Competencia
Como dijo mi desquiciado hermano, me volví muy famosa como el alma asesina que merodea el río, mi número de víctimas llegó a 8 en este mes, y creo que esa cifra crecerá.
En estos días recibí la visita de Sergio, me trajo noticias que Oriana está recuperándose en el hospital y yo le comuniqué que nunca más deberán preocuparse por los malditos perros que la golpearon.
–¿Enserio? ¿Qué les hiciste?
–No te daré detalles, Sergio –respondo mirando a un lado.
–¿Sufrieron? –pregunta emocionado.
–Te aseguro que sí.
–Ahora que todo está bien, volveré con mi Yanina –dice suspirando.
–No entiendo como no te abandonó todavía, tomando en cuenta que sos vos –hablo con intenciones de molestarlo pero no funciona.
–Es que soy irresistible. –Es muy engreído y quiero golpearlo.
–Irresistible como un bagre sapo –río sin parar.
–Sí, ríete, por lo menos yo tengo a alguien.
–¡¿Qué quieres decir con eso?! –alzo la voz molesta.
–Nada, nada –dice un poco asustado para luego alejarse.
Pienso mucho en lo que me dijo mi tarado hermano, no es cierto, tengo a Fer pero de seguro ya se enteró de lo que hice y que me cree un monstruo. Mientras estoy sentada en el muelle, mirando el agua correr, noto algo extraño, el agua se torna de un color marrón hasta hacerse rojo. Es sangre.
–¿Qué está pasando? –me pongo de pie y veo a un cuerpo flotando en el agua, está boca abajo y tiene desgarrada su espalda.
Algo en la orilla de enfrente llama mi atención, es una figura negra parada que me mira fijamente, creo que es como yo. La sombra se adentra en los pastizales lentamente, entonces me lanzo al agua y nado hacia allí, camino entre los pastizales lentamente, tengo un mal presentimiento.
En ese momento veo a un muchacho parado de espaldas frente a mí.
–Recibiste mi mensaje –comenta con una voz grave, me resulta conocida y se refiere al cuerpo.
–¿Quién sos? –pregunto seria, algo en él me da escalofríos.
–Creí que me recordarías –dice mirando sobre su hombro, tiene ojos verdes oscuros y son vacíos.
Rápidamente se abalanza hacia mí y me arroja al suelo, se sienta sobre mi cintura sujetándome con sus piernas y me toma de mis brazos. Ahí estoy, muy pegada a él, frente a frente con Dario.
–¿Dario? Es... es imposible, estás muert-
-Si. Igual que vos muñequita –interrumpe mientras sonríe de costado.
–Pero...
–Ambos tenemos asuntos que arreglar, por eso seguimos aquí –se acerca lentamente y susurra en mi oído–. Yo estoy aquí por una razón... Es por ti.
Trato de liberarme pero es fuerte y no piensa soltarme, Dario sonríe al ver mis intentos fallidos y de repente me besa, no es como antes, sino que lenta y pausadamente, de todos modos no lo sigo. Continúa besándome y muerde con delicadeza mi labio inferior, al darse cuanta de mi indiferencia se detiene.
–¿Qué tienes? pensé que te alegrarías de verme –murmura con un tono triste.
–Sinceramente, no lo estoy.
–¿Por qué no?
–Porque este es mi río –no sé dónde saco la fuerza suficiente para empujarlo –Y no me gusta la competencia.
–Pues te va a tener que gustar. –Tira del bolsillo de mi jean para acercarme a él–. Porque no pienso irme.
–¡Aléjate de mí! –le doy otro empujón.
–No sé porque actúas así. –Hace una mueca y me toma de la cintura–. Pasamos juntos un gran momento, fui tu primera vez –susurra tomando mi mentón, obligándome a mirarlo.
–Si, antes de que te matara –sentencio. Entonces comienza a aflojar su agarre lentamente hasta soltarme por completo, camina unos pasos hacia atrás y se siente en un roca con la mirada abajo.
–Cuando moriste, me sentí terrible. Yo estaba en esa fiesta y debí cuidarte –comienza–. Entonces Clarisa y yo vinimos al muelle y pasó lo que pasó. Después desperté y estaba en la morgue, entonces vine a buscarte.
–Eh... no tenía idea –murmuro agachando la mirada.
–Eso no importa. –Dario se pone de pie–. Somos iguales Mar, asesinos –agrega mirándome a los ojos. Sin tener nada más que decir, volteo para irme pero él me toma del brazo.
–Espera, no te irás sin antes despedirte. –Me jala tomándome de la cintura y pegándome a su cuerpo–. Quisiera verte otra vez sin ropa –me besa suavemente en mi cuello haciéndome suspirar.
Rodeo su cuello con mis brazos y le doy un beso en los labios, no pierdo nada estando con él.
–Quiero que seas mía, otra vez –dice entre besos mientras acaricia lentamente mi espalda con sus manos.
–Si... –susurro pero cuando me alejo creo ver a Fer, no, esto no puede estar pasando–. ¡No! –me espanto y lo empujo.
–¿Qué pasa? –dice Dario confundido, entonces corro y me arrojo al agua intentando escapar.
En eso siento que algo toma mis tobillos y me estiran hacia afuera, quedo en la orilla estando boca arriba, entonces Dario se acerca inmovilizándome con su peso, corre un mechón de mi cabello hacia atrás que se encuentra mojado y me sonríe.
–No puedes escapar de mí –susurra fríamente.
–Entonces... te enfrentaré –hablo mirándolo a los ojos. Alzo mis manos y clavo mis ganchos en su espalda como antes, pero él sonríe cínicamente mientras niega.
–Esta vez no -comenta, volviéndome a besar. Sin razón comienzo a llorar en silencio, las lágrimas salen lentamente de mis ojos, él nota esto y se detiene.
–¡Carajo, no es cierto! –exclama molesto tirándose a mi lado.
–¿Por qué te detienes? –le pregunto un tanto confundida.
–Amas a otro –dice frunciendo el ceño.
–No.
–¡No mientas! Me encargaré de eliminarlo y así sólo serás mía.
–Ay no... Fer –pienso muy angustiada, él está en peligro y no sé de lo que Dario es capaz de hacer.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top