21.
Lo llamó por teléfono porque estaba un poquito desesperado y sabía que México andaba cerca
—Me ayudas?
—Qué traes, gringo?
—Estoy arrinconado en una bodega
—Qué? Te pasó algo?
—Mi celo se adelantó —su respiración empezaba a agitarse—. Esto no debía pasar. No tengo las medicinas, Can no pudo venir conmigo... No pude llegar con OMS
—Dónde estás?
Empezó a entrar en pánico. Escuchaba el miedo en la voz de USA, apretó su celular mientras intentaba planear algo.
—Mex... —bajó su voz—. Huelo a alguien cerca, me estoy asustando
—Mándame la ubicación. Iré por ti —empezó a buscar un taxi—. Traba la puerta y no hagas ruido
—Mex... —sus dedos le temblaban—. Trae un snack también. No desayuné
—Idiota! Esto es grave! No hagas chistes!
—Mis traumas, mis chistes
USA intentó reír, pero su voz tembló demasiado. Estaba entrando en pánico porque si su celo llegaba y no tenía a alguien de confianza a su lado, estaría demasiado vulnerable para defenderse.
—No dejaré que te pase de nuevo... Lo prometo
USA apretó el celular e intentó calmarse. Confiaba en México y escuchar su voz le daba esperanzas.
Aunque no fuera su mejor día, tendría fe.
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