Última sesión
Habían pasado una noche de lo más interesante y pasional.
La felicidad que Milo se cargaba era de otro mundo, no solo porque Camus había disfrutado y terminando en el acto sexual si no porque el francés estaba animado y predispuesto a probar muchas cosas nuevas. Eso le sorprendió .
Si bien el galo no era una persona versátil y el griego disfrutaba más el rol pasivo a decir verdad, Camus aceptó colocarse el plug y contra todo pronóstico no le desagradó del todo. Milo estaba fascinado.
Después de unas rondas sexuales, y por demás eróticas, el matrimonio decidió descansar, comer chocolates y beber un poco más de champagne. Con las energías recargadas era hora de probar algo más. La noche era joven y al otro día no había obligaciones.
A pesar de muchas insistencias, el peliazul no logró convencer a Camus de colocarse las esposas, en cambio, terminó él amarrado a la cama. El aguamarina pensó que era hora de tomar el papel dominante. Cosa que al escorpiano lo prendió aún más.
Tenía ganas de probar aquélla bestia que alguna vez su marido fue.
Boca abajo, totalmente desnudó y esposado al barral de la cabecera de la cama, Milo esperaba ansioso las ocurrencias del acuariano, que consiguió incrementar su curiosidad al vendar sus ojos con una corbata color esmeralda.
Su sentido auditivo solo podía captar los movimientos del galo buscando algo en los cajones, pero no sabía qué. Cuando el úrgete cesó, sintió un peso extra en la cama e instintivamente giro su cabeza hacia un lado, como si intentara ver a su pareja a través de la tela.
- ¿Qué estás por hacerme? - preguntó impaciente, pues lo único que sentía era como Camus se acomodaba a horcajadas sobre sus muslos.
- Ya verás - rio - mejor dicho, ya sentirás.
Sin perder más tiempo, encendió una vela de soja que Milo había comprado y sin aviso vertió la cera líquida sobre la espalda, de a poco, gota por gota dejó caer primero en los omóplatos bajando despacio hasta llegar a la parte baja, ganándose una exclamación de sorpresa por parte del escorpiano.
- ¿Te quemé? - cuestionó preocupado. Su intención no era eso, más bien era el disfrute de su pareja.
- No - respondió con la cara en la almohada - solo me asusté, pero me gusta.
Sacudió su trasero desnudo dándole a entender al francés que continuará con su labor. Captando el mensaje, prosiguió.
Derritió más vela y esta vez la vertió sobre su redondo trasero. Camus se hizo para atrás arrodillándose. Con una sonrisa comenzó a masajear toda la extensión de la espalda y glúteos esparciendo la cera por todo el cuerpo. Camus estaba encantado, el líquido hacía que la piel de Milo quedará por demás suave. Animado a más colocó lubricante en su ya despierto miembro y comenzó a frotarlo entre las carnes traseras mientras seguía entretenido masajeando.
Tener a Milo de esa forma se le hacía muy exquisito y por demás tentador. El pene deliraba de lujuria y pedía a gritos ser encajado en ese estrecho lugar. Los roces bajos era estimulantes y la piel suave que sus manos sentían quemarse al tacto.
El heleno era un desastre de gritos y gemidos. Ambos habían vuelto a tomar la infusión afrodisíaca y su efecto estaba haciendo presencia. Su piel vibraba con cada caricia y su miembro dolía por la dureza. Urgía ser penetrado y su pareja solo lo hacía sufrir y desear. Sentía el pene de Camus rozar entre sus nalgas y eso hacia que su ano palpitara ansioso.
- ¡Ya por favor! - gritó desesperado - métela ahora - ordenó impaciente.
El galo sonrió, le encantaba volver loco al peliazul y que le gritara que lo penetrara. No lo haría esperar.
Levantó con ambas manos las caderas de Milo, con la cara en la almohada y su trasero empinado y servido para él como si fuera un regalo. El griego mecía su cadera ansioso restregando su carne contra la entrepierna dura de Camus.
