Black widow (Viuda negra)
Hay un mito muy antiguo en nuestro pueblo que dice que en medio de la ciénaga hay una casa de madera abandonada, donde cada noche se escucha la risa macabra de una mujer. Esa mujer sale una noche cada diez años, cuando hay eclipse lunar y, si hay algún hombre despierto después de media noche se lo lleva a rastras con ella. Dicen que solo se lleva a hombres porque fue abandonada por el suyo e intenta reemplazarlo por uno nuevo, pero siempre los acaba matando por rabia o locura... Las abuelas siguen explicando este mito a sus nietos, y éstos cuando se hacen mayores se lo explican a sus hijos. Ha ido pasando de generación en generación, pero cada vez ha ido perdiendo más fuerza y los hogareños empiezan a tomárselo a broma... Mañana hará los diez años desde la última vez que desapareció un hombre en el pueblo, eso quiere decir que habrá eclipse.
"Johan, ¿por qué no te vienes con nosotros esta noche a la ciénaga? Vamos a buscar la casa de madera maldita... Puede ser divertido... ¡Luego contaremos historias de miedo!" dijo mi amigo Leven. "Paso, yo me tomo más en serio estas cosas. Vosotros haced lo que queráis..." contesté. Mi amigo me miró como defraudado y me dijo "En realidad ya sabía que eras un cagado y que no vendrías con nosotros ni aunque te lo suplicáramos...". Ofendido alcé mi voz diciendo "¡No soy un cagado! Solo respeto nuestros mitos... además ¿qué os importa salir hoy o mañana?". Él me miró burlón y dijo "Bah, da igual, déjalo, no quiero 'caguicas' en el grupo" y se fue con su bicicleta camino arriba. Me estuve cinco minutos más en el portal, pero ya empezaba a atardecer y aún quedaban muchas cosas por hacer en casa: limpiar, preparar la cena... Vivía solo con mi abuela des de que tenía conciencia. Mis padres, me contó mi abuela, habían muerto en el bosque atacados por lobos. Una infancia dura, llena de obstáculos... Por suerte aún tenía a mi abuela. Mi abuela me había mimado des de pequeño, intentando que no estuviese triste, pero quien se sentía más triste era ella... algunas veces la veía llorar por las noches con una fotografía de mi madre en sus manos... Teníamos que ser fuertes.
Habíamos acabado de cenar cuando alguien picó a la puerta. Era Ledan, otro de mis amigos. "¿Seguro que no quieres venir con nosotros? Será divertido... no te arrepentirás..." dijo intentando convencerme. Mi abuela me echó una mirada reprobatoria. "De verdad, que no puedo" le dije, pero me acerqué un poco más a él y le dije sin que mi abuela se enterar "A las once en la plaza". Ledan fingió que se iba triste, pero en realidad iba a decirle a los otros que al final sí que iba a ir con ellos.
Una vez mi abuela se hubo dormido, cogí una chaqueta, una linterna y una navaja por si acaso. Abrí la puerta sin hacer ruido y mi fui a reunir con mis amigos. Una vez estuvimos todos juntos, partimos hacia el cenagal sin prácticamente hablar .
Olía fatal... no se veía casi nada ya que el eclipse había empezado y con lo único que podíamos ver eran con nuestras linternas. Continuamos andando entre el lodo, intentando evitar las zonas más profundas, donde podríamos quedar atrapados. De repente se escuchó una risa de mujer... Sera, la única niña que venía con nosotros, empezó a decir que tal vez había sido mala idea ir a la ciénaga. No era la única que lo pensaba... Aún así seguimos adelante, apartando nuestros temores y diciéndonos a nosotros mismos que el cuento de la viuda negra era una tontería inventada por algún abuelo aburrido.
