Tenemos un problema

Luego de terminar de hablar con su jefe Hades, buscó a su pareja en el comedor, pero está ya no se encontraba allí.

Le pareció extraño que dejara todo el desorden y se fuera a dormir. Generalmente Milo era muy exquisito con la limpieza.

-Seguramente se habrá enojado - pensó el francés.

Bufó frustrado mientras juntaba él mismo los platos de la mesa.

Cuando ya estuvo en la habitación, notó que el griego ya había caído en los brazos de Morfeo.

Acaricio su alborotado cabello color azul con dulzura. Estaba enojado con sigo mismo por fallarle nuevamente a su amada manzanita.

Despojó, su bien trabajado cuerpo, de la prendas que lo vestían. Camus al igual que Milo tenían la costumbre de dormir desnudos, sentir la piel del otro era de la más exquisita sensación.

Hizo lugar en la cama al lado de Milo. Se acomodó para abrazarlo por la espalda y como siempre refugiar su miembro dormido entre las nalgas del heleno.

Una tela le prohibió el paso. Frunciendo el ceño, levantó un poco la sábana y se dio cuenta que el escorpiano llevaba puesto un bóxer color rojo.

Se rió al pensar las reacciones que tenía Milo cuando se enojaba. Era como un castigo para el francés no dormir abrazado y conectado a su pareja.

Le regaló un beso en la frente y lo miró con dulzura por última vez antes de darse la vuelta y caer en el mundo de los sueños él también

Buscó aún con los ojos cerrados, haciendo un barrido con su pierna desnuda bajo la sábana. Sintió el frío en el lugar dónde debería estar el cuerpo de su pareja.

Abrió los ojos al no sentirlo. Tomó su celular que cargaba en la mesita de luz y miró la hora 6:30 am.

¿Dónde se había metido?

Estaba por marcarle cuando lo vio entrar por la puerta de la habitación.

Vestía unos pantalones de chándal negros y una remera blanca.

El galo venía escuchando música con los auriculares puestos que no percató de que su pareja lo estaba mirando. Entro despacio, se sacó su remera quedando, su bien trabajado torso, al descubierto.

De espaldas al griego bajó lentamente sus pantalones haciendo que el otro se relamiera al ver cómo la tela se deslizaba por sus torneadas piernas. Su erección punzó, su esposo era jodidamente sexy hasta sin querer serlo.

Ya en bóxer Camus caminó hacia el baño para tomar una ducha.

Milo salió rápido de la cama para alcanzarlo y bañarse juntos.

Camino ligero al baño pero se detuvo en la puerta. No, no lo buscaría él. Camus tendría está vez de tener la iniciativa.

Decidió vestirse y esperar a que salga.

Al cabo de un rato Camus apareció con un toalla negra al rededor de su cintura y su pelo mojado caída como cascada por la espalda. Trago grueso, su esposo era hermoso.

- ¿ Donde estabas? - preguntó fingiendo desinterés, no quería parecer controlador pero la intriga le ganaba - saliste temprano - Milo estaba sentando en la cama con una pierna cruzada sobre la otra mientras miraba sus uñas.

- Salí a correr cariño - contestaba mientras se quitaba la toalla y se vestía con su bóxer negro.

Milo espero a que terminara de vestirse para seguir cuestionadolo.

- Camus - lo llamó - ¿Qué nos está pasando amor?

- Nada - contestó peinando su largó cabello color aguamarina - sólo estamos pasando una mala racha.

Milo frunció el ceño. No, no era una mala racha. Era la falta de compromiso que Camus estaba poniendo en la pareja y toda su atención era para el trabajo.

- Tenemos un problema, no estamos bien. No quiero seguir así. Propongo hacer Terapia de pareja, Mu me recomendó ... - lo interrumpió.

- No Milo ¿Te parece hacer terapia? No creo que estemos tan mal para llegar a tal punto.

- Lo estamos - elevó un poco su voz - y no es solo el sexo, te haz olvidando hasta de mí cumpleaños.

- Lo siento si, estoy muy estresado con mí maldito trabajo lleno de planos. Te quejas que trabajo todo el día pero no te quejas cuando llegan los cheques.

Milo enfureció con esa ofensa. Él también trabaja, quizás no tenía un trabajo tan demandante como el del francés pero se ganaba su dinero.

Se levantó de golpe de la cama muy enojado con su pareja. Si Camus se negaba a tomar las terapias, pues que se quede solo, él y sus cheques.

Con movimientos bruscos, saco un bolso del guardarropa y fue colocando dramáticamente sus prendas en ella.

