Hora del té

Hay un momento en tu vida en el cual te paras un segundo a observar cómo todo ha evolucionado: tus amigos, tu forma de pensar, las cosas que haces... Y te das cuenta que siempre estás en un continuo aprendizaje, nunca puedes saber la verdad absoluta de algo. Cada experiencia, cada casualidad, cada palabra que dices, cada escrito que haces... todo cuenta. Ahora miro al pasado, cuando empecé a escribir, y realmente nada es igual que antes. Los relatos toman matices diferentes, y la forma de expresarlos, aún teniendo ese deje que hace característico al autor, distan quilómetros del original. ¿El cambio implica una mejora? Tal vez, en varios aspectos... Uno de ellos es la experiencia, supongo, algo que no adquieres sino a fuerza de martillazos. Pero no te pienses que corregiré todo lo antiguo; no tocaré ni una sola coma. Quiero recordar mi pasado, y ver el progreso que he realizado... Sin pasado no hay presente ni futuro.

Pero hay ciertas cosas que no varían. Una de ellas es la de no forzarme a escribir. Nunca he escrito nada por presión, por sentir que necesitaba actualizar mi libro, por sentir que podía exprimir esa masa gris un poco más de lo que hacía y arrancar un par de líneas para saciar el voraz apetito de los lectores. Y es que, cuando veo que me encuentro en un callejón sin salida, simplemente dejo correr el tiempo. La imaginación y la creatividad son dos criaturas que huyen cuando se las persigue, y en el momento más inesperado se posan sobre tu cabeza.

¿Dejaré de escribir en algún momento? No mientras mis dedos puedan sostener una pluma o machacar un par de teclas. ¿Y por qué? Porque lo considero un método de liberación mental increíble, un reto para uno mismo, un pequeño milagro donde, de la nada, podemos equipararnos a Dios y crear algo íntegramente nuestro...

Tal vez mis ideas no las comparta todo el mundo, o simplemente encuentren que un libro titulado "Terror a media noche" es bastante raro, que no entiendan que es algo más que solo un libro de terror, que trate de conectar con el lector desde el primer momento, que le haga sentir miedo, que lo haga reír, que lo haga llorar, que, sin darse cuenta, tal vez muestre un amago tímido de sonrisa cómplice con el libro, que lo considere algo más.

Llevo escribiendo relatos mucho tiempo y, sin embargo, nunca me había sentado contigo a hablar tranquilamente... Supongo que ya era hora de que charláramos un poco, ¿no? De quitarnos esa máscara fría que nos atribuye Internet y destaparnos. Y bueno, aquí me tienes. No te pienses que voy a dar más detalles sobre mí. Cuando acabes estas líneas, cerraré con candado el corazón que ha sido abierto brevemente, y bajo la máscara de Dark Fear volveré a escribir tus peores pesadillas, aquellos miedos que te inquietan, las reflexiones que no te atreves a decir, y todo aquello que se te pueda pasar por la cabeza, sea una locura o algo realmente perspicaz...

En fin, buenas noches amigo mío. Quién sabe, tal vez el destino nos reúna una próxima vez. Aquí te esperaré, entre libros y más libros, y no has de dudar en quedarte, pues eres bienvenido y siempre tendrás la puerta abierta a este oscuro rincón de fantasía.

D.F.



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