Blanco

Blanco como el lienzo que tengo por mente, blanco de ideas y preocupaciones. Ahora blanco, teñido por pequeñas gotas escarlatas.

Esquirlas de hueso que se esparcen a cámara lenta por la habitación.

Es una bellísima obra de arte.

Un fragmento de... ¿hierro? Rota sobre su eje, directo a la pared. Nunca me he preguntado de qué estaban hechas las balas, ahora tampoco.

No hay preocupación en la muerte, lo dejas todo atrás. Como mi mujer, hijos... No me he despedido de ellos, tampoco lo entenderían.

Y en este limbo, entre la vida y la muerte, el tiempo es infinito. Atisbo manos que quieren arrastrarme. No hay cielo, ni infierno. Son manos putrefactas, manos de gente que ha roto su pacto con la vida. ¿El Cristianismo tenía razón? ¿Habré cometido un pecado?

Aunque... arrastrar no es exactamente lo que pretenden. Más bien intentan acogerme entre ellos. Transmiten tristeza, paz... sentimientos contradictorios a lo que veo. ¿El alma se degrada?

Cuando dejas este mundo vuelves a la sopa primitiva, un caldo de almas. Te revuelves con el todo, y vacías tu ser como tal. Nacen nuevas almas de aquellos matices diferenciadores, y de las más fuertes, reencarnan líderes immutables, persitentes a través de los siglos. ¿Dios quiere almas permanentes? ¿Dirigentes atemporales?

El eco se disipa en las paredes, mis tímpanos vibran con intensidad.

No fui mala persona en vida, no creo que mereciera tal trato. Pero aquí me tienes, relatando un último suspiro que parece eterno, entre pensamientos que no controlo.

No sé qué será de mi carne corrompida, de mi cuerpo putrefacto. No sé si seré enterrado entre personas que no me conocen. No sé qué pensar, pues pensar me da dolor de cabeza, o tal vez sea por la bala... ¿La verdad? No me importa.

Sigue tu vida, compañero, que yo acabo aquí la mía.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top