KAPTER V

Horas antes del gran banquete en el ayuntamiento de Estocolmo, los camareros ensayaban una y otra vez su trabajo, al igual que los artistas que amenizarían el festín. Los técnicos de la holotelevisión hacían sus últimas pruebas. Cinco horas de retransmisión en directo de la cena obligaban a un trabajo muy profesional.

-Alonso, ¡Felicitaciones!. Has puesto muy en alto el nombre de nuestra querida Venezuela -expresó Di Leone mientras iban en la lujosa aerolimusina.

-Gracias mi vida, no ha sido nada. Solo trabajo, estudio, y muchas noches de trasnocho -comentó graciosamente mientras Cristal lo abrazaba.

-¡Brindemos! -una espumosa bebida champanizada fue servida en dos copas de vidrio que ambos sostenían en sus manos- Brindemos por ti, por tus éxitos, por el triunfo conseguido y por los que vendrán... ¡Brindemos por ti, mi querido Alonso Martinz!

El característico "clink" del choque de copas se hizo presente dentro del vehículo, posteriormente bebieron el delicioso licor. El frío del final de la tarde corría a través del rostro de Cristal quien observaba la ciudad a través de la ventana, un ejemplo de esos momentos cuando las mujeres se callan ciertas cosas, cuando el pecho solo quiere dejar fluir sus inquietudes, un pensamiento revoloteaba por su mente, una noticia recibida hace poco, la cual estaba intentando comunicar y hacérsela saber a Alonso.

-Amor... -interrumpió Martinz la conversación interna de la chica- estas algo distraída, ¿Te pasa algo?

-No... nada Alonsito. Solo pensaba... lo lejos que has llegado. Estoy orgullosa de ti.

-La verdad no me parece que sea eso, sabes que puedes confiar en mí.

-Lo sé. Creo que fue la belleza de esta ciudad que me distrajo por un momento -dijo volteando para verlo directamente al rostro-. ¿Recuerdas el comentario que me hiciste a mitad de año?

-Sí, claro Cristal.

-¿Seguro lo recuerdas?. A ver... dime que fue.

-Ok, me agarraste. No me acuerdo.

-Viste Alonso, ¿Cómo se te pue...

Y antes de que ella terminara, él continuó.

-Solo recuerdo haberte dicho, que finalizaríamos este año con unas interesantes vacaciones en las playas de Margarita -Di leone sonrió mientras el continuaba-. Que quería sentar cabeza contigo y comenzar una vida, solos tú y yo. Tras nuestros deberes nada, ni mucho menos nadie, absolutamente nadie nos incomodará.

-Relacionado con eso último quiero decirte algo. Resulta que..

En ese instante fue interrumpida por el comentario del chofer.

-Disculpe señorita. Doctor hemos llegado al Ayuntamiento de Estocolmo donde se llevará a cabo el Banquete de los Nobel -mientras encendía los intermitentes traseros del aerovehículo.

-Excelente. Ha sido muy amable.

Cristal bajó la mirada, algo que el Doctor notó.

-Luego seguimos conversando amor. Disfrutemos esta gala, será inolvidable.

La chica demostró una incertidumbre disfrazada de sonrisa. La pareja salió de la aerolimusina y se adentraron en el lugar. Un sitio muy lujoso, acostumbrado a recibir este tipo de eventos desde su creación. Todos los elegidos para la cena querían hablar, dirigirse y hasta tomarse una foto con el científico merideño. Las congratulaciones no se hicieron esperar, Martinz y su prometida eran el centro de atracción.

A las siete en punto, todos los comensales estaban en sus asientos, a excepción de los ochenta de la mesa principal. Justo en ese momento llegó el momento de entrar.

-Damas y caballeros, tiep vufut coipwipofut al Ayuntamiento de Estocolmo. A continuación, entrarán en el salón principal, allí degustarán las exquisiteces de todos nuestros chef calificados -comentó a los asistentes una azafata sueca-. Sean tan amables de acompañarme, por favor.

El Rey Desm XVI Hatveg rompió totalmente el protocolo en el instante previo al comienzo y se acercó al Doctor Alonso Martinz.

-Su Majestad, es un honor estar frente a usted -dijo el venezolano atónito.

-El placer es mío, Doctor. Estoy en deuda contigo, gracias a su descubrimiento, mi querida hija y Princesa heredera Odvu se salvó de esa horrible enfermedad -comentó el Monarca con una postura muy recta, propia de un Soberano.

-Me alegra que la pequeña Princesa se encuentre bien.

