La luz de tu mirada.
Decir que Harry estaba nervioso es quedarse corto, el pobre chico casi que estaba temblando en frente de la puerta de la tienda de túnicas.
——¡Vamos Harry! ¡No te acobardes ahora que lo tenemos tan cerca! ¡Se supone que eres un Gryffindor! ¡Demuéstralo! ¡Solo respira! ¡Abre la puerta! ¡Y entra! — se decía mentalmente tratando de calmar sus emociones.
Aunque Harry se había imaginado este momento cientos, que digo, miles de veces en su cabeza aún no podía calmarse y dejar los nervios de lado. La última vez que había visto al rubio este había muerto delante de suyo. El recuerdo de sus ojos perdiendo ese brillo de vida se había convertido en su peor pesadilla desde aquel día.
Y aunque Harry no lo dijese en voz alta, la verdad es que tenía miedo. Temía a lo que se encontraría cuando atravesase esa puerta.
¿Qué pasa si él no está?
Harry había considerado esa posibilidad muchas veces, después de todo, él león desconocía que era lo que hacía ese libro.
—Si tú no estás aquí, ¿habré vuelto por nada?
Existía la posibilidad de que en vez de encontrarse en su pasado estuviese en un mundo paralelo... Un mundo en el cual su dragón podría no existir.
—Draco.... Draco.... Draco... — su mente estaba drogada con la imagen de su ex-rival. — ¡Por favor, Draco! ¡Permíteme encontrarte! — suplicó en un susurro.
Tomando una fuerte respiración Harry sostuvo el picaporte de la puerta con su mano derecha y la empujo hacia adelante para poder entrar.
—¿Hogwarts, guapo? — preguntó Madame Malkin tan pronto como Harry atravesó la puerta. — Tengo muchos aquí... — decía sonriente. — Ven conmigo, aparte de ti hay otro muchacho que se está probando ahora.
Aquellas palabras fueron como un rayo de luz para la depresión en la que se había sumido Harry ante la posibilidad de no encontrarle. Rápidamente levanto su cabeza y lo buscó con la mirada.
Lo encontró parado sobre un escabel al fondo de la tienda probándose una túnica negra mientras una bruja le tomaba las medidas necesarias y colocaba algún que otro alfiler.
Cuando el pequeño Malfoy dejo de prestar atención a la lo que hacía aquella bruja por sobre su túnica giro su rostro hacia la entrada. Las miradas de ambos chicos se cruzaron y fue como si el tiempo se detuviese. Para Harry ese momento fue como si una estampida de centauros se desatase en su estomago mientras escullaba el retumbar de su acelerado corazón en los oídos.
Tuvo que recordarse a sí mismo de respirar y de continuar caminando.
Lo último que necesita es que su rubio piense que es un idiota por quedarse parado como estatua en medio de la tienda. Cualquier otro momento está bien para actuar como uno menos este, después de todo es un Gryffindor y siendo honestos, todos los leones siempre meten la pata en algún momento determinado, intencional o no.
Harry siguió a Madame Malkin y se puso en el escabel que estaba al lado de Draco.
—Hola, ¿tú también vas a Hogwarts? — le preguntó Harry luego de que comenzasen a medirle su túnica.
—Hola. Si este será mi primer año. — responde cortésmente.
—Enserio, que coincidencia, también es mi primer año. ¡Soy Harry! — dice extendiendo su mano derecha.
—Draco. — contesta correspondiendo su saludo.
Una vez que sus manos se juntaron Harry tiro suavemente de la mano de Draco y la llevo a sus labios depositando un pequeño beso sobre los nudillos. El rostro de Draco se sonrojo casi instantáneamente y se quedo estático sin saber qué hacer.
—Encantado de conocerte. — dice soltando su mano. — Te han dicho que tienes unos ojos hermosos, son como dos lagunas de mercurio.
—¡Ehh! Ah.... Gr-gracias. — tartamudeo el rubio rehuyendo de la penetrante mirada del moreno.
El pobre Draco tenía un sonrojo que fácilmente competiría con el cabello de cualquier Weasley y aquello solo hacía que Harry sonriese aún más.
—Tu cabello también es precioso. — dijo tomando un mechón entre sus dedos y pasándoselo por detrás de la oreja. — ¡¿No has pensado en dejártelo crecer?!
—Y-yo....
—¡Estoy seguro de que te verías espectacular con el pelo largo!
—Bue....
—Claro no estoy diciendo que así te luzca mal, te sigues viendo igual de lindo...
—¡Li-lindo!
—Mmm. — asintió Harry. — Tienes una apariencia de lo más adorable...
Mientras ambos chicos hablaban, o más bien dicho uno de ellos porque el otro estaba sin palabras, Madame Malkin y la otra bruja que los estaban atendiendo miraban el intercambio, sorprendidas y divertidas a partes iguales. Sorprendidas por lo extraño que era ver a un Malfoy, sin importar lo joven que fuese, fuera de su característica expresión indiferente y arrogante, de hecho esta probablemente sea la primera vez que un miembro de esa familia muestra otro tipo de expresión al público, aunque ambas mujeres podían jurar que desde que comenzaron a platicar ambos niños se habían olvidado de que ellas también estaban presentes en la habitación, ni siquiera se habían dado cuenta de que ya habían terminado de trabajar con las túnicas que tenían puestas y eso era lo divertido de la situación, gracias a que estaban siendo tratadas como aire era que podían presenciar una escena tan tierna y adorable.
