Primer sesión - Parte 1

Sentando en la cocina anotaba todo lo que la recepcionista del terapeuta le había indicado que llevará.

Ropa cómoda y blanca en su totalidad.

Cuerpo perfectamente higienizado.

Contrato de confidencialidad firmado.

Mente abierta.

Le parecían extrañas estás peticiones, pero Mu ya le había advertido que era algo fuera de lo convencional pero que le gustaría y sobre todo les ayudaría.

Camus aún se duchaba y él preparaba el desayuno. Caminó a la oficina del galo e imprimió el contrato que le habían enviado por correo electrónico. Sonrió al ver qué su bello francés tenía por fondo de pantalla una foto de ambos besándose con la Torre Eiffel de fondo.

Una vez con el papel en la mano, volvió a la cocina para esperar al acuariano que bajara a desayunar juntos y leyera el contrato.

5 minutos después el galo ya estaba sentado frente a él.

- ¿Qué es esto mí amor? - preguntó Camus mirando el papel en la mesa mientras comía frutillas.

- El contrato de confidencialidad que tenemos que presentar en la terapia.

El acuariano apenas escuchó esto alzó una ceja.

¿Para que querían ese contrato? ¿De que iban estás sesiones?

Antes de que formulario su inquietud el griego se le adelantó al ver la expresión en su rostro.

- Antes de que digas algo, yo tampoco lo sé. Lo pidieron y hay que llevarlo junto con esto - extendió en dirección a Camus, la lista que previamente estaba haciendo. El otro alzó la ceja al verla.

- No tengo ropa blanca - espeto serio.

Milo ya se estaba enojado, Camus seguía sin poner voluntad en hacer esto. Nunca pensó que se comportaría como un niño caprichoso.

- Pues eso tiene una solución rápida. Compramos de camino al lugar - Camus abrió la boca para contestar pero Milo no lo dejó- Basta, haremos esto o me voy de mí mamá.

- Bien - contestó con una mueca. Odiaba que metiera a su suegra en el medio - me hice el enfermo y Shura me cubrirá, tengo él día libre para prepararnos.

Milo sonrió feliz al escuchar eso. Estaba poniendo interés por solucionar sus problemas después de todo.


La espantosa música de la tienda lo fastidiaba. Era ese pop sin sentido sobre el amor, cantado por una joven que ni siquiera sabía el significado.

Sentado en un sillón muy cómodo, rayado color esmeralda y blanco, ubicado en una esquina del lugar junto a una planta, observaba como Milo se paseaba tarareando y bailando la canción de ambiente.

Era una se las tiendas que Milo había decorado. Miró a su alrededor detallando cada rincón del lugar. Debía admitir que su esposo tenía buen gusto y sabía lo que hacía. No por nada era uno de los mejores.

- ¿Esté te gusta Cam? - el griego levanto una remera manga larga blanca de morley con 3 botones.

- No está mal - contestó sin interés.

Milo puso los ojos en blanco. A veces no entendía cómo soportaba esas actitudes por parte de su pareja... Su enorme miembro, pensó riéndose.

- Pruébatela junto con estos pantalones también.

El galo se levantó de su lugar, camino en dirección a Milo y le beso los labios, esté sonrió.

- Lo que hago por ti - tomo las perchas con las prendas y se encamino al enormes probador de la lujosa tienda.

Por su lado, Milo imitó la acción con la ropa que se había escogido para él mismo.

Dentro del enorme probador, se miró al espejo amplio de techo a piso frente a él. Ya con la ropa blanca puesta, que hacía contraste con la gruesa cortina negra que era la "puerta" de esté.

Se observa vestido y giraba contemplándose a si mismo.

Milo le había elegido 1 talle más de la blusa porque sabía que le gustaban amplias, su manzana griega lo conocía muy bien.
Aunque no le convencían los pantalones de un delgado chándal blanco que le marcaba demasiado su bien dotada entrepierna. Sonrió por qué eso le gustaba a su esposo, que se le notará lo que poseía.

- Déjame verte - la voz de Milo se escuchó del otro lado de la cortina.

Camus obedeció y corrió la tela negra dejándose ver.

Milo admiro embobado a su sensual pareja que parecía un ángel de blanco.
Recorrió con su mirada todo el cuerpo del galo, se detuvo unos segundos es su marcada entrepierna y se relamió por ello y ni hablar de cómo esos pantalones marcaban sus torneadas piernas.

Con una mirada y sonrisa picara, se acercó a su esposo y con una mano juguetona masajeó su notable bulto.

- Me encanta como te queda ésta ropa - le susurró al oído. Camus sintió un escalofrío recorre su espalda.