-Es usted bienvenido a este país cuando desee. Cualquier favor que amerite puede hacerme saber su inquietud y te la resolveré de inmediato.

-Es todo un placer recibir tal detalle de Su Majestad.

-¡Que disfrute la noche!

-Igualmente excelencia, ¡Jetve maiho!

-Me parece una persona muy amable, querido -añadió Cristal.

-Se ve que es un buen hombre -continuó el Doctor-. Ok, vamos. Ya empezaron a entrar las primeras autoridades, luego seguimos nosotros.

Comenzaron a descender de la escalinata principal, dando los caballeros el brazo derecho a las damas. La bella azafata abría el desfile de personalidades, el Presidente de la Fundación del brazo de la Reina, seguido del Rey con la esposa del Presidente de la Fundación. Le seguían el resto de la Familia Real, premiados y esposas, principales miembros junto a sus parejas. A ritmo musical, los protagonistas accedieron al salón principal y se dirigieron a sus asientos. Todo el mundo sabía su papel.

Los invitados de las mesas transversales se encuentran de pie. Los importantes, camino de sus sillas. Los anfitriones y los reyes aguardaban que todos sus acompañantes de la gran mesa estén frente a los sitios. Antes de servir el champán, Nuiv & Djepfup y Sav Imperial, todos tomaron asiento. El Presidente de la Fundación, presidía de pie el primer brindis, algo corto, tomó la copa y contempló a su derecha a la Reina, al frente hacia su esposa y a la derecha de ésta, donde tomó asiento el Monarca Sueco.

El Rey hizo el segundo brindis. Tras él comenzaron a servirse los platos, en un festín que duraría alrededor de tres horas, seguido de un baile hasta la medianoche. Tarrina de Salmón, Filete de Cordero y Helado Nobel con chocolate blanco. Vino como bebida.

-Este helado está delicioso -comentó Alonso a su compañera mientras degustaba del postre-. Tiene similitudes a los que hemos probado en la Heladería Coromoto de Mérida.

Cristal reaccionó a una especie de trance.

-Sí, claro... Este Cordero es riquísimo.

-Creo que no hablaba del cordero... Dime, ¿Qué ocurre?

-Sabes, hace un tiempo he tenido diversos cambios... -añadió Cristal cuando Martinz la interrumpió.

-Discúlpame... -revisó nuevamente el Reloj que lo alertaba- tiene algunos días informando una curvatura del tiempo-espacio. Me parece que debo ir al laboratorio y revisarlo... Lo haré al llegar a Venezuela. Continúa.

Di Leone, bajó la mirada, tomó un respiro profundo, como recogiendo fuerzas de todo su ser y exclamó...

-¡Estoy Embarazada!

Las ondas producidas por las cuerdas vocales de Cristal llegaron a los oídos de Alonso Martinz. Retumbándole por todo su ser. Sus facciones se inmutaron.

Di Leone lo observó detenidamente, la consumía la incertidumbre. ¿Qué pensaba aquel hombre?. El evento, los asistentes y las lujosas instalaciones pasaron a un segundo plano.

Palabras no se cruzaron por unos instantes. El científico estiró su mano derecha para alcanzar una copa de vino, al intentar levantarla notó que su mano temblaba un poco. Bebió lentamente la bebida y reposo nuevamente el recipiente sobre la mesa.

La ingeniosa mente de un hombre acostumbrado a pensar en ecuaciones e hipótesis, investigaciones y experimentos se vio bombardeada por infinidades de pensamientos. El tiempo se detuvo para ambos. La relatividad de Einstein haciendo de las suyas una vez más. Tal vez tanto estudio no lo había preparado para recibir una noticia como esta y menos en un momento tan glorioso de su vida, pero... quién está preparado.

-Creo que iré al tocador -Cristal interrumpió la catástrofe interna de su novio.

Ella se levantó, el Doctor la observaba... Di Leone utilizó su mano izquierda para acariciarle el rostro a su prometido, éste extendió su brazo para sostenerla pero la Economista ya se había dado la vuelta para emprender su camino.

Él sólo la observó alejarse.

La mujer llegó a uno de los lujosos tocadores de aquellas instalaciones. Colocó las manos bajo el grifo, éste automáticamente dejó salir la cantidad exacta de agua. Su abstracción era tal que ya se le había pasado por alto su maquillaje y antes de cubrir su cara con el vital líquido reaccionó dejando derramar éste sobre el suelo cerca de sus pies. Sacó un pañuelo de su cartera y cuando se disponía a limpiar la cerámica ésta se auto-limpio, en aquel momento no recordaba ese mecanismo tan eficiente, propuesto precisamente por el Doctor Alonso Martinz.

