Plan fallido
Caminaba rumbo al gimnasio, actividad que hacía todas la mañanas. El contorneo de sus caderas al caminar, atraía miradas lascivas de extraños.
El short corto color naranja neón, que envolvía como papel de caramelo al hermoso trasero del escorpiano, invitaban a los comentarios más vulgares.
- Como me gustaría ser el dueño de ese culito, papito - le gritó groseramente un hombre en la calle.
Milo volteó en dirección del sujeto que había dicho aquel comentario. Lo miró fijo y bajó con un dedo un poco sus lentes.
- Los hombres con el trasero como el mío, no salen con hombres con caras como la tuya.
Que atrevimiento de aquel hombre. Él lucía con orgullo su anillo de casamiento. Si supiera ese idiota que su cuerpo era venerado solo por su hermoso y demasiado atractivo esposo francés.
Volviendo a su rumbo, dramáticamente, Milo se dio vuelta.
- Idiota - mascullo el otro hombre.
El griego continuo con su andar en dirección al gimnasio, donde se encontraría con su amigo Mu, como era de costumbre hacer la rutina de funcional y por supuesto le pediría consejos.
- Buen día - saluda el peliazul a la recepcionista - ¿Mí entrenador ya llegó?
- Hola Milo, si Kanon ya está entrenando a Mu, úneteles.
- Gracias mí cielo.
El griego camino con fina gracia entré los aparatos repletos de hombres con miradas curiosas.
Llegó donde se ubican los otros dos. Mu estaba trabajando sus abdominales mientras Kanon contaba y animaba.
Empezaron sin mí - reprochó.
- Llegas tardé Milo - reprimió el otro griego.
- Lo siento, tuve una mañana espantosa - manifestó mientras tomaba una colchoneta y se colocaba junto a su amigo para hacer los ejercicios.
- ¿Problemas con Camus? - preguntó el ariano mientras hacía bicicletas.
- Si supieras - suspiro Milo. Kanon puso los ojos en blanco, esos dos ya empezarían a chismosear - tuvimos un buen comienzo, cuando pensé que todo iba bien, paró de golpe. Obviamente le pregunté si no pensada gozarlo el también y sabes que me dijo "no cariño... Así estoy bien" y se fue a duchar - volvió a suspirar dejando a un lago los ejercicios para hablar con su amigo - no aguanto más esto.
Mu que ahora se encontraba haciendo glúteos, lo miro con compasión. Él había tenido un problema similar con el español. Sabía que el trabajo de ambos hombres los agotada, tanto mentalmente cómo físicamente, que los dejaba sin ánimos de nada.
Pero el pelilila tenía una solución, una que le había salvado su relación.
- ¿Probaste con ir a terapia? Terapia de pareja para resolver esto. Es lo que hice yo y convengamos que Shura y Camus no son muy distintos. Esos dos están cortados por la misma tijera.
Kanon volvía con algunas pesas para ambos. Los miró cansado a los dos haciendo cualquier cosa menos ejercitarse, sobre todo Milo.
- Vamos Milo, trabaja esos glúteos - ordenó Kanon
Milo lo miró serio y volvió a los ejercicios.
- Mu - lo llamó - no creo que la terapia sea necesaria, aparte de que Camus no querrá ir. Supongo que una cena romántica servirá.
- Yo he intentando y agotado todos los recuerdos. Créeme, vayan a terapia. Tengo uno que es genial, no usa métodos convencionales, pero funciona. El libido de Shura subió un 200%. Se ha convertido en una máquina sexual.
Milo río bajito. No le creía mucho y no podía imaginarse al español de esa manera, si hasta solía ser más serio y amargado que su propio esposo.
- Primero probaré con una cena. Si no funciona recurriré a tu terapeuta.
Kanon volvió a danzar sus glóbulos oculares con fastidio por esos dos.
- Ustedes dos, tomen las pesas y hagamos brazos - ordenó con voz firme.
- Mu, querido, pon ese maniquí con el vestido a la izquierda - ordenó el griego.
- La semana que viene es el cumpleaños de lo Shuris. Tú y Camus están invitados. Haremos una paella en casa.
- Comida española, que delicia. Cuánto con nosotros - le guiño un ojo - bien, creo que pondré algunas plantas y es todo. La vidriera quedará espectacular.
- Oh Milo, que hermoso trabajo - halagó la dueña de la tienda donde el griego y el tibetano estaban diseñando y decorando la vidriera - eres el mejor.
El escorpiano hizo un ademán tocándose, delicadamente con sus dedos, el hombro sintiéndose halagado.
- Hay querida, tu si sabes lo que es bueno - bromeó
- Y Mu, el decorado del techo con las telas que hiciste es sublime. No pensé que quedaría bien pero veo que me equivoqué.
- Hum, tienes que confiar en los expertos - rio Mu.
Los 3 se abrazaron alegres por el trabajo echó.