- Aah Milo, ya basta - suplico el galo al sentir como se despertaba su miembro gracias a los masajes del otro.

Milo mordió levemente el lóbulo de su oreja y se apartó de él.

- ¿Te gusta lo mío? - preguntó posando para su pareja.

Lucia un short blanco de algodón que hacía lucir sus piernas más largas y musculosas. Arriba llevaba una remera manga corta escote en V de morley, también blanca. A Camus le pareció preciosa la imagen de su pareja.

- Me encanta - confesó al fin.

Después de un pequeño recorrido por la ciudad, llegaron a una casa alejada. En el frente se podía apreciar un jardín japonés majestuoso.

Un camino de piedras rodeado de plantas y flores, abrían paso hacia la casa. Un río con cascada desembocan en un estanque llena de peces y flores de loto.

Junto al hermoso estanque, se encontraba un hombre de largos y lacios cabellos rubios, vestía un pantalón holgado y una túnica maga larga que le llegaba hasta la rodilla, el color negro de las prendas hacían resaltar su blanca piel.

A su lado, un joven de cabello corto castaño lo acompaña en una danza lenta y suave pero con movimientos precisos. Camus dedujo que se trataban de una especie de movimientos de artes marciales.

El francés y el griego se quedaron embelesados mirando a la pareja danzar perfectamente sincronizados a pesar de que el rubio tenía sus ojos vendados.

El castaño al darse cuenta de la presencia del matrimonio, paró en seco sus movimientos y logró esquivar de un movimiento experto el puño de su pareja dirigido directamente a su rostro.

Lo tomo velozmente del puño y lo atrajo a su cuerpo rodeando con una brazo la cintura contraria. Ambos sonrieron pícaramente para luego darle lugar a un efímero beso.

El rubio levanto con una mano su venda, dando a relucir sus ojos de un color tan celeste como el mismo cielo que los cubría.

- Sean bienvenidos - habló luego de soltarse de los brazos de su amante - pasen por favor, Aioria los llevará dentro mientras yo me preparo.

El matrimonio compartió una mirada confusa entre ambos. Miraron al castaño que les sonreía amablemente, mostrando su dentadura perfecta y blanca como la nieve. Esté vestía los mismos pantalones negros que su pareja pero a diferencia de esté, Aioria tenía su perfecto y trabajado torso desnudo que dejaba al aire su grandes pectorales ligeramente bronceados.

Milo tragó grueso al ver a ese griego y su cuerpo exageradamente trabajado. Camus al darse cuenta que su esposo no deja a de mirarlo, frunció el seño y lo pellizco sacando al griego de cabellos azules de su trance.

- Síganme - les ordenó el castaño, haciendo una seña con las manos mientras caminaba descalzo hasta la entrada de la casa.

Milo y Camus lo siguieron a paso lento tomándose de las manos.
Una vez parados en la puerta, Aioria les pido que se quitarán los zapatos.

- ¿Trajeron su ropa blanca? - preguntó el griego de cabellos castaños.

- Claro - afirmó francés levantando las bolsas de la compras.

_ Bien, pasen por esa habitación y ambos cambien sus atuendos y luego esperen en la sala a qué Shaka los llame.

Ambos asintieron y se dirigieron a la habitación para colocarse los atuendos color blanco pedidos específicamente.


Una vez que la pareja se vistió de blanco, se dignaron a esperar a que el terapeuta lo llamara.

Camus estaba por demás impaciente sentado en el amplio sofá con ambos dos codos apoyados en cada una de las piernas y una de estas tenía un movimiento constante demostrando su impaciencia.

Milo por su lado, estaba muy entretenido leyendo una revista de moda, sin prestarle atención al francés.

- Pueden pasar - ordenó el indio abriendo la puerta de lo que sería el consultorio.

Vestía un pantalón de vestir color gris, un cinturón negro y una camisa blanca fajada con los dos primeros botones desabrochados.

La habitación era una normal, tenía estanterías repletas de libros, un escrito moderno de caño y vidrio, un sillón individual y uno grande frente a este y algunas plantas de pie y macetas pequeñas decoraban el lugar dándole un toque fresco a la habitación.

Shaka se sentó en el sillón individual mientras les indicó al matrimonio que tomaran lugar en el sillón frente a él.

Shaka se colocó unos lentes y tomo en sus manos un cuaderno de tapa negra mate que descansaba en una mesita junto a él.

- Bien, comencemos - habló el rubio abriendo aquel anotador - mí nombre es Shaka Kumar y soy terapeuta especializado en matrimonios y problemas sexuales ¿Ustedes?

- Mí nombre es Milo Monnier y él es mí esposo, Camus Monnier.

