El joven castaño se había desmayado, cayendo en el frío y fuerte concreto de la calle. Minutos después, un hombre de color, alto y sin cabello lo levantó, reconoció su cara al mirarlo y se lo llevó.
Jack había curado el dedo fracturado de la pelinegra, quien agradeció al rubio frente a ella.
—Sí sientes que se te despega no fue culpa mía…
—Gracioso, Thargot.
—Black… mi apellido es Black.
—Jack Black, tienes nombre de partida de poker.
—¡Ja! ¿Y el gracioso soy yo?
Loly sonrió y salió de aquel restaurante. Ambos comenzaron a buscar a Isaac por toda la ciudad, sin embargo, encontraron a otra persona.
—Señores, ¿curaste tu dedo? — preguntó Arthur Roberts.
—Sí, ya puedo golpear infelices nuevamente. — contestó Loly, mientras le daba un vistazo a un pequeño callejón.
—¿Dónde fuiste? — le preguntó Jack a Arthur.
—Chicos, les presento al jefe de aurores del MACUSA, Franklin Voight.
Junto a Arthur, un hombre con canas se presentó ante los dos jóvenes.
» Voight conoce tan bien como yo a Lewis, si no mejor.
—Es un gusto, veo que por fin conozco a la agente especial que le robó el caso a uno de mis aurores. — dijo Voight, mirando a Loly.
—Sus empleados e investigadores no sirven, muy lentos, yo soy mejor. — contestó, mientras caminaba lentamente al callejón.
—¿Loly, donde vas? — dijo Jack, para luego seguirla.
—¿Ese no es el tipo que te golpeó hace un par de noches?
—Sí, es Bill… ¿Ese es Isaac? — preguntó el rubio, tras ver cómo el hombre de color cargaba al castaño.
» ¡Hey, Bill! — exclamó Jack. El hombre alto se giró, con Isaac en brazos.
—Yo… lo vi en el suelo a un par de calles de acá, solo quise traerlo. Sé que es tú hermano. — dijo, mientras se acercaba.
—Gracias, de verdad, por traerlo. — dijo Arthur.
Jack guió al grupo hasta la casa de la tía de Isaac, todos entraron, dejando al castaño aún inconsciente sobre el sofá.
—¿Dónde lo encontraste?
—Cerca del antiguo parqueo del restaurante italiano, habían escombros por todas partes, parece que algo se derrumbó.
—Es probable que haya peleado con Lewis, sabemos quién ganó…
Loly limpiaba la poca sangre de la cara del muchacho, con su chaqueta negra.
—Vas a tener que lavarla cuando despiertes, Thargot. — susurró, para después darle un pequeño beso en la mejilla.
—El niño tendrá que quedarse, Arthur y yo buscaremos a Lewis en algunos lugares. Jack y la pelinegra deberían hacer lo mismo.
—Buscaré por mi cuenta, solo denme una foto del tipo y ayudaré. — dijo Bill.
—¿Vas a ayudarnos? — preguntó Jack, extrañado.
—Mis problemas contigo son aparte, Black. No me gustan los abusivos.
—Entre más rápido salgamos, mejor. — dijo Loly al mismo tiempo que salía del departamento.
La noche se hacía más larga, Lewis se curaba un rasguño que Isaac le había hecho en su brazo izquierdo.
—¡Señores! Que comience lo divertido… — soltó el hombre, hablándole a sus alumnos.
—Estamos a sus órdenes. — contestaron.
Lewis sonrió, sus dientes comenzaron a adoptar una forma más filosa, sus ojos se volvieron amarillos y poco a poco perdía su aspecto humano. Se escuchó el aullar de un lobo, a las afueras la gran luna se hacía notar en el cielo. Uno de los estudiantes tomó aquella caja en su escritorio, listo para transportarla a otro lugar.
—¿Lista, Izzy? — preguntó el joven.
—Cómo nunca. — contestó la pelinegra.
Tras algunas horas, Isaac había despertado, acompañado de un terrible dolor de cabeza. Quiso levantarse del sofá, pero sus piernas se encontraban dormidas.
—¡Isaac Thargot! ¿Qué haces ahí en el suelo? — preguntó una señora de unos cuarenta años, era la tía del castaño.
—Tía… no siento mis piernas. — dijo el muchacho, un poco asustado.
—Por supuesto que no, te puse un encantamiento por si intentabas escapar. ¿Porque no me has contado nada de lo que está pasando? — le dijo la señora, mientras lo ayudaba a acostarse sobre el sofá nuevamente.
—Estaba entusiasmado de poder desarrollarme mejor como mago, tía. Pensé que esa propuesta de Lewis era real.
—Las cosas no se consiguen en tan fácil, muchacho. A veces hay que sacrificar algunas cosas para obtener otras mejores. Escuché por ahí qu que te ofrecieron un buen puesto en el Ministerio Británico de Magia, ¿Porque no aceptaste?
El castaño tragó grueso, se sentía impotente. Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo.
—Yo… no me siento preparado, además, no quería dejarte aquí, sola.
—¿No te sientes preparado?
—Soy un niño solamente, no se mucho sobre encantamientos, artes oscuras, todas esas cosas, no merezco ese puesto, menos en un lugar tan grande como ese.
—Isaac, nadie nace aprendido. Eres un chico muy inteligente, capaz, fuerte. Si te ofrecieron ese puesto es porque puedes cubrirlo, estoy segura de eso. Por mí no te preocupes, sabes que estaré bien.
La tía del muchacho le dio un pequeño abrazo y luego continuó la charla.
» Nunca olvides de que eres ni de lo que puedes llegar a ser capaz. Para mí ya eres un héroe, mi pequeño héroe.
Por fin, el muchacho había sonreído.
—Nunca te he dicho lo mucho que te adoro, tía.
—No, pero lo sé. — contestó, con una sonrisa. — ahora te traeré algo para comer, supongo que tienes hambre.
La mujer se levantó del sofá, le quitó el encantamiento de las piernas a su sobrino y se dirigió a la cocina. Isaac se sentó sobre el sofá, tomando su cabeza y pensando.
—Tengo que detenerlo.
Mientras tanto, Jack y Loly cubrían toda la zona de Queens, en busca de Lewis y su equipo.
—¿Ves algo? — preguntó Loly.
—Sólo un callejón donde podría tirarme a dormir.
—¿Acaso eres un vagabundo o algo parecido? Porque la barba te delata.
—¿Disculpa? Tengo mi propio departamento, señora Diggory.
—Señorita, aún no me veo tan demacrada como tú.
De repente, en el lugar apareció una persona, vestida totalmente de negro, con rapidez lanzó a ambos al suelo y dejó una nota, para después desaparecer. Jack se levantó, tomó la nota y comenzó a leer en voz alta.
—“Deja que la voluntad te guíe si quieres encontrarme.”
—¿Qué mierda significa eso? — soltó Loly, furiosa, mientras se levantaba del suelo.
—No tengo idea…
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