Eran ya cerca de las doce... por fin pudimos llegar al centro de la ciénaga... y ahí estaba, la casa de madera, pequeña, destartalada por los años, con moho por todas partes... Era una de las visiones más tristes y a la vez terroríficas que había visto en mi vida. Sera cada vez tenía más miedo y no paraba de quejarse. Leven de repente dio un paso hacia atrás con la cara pálida y los ojos como platos, su cara era todo un espectáculo. Los demás no sabíamos que estaba pasando y, por una remota idea que nos pasó por la cabeza, dirigimos la mirada hacia lo que estaba horrorizando a Leven: no podía ser peor. Una mujer, vestida con un camisón "blanco", puesto que, debido a la suciedad, el camisón era ya de un gris oscuro, raído por muchos lados. Pero eso no era lo que más miedo daba de ella, sino el hecho de que no tenía ojos y sin embargo nos miraba directamente, como si nos traspasase el alma. Además tenía unos brazos inusualmente largos y huesudos, lo que le atribuía un aspecto cadavérico. La mujer además estaba prácticamente pegada a una de las ventanas, esperando algo... A lo lejos se oyó el campanario del pueblo. Eran las doce... La puerta se abrió de golpe y la mujer salió con una velocidad insospechada. No tuvimos prácticamente tiempo para reaccionar. Al primero que pilló fue a Leven, el cual intentó patalear cuando lo aferró entre sus brazos, pero todo movimiento cesó cuando le rompió el cuello con un chasquido que desgarró la noche. Se me heló la sangre. Quería gritar, pedir auxilio, despertarme de la pesadilla, abrazar a mi madre y a mi padre, acurrucarme entre los brazos de mi abuela... La mujer ahora se estaba abalanzando sobre Sera. Suplicó ayuda pero solo pude hacer una cosa: actuar egoístamente. Al ver morir a Leven no pude pensármelo dos veces: salva tu propia vida. Empecé a correr entre los arbustos mustios del pantano, intentando no hundirme con cada paso que daba. Cada vez se escuchaban más lejos los gritos de mis compañeros... y más flojos... Pero mi cabeza no me permitía sentirme culpable, solo se preocupaba por dejarme a salvo, así que ordenaba incesantemente a mis piernas que no dejase de correr. De repente, en uno de los pasos, el pie se me quedó atascado en un pequeño lodazal. Tras diversos intentos frustrados intentándolo sacar la cabeza me empezó a dar vueltas. Y lo peor estaba por llegar: ahora tenía a la mujer del camisón enfrente de mí, a unos veinte metros. Y yo estaba atrapado, no podía moverme, tan solo podía agitar los brazos frenéticamente agitando la navaja que llevaba. A cada paso que la mujer daba, el corazón se me paraba. Ya era consciente: iba a morir, allí, en un pantano sucio, odiado por mis amigos, solo... La mujer al fin llegó delante de mí; a una velocidad atroz curvó su espalda en una postura macabra y plantó su cara a escasos centímetros de la mía. Podía sentir su respiración contra mi cara. Y se acercó más y más hasta que acabó besándome. Un beso frío, acompañado con el regusto de la muerte... Llegados a este punto mi cabeza dijo basta.
Desperté un poco aturdido, sin poder recordar muy bien lo que había pasado. Pero entonces vi mis manos: no eran las mías. Éstas eran mucho más huesudas. ¡Y mis brazos! ¡Eran mucho más largos que antes! Me levanté tambaleante de la cama donde había estado reposando y la vi. Vi a la mujer del camisón. Di un paso hacia atrás, tirando algunos objetos que había en una pequeña mesita. Tenía miedo. Uno de los objetos que había caído de la mesa era un espejo muy sucio y antiguo. Lo levanté cautelosamente y lo que pude observar me heló la sangre: no tenía ojos (aunque podía ver), los labios se habían vuelto una finísima línea en mi boca, los dientes habían tomado un color oscuro, parecido al del alquitrán... Mi pelo... ¡Oh, mi pelo! Se había vuelto canoso y tenía mucho menos. Y en general estaba pálido, muy pálido. Quise articular alguna blasfemia en contra de la mujer del camisón que ahora me miraba y parecía que me sonriese, pero lo único que pude decir fue un: "Te quiero".
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Bufff... ¡Espero que estéis disfrutando mucho los relatos! Solo quiero comentar que creo que ha llegado el momento de realizar un relato de terror de uno de mis géneros favoritos: ZOMBIES. Seguramente sea un poco más extenso que los otros relatos o tenga varias partes... aún lo he de pensar. Nada más que decir! Bueno sí: ¡muchísimas gracias a todos los lectores y a su apoyo! ;)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top