- ¿Qué haces? - pregunto el francés mirando asombrado por su acción.

- ¡Me voy! No te interesa nuestra relación ni mis deseos. Cómo todo se trata siempre de ti, me voy de mí madre.

Camus puso los ojos en blanco por los berrinches de su esposo.

- Deja eso Milo, ya basta.

- ¡No! Nunca tomas en serio mis opiniones. Me subestimas, menosprecias mí trabajo. Al menos yo hago algo que me hace feliz. Te atiendo como si fueras un príncipe y tu me tratas así. Pues quédate solo - cerró en bolso y se lo colgó en el hombro - quédate sólo tu, planos y tus cheques ¿Y sabes que? Cagete a tu jefe.

Milo cerró la puerta de un sonoro portazo haciendo que Camus saltará en su lugar. El francés contó hasta 5 esperando que la escenita de Milo pasará y volviera... Pero no fue así.

Corrió hasta la puerta para detener al griego antes de que se fuera a la casa de su madre, que sabía que lo regañaría por lastimar a su manzanita.

- ¡Espera Milo!

Lo llamó desde la puerta de su casa, Milo ya estaba metiendo las cosas en su auto. Corrió hasta donde se encontraba parado el griego. Tomó sus manos y lo miró a esos bellos ojos.

¿En que estaba pensando para dejarlo ir? Debía estar loco para permitirse perder a Milo de esta manera. Él era su vida entera. Lo amaba más que a nada en este mundo y estaban seguro que no podría vivir sin él y su bella sonrisa ni un segundo.

Debía aceptar que Milo tenía razón, ambos estaban pasando por una crisis e ir a terapia quizás no era tan mala idea. Haría cualquier cosa por ese griego intenso. No perdía de nada está vez darle razón y asistir a algunas sesiones.

- Esta bien Milo - el peliazul lo miró serio y con inferencia esperando que le rogara - haré lo que quieras pero por favor no te vayas - el galo lo abrazo fuerte y le lloraba al oído - no me dejes por favor. Perdóname, perdóname por tratarse así. Soy un estúpido.

- ¿Irás a las terapias? - pregunto con un tono de voz serio. Camus asintió aún pegado a su cuello - irás sin quejarte.

- Si mi amor, haré lo que quieras. No me dejes.

Milo correspondió el abrazo desesperado de su pareja y sonrío de lado. Su plan de asustar al francés había funcionado.

Ya mismo estaría llamando al terapeuta para pedir una cita.


Miró el semblante del francés, estaba serio y más pensante de lo normal. Supuso que algo le estaba afectando por qué llevaba más de 20 minutos mirando el plano sin pestañear como si intentara descifrar el código Da Vinci.

- Camus - lo llamo haciendo que el aludido diera un pequeño brinco al salir del trance - ¿Todo bien con el plano? Por qué lo miras como si fuera escritura egipcia.

- Si lo siento Shura, Milo me pidió que vayamos a un terapeuta que Mu le recomendó. Eso me tiene distraído.

- Oh amigo - el español posó una mano en el hombro de su compañero - no te arrepentirás, esas sesiones llevaron mí vida y deseo sexual a otro nivel. Créeme son espectaculares.

Camus lo miró extraño levantando una ceja ¿ De que estaba hablando? Era unas simples terapias donde se sentaría a contarle sus problemas a un total desconocido, que lo miraría con cara de "me importa una mierda" y haría ver mas problemas inexistentes en su pareja.

- Créeme no son terapias comunes y ve con la mente abierta - concluyo el caprino para seguir afilando los últimos detalles del plano del hotel.

Camus no le dio mucha importancia a esto último y siguió la acción de su compañero

Preparaba una receta de postre que había visto por internet. Su enorme cocina llena de frascos con todo tipo de especias y legumbres, estaba echa un lío producto de la preparación.

Tenía dote culinario pero eso no iba de la mano con el orden a la hora de prepara las comidas. Shura, en cambio, era un maniático de la limpieza y cuando a este le tocaba preparar algo, parecía que nunca había usado ni una bandeja.

Decoraba la torta helada con frutillas y chocolate derretido cuando sintió una manos rodear su cintura.

- Llegue mí cielo - el español beso su cuello - me contó Camus que le recomendaste a Milo las terapias de Shaka.

- Las necesitaban - alzó los hombros - su relación pende de un hilo según Milo y supuse que les ayudaría. Con nosotros funcionó.

- ¿Estarán preparados?

- Tendrán que estarlo, aparte con el libido de esos dos no creo que tengan problemas.

- ¿Qué preparas? - miró por encima del hombro de Mu.