Tomó su enhiesto falo para alinearlo a la entrada deseosa por recibirlo. Apoyó su glande en el ano y lo masajeó con éste haciendo movimientos circulares secándole gemidos ahogados al escorpiano impacientándolo aún más. Haciendo presión con la punta de su miembro, lo fue penetrando lentamente, metiendo primero la cabeza despacio, aprovechando la lubricación, haciendo que Milo respingara y soltara una exclamación de placer.
Aaahh si - exclamó satisfecho al sentir a su pareja.
El galo dejo una mano apoyada en la cadera del otro hombre y la otra la posó en la espalda haciendo presión hacia abajo. Con parsimonia, pero placentera, fue introduciendo su miembro dentro de Milo, despacio para que sintiera su gruesa y extensa longitud penetrarlo. Milo volvió a gemir satisfecho.
- ¿Esto querías mí amor? - cuestionó gimiendo una vez que estuvo completamente dentro - ¿Querías que te la meta todita? - Milo asintió con la cabeza mientras comenzaba el griego mismo las estocadas lentas. Camus lo nalgueó fuerte y volvió a sostenerlo con ambas manos en la cintura - eres un goloso.
Se inclinó para besar la piel que quedó roja después de la abofeteada, lamiendo para calmar el dolor.
Las estocadas comenzaron fuertes y profundas, con movimientos certeros golpeando la próstata del contrario. Llevaban horas follando y la delicadeza había quedado atrás después del 3er round.
Milo se sentía dichoso y completo, Camus estaba echo una fiera en celo y le estaba dando la cogida de su vida sin reparos, ni preocupaciones ni tapujos. Era solo ellos sumergidos en esa burbuja erótica.
Sentía como su cuerpo se bamboleaba violentamente por las estocadas fuertes. La cadera de Camus golpeaba contra el culo de Milo haciéndolo temblar. Estaba eufórico y tenía el libido altísimo que podía eyacular 2 veces seguidas y seguir con su pene erecto.
Los sonidos obscenos que provocaban sus cuerpos al colisionar y los gemidos de ambos era todo lo que se escuchaban en el ambiente.
Milo pedía a gritos más y más fuerzas haciendo que el galo incrementará velocidad y lo penetrara desesperado.
El griego frunció su ano al eyacular llevando consigo al acuariano que terminó dentro de su cuerpo llenándolo por completo.
Ambos se dejaron caer sobre la cama, estaba agotados. Haciendo cucharita, Camus tapó a Milo con la sabana cayendo en los brazos de Morpheo.
Al día siguiente era su última sesión.
Al día siguiente se había levantado de un humor brillante y exquisito. Su cuerpo estaba de jolgorio por lo de la noche anterior.
Sentía su ser entero relajado, cosa que por un buen tiempo esa sensación le era ajena. No sé sentía así de dichoso desde hacía mucho tiempo.
Gracias a que había logrado cerrar un muy beneficioso contrato para la empresa donde trabajaba, sino que también había pedido disfrutar de una noche de pasión, totalmente despreocupada con Milo. Finalmente en su mente solo estaba el pensamiento de tener placer con su pareja y nada más.
Había logrado disfrutar al máximo y se prometió así mismo olvidarse de su trabajo una vez que pisará su casa.
Estiró ambos brazos y piernas, logrando desperezarse.
Miró a su pareja que aún dormía plácido y tranquilo. Le pareció buena idea prepararle el desayuno y lléveselo a la cama.
Después de colocarse sus pantalones de chándal negros, se dirigió hacía la cocina con el fin de elaborar un desayunó para sorprender a Milo.
Encendió la música y se dispuso a cocinar.
Luego de un placentero y dulce desayuno, ambos hombres decidieron ducharse juntos. El fulgor en sus cuerpos y corazones aún estaba presente, por lo que querían seguir disfrutando de la compañía mutua y del hermetismo en que ambos estabas sumidos.
Debía preparase para su última sesión ya que la noche anterior había sido todo un éxito.
