3
Luego de un rato que Macaque se retirara, Wukong no tardó en llegar junto a MK, quien al dejarlo, dijo que se iría a comprar algo y luego regresaría. Era curioso como el chico acompañaba al mono dorado, como si realmente lo estuviese obligando y encargándose de que cumpla lo que prometió. Era casi como si el mono fuese el niño, realmente divertido.
Wukong respiró hondo antes de entrar.
No es que tuviese miedo ni nervios, simplemente que era una sesión en solitario y no sabía lo que el macaco de seis orejas había dicho sobre el o sobre ambos, ¿Y si las historias no concordaban? ¿Y si terminaban pareciendo realmente sospechosos?
—¿Está listo para la sesión?— Wukong reaccionó al escuchar esa pregunta. Se había quedado perdido en su cabeza y no se dio cuenta que ya era su turno.
La terapeuta estaba sentada frente a el, con su libreta y bolígrafo en la mano, lista para anotar lo que sea necesario.
—Lo estoy.—Respondió Wukong, sintiendo como debajo del glamour su cola seguramente estaría moviéndose nerviosamente.
—Bien.—Hana respondió. —¿Podría iniciar con su versión? Me gustaría que iniciemos por el principio de su historia.—
—Claro...—
Wukong tragó saliva, tratando de calmarse.
Era hora de adecuar la historia para esta consulta.
—¿Necesita algo de ayuda para iniciar?—
—Me gustaría.—
—Bien... Tengo entendido que creció huérfano junto con el señor Macaque, cuénteme un poco sobre eso.—
—Crecimos juntos, si.—Wukong sonrió.—Ciertamente no teníamos a muchos en quien confiar, y personalmente estaba siempre rodeado de personas, pero siempre me sentía solo.—
—¿Incluso con el señor Macaque?—
—No, con él fue diferente... Él era diferente a los demás, siempre lo fue, era especial.—
—El mencionó ser muy sensible a estímulos, ¿Se refiere a eso?—
—Si.—Wukong parecía aliviado de saber que Macaque no había dicho literalmente que tenía más orejas o cualquier otra cosa de demonios.—No pude evitar simpatizar con él, y a lo que los demás le llamaban "raro", a mi me parecía hermoso.—
—Suena a que desde el primer momento le interesaba.—
—De hecho si.—Wukong soltó una pequeña risa.—El era hermoso, siempre lo fue... Nunca entendí como otros podían verlo mal, él era perfecto.—
—¿Diría usted que fue una buena relación?—
—Lo fue.—Respondió el mono.—Cuando pienso en eso, todos esos recuerdos están llenos de bellas memorias, risas y gestos de afecto.—
—¿Qué hizo que todo acabara mal?—
Wukong se quedó en silencio, jugando con sus manos, las cuales se movían nerviosas. Finalmente estaba en la parte donde no sabía qué decir.
—Yo... Siempre quise ser más fuerte. Me metía en problemas y nunca estaba satisfecho. Digamos que tuve que pagar las consecuencias de todo lo malo que hice y tenía que cumplir un trabajo, donde conocí a otras personas.—
—¿Amigos?—
—...Algo así, lo fueron en algún momento, pero antes de eso, solo era una misión que cumplir.—
—¿Esos amigos le trataban bien?—
Wukong titubeó.
—A veces.—
—¿Le lastimaban?—
—...Me lo merecía.—
—Nadie merece ser lastimado, señor Wukong.—
—Me lo merezco porque nunca tuve un buen comportamiento.—
—Entiendo...—
La terapeuta anotó algo. El hecho de que Wukong parecía presentar un comportamiento de alguien que realmente quería tacharse de culpable antes que culpar a otros. Repitiendo que merecía el dolor, que merecía pagar.
—...Entonces Macaque un día discutió conmigo. ¡Llegó en un mal momento! Nunca debió tratar de hacer algo, de meterse con ellos, él no entendía.—
—¿A qué se refiere con "un mal momento"?—
—Ya estaba lidiando con algo, no estaba de buen humor y las cosas no estaban bien...—
Si, la diadema dorada en su cabeza estaba doliendo demasiado, Tripitaka pidiendo ayuda y las palabras de Guanyin... Y un enemigo que estaba atacando al monje, debía cumplir su trabajo, debía detenerlo, debía hablar con Macaque pero él se negaba a escuchar y entender que era más complicado de lo que el pensaba.
—¿Qué sucedió luego?—
—...Fue una fuerte discusión. Terminamos haciéndonos... Mucho daño.—
—Físicamente se lastimaron.—
—Si.—
—¿Y luego?—
Wukong se quedó en silencio, las lagrimas habían aparecido y no pudo detenerlas.
—Luego de eso, yo...—La voz del rey mono se rompió. Finalmente el mono se llevó las manos al rostro para limpiarse las lágrimas.
Porque luego de asesinar a Macaque, solo pudo llorar mientras se aferraba al cuerpo.
Solo pudo gritar, deseando que Guanyin viniera a ayudarlo.
Pero no pudo hacer más que enterrarlo en el mismo sitio donde murió, porque debía volver con Tripitaka y los demás, no podía retrasarlos.
Nunca pudo pasar por el duelo de manera correcta.
Simplemente tuvo que avanzar.
—Lo siento, yo...—Wukong trató de relajar su respiración.
—Está bien, no se preocupe, tómese su tiempo.—
—Yo... Nunca pude hablar con el luego de eso... No tuve tiempo de procesar nada, yo solo... Tuve que continuar con mi trabajo.—
La terapeuta volvió a anotar. Sí, Wukong era alguien que permanecía con la culpa. Rompió en llanto cuando recordó algo que nunca tuvo tiempo de digerir, una herida que nunca vendó porque no tuvo tiempo de darse cuenta de que estaba lastimado.
—Lamento mucho eso.—
—Es mi culpa...—
—¿Alguna vez se lo ha dicho al señor Macaque?—
—Luego de eso, no nos volvimos a encontrar... Pero un día apareció. Seguimos peleando, y aunque no hablamos las cosas, decidimos... Que quizás cuidar de un niño sería bueno para arreglar las cosas.—
Si, casi olvidaba el hecho de que en su historia familiar, debía de agregar a MK, por alguna razón.
—Entiendo...—
—Eso es todo.—
—Tenía una pequeña duda, señor Wukong.—
—¿Si?—
—Cuando vinieron los dos aquí, veo que comenzaban a pelear y no se llevaban nada bien... ¿Por qué en aquel momento no habló sobre esto?—
—Yo... Supongo que me es difícil hablar de esto cuando estoy con el.—
—Nunca intentaron hablarlo solos, ¿O si?—
—Siempre terminados discutiendo... Pero nunca hablamos al respecto.—
—Bien, gracias, eso sería todo.—
La terapeuta volvió a anotar. La pareja es sensible respecto al tema, desean arreglarlo, desean sanar esas heridas, pero tan pronto como sienten que esa herida va a ser tocada, reaccionan de manera agresiva.
Reaccionan a la defensiva, para evitar que duela más.
—Gracias.—Dijo Wukong, poniéndose de pie.
—A usted.—Respondió la mujer.—Nos vemos en dos días con una sesión en conjunto.—
—Está bien, nos vemos.—
Quizás, si puedan aprender a vendarse mutuamente las heridas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top