Il Dottore | 13
| HAY ALGO MALO CON _______ |
—Que raro, ¿qué le habrá sucedido? De pronto tuve que volver solo. —Fue la respuesta que dio el de la máscara cuando Pierrot le cuestionó sobre su acompañante.
Sin embargo, la sonrisa del de cabellos cian no era sincera, era la misma de siempre, llena de cinicismo y diversión; nada de lo que mostraba era verdadero. Estaba jugando al tonto, su compañero bien lo sabía, aunque no era como si le importase lo que hiciera con sus subordinados, siempre y cuando el hombre siguiese con sus investigaciones.
—Estamos faltos de personal, a la próxima te quedas sin asistente —amenazó el primero de los Fatui, entregándole desde su lugar una carpeta.
—No tienes que decirlo, mientras me sirva, todo irá bien —aseguró Dottore, abriendo la carpeta para mirar los datos de su nuevo subordinado—. ¿Quién es esta? Retiro lo dicho antes...
Su rojizo mirar se entrecerró y colocó en su rostro un gesto de asco. Señaló después, pidiendo una explicación.
—No más quejas —sentenció el otro, de inmediato haciéndole callar.
Dottore, con el mismo gesto, se retiró de la sala lo más pronto posible, sabiendo que no era bueno hacer enojar al primero, no obstante, molesto estaba él, que a la menor oportunidad que tuvo, dejó el expediente caer para no verlo más.
_______ era un miembro de la organización que siempre se salía con la suya, de la que siempre los habitantes de Teyvat tenían que cuidarse, pero como una niña huérfana que fue obligada a servirle a La Zarina sin siquiera conocerla, poseía una personalidad bondadosa y trataba de hacer siempre el menor daño posible, aunque fuese una simple secretaria.
En ese momento, su más grande obstáculo se presentaba, pues a pesar de su convicción, sus compañeros a menudo renegaban sobre que algo estaba mal con ella y su admiración por...
—Soy _______, su nueva asistente personal. Es un placer, Il Dottore —se presentó con su apodo y su máscara en aquel laboratorio.
El nombrado se encontraba dándole la espalda, centrado en su investigación. Por supuesto, la escuchó llegar y la escuchó presentarse, pero no le dio un segundo de su atención.
La de menor rango no esperaba una fiesta de bienvenida, así que se mantuvo a pasos de distancia sin decir otra palabra para no molestarle, a la espera de ser llamada.
Y fue así como comenzó, o era mejor decir, fue como continuó y creció la locura que existía en su interior por el hombre más cruel que jamás pudo haber encontrado. Porque _______ siempre estuvo enamorada de él.
Al inicio, Dottore solía ignorarle y ella se mantenía siempre al margen; odiaba sus experimentos, más de una vez le tocó ver crudeces que casi le hacen vomitar en pleno momento y sin duda le causaban pesadillas, pero tenía que soportar en silencio. Así, hasta que con antipatía, él comenzó a aceptar que Pierrot le había dado un buen instrumento.
—Baja ahí. Inyectale esto —ordenó, dejando la jeringuilla sobre una de las mesas, totalmente al alcance de su mano "izquierda".
En algún momento, _______ comenzó a ayudarle, sin cuestionar y a ciegas, ignorando sus propio camino. Y en algún momento, él comenzó a confiarle las tareas que poco le interesaban.
—Sí. —Su mano tomó el pequeño tubo con una gran aguja, sin dudar.
Aquel cuarto de experimentación era lúgubre, con olor a sangre que terminaba impregnando la ropa. Dottore estaba trabajando en una nueva arma elemental, y ahí, en el enorme agujero donde las presas caían, se encontraba un hombre corpulento que rogaba por su vida; uno torturado, recostado en el suelo y manchado hasta la coronilla del líquido carmesí, pues era el que más habia soportado el juego.
—¡No, por favor, no más! —gritó aterrorizado cuando los zapatos finos de la mujer cayeron desde arriba con un salto bastante elegante.
La máscara cubría su ciego mirar y no sabía que estaba sorda por decisión. Por más que lo intentara el hombre, era su trabajo y eran sus profundos y macabros deseos por Dottore los que la llevaban la mano. No se detendría, y el de extraña máscara que le guiaba esperaba expectante los resultados.
Entonces, cuando la aguja se perdió en la piel del pobre, ninguno esperó a que este se pusiera de pie sin llorar más, y que de un momento a otro, el Fatui habría recibido un buen golpe que le mandó a tocar con la espalda las paredes sucias.
—Imposible de controlar —susurró el de cabellos claros—. No es lo que busco, pero puede servir para algo más. —Rio y sonrió tanto como pudo, a pesar de no tener los resultados esperados.
Rio y siguió riendo. Sonrió y siguió sonriendo. Era su acostumbrado actuar, le divertían los infortunios y nadie podía negarlo.
Y él siguió sientiendo regocijo, a pesar de que su subordinada estaba siendo machacada a golpes.
Tenía la agilidez, pero no tenía la fuerza de un soldado, por ello era una secretaria y su asistente personal, así que la joven no pudo hacer nada para escapar del endemoniado hombre que buscaba inconsciente su libertad, y para terminar con su sufrimiento, él hombre que siempre había amado le daba la espalda en su peor momento.
Era su fin y lo aceptaba.
—¿Te diviertes, inmundo conejillo de indias? —llamó detrás, con aquel mismo semblante de asco que puso cuando observó la foto de _______ en el expediente y supo que nada de aquello iba a acabar bien, o al menos no para él.
—Dottore... —murmuró la víctima, aliviada de que interfiriera.
Le dejó en paz, tan lastimada que no pudo moverse, aunque no pasaron algunos segundos cuando el cuerpo del que alguna vez fue un minero de Liyue se desmoronó en cenizas con solo un toque del diplomático.
—Mira, hasta eres resistente y todo —se burló cuando la encontró tratando de vivir. Inclinó la cabeza, para verle con un semblante divertido.
La máscara había caído destrozada por un golpe, pero su cabello cubria su rostro y era difícil verle a los ojos, aún así, las heridas eran notorias y la sangre que le pertenecía se volvió una con la que yacia justo allí.
—Te lo dije, ¿no es así? Eres una molestia, nada me costaba dejarte morir —decía malumorado, pese a ello, le levantó del suelo y cargó como a una princesa—. Sin embargo, incluso el odio es una forma de amor para mi, así que sientete afortunada, porque vas a sufrir hasta que me cansé de ti, cariño.
En algún momento de su travesía, incluso un hombre como él fue capaz de mirar a través de lo intangible, y por supuesto, siempre hubo algo malo con _______.
No voy a mentir, tengo una debilidad por los locos y Dottore me gano en el manga, así que acá me ven. Si ya lo sabe Dios, que lo sepa wattpad entero hahaha, así que ahí tienen.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top