Pasión sin límite

Era tarde noche, había llegado a su casa luego de la sesión y compras para preparar todo lo que necesitaría para pasar una inolvidable velada con su elegante y muy sexy esposo francés.

Después de terminar su terapia individual, paso por la tienda a comprar unas cuantas cosas, Shaka le había dado unas instrucciones para tener una noche óptima, no es que vayan a necesitar hacerlo siempre, sin embargo ahora lo necesitaban.

Dejó las bolsas del mandado en la isla de la cocina, se sentó a hacer recuento de todo lo que debía de hacer. La voz de Shaka sonaba en su cabeza.

Apoyando el codo sobre la superficie fría y blanca, con el mentón sobre la mano, tomando una pose pensativa, miraba las bolsas. Su vista estaba puesta allí, sus pensamientos lejos de aquéllas cuatro paredes.

No iban a cenar, ya que Camus tenía una cena de negocios, por lo que comió algo ligero y en parte está mejor por que no estarían llenos y pesados.

"-Milo, debes preparar una infusión de jengibre y miel , con eso tendrá una erección potente y duradera."

- Bien, que tenemos por aquí - el griego sacó una por una las cosas que había comprado, leyó el papel con las instrucciones que el rubio previamente le había dado - prepara una infusión de jengibre y miel - leyó atentamente :

1) Corta un trozo pequeño de la raíz del jengibre, lávalo y trocéalo en partes más pequeñas aún.

2) Pon a hervir el agua en un jarro y cuando llegue al punto de ebullición, agrega los trozos de raíz y remueve un poco.

3) Deja el fuego a potencia media y, sin tapar el cazo, permite que hierva por 15 minutos.

4) Pasado este tiempo, apaga el fuego, retira el recipiente del fogón y tápalo para dejar que repose la infusión entre 5 y 10 minutos más.

5) Cuela la infusión de jengibre para retirar los trozos y restos.

6) Puedes añadir un poco de jugo de limón, Stevia o miel para mejorar el sabor.

- Bien - suspiró - manos a la obra.

El escorpiano seguía a raja tabla los pasos a seguir, deseaba que todo salga perfecto y así poder romper la mala racha que estaba teniendo con su pareja a la hora del sexo.

- Que sigue - volvió a mirar la hoja - preparar ambiente.

"- Debes lograr que el ambiente donde se vaya a ejecutar el acto sexual , sea uno de total relajación y un deleite estimulante para los sentidos"

- Estimular, estimular, veamos - rebuscó entre las compras lo que necesitaba - Ylang Ylang* - leyó en el aceite aromatizantes que había comprado - ¿Qué mierda es esto? Si el terapeuta lo recomienda , que va - alzó los hombros.

Buscó en el aparador del living, ese en dónde sus fotos juntos era exhibidas tan orgullosamente, el difusor de aromas que tenía allí, le colocó la esencia y lo llevo hasta la habitación de ambos.

- Listo - afirmó mientras golpeaba sus manos - ahora las velas.

" -Algo indispensable para generar el ambiente erótico perfecto son las velas. Hay dos tipos de velas, están las decorativas y las de integración (velas de soja Shunga) , no es necesariamente para que la usen en cada ocasión, eso es gusto de ustedes.

- ¿Para que sirven las velas se internación?

- Para verterla sobre su cuerpo."

Milo era un hombre que le gustaba estar preparado para toda ocasión, no sabía si Camus aceptaría ese tipo de cosas, pero igualmente las compró. Uno nunca sabe con las sorpresa que se puede encontrar.

Tomó la bolsa que contenía todas las velas y se dirigió a la habitación, pues allí es donde tenía pensado estar con su pareja.

Colocó una por una las 30 velas decorativas, color rojo y doradas, que había comprado, solo esperaba que no se le prendiera fuego la casa. Las velas de interacción las dejo, apagadas, en la mesita de noche, por si acaso.

- Ahora la música.

"- Hay dos tipos de música que yo uso. Una es para los masajes, algo como música céltica o instrumentales, algo suave para relajar y a veces hasta provocar que el otro se duerma, sin embargo no queremos que eso pase, la música para la hora de tener relaciones sexuales varía depende el gusto de ambos, procura que sea lenta, romántica"

Tomó su laptop para descargar y armar una lista de reproducción con canciones que a ambos le gustaban y que creía que servirían.

- Veamos que hay aquí - movía su dedo en el táctil del aparato - el confiable Aerosmith, Lenny Kravitz obviamente, el bombón de Bon Jovi y algo de Guns and Roses - armó su lista con el nombre de " música para sexo" de cierto modo ya la tendría para todas las ocasiones.

Había echo una parada en el sex shop, no era algo indicado por Shaka, sin embargo necesitaba lubricantes y aprovecharía para curiosear, algo interesante encontraría.

Había tantas cosas en la tienda que por un momento se sintió perdido. Miraba entretenido algún plug, quizás su esposo se anime a usarlo, agarró uno. Lubricantes había muchos desde aromáticos hasta efecto frío o calor, a él le interesaba únicamente los anales. Tomó dos del estante para comprarlos, por suerte, la empleada amablemente le recomendó uno que tenía componentes naturales con propiedades antiinflamatorias, calmantes y regeneradoras de la piel. Tan encantadora la chica que lo atendió que hasta le regaló unas esposas de cuero negras.
Guardo el plug en el cajón de la mesita y el lubricante sobre ella.

Todo estaba listo, sola le faltaba un pequeño detalle, algo que tenía que sacar del cajón, bien guardado, algo que no usaba desde la noche de bodas, un bóxer muy sensual, que en una pierna era totalmente de tiras color fucsia y la otra pierna de una tela casi transparente negra. Era una buena ocasión para lucirlo otra vez.

