138.
—Te gusta el gringo
—No!
Colombia le lanzó el cojín y Venezuela lo miró sin creerle
—No puedo creer que cayeras tan bajo
—Dije que no!
—Definitivamente le gusta mi pana
Ecuador lo miraba divertido mientras se comía un chocolate
—No!
—Entonces por qué tan alterado? —Ecuador se burló—. Pareces niño chiquito que le da vergüenza estar enamorado
—Qué le viste a ese idiota? —Venezuela miró a Ecuador—. Y tú por qué eres su amigo?
—El gringo tiene el corazón de gelatina —Ecuador sonrió— y al parecer alguien se enamoró de eso —miró a Colombia con burla
—No!
—Vene, apostemos
—No hace falta, Ecu. Se le nota que anda babeando por el gringo
Ecuador se rio y Venezuela también porque la cara avergonzada de Colombia era un poema. Vene no podía juzgar a Colombia, nadie elegía de quién enamorarse, le daba un poco de vergüenza ajena pero allá él. Ya era un hombre como para tropezar y levantarse solito
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