La Maldición
Fer...
No sé cómo decirle esto a Agus, apenas yo lo entiendo y sé que no entendió nada por su cara de confusión.
-En el hospital, las enfermeras me dijeron que moriste, pero cuando entré a verte... reviviste.
-Sí, mi corazón volvió a latir -agrego acariciando su mejilla, gracias a ella sigo aquí.
-Entonces, ¿Mar y Darío no están vivos? -pregunta preocupada.
-No, ellos están muertos, su corazón no volvió a latir por eso es que no sienten dolor ni tampoco sangran -contesto serio, en ese momento Agus me da un fuerte abrazo.
-Te lastimaron por mi culpa -dice teniendo su rostro en mi pecho.
-Tranquila, ahora, al igual que esos dos, yo no puedo morir -murmuro acariciando su cabello.
-Pero... ¿Por qué vos o esos asesinos siguen aquí? -pregunta confundida y curiosa deshaciendo el abrazo.
-Es algo muy complicado, se trata de una maldición, dice que las perdonas que mueran en el río y que tengan algo por arreglar en la tierra, no podrán descansar en paz y vagaran entre los vivos -le explico.
-¿Una maldición? Pero... ¿Quién maldijo ese río?
-Fue una vieja anciana, una bruja que hacía hechizos para los caciques hace siglos. La conocí hace poco -le cuento, por eso desaparecí casi como dos semanas.
-¿Qué? ¿Cómo es que la conociste hace poco? Esa señora debe tener siglos de edad -dice negando, yo sonrío y asiento.
-Sí, ella tiene 400 años.
-¡Pero ya debería estar muerta hace tiempo!
-Ya sé pero es muy buena onda, deberías conocerla. -río al recordar lo que pasé con esa viejita.
-Me gustaría -asiente sonriendo.
-Entonces vamos. -Tomo su mano cuando me pongo de pie.
-¿Está lejos?
-Sí, muy lejos pero llegaremos enseguida. -Me pongo frente a ella y hago que cierre los ojos-. Pon la mente el blanco, no pienses en nada -indico mientras tomo sus manos.
-Listo -dice sosteniendo mis manos con fuerza. Cierro los ojos y me concentro. Zaret, susurro claramente. Ambos abrimos los ojos y nos encontramos frente a la casa de esa viejita.
-¡Ya llegué! -exclamo golpeando la puerta.
-Fer, no seas tan maleducado -me regaña Agus seria. En ese momento, la puerta se abre lentamente.
-Ya sé que sos vos Fernando y también que trajiste una visita -habla la anciana, Agus se esconde detrás de mí, tiene miedo.
-No te sustes -murmuro tomando su mano.
-No me tengas miedo Agus, yo no muerdo, además es trabajo de ese perezoso protegerte.
-Zaret basta, además ya peleé contra esos espíritus asesinos y les dí una paliza -digo sonriendo de costado.
-¿Ella es la anciana? -pregunta Agus, la bruja puede que tenga una apariencia arrugada y frágil pero es todo lo contrario, tiene un largo cabello canoso que siempre lo lleva como una trenza. Camina lentamente hacia nosotros teniendo siempre su bastón retorcido de madera.
-Soy la bruja Zaret, no anciana -se presenta-. Yo hechizé ese río a pedido de un casique hace tiempo para evitar que los conquistadores españoles pudieran atacar la tribu pero nunca pensé que duraría tanto tiempo -explica mientras se sienta en su silla mesedora.
-Y... ¿No puede romper ese hechizo para que los asesinos se vayan? -pregunta Agus mientras juega con sus manos.
-Ya lo intenté pero no soy tan poderosa como antes. Mar y Darío son más fuertes y dan fuerza a esa maldición -dice mientras se mese en esa silla de un lado al otro haciendo un rechinido insoportable e irritante.
-Basta, siempre haces ese molesto ruido.
-¿Cómo es que se conocieron? -habla Agus curiosa.
-Es una larga historia -contesta la anciana, de hecho no es tan larga y empezó en día que morí.
Casi dos semanas atrás...
-Nos vemos mañana en la escuela -me despido de Agus y salgo por la ventana. La quiero, estoy enamorado de ella y más ahora que la besé, no sé si podré estar mucho tiempo sin volver a besar esos suaves labios.
-Ahora puedo morir feliz -digo mientras atravieso la calle, de repente un camión viene a toda velocidad y me hace ver estrellas, todo se vuelve oscuro por un momento.
-Hey, deja de estar durmiendo tirado en el medio de la calle.
-Eh... ¿Qué? -balbuceo estando un poco desorientado.
-Ya me escuchaste, muévete. -Me da unas patadas en mi hombro.
-M-Me duele... todo -me quejo cuando trato de ponerme de pie.
-Es porque te acaba de atropellar un camión -suelta una risa.
-¡¿Qué?! -entonces dejo de sentir ese dolor y me siento como nuevo-. ¿Qué me pasó? -pregunto levantándome rápidamente.
Justo frente a mi esta ese camión que supuestamente me arroyó, la parte de adelante quedo destrozada como si hubiera impactado contra algo muy duro. Miro el retorcido metal y no entiendo nada de lo que pasó.
-Ven conmigo antes de que alguien nos vea -dice caminando lentamente mientras lleva un bastón retorcido de madera.
-Pero... -yo la sigo mientras hago muchas preguntas-. ¿Ese camión me atropelló? ¿Por qué ya no me duele? ¿Estoy muerto? ¿Quién es usted?
-Shh... cállate hablas mucho -me da un golpe con su bastón por mi cabeza.
-¡Ah! -exclamo frotando el lugar del golpe.
-Sí, ese camion te pasó por encima, no te duele porque se curan rápidamente, no, no estás muerto, reviviste y mi nombre se Zaret -contesta en el orden de las preguntas.
-Eh... Zaret, ¿a dónde vamos? -digo al ver que se mete en un callejón, yo la sigo y me encuentro con una pared de ladrillos-. Vieja loca.
-Te oí. ¿Ves la puerta? -pregunta mirando hacia adelante.
-Lo único que veo es una pared de ladrillos -contesto arqueando una ceja.
-Mmm... parece que vos estás más ciego que yo -me insulta, entonces da unos golpes en el suelo con su bastón y frente a nosotros aparece una puerta de color marrón.
-Camina -me ordena esa señora abriendo la puerta.
-Pero... -No puedo ver nada en el interior de esa puerta, todo es muy oscuro y además es de noche.
-Entra. -Esa señora me da un empujón haciendo que caiga dentro de esa habitación oscura.
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