La librería.


Era sábado cerca del medio día y Mateo estaba aburrido tendido sobre el mostrador de la librería. Ahora comprendía por qué el turno del fin de semana había estado vacante por mucho tiempo. Había finalizado sus tareas desde ayer así que ni siquiera tenía eso para distraerse.

Bostezó por tercera vez consecutiva y se incorporó mirando los alrededores, el local estaba en una esquina, tenía grandes ventanales de vidrio y podía ver a la gente pasar muy cerca aprovechando la sombra que daban los árboles de la acera.

De repente su móvil repicó, lo tomó y miró el identificador; era Irma.

—¿Sí?— contestó con algo de precaución, la última vez que le llamó había sido para pedir que la acompañase a casa de Fabián, él estaba aún convaleciente por lo del partido; Mateo al negarse debido a sus tareas recibió quejas que casi lo dejan sordo.

—¿Por qué nos ocultas cosas?

—¿De qué hablas?— observó para todos lados, tal vez había sido descubierto en su trabajo.

—Sobre el concurso, Jensen y yo vimos la lista, tu nombre estaba allí, ¿por qué no nos dijiste?— se quejó.

—¿Eh?

—Ayer por la tarde fuimos al área de artes para ver si te encontrábamos y vimos la lista en la entrada del edificio principal.

—¿Ah, sí? Yo, lo olvidé— mintió, la verdad es que no había querido decirles, si perdía no deseaba que lo supieran; aunque analizándolo bien: tarde o temprano se iban a enterar.

—Eres un mal amigo; pero todo estará olvidado cuando me pidas que sea tu musa.

—¿Qué?

—Sí, puedo quedarme quieta hasta por una hora.

Mateo comenzó a reír, —¿bromeas?

—No, he practicado bastante.

—Eso no lo dudo; me refiero a que... olvídalo— pensó mejor sus palabras; decirle que no pensaba pintar un cuadro de ella para el concurso sería ofenderla demasiado.

—Oh, debo colgar; mis primos están de visita en casa y ¡ah!— se escuchó un estruendo, tal vez ollas y sartenes, —nos vemos el lunes, adiós— y colgó.

Mateo no pudo evitar reír imaginándose la escena de Irma siendo atacada con utensilios de cocina por infantes; guardó el teléfono en uno de sus bolsillos cuando la campanilla sonó.

—¿Mateo?

Levantó la mirada y vio al basquetbolista asomar el rostro a través de la puerta.

—¿Jensen, qué haces en este lugar?

—Lo mismo pregunto, pasaba por aquí y te vi, al principio no creí que fueras tú pero eso es inconfundible— señaló el pompón verde.

Rió nervioso, —aquí trabajo— dijo antes de escuchar un ladrido, se alzó sobre las puntas de sus pies queriendo observar.

—Es Caramelo, hemos salido a dar una vuelta— explicó Jensen —¿podemos pasar?

—Claro— respondió sonriente.

Jensen abrió la puerta, ambos entraron y Mateo quedó maravillado con el Beagle que se paseó ante él.

—¿Es Caramelo?

—Sí— dijo orgulloso, —él es Caramelo— afirmó.

Mateo rodeó el mostrador para llegar hasta el perro y acuclillarse; —¿puedo?— preguntó con intención de tocarlo.

—Sólo ten cuidado, no suele ser muy cariñoso con los desconocidos— le advirtió sin éxito ya que Mateo frotó la parte trasera de una de las orejas de Caramelo y con eso lo tuvo a sus pies. —No se supone que haga eso— rió nervioso Jensen después de unos instantes.

—Es muy gracioso— sonrió.

—Y también muy inteligente.

—No lo dudo.

—Sí, y sabe varios trucos; incluso se queda quieto por rato.

Mateo entrecerró los ojos; —bien, ya entendí.

—Dijiste que lo pensarías, ya pasó un tiempo considerable.

El chico rió con fuerza, —de acuerdo, lo haré; pero sólo porque Caramelo es más lindo de lo que imaginé— caminó de regreso tras el mostrador para tomar sus cosas; la mochila la tenía en uno de los estantes de abajo. Sacó su cuaderno y sus lápices antes de acomodarse en su silla.

—¿Cómo se hace esto, le digo que pose?— preguntó Jensen en cuanto vio que el otro comenzaba a afilar uno de mucho lápices que tenía.

Negó con la cabeza divertido, —no será necesario.

—Oh, está bien— exclamó al ver que Mateo iniciaba con sus trazos; pensó en no interrumpirle así que se dedicó a mirar lo que le rodeaba mientras Caramelo le seguía de cerca. Encontró varios títulos interesantes, tanto en el contenido como en el año en que habían sido publicados. Nunca había estado en un lugar como ese, nunca había tenido la costumbre de comprar libros, simplemente usa los de la biblioteca, lo que le recordó algo importante.

—Ayer por la tarde Irma y yo fuimos a la biblioteca, de regreso pasamos por los salones de arte y vimos la lista de participantes del concurso de pintura.

Mateo lo miró por sobre el cuaderno nuevamente, pero esta vez se centró en Jensen y no en el cachorro.

—Ya me reclamó por no decirles— volvió a centrarse en su trabajo.

—Me alegra que lo hayas decido; eres bueno en lo que haces.

Soltó una risa floja, —las cosas ocurrieron de una manera extraña, digamos que no fue del todo mi decisión.

El deportista lo pensó unos instantes, —¿te dará créditos extra en alguna asignatura?

—Probablemente sí, pero eso no es lo que me preocupa ahora.

—¿Y qué es?

—Tengo menos de una semana para tener listo el cuadro, el viernes es el concurso y no tengo la menor idea de lo que haré.

—Tranquilo, ya lo resolverás— trató de darle confianza, —y sino Caramelo estará encantado de ser tu modelo.

—Lo tendré en mente. Ya está— anunció, puesto que en ningún momento había dejado de mover el lápiz.

—¡Wow, es genial!— exclamó con emoción.

—¿Te gusta?— arrancó la hoja del cuaderno para ofrecérsela.

—Me encanta— declaró sonriente; —no dudes de tus capacidades, te irá bien, ya lo verás.

—Eso espero— confesó tras un suspiro, luego miró su cuaderno y justo en la hoja que seguía a la que había desprendido tenía unas notas, eran de la clase de historia del arte. Leyó las líneas que había garabateado y entonces supo que tal vez su participación en el concurso no estaba del todo perdida.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top