Capítulo 5: Muertes en la oscuridad
"La muerte no llega más que una vez, pero se hace sentir en todos los momentos de la vida."
-Jean de la Bruyere
En el ducto de ventilación de la sala de control del buque, se encontraban Darius y Brooklynn, quienes habían escuchado a través de la radio de los oficiales, el ataque al equipo de la general Sánchez. Los oficiales estaban intentando comunicarse con los soldados, pero no conseguían ninguna respuesta.
—Ay Dios, Mónica... —Dijo Brooklynn lamentando lo peor—.
—Creo que fue la misma trampa con la que nos cruzamos la primera vez... —Dijo Darius—.
Mónica empezó a estar consciente tras su caída. Mientras despertaba, podía escuchar el sonido del río del cual había caído. Lo primero que sintió fue un gran dolor por todo su cuerpo. Su uniforme estaba empapado, por lo que su radio había sido afectada por el agua.
Después de ponerse en pie, empezó a revisar su cuerpo de busco de alguna herida. La mayoría eran moretones, o pequeños cortes, nada grave menos mal. Pronto recordó a sus soldados, y empezó a gritar sus nombres.
¿Qué debía hacer? ¿Ir río abajo en busca de los soldados, o se habrán quedado río arriba, y estaría perdiendo tiempo yendo con la corriente? Todo era muy complicado.
A varios metros río abajo, "Predicador" también estaba despertando. Al otro lado del río, se encontraba "Chan" quien seguía inconsciente. "Predicador", trato de gritar su nombre, pero el sonido de las aguas turbulentas del río le impedían ser escuchados. No quería dejar a su compañero abandonado, así que se metió en el agua e intentar cruzar nadando.
No fue buena idea después de todo. El soldado tenia pocas fuerzas en ese momento, y la corriente era muy fuerte. Su cuerpo empezó a ser arrastrado, pero el hombre visualizo unas rocas cerca suyo. Tomo fuerza, y se impulso hacia la mas cercana a la orilla, logrando sujetarse. Pero la textura áspera, mas la corriente, le impedían poder estar en ese lugar mucho tiempo.
—¡"CHAN", DESPIERTA! —Gritó a su compañero—.
El soldado Castro, se empezó a levantar, dirigiendo su mirada hacia su compañero, quien le gritaba por ayuda. No estaba del todo consciente aún, por lo que le tomo tiempo poder entender la situación.
La mano de "Predicador" no podía mas, pronto la corriente se lo llevaría. Este continuo gritando hasta su ultimo aliento, a su compañero. Trato de estirar la mano hacia la parte mas alta de la roca, sin saber que esta tenia una forma afilada en esa parte. Al tratar de subir a la roca, se resbaló, y esto mas la presión al sujetarse, termino con su mano siendo cortada.
Tiro su mano por el dolor, y al ya no estar sujetado a nada, empezó a ser arrastrado por el río. Para su suerte, "Chan" dio un salto hasta la roca donde había sujetado, logrando agarrarle del brazo, y sacarlo fuera del agua.
—Gracias —Le dijo "Predicador" a "Chan", antes de caer exhausto en la arena de la orilla—.
Mónica seguía caminando rio arriba, gritando por alguno de sus hombres, pero siempre sin recibir respuesta. También intentaba probar la radio, pero la caída y el agua le habían afectado bastante. También debía tratar de funcionar su linterna, pues el atardecer le estaba advirtiendo que muy pronto seria imposible ver. En su cabeza solo pedía poder encontrar a alguno de sus hombres.
Las horas pasaron, y la luna se puso por encima de el sol. La general, estaba cansada de caminar y de gritar sin recibir alguna respuesta. El caudal de río había crecido considerablemente, por lo que caminar cerca de la orilla y sin luz, era muy riesgoso. Se dispuso a hacer una fogata en el bosque, para pasar la noche.
Pero antes de adentrarse entre la vegetación, logro ver algo tendido en la orilla. Era uno de sus hombres, pues su arma estaba a pocos metros de él. La general fue corriendo a tratar de reanimarlo, pero sus pasos empezaron a ir lento. Aunque en efecto era uno de los soldados de su equipo, lo que ella vio fue el cuerpo devorado hasta los huesos del soldado.
