XI

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-¿Listo para volver a casa?- preguntó la doctora, en unos días, Ni-ki estaría dado de alta ya que era completamente capaz de controlar sus arranques de ira y resolverlos de a poco, aún debía ir a terapia, pero solo controles para ver su estado de salud mental.

-Más que listo- miraba su mano recordando la de Sunoo entrelazada a la suya.

-Tu novio debe de extrañarte mucho.

-No lo sé, pero yo lo extraño demasiado, pasé suficiente tiempo alejado de él como para saber que estoy incompleto, pero hago esto porque lo amo y porque me amo, quiero que él no dude de saber que conmigo estará seguro, que yo lo voy a proteger y no lo voy a dañar.

-Muy bien, ahora, ve a cenar, ya es tiempo.

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Sunoo caminaba por las calles, eran 2 meses y una semana que ninguno se había comunicado con Ni-ki o lo veían, todos volvieron al departamento, algunos desayunaban a la hora y otros contaban el almuerzo como desayuno, pero ese es otro tema.

Sunoo entraba a una joyería, quería comprar algo lindo para cuando Ni-ki vuelva, entonces vio en el mostrador dos anillos de oro, algo en su pequeño corazón dijo "necesito" y fue rápidamente al mostrador para ver si tiene en otras tallas aquellos anillos.

El trabajador con una sonrisa asintió.

-¿Qué talla está buscando?

-Para mí un 17 y para él un...- no sabía su talla de anillo, pero conocía sus manos a la perfección.

Recordaba todas las veces que se tomaron de las manos, cada vez que sostuvo su rostro para robarle un beso, cada que sujetó su cintura en un abrazo, cada vez que sus dedos tocaron su cuerpo y cada vez que limpiaron sus lágrimas, cada vez que lo levantó del suelo para darle un beso, cada vez que limpió la comisura de sus labios, cada vez que acarició su pelo.

-Un 22 por favor- avisó seguro de sus palabras.

-¿Seguro? si quieres puedes averiguar y luego volver a comprarlos.

-Estoy seguro- sonrió.

-Está bien, en un momento se lo empaco.

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Sunoo caminaba lentamente hasta el departamento con los demás chicos, caminando solamente donde hay líneas mientras escuchaba música.

De alguna manera, se sentía desesperado por verlo pero de la misma forma tan tranquilo porque su novio esté bien en aquel lugar donde podían ayudarlo más de lo que él puede.

Mientras caminaba vio un cupón de tinte de pelo a mitad de precio.

Es el destino.

Pensó cambiando de dirección sus pasos hasta donde decía aquel cupón, era un salón de belleza, se sentó preguntando por el cupón y le confirmaron que el cupón era verdadero.

-Quiero que sea rosa bebé- habló a la chica que le dio un muestrario de los colores.

-Claro.

Luego de dos horas de tintura, espera, lavado, secado y acomodado, el color en el cabello de Sunoo revivió, ahora parecía un pequeño y adorable durazno.

Con una sonrisa encaminó sus pasos hasta el departamento que compartía con los chicos y a pasos lentos llegó con tranquilidad.

Se sentía diferente, como si hubiera sanado lo que nunca estuvo herido, algo como perfeccionar la perfección.

Entró a casa, saludando a Jungwon quien estaba extrañamente feliz, pasó a la cocina para tomar un baso de agua, pero ahí vio a quien tanto esperaba ver.

-Ni... Ni-ki...











Cami~

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