Luengo de recibir la liquidación, ambos amigos se retiraron del local, ahora irían por unos batidos y debatir cosas del trabajo.
- Milo, me contactó la wedding planner Grace Hill, quiere que esté sábado decoremos una boda en un yate. Algo lujoso me pidió.
Ambos jóvenes tomaban frappé de capuchino en la cafetería de moda en la cuidad. Carpetas repletas de diseños y agendas ocupaban la mesa.
- Veamos la agenda - dejó el batido a un lado y mojo su dedo para pasar las hojas de la agenda que que usaban para organizar eventos y trabajos - el sábado tenemos libre - anotó la boda para ese día.
- Milin - lo llamo con cariño - veamos opciones para la deco de la vidriera de Zara.
Los dos diseñadores y decoradores, mientras disfrutaban de sus frappé, organizaban sus próximos trabajos.
Al terminar Milo se despidió de Mu y se retiró del lugar. El pelilila en su auto y el griego caminando como suele hacer. También aprovecharía para comprar algo lindo para la cena.
Estaba agotado, su jefe los estaba presionando a él y a su amigo Shura para terminar los planos de un lujoso hotel próximo a construir en el centro de la enrome ciudad.
Debian cerrar esa cuenta y para ello era necesario cumplir el plazo que se les había impuesto.
- Te ves agotado - comentó el español mirando el rostro ojeroso de su compañero.
- No me veo, lo estoy. Esté maldito plano me tiene harto - espetó elevando un poco su voz con notable fastidio.
- ¿Todo bien en casa?
- Supongo que sí. Milo está enojado por qué no disfruto del sexo con él. La realidad amigo es que tengo cabeza ahora para el sexo. Lo único que hago es hacerlo hasta que el termine, pero se ofende si yo no hago lo mismo - contó mientras corregía algunos trazos - hoy me acuso de tenés un amante ¿Puedes creerlo?
- ¿Lo amas?
- Más que mí propia vida. Él es todo para mí.
- Entonces haz algo por qué lo perderás. Hay muchos buitres dando vuelta atrás de tu manzana.
- ¿Qué recomiendas? - preguntó Camus sentándose cansado en el sofá de su oficina.
- A Mu le gustan los detalles. Le llevo flores o bombones después del trabajo, cocino y también comparto cosas que a él le gustan hacer.
- Buena idea, le compraré flores. No me gusta estar mal con él.
Ambos hombres dejaron su trabajo. Ya era tarde. Shura iría con su borreguito al cine y Camus necesita arreglar las cosas con su escorpión. Le compraría flores y tendrían relaciones de una buena vez.
Manejó hasta su casa, extrañaba a su pareja y la deseaba también.
Tomó del asiento del acompañante el ramo de rosas blancas que le había comprado a su griego intenso. Está noche pondría de todo su esfuerzo para él poder disfrutar y llegar a su propio placer.
Entro a la casa... Todo estaba ambientado de forma romántica, música lenta en volumen bajo, el comedor estaba iluminado solo por las luz que brindaban las velas rojas ubicadas en la mesa y la chimenea.
Rio de lado, Milo había tenido la misma idea que él sobre una noche para ellos.
- Bienvenido mí amor - le susurró al oído con un tono de voz pícaro - permíteme tu abrigo.
El griego acarició los brazos y los hombros del francés para posteriormente deslizar el saco color gris por sus brazos.
Camus dio vuelta para besar los labios carnosos de su pareja, pero al verlo vestido con unos jeans blancos muy ajustados y con una camisa floreada entallada a su hermosa figura, se quedó sin aire. Su esposo era por demás atractivo y matarse en el gimnasio daba sus frutos.
Camus lo beso apasionadamente acariciando toda la espalda de Milo. Esa sola imagen de su pareja había despertado algo en él. Masajeaba su trasero deseoso e intento colar una mano dentro de su pantalón.
- No no - Milo lo detuvo - primero cenaremos.
Agarro su mano y lo llevó con una satisfecha sonrisa hacía la mesa. Todo estaba saliendo a la perfección.
A la mitad de la cena, Milo comenzó a masajear el miembro de Camus con su pie por debajo de la mesa, mientras se metía bocado en su boca sensualmente. La entrepierna del otro no tardó en reaccionar.
Camus bebió vino cuando vio la sonrisa pícara de Milo, quién segundos después se perdió por debajo de la mesa.
Sintió como el otro desabrochaba sus pantalones y los jalaba un poco, juntos con su ropa interior, para liberar su apenas avivada erección.
Un gemido sonoro salió de la boca del galo al sentir como Milo metió todo su miembro en su boca.
Estaba caliente y mojada, era sumamente placentero. Sentir la lengua juguetona de Milo era excitante.
El peliazul comenzó a masturbarse a si mismo, cuando sintió el pene de Camus hincharse en su boca, gracias a las atenciones que esté le daba.