Puso su boca y nariz con su mano, ya que el olor que soltaba el cadaver era fuerte. Tiro del uniforme que estaba debajo del esqueleto, buscando la placa, para ver de quien se trataba. Isaac Vega, decía la placa del fallecido.
—"Lombriz"... —Susurro Mónica, tirando se al piso lamentando la muerte de su soldado—.
El cráneo presentaba varias fracturas, por lo que muy probablemente murió al instante, cuando el tronco impacto contra él. Pero ¿Qué criatura habría devorado su cadaver?
Inspeccionando mas el cuerpo, encontró varios dientes dejados entre la carne y los huesos. Eran pequeños, delgados y filudos, perfectos para desgarrar la carne, y dejar un cuerpo hasta los huesos. Pues al ser tan delgados, no serian aptos para triturar los huesos.
Descarto rápidamente a los compys, pues los dientes serian muy grandes para el pequeño dinosaurio. Tampoco le podían pertenecer a los raptores. Todo eso, solo le intrigaba mas a la general.
A varios kilómetros, Chávez se la había pasado caminando en busca de Tres dedos, sin ningún remordimiento por haber dejado abandonado a Rojas o al resto de su equipo. Pero el soldado no sabia que a unos metros, alguien lo había estado esperando.
Paso por un sendero estrecho, cerrado por dos grandes masas de tierra elevada, con arboles alrededor, perfecto para una emboscada.—¡CHÁVEZ! —Gritó Rojas, saltando sobre Chávez, para empezar a pelear contra él.
—¿Por qué los abandonaste? —Gritaba Rojas mientras peleaba—.
—Ya te dije el maldito porqué —Chávez tomo de la cintura a Rojas con sus brazos, y se abalanzo contra un árbol. Haciendo que todo el peso del impacto fuera hacia su compañero—.
Rojas quedo tendido en el piso tras el impacto, Chávez no quería seguir perdiendo tiempo con la pelea, y siguió su camino. Pero Rojas se levanto, y lo tomo de la pierna, impidiendo su movilidad. Seguido de eso, empezó a darle golpes bajos, por el área de la cintura y el abdomen.
Chávez le propuso varios puñetazos en la cabeza, librando sus piernas. Luego puso de pie a Rojas, para seguir darle mas golpes en su cabeza, hasta dejarlo inconsciente. Aun y con Rojas ya tumbado en el piso con sangre brotando de su cabeza, Chávez no se detuvo y siguió dándole mas puñetazos.
—Mira lo que me obligaste a hacer, maldito calvo —Dijo Chávez, deteniendo a contemplar como había dejado a Rojas. Entre la maleza, escucho los sonidos de las compys acercándose, por lo que abandono a su compañero a su suerte—.
En todo ese tiempo, Mónica había enterrado los restos de "Lombriz" cerca de la orilla del río. Luego se adentro en el bosque, haciendo una fogata para poder pasar la noche, pero siempre alerta.
De pronto escucho a alguien acercarse a su posición, ella rápidamente cogió el arma de "Lombriz" y apunto hacia aquella dirección, escondida entre unos arbustos. Para su sorpresa eran "Predicador" y "Chan".
—¡Soldados! —Grito Mónica—.
—¡General! —Dijeron ambos soldados, corriendo hacia la fogata de la general Sánchez—.
Sin embargo entre una de las pisadas que dio "Chan", accionó una trampa que hizo que caiga una cuchilla muy afilada, cortando la cara del soldado Castro "Chan".
—¡NOOO! MALDITA SEA, Chan... —Grito de impotencia "Predicador"—.
—¡Mora, cálmate! Se fue, se fue... —Dijo Mónica, abrazando a "Predicador" tratando de consolarlo.
Ambos enterraron el cadaver de "Chan", Mónica también le dijo lo que le había pasado a "Lombriz".
—Ellos eran mis amigos, "Chan" me salvo hoy de ser arrastrado por el río. Nunca imagine que algo así nos pasaría, tal vez un ataque del terrorismo, pero esto ni en mis pesadillas paso por mi cabeza —Dijo "Predicador" lamentándose—.