- Una torta helada de frutilla - contestaba mientras usaba la manga de repostería para decorar con el chocolate tibio.

Shura sonrió de lado al mirar el chocolate y recordar algo. Con un gesto travieso, desanudo su corbata y la amarro cubriendo los ojos del tibetano. Mu paró sus movimientos de manos cuando se vio privado de la vista.

- ¿Te acuerdas cuando Shaka derramó dulce de dátiles sobre tu torso desnudo? - Shura le habló al oído tan sensualmente que hizo que el otro se estremeciera - verlo lamer tu piel era sumamente excitante.

El azabache lo cargo y lo sentó en la Isla de la cocina. Desabrochó la camisa del tibetano tan lentamente que hasta le pareció tortuoso.

Ya logrando desnudar la parte de arriba de su pareja, tomó la manga con el chocolate tibio y pacientemente lo fue derramando sobre pecho de su compañero que gimió al sentir el líquido quemar ligeramente su piel.

- Luego cuando me vendo los ojos y me hizo lamer de tu cuerpo desde el cuello hasta la pelvis siguiendo el rastro del dulce solo con mí gusto y olfato me hizo sentir eufórico de placer, era una fiesta para mí lengua - hablaba mientras su lengua traviesa recorría los blancos pectorales del pelilila que apoyó sus manos en el mármol inclinado un poco su torso hacía atrás - el objetivo era desarrollar los demás sentidos sin la vista, pero ese deleite sensorial hizo que más de una cosa despertara en mí - Shura retiro sus pantalones y ropa interior con delicadeza. Mu dejo caer su cabeza hacia atrás cuando el español vertió un poco más de chocolate en su miembro ya erecto.

- Aahh Shura - gimió el tibetano extasiado por la sensación que la lengua caliente de su pareja le estaba dando.

Abandono su erección para besar apasionadamente los labios de Mu.

- Eres riquísimo.

Shura beso su cuello y bajó, nuevamente, recorriendo con su lengua su pecho, lamió sus pezones rosáceos que endurecieron por la estimulación. Siguió camino por su ombligo y terminó en el miembro dulce del ariano.

Mientras chupaba en falo, libero su propia erección que dolía presa de la ropa. Comenzó a estimularse manualmente mientras devoraba entusiasmado el glande ajeno.

El pelilila solo podía gemir agitado y acalorado por la excitación. Sintió unos dedos exploradores colarse en su interior.

- Tómame - pidió desesperado, necesitaba que Shura lo penetrara - hazlo, no aguanto más.

El contrario obedeció. Inclinó con una mano a Mu hacia atrás, haciendo que se recostara sobre la superficie fría de la isla.

Retiro la camisa propia. Colocó las blancas y delgadas piernas contrarias en su hombro y alineó su duro y erecto miembro en la entrada de Mu.

Se hundió en él suavemente, deleitándose con la imagen de su pene desapareciendo en la rosácea entrada que se expandía al tamaño de su miembro.

- Ooh Mu, apretas muy rico.

Las manos de Shura apretaron fuertemente los muslos internos del ariano al hundirse totalmente dentro de él. El tibetano clavo sus dedos en los antebrazos contrarios al sentirse completamente llenó.

Comenzó con las estocadas lentas y profundas, metiendo y sacando toda su longitud del trasero blanco de Mu. Disfrutaba sentirse apretado por su interior y ver sus gestos de placer al penetrarlo.

Movía rítmicamente su pelvis, golpeando aquel punto dulce de Mu provocando que gritara excitado. Perdía más y más duro.

- Si, así así - gritaba Mu como un loco ciego de placer - sigue así que me vengo.

Golpeó y golpeó su interior mientras lo masturbaba hasta el punto de, con un fuertes gemidos, el tibetano derramará su cálido semen sobra la mano de Shura, arrastrándolo a su propio orgasmo llenando con su semilla el interior del pelilila.

Shura se dejó caer agitado y sudado sobré el cuerpo de Mu que estaba aún aturdido por el orgasmo.

- Muy rico postre - bromeó el capricorniano - necesito un baño ¿Vienes? - pregunto al notar que su rostro estaba sobre el estómago embarrado de chocolate de su pareja.

- Vamos.

Ayudó a que se reincorporara y lo cargo cual princesa para dirigirse a la ducha dónde siguieron con su fogosa entrega.

Hola mis bellos lectores.

Un capítulo más.

Venimos con suculencias seguido. Para compensar el drama de mí otra historia 😂

Se vienen las sesiones de Milo y Camus con Shaka🔥🔥🔥

Espero que les guste y gracias por leer.

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