- Bien ¿Cuántos años llevan juntos? - preguntó cruzándose se piernas y prestado totalmente su atención a la pareja.

- 6 años - contestó el francés, el rubio anotó.

- ¿Qué problema los trae conmigo?

- Mí pareja ya no siente deseó sexual, cuando tenemos relaciones nunca llega al orgasmo - habló el griego ganándose una miradas de reproche por parte del francés por no dejarlo hablar. Shaka anotó .

- La realidad es que tengo un trabajo demasiado demandante y eso se lleva la mayoría de mí energía.

- Y tú atención también - agregó en griego - porque no te basta con trabajar en la oficina que también trabajas en la casa.

- Dígame Camus ¿Le puedo llamar Camus? - preguntó el indio y el francés asintió - ¿No probó usar el acto sexual como un desestresarte?

- No tengo cabeza para eso ahora, solo le cumplo para que me deje en paz.

Milo lo miró boquiabierto por tal confesión. Se sintió muy ofendido, como si él fuera una carga a la que tenía que complacer.

- Para tu información, yo no disfruto teniendo sexo contigo de esta manera - espeto Milo - si tu no disfrutas tampoco yo. Sólo quiero que nos conectemos nuevamente tanto en la cama como también en pareja - está vez le hablo al terapeuta que no para de escribir sobre lo que ambos hablaban.

- Y otra vez con lo mismo - habló el francés con un gesto agotado.

- Pues si, tu estás en la casa pero te la pasas con tu teléfono y computadora. No estás conmigo, ya no hacemos nada juntos.

Camus cruzo los brazos con fastidio.

- ¿Trajeron el contrato de confidencialidad? - preguntó Shaka para distraer la situación y que no comenzarán a pelear.

Milo extendió el folio con aquél papel firmado por ambos.

- ¿Le puedo hacer una pregunta? - Camus habló y el rubio dejó de escribir para mirarlo con atención - ¿Por qué la ropa blanca?

Shaka dejo a un lado el contrato y volvió a mirar a la pareja colocando ambas manos sobre el cuaderno que descansaba en su regazo.

- En unos de mis viajes por toda Asia con el fin de adquirir conocimientos de su intrigante cultura, me encontraba en Corea específicamente, conocí un antiguo templo donde un grupo de jóvenes practicaban la disciplina llamada taekwondo - hizo una pequeña pausa - en ese lugar conocí a Aioria, que practicaba aquel arte, él es especialista en toda clase de artes marciales. En fin, hablando con él me comentó que los trajes que ellos usan, llamado Dobok, para un principiante es totalmente blanco, esto se refiere a que esa persona en un lienzo en blanco listo para ser empapado de conocimiento. Sera preparado y guiado por su sabonim*. Me pareció adecuado ya que ustedes serán mis discípulos y yo como su sabonim los guiare por el camino de la conexión entre mente, cuerpo y espíritu.

Después se está lección, Shaka de levantó de su lugar y se perdió tras unas cortinas blancas ubicadas al fondo de la habitación.

Al cabo de 5 minutos, el indio regreso solo vestido con unos pantalones de bambula blanca, su torso desnudo y ligeramente aceitado que hacía brillar su piel.

Tenía puesto unas pulseras de cintas rojas y un collar de oro con un dije redondo enorme que en el centro relucía una rubí.

- Pasen por aquí por favor.

La pareja se miró y luego se levantó del lugar para seguir a aquel rubio que nuevamente se perdió tras las cortinas.

El olor a sahumerio de sándalo y esencias invadió su sentido del olfato drogándolos.
El lugar estaba iluminado por una luz tenue y cálida. Las paredes pintadas de bordo hacían del lugar más acogedor. Una alfombra roja se entendía por todo el lugar y en el centro descansaban varios almohadones de distintos tamaños y estampados en rojo, bordo y dorado. En las paredes habían estantes con pequeños frascos obscuras y al fondo un mueble de madera obscura con dos puertas. Una música instrumental y muy suave sonaba de fondo

Milo echó un vistazo al lugar y pensó que había sido trasladado por aquellas cortinas a un burdel de la India.

Shaka se sentó en el centro de los almohadones y le indico que se acercarán.

- ¿Comenzamos? ...

Hola bellos lectores.

Les traigo un nuevo capítulo, está vez sin suculencias. Pero el próximo 🔥🔥🔥

Si les gustó regalenme su voto y comentarios ❤️

Gracias por leer.

Subonim: Según los libros de artes marciales, la palabra Sabon nim tiene el significado de "Profesor Honorable"; una persona que entrega un conocimiento valorado en su sociedad.

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