—Tranquilo soldado, ¿Podrías rezar por ellos? —Preguntó Mónica—.
—Lo intentare, mi general ...
"Predicador" se levanto y camino al lugar donde habían enterrado a "Chan" y a "Lombriz", seguido de eso empezó a hacer una oración por ellos. Mónica se quedo con los ojos cerrados, junto a la fogata, escuchando como el fuego iba consumiendo la madera de la corteza de los arboles, y la hierba seca.
Un ruido llamo su atención, algo se movía entre los arbustos a sus espaldas. La general le pidió a "Predicador" a que se ponga en posición, por lo que sea que los estaba acechando. No eran compys, puesto que las pisadas se escuchaban mas fuertes.
—¡Ahí! —Gritó "Predicador" al ver a una silueta levantarse—.
Mónica disparó, sin embargo la criatura logro evadir las balas. Tras unos largos minutos en silencio, varios grandes ojos amarrillos, aparecieron entre la oscuridad, observando fijamente a los dos militares.
—¡Dispare!
—El arma ya no tiene munición... —Dijo Mónica preocupada—.
—¿Qué hacemos? —Pregunto "Predicador" aterrado—.
—Quédate atrás mío y retrocedamos —Susurro Mónica—.
—¿Qué demonios son esas cosas? —Preguntaba "Predicador"—.
—No tengo ni idea... —Decía Mónica mientras retrocedía—.
Sin previo aviso, uno de los misteriosos dinosaurios saltó sobre "Predicador", dándole un mordisco en su brazo, para seguidamente huir corriendo con los demás de su manada, entre la oscuridad del bosque.
—¡"Predicador"! —Gritó Mónica preocupada—.
—Estoy bien, no le quite el ojo de encima a esas vainas —Dijo "Predicador"—.
Mónica viendo como cada vez mas los pequeños dinosaurios los estaban acorralando, agarro un pedazo de madera de la fogata, a modo de antorcha. Eso hizo retroceder a los extraños dinosaurios, al parecer no toleraban la intensa luz que desprendía el fuego. A Mónica se le ocurrió una idea.
—"Predicador", escúchame. Molestare a los pequeños desgraciados con el fuego, para que nos abran paso. Luego correremos sin detenernos en el bosque ¿Copiado?
—Copiado, mi general.
—¡AHORA! —Grito Mónica. Mientras movía su brazo repentinas veces con la antorcha, logrando así, ahuyentar a los extraños dinosaurios, y dándoles espacio para escapar en el bosque.
Sin saberlo, Mónica había soltado varias cenizas por el bosque, causando accidentalmente múltiples incendios alrededor. Sin notarlo, ellos seguían corriendo lo mas lejos que pudieran, hasta que el suelo desaparece debajo de ellos.
Ambos militares caen por una empinada ladera, el follaje los desgarra y les corta. El ángulo de la pendiente se vuelve cada vez mas empinado, ellos están en caída libre, rodando. Finalmente se despliegan en la base de la pendiente, aterrizando tras una seria de fuertes golpes. Se ponen de pie, parece que los extraños dinosaurios no los siguieron por la pendiente.
Al ver a su alrededor, notan varias costillas de grandes herbívoros. Junto a las costillas, estaba el cadaver de un parasaurolophus, con el vientre abierto, exponiendo sus órganos. Esto es el territorio de un carnívoro.
Los dos militares inspeccionaron el cadaver del animal. Mónica logro notar varios dientes entre la carne, así que supuso lo inevitable. No han caído en el territorio de cualquier carnívoro, este es el territorio de los extraños dinosaurios.
"Predicador" vio huevos entre las vísceras, no parecían ser del parasaurolophus. Muy probablemente aquellos dinosaurios habían puesto sus huevos dentro del cadaver del dinosaurio, para que al nacer se alimentaran de él. Algo muy inusual en la misma naturaleza.