Luego de colocarse ambos sus trajes, puesto a que el galo había invitado a cenar a su pareja a un lujoso restaurante, aún se sentía con dicha de festejar, partieron hacia el consultorio de indio.
En todo el trayecto, Camus manejaba mientras tenía su mano descansando sobre la suya, Milo sonrió por aquel gesto cariñoso y se permitió ser feliz, más de lo que ya era. No compartieron mucha charla y no era necesario, ambos estaban sumidos en sus propios pensamientos y planes a futuro.
Milo miraba de reojo el semblante sonriente del galo, eso le dio a pensar que su pareja era feliz y que por fin había encontrado la paz que tanto anhelaba para su mente. Eso para él, era más que suficiente y satisfactorio.
Una vez que llegaron a la casa del rubio, la pareja bajó del auto más que dispuestos a compartir con Shaka sus avances y lo sucedido la noche anterior.
- Buenos días - saludó el leonino con su típica sonrisa deslumbrante - Shaka los está esperando en el consultorio.
Está vez el terapeuta había indicado que la vestimenta blanca no era necesaria ya que solo sería una sesión normal, por lo que después de un saludo cordial, ambos hombres caminaron hacia la habitación.
- Buenos días - habló el rubio ya sentado en su sillón con lapicera y libreta en mano - tomen asiento, los estaba esperando.
El hombre de cabellos color dorado, largo y lacio, habló con tanta seriedad y profesionalismo que dejó sorprendido a Milo. Ese hombre podía actuar de esa forma tan fría y distante y luego ponerse en pelotas y fregarse desnudó contra un desconocido sin dejar de mirarte. Eso era una cualidad que admiraba de Shaka y hasta de su pareja por tolerar algo semejante sin una pizca de celos.
Se sentó junto a al francés y lo tomó de una mano.
- Buenos días - saludaron al unísono.
- Bien - se cruzó de piernas en una posición perfecta y acomodó con elegancia sus lentes - quiero saber cómo les fue anoche.
Camus y Milo contaron con lujo de detalle el día de cada uno y lo sucedido esa noche. El indio los escuchaba atento y escribía los avances y cambios que había notado en ambos pacientes.
Milo había dejado de ser tan ansioso y Camus confiaba más en su pareja y aseguraba que no se dejaría amedrentar por el trabajo ni llevarlo a su casa arruinando el ambiente relajado de la pareja.
Comentaron con entusiasmos las cosas que probaron a la hora del sexo y las fantasías que les gustaría hacer realidad.
El terapeuta anotaba todo con lujo de detalle. Había cosas que le interesan y no profesionalmente.
Una vez terminado el relato, el virginiano les recomendó ejercidos para seguir mejorando la pareja. Todo pintaba bien entre ellos.
Con algunas dudas, hizo la pregunta que venia rondando en su cabeza y por insistencias de Aioria habló.
- Oficialmente les doy el alta, confío en que seguirán trabajando en la pareja y aplicando los métodos recomendados - hizo una pausa - Sin embargo, nos encantaría tener el gusto de seguir viéndolos de una forma que no sea de modo profesional terapeuta - paciente.
- ¿A que se refiere? - cuestionó curioso el francés.
- Como se habrán dado cuenta mí pareja y yo somos personas liberales y no se lo tomen a mal pero les veo potencial a ambos a parte de un enorme atractivo - guiñó un ojo pícaramente - deseaba proponerles asistir a las reuniones que hacemos aquí los sábados a la noche donde nos reunimos varias parejas.
Milo alzó una ceja extrañando y asombrado. Si no estaba entendiendo mal, los estaba invitando a ambos a algún tipo de fiesta extraña y estaba casi seguro que todo esto tenía la palabra sexo como principal invitado.
Camus por su lado estaba pensativo, si bien normalmente era el serio de la pareja, sentía curiosidad por asistir. Sin embargos conocía al griego y los celos lo enloquecerían.
- ¿Nos estás proponiendo participar en una fiesta sexual? - habló al fin el de cabellos azules.