Intentó retomar su postura. Gracias a la reflexión de la luz pudo observar su reflejo frente al espejo. Una lágrima rodó hasta caer sobre su mano, la cual se encontraba sosteniendo gran parte de su masa sobre la superficie de mármol del lavabo.

-¿Qué pensará Alonso? Y... ¿Su futuro como científico?... ¿Será que esto afecte su profesión?... ¡Dios, qué hago! -Cristal era bombardeada por millones de preguntas sin respuesta alguna.

-Cristal, ven -en la puerta se escuchó lo que parecía ser la voz de Alonso Martinz.

La venezolana intentó limpiar rastros que delataran aquellas lágrimas a punto de aflorar hacía unos segundos. Inmediatamente salió y no observó a su novio.

-Di Leone, estoy por acá -aquellas palabras venían del balcón de la fachada central del enorme edificio.

Respiró profundo y se dispuso a acercarse a aquel lugar.

Los comensales se levantaban de sus asientos, llegaba el momento de adentrarse en el salón de baile para ir finalizando la noche.

Alonso, aun pensativo, se encontraba en el mismo puesto de la mesa donde había recibido aquella noticia por parte de su querida Cristal, la cual, por cierto, había tardado más de lo normal en aquel tocador.

Repentinamente se escuchó el estruendo desgarrador originado por la combustión de la recámara de un arma.

Los asistentes inmediatamente se arrojaron al suelo, los guardaespaldas utilizaron el característico escudo energético para proteger a sus jefes... el resto se alteró creando un caos.

Martinz rápidamente volteó hacia el origen de aquel sonido. Su corazón se aceleró, sus vasos sanguíneos se dilataron al igual que sus pupilas, presagiaba algo malo. Una silueta femenina se desplomó frente a la sombra de un hombre... éste, con el rostro oculto, se quedó observando fijamente a la distancia al Doctor, y luego de sonreírle le guiñó el ojo.

El científico, incrédulo acudió a la escena pero antes de dar el primer paso, aquel misterioso sujeto, saltó desde el balcón, aproximadamente ocho metros de caída libre antes de precipitarse sobre unos arbustos que decoraban el frente de las instalaciones. La seguridad le disparó, los proyectiles atravesaron su humanidad sin afectarle siquiera una célula.

El cuerpo policial encargado de mantener bajo control el evento emprendieron la persecución, los aeroautos utilizados a su máxima velocidad no eran capaces de alcanzarlo, el hombre era mucho más rápido que cualquiera de esos aerovehículos.

El asesino viró en dirección a un callejón perdiéndose de vista. Los cuerpos de seguridad llegaron al lugar, las aeropatrullas fueron estacionadas obstruyendo la salida, los oficiales bajaron de las mismas, unas señales policiacas indicaron el momento justo para que aquellos hombres de la ley se adentraran en el oscuro sitio. Las luces de las armas iluminaron todo. No había rastro del homicida. Literalmente había desaparecido.

La sangre corría entre las manos del Doctor... Cristal lo observaba directamente a los ojos mientras éste, arrojado en el suelo, sostenía sobre sus piernas a su prometida. Un proyectil había impactado en su pecho. Di Leone estaba exhalando sus últimos suspiros...

-No me dejes Cristal... ¡Por favor! -dijo Alonso mientras le acariciaba el cabello e intentaba detener la hemorragia con su mano izquierda-. ¡Alguien ayúdeme...! Necesito toallas... telas... ¡Algo!... ¡Está Embarazada!

-Mi... amor... -logró articular Di Leone con sus labios, ahora empalidecidos.

-Estarás bien... No te preocupes

Alonso se sentía impotente... esa herida era mortífera, él lo sabía. Nunca le había correspondido trabajar en un hospital pero su conocimiento en anatomía le hacía saber los órganos que había afectado aquella bala.

Di Leone acariciaba lentamente el rostro de Martinz, al igual que aquel breve instante en la mesa, previo a la visita al tocador.

El afligido hombre le tomó la mano hasta que...

-Ti voglio... bene -Cristal cerró sus ojos por última vez y su extremidad comenzó a tornarse pálida y helada.

El pecho ensangrentado de la que fuere la Economista más influyente del Planeta Terra era sustento de un individuo completamente devastado.

El corazón de su amada había dejado de latir, por su parte, el de él pareció abrirse por completo a la mitad, de allí surgió un grito desgarradoramente desconsolado.

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