Intercambiando una mirada silenciosa y una sonrisa traviesa ambas mujeres retrocedieron unos pasos dándoles un poco de espacio a los niños para poder así apreciar mejor el show.
—¿Cuáles es tu flor favorita? — le pregunto sonriente.
—¡Ah! ... ¡Flor! ... Mmm... los lirios. — respondió sin mirarle.
Harry estaba por decirle algo cuando se vio interrumpido.
—Harry. — el moreno se giro al escuchar que lo llamaban.
En la puerta de la tienda se encontraba Hagrid que le sonreía mientras sostenía un par de helados en las manos.
—Tsk. — chasqueo la lengua mientras en su mente regañaba a Hagrid. — ¡No podías ser más inoportuno! ¡Qué te costaba esperar 5 minutos más antes de aparecer!
—Ya tus cosas están listas, guapo. — dijo Madame Malkin quien estaba mirando hacia Hagrid con el ceño fruncido al igual que su compañera.
—Bueno ya debo irme. — dijo volviendo a ver al rubio. — ¡Te buscare en Hogwarts! — le prometió con una sonrisa quitándose la túnica.
—Va-vale. — susurro el rubio en un tono de voz tan bajo que Harry a penas si lo había logrado escuchar.
Harry en un rápido movimiento beso la mejilla de Draco y se marcho con una sonrisa de oreja a oreja.
*** *** *** *** *** *** *** *** ***
Draco observo al chico desaparecer por la entrada de la tienda de túnicas y se llevó la mano izquierda hacia la mejilla.
Sintió su rostro arder.
—¡¿Qué, en el nombre de Merlín, acaba de pasar?! — pensó.
La mente de Draco se había vuelo un caos en cuestión de milisegundos.
Si su padre supiese que se había puesto a tartamudear en medio de una conversación, o peor aún, que ni siquiera había sido capaz de articular más de una frase coherente, si contamos el saludo inicial claro esta...
Y qué decir de su madre... ella definitivamente por nada del mundo debía de enterarse sobre esto.
—¡De seguro lo usa para burlarse de mi! — se decía a sí mismo. — ¡Merlín ayúdame! ¡Ellos no deben saberlo! — suplicó en su mente. — Un momento.... Dijo que se llamaba Harry.... ¡Por las barbas de Merlín, esto tiene que ser una broma! No puede ser que haya conocido a Harry Potter y actuase de una manera tan vergonzosa.... ¡Tierra trágame! — susurro en voz baja.
Draco estaba a punto de sufrir un ataque de pánico cuando Madame Malkin se le acerco y le palmeo el hombro derecho haciéndolo volver en sí
—¿Estás bien, guapo? — preguntó Madame Malkin. — ¡Tu cara está muy roja!
—¡Ehh! ... Sí, estoy bien. — respondió volviendo a retomar su típica expresión pero debido a su blanca y pálida piel no pudo ocultar completamente el sonrojo de sus mejillas lo suficientemente rápido.
—¡Oh, los niños de hoy en día! ¡Tan jóvenes y ya saben lo que quieren! — decía la dueña de la tienda.
—Yo a su edad a penas si podía pensar en otra cosa que no fuese mi entrada a Hogwarts. — comentaba la bruja que le había estado arreglando la túnica.
—¿Ya terminaron con mis túnicas? — preguntó para desviar la atención que tenían ambas mujeres puestas sobre él.
—¡Sí, guapo! — dijo sonriente Madame Malkin mientras intercambiaba una mirada cómplice con la otra bruja.
—La verdad es que terminamos desde hace pero como tu chico y tú estaban conversando tan amenamente que decidimos darles un poco de espacio. — dijo sonriente la bruja mientras le ayudaba a quitarse la túnica.
Como Draco estaba más concentrado en tratar de calmar sus emociones para no dejar nada al descubierto cuando se encontrase con sus padres ignoró lo que le estaba diciendo la bruja luego de que le confirmasen que sus túnicas ya estaban listas por lo que no se dio cuenta de que esta había hecho referencia a Harry como "su chico".
["Manual para conquistar a tu futuro esposo" por Harry James Potter.]
Capítulo 1: Primera Impresión/Primer Encuentro.
Paso 1:
Se valiente y acércate. No esperes a que él haga el primer movimiento. Saca tu Gryffindor interior y lánzate. ¡No te detengas a pensarlo! ¡Solo hazlo!
Paso 2:
Compórtate como un caballero. ¡Se educado y un poco descarado, pero no te excedas! Si logras que se sonroje y actué tímido pero aún así no trate de alejarte, felicidades, vas por buen camino. ¡Ahora trata de no cagarla!
Paso 3:
Mantén lo más cercano posible pero sin violar su espacio personal, o por lo menos no demasiado. ¡No lo asfixies! Es necesario que se sienta cómodo contigo cerca.
Paso 4:
Alágale y por ningún motivo le sedas el mando de la conversación, no puedes darle una vía de escape, sobre todo si el objetivo es un Slytherin. Esas encantadoras serpientes, incluso antes de entrar en dicha casa, tienen por naturaleza una lengua afilada que saldrá a la luz a la primera que se sientan acorraladas.
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