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Para la cena con el monarca, Hoseok busco dentro de su baúl uno de sus mejores trajes, escogiendo uno de color verde pastel con bordados delicados en forma de hojas, se acomodó su cabello castaño claro que le llegaba por debajo de los hombros en una coleta baja y adorno su cuello con varios collares, los zapatos que usaba tenían un tacón bajo pero revelaban un sonido imponente al caminar. Cuando abrió la puerta de la habitación que le habían asignado para dirigirse al gran comedor, se dio cuenta de que Jimin caminaba de un lado a otro por el pasillo afuera de su puerta. Hoseok casi se ahoga con su saliva al mirarlo.
—Jimin, ¿qué haces vestido así? —el hermano mayor llevo su mano a su boca para representar sorpresa—, vamos a una cena con el rey, no aun velorio, no puedes usar el color negro en una cena con su majestad porque es impropio, por favor cámbiate y no nos hagas quedar mal. Jimin hizo un puchero y puso los ojos de cachorro.
—Pero si voy a un funeral, será el futuro funeral de tu virginidad —Hoseok corrió rápido a cubrir la boca de Jimin y miro a ambos lados para comprobar que nadie estuviera escuchándolos, luego jaló a Jimin hasta su habitación y cerró la puerta. A veces Jimin solía ser muy imprudente al hablar, y el temía que algún día fuera escuchado por algún adulto y azotado por sus groserías y majaderías.
—No puedes decir eso, si alguien te escucha hablando de una forma tan vulgar te mandaran a azotar la espalda.
—No me importa —el menor de los Jung se encogió de hombros.
—Pero a mí sí porque me azotaran contigo —Hoseok se cruzó de brazos molesto, un poco fastidiado del comportamiento rebelde de su hermano, lo amaba, pero varias veces lo hacía sufrir bilis, luego fue hasta su baúl y revolvió su ropa para buscar un nuevo saco, eligió uno color rosa con decoraciones plateadas y lo lanzo a hermano para que se lo pusiera, una vez que Jimin se lo puso encima mientras regentaba, Hoseok lo miro con aprobación—, ya te ves mejor y presentable para el rey, ahora ven y siéntate aquí porque no sé qué te hiciste en el cabello que parece un estropajo.
—Me bañe y se enredó.
—Lo suponía —cuando Jimin se sentó frente al tocador, Hoseok se situó detrás de él y empezó a trabajar en su enredado cabello— debes peinarlo cuanto antes, no dejes que se seque mientras esta enredado, mira bien, está todo hecho nudos y tu cabello es lo más bonito que tienes, ya quisiera yo que mi cabello llegara hasta la cintura como el tuyo o fuera tan claro como el sol.
Jimin bostezo.
—A mí me gusta más el tuyo, es castaño en la sombra, pero se torna rojo debajo del sol.
Hoseok atino a ponerse un poco rojo porque nadie lo había descrito de esa forma.
—Eres tan lindo —le dio un beso en la mejilla a su hermano, Jimin simulo que vomitaba y tocaba su pecho de forma dramática— deja el drama y vamos al salón que ya estamos ligeramente tarde.
Ambos caminaron uno al lado del otro hasta llegar a la mesa de banquetes, la mayoría de los invitados ya estaban en sus lugares y había un asiento destinado para ellos, uno a lado de Namjoon y otro enfrente.
—Por fin llegaron los jovencitos, ¿Qué les tomo tanto tiempo? —pregunto la consorte sentada al costado de su esposo. Era una mujer con facciones fuertes en la cara, pero una mirada dulce en los ojos, su cuerpo estaba rodeado de joyas encima de un pomposo vestido de encaje tornasol.
Jimin respondió nervioso: —Hoseok perdió su zapato —el hermano mayor iba a protestar, pero al ver la mirada fija en él, se dio cuenta de que sólo armaría un drama innecesario.
—Estaba debajo de la cama. Jimin me hizo el favor de encontrarlo, como es más bajito, le resulta más fácil llegar a lugares pequeños —dijo con una sonrisa tan amable que nadie pudo ver maldad en sus palabras, pues le había dado a Jimin en donde más le dolía, los presentes asintieron de acuerdo, mientras que Jimin sí se sintió un poco ofendido al grado de abrir la boca para luego cerrarla de mala gana y guardarse sus comentarios ante tantas personas de la nobleza.
—Bueno Jimin, gracias por ayudar al futuro prometido, Hoseok puedes sentarte a lado de Namjoon —dijo nuevamente la consorte una vez que ambos estuvieron sentados, el rey dio las gracias a dios y empezaron a comer cuando finalizaron sus rezos.
Cuando Hoseok nació fue prometido al primer hijo legitimo del rey por un acuerdo entre el monarca y su primo, Jung Doha, padre de ambos donceles; por lo tanto, la señora Jung desde el primer momento planifico la educación de su primer hijo hasta los dieciséis años y la reina consorte envió a los mejores profesores para entrenar a Hoseok año con año. Tenía lecciones de lectura, bordado, música, instrumentos, cocina, medicina básica, Equitación, modales e incluso estilo.
Hubo clases que a Hoseok se le complicaron, la escritura fue una de ellas, como futuro consorte tendría que firmar y redactar muchos documentos por lo que debía usar una letra limpia, legible y refinada, así que la madre fue testigo de cómo el profesor golpeaba las manos de su niño cuando este solo tenía seis años, cada vez que la tinta chorreaba el papel sin que ella pudiera hacer nada. Hoseok ni siquiera tenía permitido llorar en voz alta, las lágrimas bajaban por sus mejillas y debes en cuando sorbía la nariz, poniendo las manos frente al profesor para ser golpeadas con una vara. Hoseok tampoco podía ir a jugar con otros niños, más que en eventos sociales, siendo Jimin y algunos primos y primas los únicos con los que podía jugar. Además, la mayoría de los chicos de su edad, sabían que estaba prometido con el hijo del monarca, así que se mantenían lejos por propio instinto. A pesar de todo su hijo siempre sonreía como si no pasara nada, su hijo era tan bueno y prácticamente había sido preparado toda su vida para ser el consorte perfecto que no podía aceptar que los ojos del príncipe se desviaran a su otro hijo, el rebelde.
Y amaba a ambos hijos, pero no era justo para Hoseok, Jimin había sido libre, Jimin siempre había tenido lo que quería, había vivido sin presiones y no había cargado en su espalda el peso de lo que significaba ser el prometido de un príncipe.
La mirada de la señora Jung se cruzó con la de la consorte y se dio cuenta de que la otra mujer también se había percatado de las intenciones de su hijo heredero y es que Namjoon no era nada discreto cuando se trataba de mirar al chico del cabello dorado como el sol. Mientras que Jimin seguía comiendo como si no hubiera otra cosa más importante en el mundo y Hoseok seguía comiendo tan elegantemente como le había enseñado, sus modales incluso eran mejores que las del mismo príncipe.
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