Corazón de obsidiana
Es insoportable, el dolor me corroe por dentro… No creo poder aguantar más… ¡Que pare esto por favor! Noto como está pudriendo mi alma, como corrompe mis entrañas. Es mucho peor que cualquier tipo de dolor físico. Me acabaré volviendo loco.
No pierdes la cordura de la noche al día, no, la vas perdiendo poco a poco, sutilmente, hasta que llega un punto que, de repente, todo pensamiento es confuso y la sangre te hierve. Notas como el hielo emana de tu mirada y un ligero temblor se apodera de tus manos. Las tripas se retuercen cual alimaña.
Empiezas a odiar todo cuanto te rodea y a imaginar escenas terribles. El día se vuelve oscuro desde la mañana… Solo queda una opción, descubrir que es lo que te atormenta y solucionarlo. ¿¡Pero qué es lo que me persigue en mis pesadillas!? No puedo recordarlo, solo tengo un vago presentimiento, una intuición sobre qué es, pero… ¿y si me equivoco? El daño será irreversible, pero tampoco creo que aguante mucho más. Estoy entre la espada y la pared: hundirme en la locura y el sufrimiento o cometer un acto terrible. ¿Quién dijo que primero íbamos nosotros y después los demás? La solución aparece ante mí como un ángel bañado en luz. Hay que planearlo, no será sencillo.
¿Crees que es divertido? ¿Qué lo hago por placer? ¿Qué sigo mis instintos? ¿Qué intento saciar una necesidad criminal subyacente en mi mente? ¡Te equivocas sucia escoria! ¡Nunca lo entenderías!
No puedo comer, es recordar las imágenes y tener arcadas. Solo tengo ganas de llorar de frustración. ¿Me he vuelto loco ya? No, los locos no reflexionan si están locos o no, simplemente se dejan llevar por el río de demencia.
Lo he perseguido durante varias horas entre las sombras… No lo ha visto venir, nadie me habría visto. Mis pasos han sido tan silenciosos como el rumor de una hoja al caer. Lo he degollado sin miramientos. Se ha asustado, luego se ha dado cuenta que no podía respirar, así que se ha llevado las manos al cuello. Un gorgoteo surgía de su boca. Los pies trastabillaron, lo vi sufrir, vi el pánico en su mirada. Sonreí. El dolor desapareció, pero algo iba mal, éste era reemplazando por otro tipo de dolor… Incluso más agudo. ¿He arruinado mi vida? Yo lo tenía todo… ¿Fueron solo celos?
Me caí al suelo, de rodillas, sobre el charco de sangre que se había formado, doblado por el dolor. Me llevé las manos a la cabeza y grité. Empecé a arrancarme el pelo a mechones; el dolor calmaba mi alma. El corazón me latía desbocado…
La policía llegó alertada por unos gritos producidos en un callejón, y encontraron dos hombres: un hombre joven degollado en el suelo, y un hombre de rodillas, de edad indeterminada, de espalda a ellos. Se acercaron con cautela para detenerlo y le dieron parcialmente la vuelta. Uno de los policías vomitó y el otro gritó horrorizado. Los ojos del hombre de rodillas eran completamente negros, también tenía las comisuras de las bocas rajadas hasta las orejas, tratando de imitar una sonrisa. Empuñaba un cuchillo que estaba clavado en su pecho. Había abierto un agujero en su pecho, del cual rezumaba una esencia oscura, más densa que las sombras, y dentro se podía ver una piedra oscura, más oscura que la obsidiana, latir lentamente, haciendo que el aire vibrara ligeramente.
No había más dolor, solo oscuridad y calma.
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Después de estar más de medio año sin escribir, incorporo un capítulo nuevo a "Terror a media noche". Espero que lo disfrutéis.
Dark Fear
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