Un héroe
Mar...
-¡Alto! -escucho a mis espaldas y volteo para encontrarme con Fer -Déjala, es a mí a quien quieres. -dice serio.
-Fer... -dice Agus con un brillo en los ojos.
-¿Estás bien? -le pregunta él preocupado.
-Mis tobillos... duele mucho -responde ella estando en el suelo.
-La lastimaste... -dice Fer frunciendo el ceño y caminando hacia mí.
-No te acerques -le advierto.
-Lastimaste a Agus, yo haré que te arrepientas -me amenaza.
-No sabes con quién te estás metiendo -murmuro entrecerrando los ojos, no quiero hacerle daño pero no tengo opción.
Darío...
Yo me quede en la isla para cuidar a la pequeña Brenda, la lluvia la asusta un poco entonces la cubro con las mantas porque ella tiene frío.
-No te asustes pequeña, es solo lluvia -susurro acariciando su cabello, así consigo que duerma profundamente, creo que ella no es como Mar y yo, es cálida, no está muerta como nosotros. De repente siento un profundo y fuerte dolor en mi pecho.
-Mar... -susurro sin pensar, creo que algo malo está pasando.
Mar...
No sé lo que está pasando pero Fer ha cambiado completamente, él me está enfrentando sin miedo por Agus, ella le importa mucho. Es capaz de dar su vida para protegerla.
-No te acerques a Mar, maldito -interrumpe Darío viniendo a mi lado.
-¿Qué haces aquí?
-Nos encargaremos de esto juntos, como pareja -él toma mi mentón y me da un corto beso en los labios.
-Dos contra uno... eso no es justo -murmura Agus temblando de miedo.
-¿Todavía sigues vivo idiota? esta vez sí te mataré -le dice Darío apuntándole con su dedo índice-. Pero esta vez... sí sufrirás -él toma con fuerza el brazo de Agus obligándola a ponerse de pie.
-Suéltala, ahora -ordena Fer teniendo la mirada abajo.
-No lo haré. -Darío aprieta con fuerza el brazo de la chica haciendo que suelte un grito. De repente las púas se envuelven por el cuerpo de Fer pero algo extraño sucede, parece que él no siente dolor, lo que es raro porque sí comienza a sangrar. Darío hace que el metal se entierre más en la piel de Fer y es cuando suelta un grito.
-¡Déjalo! -exclama Agus empapada en lágrimas que se funden con las gotas de lluvia, Darío la suelta tirándola a los pies de Fer, noto que él está apretando con fuerza sus puños y que está haciendo un gran esfuerzo.
-¿Qué tienes? -le pregunto extrañada.
-No se rompen... sus huesos no se rompen -murmura Darío frunciendo el ceño.
-¿Qué? Es imposible -digo negando, ningún vivo puede soportar eso, o tal vez... Fer no está vivo, puede que sea como nosotros. El castaño logra soltar su brazo derecho y con él toma las púas de su pecho y las corta completamente hasta liberarse.
-¿Eso es todo lo que tienes, Darío? -pregunta serio, entonces se agacha y revisa el estado de Agus.
-Estás lastimado -habla ella mirando sus heridas.
-No es nada, vos estás herida. -Fer se quita su chaqueta y cubre con ella a Agus-. Quédate aquí, a salvo.
Después Fer se pone de pie y nos mira a ambos a los ojos.
-Te mataré. -Darío aprieta con fuerza lo dientes y sus alambres se envuelven por sus puños, jamás lo había visto tan enojado.
-Sí, lo mataremos -asiento estando preparada para enfrentar a Fer, si él es uno de nosotros no puedo permitir que viva, puede ser peligroso para Luciana.
Agus...
-¡Fer, vete! -exclamo pero no me escucha. De repente esas mismas alambres de púas se envuelven por sus brazos y piernas dejándolo en el aire.
-Gatita, es tu turno -dice Darío sonriendo malvadamente, Mar asiente y corre hacia Fer...
-¡No! -grito pero ya es demasiado tarde.
Mar...
Corro hacia Fer y clavo mis ganchos en su pecho haciendo que suelte un tremendo grito de dolor. Lo siento, pienso dejando salir una lágrima, esto me duele más a mí pero prefiero ser yo quien lo mate y no Darío.
Entonces alzo mi mano derecha y le rasgo su cuello, ahí es cuando me doy cuenta de que no es cómo nosotros, Darío y yo no sentimos dolor ni tampoco sangramos, con Fer ocurre lo contrario. Él agacha la cabeza hacia adelante y una gran mancha de sangre queda en su ropa que sale de su cuello y se mezcla con la sangre de las cortadas de su pecho.
-Ya está muerto -digo mirando a Darío sobre mi hombro.
-No... -Agus comienza a llorar desconsoladamente, la lluvia sigue cayendo y la sangre de Fer se mezcla con el agua que cae. Darío libera las piernas de Fer pero este se mantiene de pie.