- Ah Milo - posó un de sus manos en la cabeza de Milo para empujarlo más - chupa así... Chúpalo todo - gemía con voz ronca simulando lentas estocadas.
El griego al sentir como su pareja disfrutaba del oral, apretó más el miembro con sus labios y aceleró los movimiento.
El francés estaba por demás excitado. Sacó a Milo debajo de la mesa y sin importarle la comida lo recostó encima de de esta, empujando los platos hacía atrás. Poco le importaba si algo caía al piso.
Quito rápidamente los blancos pantalones de Milo y desabrochó su camisa. La visión de su pareja en ese momento era hermosa.
- Eres exquisito - susurró Camus en su oído.
Beso apasionadamente los labios ajenos y luego fue repartiendo mordiscos y paseó su fría lengua por todo el cuello y torso de Milo.
Mordió levemente sus pezones provocando gritos de placer en el otro.
Al llegar a su inglés aspiró el olor a frutas de los bellos púbicos azules del griego, que siempre olía bien.
- ¡Aah Camus! - gritó este al sentir como el aguamarina succionaba su falo.
Rara vez le proporcionaba placer oral y lo disfrutaría como nunca.
No paraba de saborear el glande ajeno, le sabía mas rico que la comida y más exquisito que su vino favorito. Pero nada era mas sabroso y dulce que el semen caliente su pareja, el cual le estaba entregando en ese momento.
El griego sudado y jadeante, arrollado por ese orgasmo producto de la excelente felación, miraba como Camus escupía el líquido blanco en sus dedos, que luego encontraros lugar en su entrada, al igual que los labios con los suyos.
Mientras los dedos de Camus jugaban en el interior de Milo, los besos se tornaban mas demandantes por parte del griego. Necesitaba que lo penetrara, ansiaba sentir como lo llenaba.
- Basta de juegos - manifestó entré labios - házmelo.
Camus rio de lado, le gustaba cuando Milo perdía el control.
Lo dio vuelta, haciendo que Milo recostara su pecho sobre la superficie de madera caoba y sus pies sobre el piso. De esta manera, el trasero duro y redondo del heleno quedara a su disposición.
Con el pie empujó a los lados los de Milo abriendo sus piernas. Se relamió al ver la palpitante entrada del otro que lo llamaba gustoso para ser profanada.
Tomó su miembro grueso y erecto para luego alinearlo a la entrada de Milo.
Le encantaba ver cómo su pene desaparecía en el interior del griego. Un gemido fuerte escapó de la boca de ambos.
Cuando Milo le dio el ok, comenzó con unas leves estocadas. Metía y sacaba toda su longitud con maestría del interior de su pareja. Gemía ronco de placer mientras masajeaba los glúteos bronceados del griego.
Perdido en el mar de lujuria, tomo los cabellos azules e intensificó sus estocadas, al punto de que su pelvis chocará fuertemente con el trasero de Milo, provocando que las carnes hicieran ruidos obscenos.
La mesa temblaba al igual que las piernas de Milo. Camus era un verdadero semental cuando se lo proponía.
- Ya... Ya me vengo mí amor - jadeaba el heleno derramando su semen sobre el piso salpicando también el mantel.
A Camus le faltaba un poco aún. Pero la vibración del celular en su bolsillo comenzó a molestar. Eso provocó que se desconcentrara.
Sin dejar de moverse en el interior de Milo, saco el celular para ver quién lo molestaba. Era su jefe. Fastidiado lo colocó bruscamente sobre la mesa junto a la cabeza de Milo.
Seguía penetrando a su pareja buscando su eludido orgasmo. El celular no para de sonar y eso lo ponía nervioso. La vibración de su móvil le taladraba la cabeza al igual que la voz de su jefe instalada en su mente como un disco rallado.
Las estocadas fueron cada vez más lentas, al punto de poner en alerta a su pareja.
- ¡No! ¡Ni se te ocurra Camus! - espeto Milo enojado adivinando las intenciones de su pareja.
Repentinamente salió del interior del heleno haciéndolo sentir vacío y frustrado nuevamente.
- Lo siento cariño, es mí jefe y debo contestar.
Sin dar lugar a que Milo protestara, tomó la llamada y caminó ligero a su oficina en la casa.
Milo suspiro cansado y se sentó en la silla que anteriormente estaba ubicado su esposo. Dio un golpe con el puño a la mesa enojado.
Estaba saliendo todo de maravilla, lo estaba tomando con deseó y lujuria y nuevamente el trabajo le robaba su atención.
Busco su móvil en los pantalones blancos tirados en el piso y envío un masaje al ariano.
Pásame urgente el número de tu maldito terapeuta.
Hola personas bellas.
Les dejó un capítulo más de esta historia.
Espero que les guste. Si es así regálenme sus votos y comentarios. Amo leerlos.
Gracias por leer.
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