y me gustan las chicas que no temen ensuciarse las manos, tal como tú, mi querida _______ —se presentó, aunque no hacía falta.

     ¿Qué respuesta esperaba? La joven volteó el rostro hacia un lado, no obstante, él lo sabía perfectamente y era algo que ella no podía esconder. Le importaba, y era tanto, que no existía cura para su idiotez.

     —¿Estás diciendo que has vuelto por mi? ¿Por alguien a quien engañaste y usaste de cebo? —Suspiró al ver como asentía al instante—. Tienes suerte de que soy una tonta —confesó rendida.

     Nobile negó, casi riendo. No era una tonta, era una chica enamorada, porque en ese caso, él también debía ser muy tonto para volver a la capital de los contratos por alguien a quien uso para conseguir sus objetivos.

     —Vamos, no tienes nada más que hacer aquí, y abrígate bien, porque Snezhnaya nos está esperando.

     Sí, eran unos tontos.

Oye, sí, ¿cómo supieron que TartagliaGod era el primero? Por su pollo que sí, espero que les haya gustado al menos un poco. ¡Muchas gracias por leer! 🐇💙

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