-¿Cómo es posible que siga vivo? -me digo estando muy sorprendida.
-Hijo de perra. -Darío está realmente molesto e intenta atacar a Fer.
-Ahora es mi turno -murmura el castaño levantando la mirada, las cortadas de su cuello desaparecieron al igual que las heridas de su pecho. Él jala con todas sus fuerzas las púas que tiene envueltas por sus brazos levantando a Darío hacia arriba y haciéndolo caer sobre un auto que está estacionado en la calle.
-Eso debió dolerte si sintieras dolor maldito cadáver -habla cortando las alambres de sus brazos.
-Pelea -digo poniéndome en guardia, hago que mis líneas se envuelvan por su cuello y trato de cortárselo pero es muy difícil, parece que todo su cuerpo estuviera brindado o algo así-. ¡Cortate! -exclamo enojada. En ese momento noto que las líneas que tengo por mis brazos comienzan a ajustarse y los mismos me cortan.
-P-Para... te es-estás lastimando... -murmura con la voz entrecortada. Él toma las líneas negras de su cuello y las corta con mucha facilidad-. Mar... no quiero hacerte daño, llévate a Darío y nunca más regresen -me advierte serio sin mirarme. De repente Darío lo toma por detrás y sujeta la cabeza de Fer con su brazo derecho.
-Te arrancaré la cabeza maldito -dice apretando con fuerza los dientes.
Fer intenta quitárselo pero él es mucho más fuerte, entonces comienza dar fuertes golpes con su codo en el estómago de Darío, cuando él baja la guardia, Fer le da un fuerte cabezazo haciendo que lo suelte y cuando están frente a frente lo tira al suelo con un puño en el rostro.
-Ya basta, no pueden pelear contra mí -habla Fer al ver que estaba por atacarlo, miro hacia arriba y noto que la tormenta está acabando-. Darío, tenemos que irnos. -le digo acercándome a él, paso su brazo por mis hombros y lo ayudo a ponerse de pie. Miro a Fer directamente a los ojos y ambos desaparecemos en la oscuridad.
Agus...
No puedo creer lo que pasó, esos asesinos estaban atacando fuertemente a Fer pero las heridas se sanaban por sí mismas, no entiendo lo que está pasando. Darío y Mar desaparecen en la oscuridad y la lluvia se detiene poco a poco, Fer se gira y me mira preocupado.
-Lo siento, llegué muy tarde -murmura mientras mira las cortadas en mis tobillos.
-¿Qu-Qué es lo que pasó? Ellos no pudie... -no consigo terminar porque él detiene mis labios con sus dedos.
-Shh... te lo explicaré todo pero primero debo curarte. -Fer me alza en sus brazos ya que no puedo caminar y entramos a la casa, no hay nadie allí porque mis padres están en un viaje de trabajo.
-Por favor cambiate esa ropa mojada, no quiero que te enfermes -habla dejándome en mi cama y también me entrega ropa limpia y seca.
Fer sale dejando la puerta cerrada, yo me pongo unos shorts de jeans y la camiseta con mangas largas celestes con brillos en el cuello y por último seco mi cabello con una toalla. Entonces escucho unos suaves golpes en la puerta.
-¿Estás lista? -pregunta Fer estando del otro lado.
-S-Sí -respondo, él abre la puerta y veo que también se ha cambiado su ropa, mojada y cubierta de sangre.
-Te ves muy hermosa -murmura suspirando al verme haciendo que me sonroje apenada.
-G-Gracias -contesto agachando la mirada. Él se acerca y se sienta en los pies de la cama.
-Ellos te lastimaron -susurra viendo mis pies y brazo.
-No es nada, ya casi no duele. -Trato de ser positiva pero me muevo un poco y el dolor me atormenta-. ¡Ay!
-Espera... te curaré. -Fer toma mis manos, es muy tierno, en eso siento un cosquilleo que recorre todo mi cuerpo y cierro mis ojos por un momento-. Ya está.
-¿Qué? -abro mis ojos y veo que las heridas de mis pies han desaparecido, también el moretón de mi brazo-. ¿Qué hiciste?
-Es unas de mis habilidades -contesta rascándose la nuca.
-¿Habilidades?
-Sí, es por eso que desaparecí durante unas semanas -agacha la mirada-. ¿Estás molesta porque te dejé sola este tiempo? -pregunta triste mirándome a los ojos. Yo niego y lo abrazo con fuerza.
-Estoy feliz porque estás aquí -digo teniendo mis ojos con lágrimas de felicidad.
-No tienes idea de cuánto te extrañé -susurra en mi oído.
-También te extrañé. -Dejo un beso en sus labios.
-Bueno... dije que te explicaría todo -se sienta a mi lado-. Esa noche en el muelle, Darío me asesinó, soy como ellos pero la diferencia es que mi corazón volvió a latir.
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