Después de las casi dos semanas...

Fer le explicó a Agus como es que conoció a la bruja Zaret, le dijo que estuvo presente cuando Mar asesinó a Marisa y a Héctor cumpliendo con su venganza, pero él es un cabo suelto.

Agus...

-No quiero que te maten -le digo a Fer abrazándolo, escondo mi rostro en su pecho conteniendo las lágrimas.

-Agus... yo no puedo morir y por eso quiero que seas muy cuidadosa -habla él separándose un poco para mirarme a los ojos-. Después de la pelea que tuvimos estoy seguro de que ellos ya se dieron cuenta de eso y por eso corres peligro -murmura, no lo dice en broma, esto va en serio, muy en serio.

-Entiendo, trataran de lastimarte de cualquier manera -supuse agachando la mirada.

-Por eso no podemos estar juntos, no soportaría que te pasara algo por mi culpa... Debes empezar a odiarme por tu bien -habla Fer mientras se separa de
mí sin dirigirme la mirada.

-¡No me pidas eso! ¡Cualquier cosa menos eso! -exclamo dando unos golpes a su pecho mientras niego.

-Tranquila niña -interrumpe Zaret dándole un golpe por la cabeza a Fer con su bastón-. Deja de hacer esas bromas Fernando. ¿No ves que ella se está espantando? -lo regaña, él sonríe mientras rasca su nuca.

-Lo siento Agus, estaba bromeando -suelta una risa-. La verdad es que ni loco, ni muerto me alejaría de ti -susurra juntando nuestras frentes.

-No vuelvas a hacer eso -digo entre molesta y aliviada, entonces avanzo y le doy un beso que corresponde.

-Ustedes dos me dieron diabetes y pudrieron mis dientes de tanta dulzura -comenta Zaret haciéndonos reír. Esa viejita me cae bien, es como dijo Fer, está en onda.

-Debo llevarte a tu casa, es tarde -dice él mirando su reloj de pulsera.

-Sí, vamos -asiento. Fer me dice que cierre los ojos y al abrirlos aparecemos frente a mi casa.

-Pasa -digo teniéndolo de la mano mientras caminamos a la puerta.

-Si insistes. -Sonríe nervioso entrando a la casa.

Fer...

-Perdona, creo que me pasé con esa bromita de hace rato -digo apenado mientras me siento en el sillón de la sala.

-No me hizo gracia -responde seca, dirigiéndose a la cocina.

-Sé que no -murmuro agachando la mirada.

-Sé que no es el momento pero...¿Tienes hambre? -pregunta ella regresando de la cocina con chocolatada y galletitas.

-¡Claro que es el momento! -rio al escuchar a mi estómago gruñir. Ella asiente y deja la comida en una mesita que está frente a nosotros, ninguno dice nada. Definitivamente me pasé con esa broma pero ya me disculpé, falta que Agus acepte mi disculpa.

-Lo siento -insisto agachando la mirada.

-Sé que sí -contesta mirando a un lado. Agus está molesta, molesta conmigo, no suele ser tan fría, no de esta manera.

-Agus... ¿Me perdonas? -intento mirarla a los ojos pero ella desvía la mirada, creo que ese es su punto débil.

-No sé. -Se cruza de brazos. Yo sonrío y pongo en marcha el plan "B", me acerco a ella y tomo su rostro.

-Por favor -suplico mirándola a los ojos a través de sus anteojos.

-No puedo resistirme, sos muy tierno -se rinde y me da un beso, no es de lengua porque soy respetuoso.

-Estaba molesta porque tengo mucho miedo de que te alejes de mí, no quiero que te vayas -confiesa mientras se aleja un poco.

-Perdona -repito otra vez acomodando sus anteojos púrpuras al ver que estaban un poco caídos.

-Basta de disculparte -ríe, abro mi boca para hablar pero ella pone una galletita adentro. Yo mastico y trago.

-Delicioso -digo sonriendo haciéndola reír con más ganas.

Yeni...

No sé lo que pasó exáctamente en la fiesta esa noche, Héctor me dijo que me explicaría todo pero él está muerto. Fer estuvo ahí y creo que sabe algo, ví la expresión de mi rostro cuando vio morir de Marisa, fue horrible pero noté que se contenía, quería ayudar, quería intervenir pero no lo hizo.

Además no sé por qué me trató así, me protegió, pero después desapareció sin dejar rastros, dedo encontrarlo y hablar con él.

Estoy afuera de la escuela esperando a que llegue pero recuerdo que esta cerrada por duelo, a veces soy muy despistada. Entonces decido ir a su casa, conozco su dirección, llego a su casa y golpeo la puerta. No hay nadie.

-Carajo, ¿dónde estará? -digo molesta dando un golpe a la puerta. Entonces tengo una idea-. Agus... él debe estar con Agus.