Lo único que debían hacer ahora, era hallar la forma de escapar de este inusual territorio. Las paredes alrededor, eran difíciles de escalar. Aparte de estar empinadas, tenían agua cayendo de ellas, lo que haría resbalar si se intentara subir.
Luego de una larga caminata, Chávez finalmente llego a la casa donde estaba refugiado Tres dedos. Se detuvo en frente del lugar, con su revolver dio dos disparos al aire y empezó a gritar, incitando a salir al caníbal.
—¡Aquí estoy maldito maniático! !Ven y arreglemos esto como hombres!
Tres dedos apareció detrás suyo, entre la maleza del bosque. Cargando consigo un hacha y una pequeña hoz en cada mano.
—Te había estado buscando. Terminemos esto de una vez maldito deforme.
El militar alzo su revolver y le pego un tiro en el hombro a Tres dedos. Sin embargo, noto que el caníbal no moriría tan rápido, al ver como este siguió caminando a pesar del disparo.
Al intentar darle otro disparo, su arma se quedo sin balas. Por lo que resolvería esto a puño limpio. Tres dedos fue corriendo hacia él, intentado darle con el hacha o con la hoz. Pero el entrenamiento militar de Chávez, lo ayudo a esquivar esos primeros ataques. Le dio un puñetazo en la cabeza del caníbal, pero este logro hacerle un corte en el pecho con su hoz.
Chávez retrocedió agarrando su herida, pero rápidamente volvió al campo de batalla, pateando al caníbal en la entrepierna, logrando hacer que este se ponga de rodillas por el dolor. El militar le tomo de un brazo para evitar ser atacado, y seguidamente le empezó a dar varios puñetazos en el rostro.
El caníbal cayo al piso, pero rápidamente reacciono pateando las piernas del militar, haciéndolo caer también. Tres dedos empezó a rodar, tratando de darle con el hacha, pero Chávez lo logro esquivar. Con el hacha clavada en el suelo, la uso como soporte para levantarse. Chávez también estaba tratando de levantarse, pero al hacer eso, Tres dedos clavó su hoz en su espalda.
Tres dedos soltó una risa, que no le duro mucho. Pues el militar, agarro de su brazo para que le quitara la hoz de encima. Seguido de un duro golpe en la cabeza para volver a dejarlo tendido en el suelo.
Chávez tomó el hacha que se había quedado clavada en suelo. Posicionándose encima de el caníbal—Vete al infierno —Dijo Chávez, alzando el hacha para darle fin a Tres dedos. Antes de que la cuchilla del hacha, cayera sobre su cabeza, Tres Dedos giró evitando así una muerte segura.
El caníbal uso su hoz, y la clavo en el antebrazo derecho del militar. Bajando bruscamente la cuchilla hacia su palma, donde le amputo los dedos meñique y anular. Dejándolo irónicamente, con tres dedos.
Chávez se tiro al piso, por la agonía que sentía. Tres Dedos se levanto, cargando sus armas hacia el militar. Al verlo acercarse hacia él, Chávez trato de levantarse lo mas rápido que pudo, para intentar seguir peleando, a pesar de ya no tener fuerzas.
El caníbal se abalanzo contra él, clavándole su hoz en el pecho. Chávez se dejo caer sobre él, mientras botaba sangre de su boca, debido a la hemorragia interna que estaba sufriendo. El caníbal lo empezó a arrastrar hacia un árbol, donde lo empalo en un pincho de madera. Chávez agonizando, le dio golpes suaves al caníbal.
Tres dedos agarro su hacha, clavándolo en su cabeza, abriendo su cráneo. Donde dejo su cerebro expuesto. Seguido de eso, con su hoz, saco un pequeño pedazo de los sesos del fallecido soldado Chávez. Para empezar a tragárselo enfrente de él, burlándose de su muerte.
Luego de recuperar sus energías de la batalla, al comerse a su contrincante. Se dirigió a lo alto de unos arboles. A lo lejos noto el incendio que había provocado accidentalmente Mónica. Sin hacer mucho esfuerzo, ya había encontrado la localización de sus ultimas victimas. Llevo su hacha y su hoz, y se dirigió entre la oscuridad del bosque, a hacer su nueva cacería.
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