- Eso mismo - respondió con total seriedad y naturalidad que caracterizaba al terapeuta - no es solo una simple fiesta sexual, hacemos orgías, swinger, tríos, consumimos las infusiones y relajantes naturales y legales - sonrió porque aquello no era del todo cierto - no es obligatorio, solo los estoy invitando si desean alguna vez participar, esto es con total discreción para seguridad de los invitados - cerró la libreta y la dejo sobre su escritorio - aunque primero recomiendo tratar el tema de los celos, eso sería lo ideal para concurrir.
- Claro, lo tendremos en cuenta - afirmó Milo mientras se ponía de pie - fue un placer tomar sus terapias - estrecho la mano de Shaka.
El francés imito la acción de su esposo y estrecho, sonriendo, la mano del rubio.
- El placer fue todo mío y el de Aioria por tenerlos aquí.
Luego de despedirse, la pareja abandonó la casa del virginiano.
Internamente pensaba que aún debían resolver algunas cosas para mejorar la pareja, no era algo imposible y los había notado entusiasmados y predispuestos. Iban por bien caminó
Shaka aún seguía parado en el umbral de la puerta observando a la pareja subirse a su auto, Aioria lo abrazo por la espalda apoyando su hombría en su trasero mientras le besaba el cuello. El libido del leonino era muy alto pero sabía mantenerlo controlado. Su pareja sufría satiriasis y fue por ellos que ambos incursionar en el mundo de las fiestas sexuales. Ambos estaban de acuerdo y lo disfrutaban de la misma manera.
- ¿Los convenciste? - preguntó mientras metía su mano derecha dentro del pantalón de vestir del terapeuta.
- No del todo pero no está muy lejos. Milo es celoso, internamente se que se planteara la propuesta gracias a su instinto sexual alto, solo la idea de compartir su pareja es la que no le agrada - dió un respingo al sentir el dedo del leonino colarse en su entrada - Camus tiene toda la pinta de ser un hombre serio pero en el fondo es un pervertido con gustos peculiares, solo que es reprimido. Es seguro de si mismo y del amor de su pareja lo cual no sería un problema para él compartirlo - el griego mordió su hombros - dales tiempo, ambos son curiosos.
- Perfecto, el francés me ha tentado - ambos rieron.
- Cálmate león que acaban de llegar mis próximos pacientes - quitó la mano exploradora de su pareja - recíbelos.
Luego de ordenarle al griego que atendiera a sus próximos pacientes en lo que él preparaba el consultorio y expediente que le habían enviado previamente.
Ya vestidos con sus respectivas prendas blancas, la parejas se acomodó en el diván frente a Shaka para comenzar la sesión.
- Buenos días - saludó el rubio - mi nombre es Shaka y seré su terapeuta de parejas - abrió la libreta y se preparó para tomar nota - cuéntenme que es lo que los trajo aquí.
- Hola, mí nombre es Degel Dubois y él es mí esposo Kardia - señaló al hombre sentado a su lado con cara de pocos amigos - vinimos aquí por qué mí esposo tiene problemas de machismo y aparentemente vértigo en la cola - bufó enojado - en la pareja solo yo soy en pasivo. Le ofrecí ser versatilidad pero el hombre se niega alegando que su trasero es virgen.
Shaka los miro con total seriedad, este caso era más común de lo que pensaban y sabía perfectamente como tratarlo.
- Bien, entreguen el papel de confidencialidad - ordenó - no se preocupen, he tratado estos problemas muchas veces. Tengo el método justo para esto - sonrió pícaro y tomando el teléfono llamo a Aioria - amor ve y prepara la habitación especial - se incorporó para retirarse - esperen a mí llamado e ingresen por esa cortina.
- ¿Comenzamos?...
FIN.
Hola bellos lectores, he vuelto.
La operación de mí niño a sido un éxito y por suerte está muy bien.
Les traigo el capítulo final de esta historia.
Si desean alguna extra con algún Ship en particular me lo hacen saber y con gustó les haré una sesión con nuestro terapeuta.
Espero que les haya gustado.
Gracias por leer.
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