La ducha no se hizo esperar, debía estar bien pulcro.

- Siento que algo me falta - se miraba de arriba abajo en el espejo ya con el bóxer puesto - a si, perfume - se roció su carísimo perfume Carolina Herrera, regalo de aniversario de parte de su galo amado, aún así no estaba conforme - ¡Ya se! - corrió hacía el vestidor y tomó de una percha una bata de una fina seda estilo Versace que le había robado a su mamá en la adolescencia. Volvió a mirarse al espejo y ya con todo puesto se sentía optimista y sobre todo atractivo.

Tomó algunas telas de gasa que tenía guardadas para confeccionarse ropa y las extendió sobre el respaldar de la cama en forma decorativa, alguna fueron a parar colgadas de la lámpara de techo.

Está noche sería espectacular.


La cena de trabajo había finiquitado, los clientes estaba más que satisfechos con el trabajo terminando que tanto Shura como Camus le habían puesto mucho empeño y dedicación, agregándole el tiempo valioso que le habían dedicado.

- Amigo - llamó el español - ¿Quieres ir a tomar algo? Para celebrar.

- Está vez tendré que rechazar tu propuesta, me esperan en casa.

- Mmm ya me imagino, me alegra que estén bien. Entonces me iré a casa para hacerle el amor a Mu toda la noche. Nos estamos viendo amigo.

- Adiós Shura.

Antes de regresar a su casa, compro una caja se bombones para regalarle a Milo, sabía que a su pareja le encantaban los dulces, sabía que esta noche sería especial y quería minarlo.

Después de un trayecto, de no más de 10 minutos, llegó a su casa, que extrañamente estaba en silencio, oscura y en silencio. Era raro, y más extrañado quedó cuando cruzó la puerta de entrada e ingreso al desolado living, aquello logró sacarlo de su eje, tenía entendido que intentarían tener una noche para ellos.

Un leve aroma extraño llegó tímidamente a sus fosas nasales, cerró los ojos con una sonrisas y agudizó su sentido del olfato, aspirando 2 veces más para verificar la proveniencia de aquella fragancia desconocida.

Sintió la puerta de la habitación abrirse, dejando al descubierto la música que acompañaba los movimientos, casi gatunos, de Milo que hacía al caminar hacia él. Seduciendo con su andar al galo frente a él, podía jurar que los ojos turquesas del escorpiano lo miraban con cierta ferocidad de una bestia mirando a su presa.

- Hola mí amor - saludó al fin casi llegando a su encuentro.

La tenue y cálida luz que desprendían las velas de la habitación, dejaban distinguir perfectamente el cuerpo bien trabajado del griego. Cuando esté acortó la distancia, el francés pudo ver claramente lo sensual que su manzana vestía, instantáneamente se le hizo agua la boca, convirtiéndose él en el feroz cazador, es que ese bóxer, que hace mucho no apreciaba, le quedaba pintado al cuerpo, mostrando sin timidez alguna uno de los bronceados muslos del peliazul y esa bata de seda le queda muy sensual, esa imagen de su pareja se le hizo terriblemente apetitosa.

- Hola manzanita - contestó sonriendo entre cariñosos y ladino - te ves hermoso.

Milo no contestó el halago, le limito a enroscar sus abrazo en el cuellos del aguamarina para besar sus labios. Camus correspondió el contacto, introduciendo su legua para profundizar el beso, intentó abrazar la cintura de su esposo pero la caja de bombones en sus manos no se lo permitió.

- Te traje ésto - levanto la mano a la altura de la vista del heleno, este sonrió.

- Gracias amor.

Tomó la caja y sin pensarlo la abrió para sacar un bombón, dejó la caja a un lado. Sostuvo el chocolate con los dientes, se acercó hacía la boca de Camus para compartir aquel dulce.

Camus abrió su boca dándole permiso a Milo de introducir la legua junto con el bombón. Las manos hábiles del griego aprovecharon la distracción para deslizar, suavemente, por los hombros de su pareja el saco de vestir, que cayo olvidado en el suelo.

El chocolate logró desaparecer entre besos apasionados que ambos amantes se daban.

De la mesa del comedor, sobre una bandeja de cerámica blanca, estaba la infusión que Milo había preparado anteriormente.

- Bebe - le ordenó ofreciendo el vaso de vidrio color negro - confía en mí - agregó al ver la cara de interrogante de su pareja que bebió sin más. Ya le haría efecto en unos minutos.

Milo tomó la mano de Camus, con un guiño y mirada pícara, arrastró al francés hacía la habitación del placer.

Cuando el acuariano ingresó a su habitación pensó que había traspaso un portal que lo llevó a un motel de lujo, pero no, esa era su habitación muy bien ambientada, logró enternecerse por el esfuerzo que Milo había echo para que todo quedará perfectamente decorado y ambientado hasta el más mínimo detalle.

El aroma que desprendía el difusor lo relajaba y estimulaba a la vez, miró el rostro de su pareja que le pareció una visión hermosa al ver las luces de las velas reflejadas en su hermosa piel.

- Esto es increíble - comentó después de que sus ojos hagan un barrido completo por la habitación - te amo Milo.

El griego sonrió, y frente a la mirada zafiro del galo, se fue despojando de la bata lentamente, lenta y tortuosa para la vista de Camus. Mirándolo fijo y seductor, la delicada seda floreada fue rozando su bronceado y tonificado cuerpo hasta caer la suelo de madera. El aguamarina relamió ante eso.

Adoptando nuevamente la postura felina acechando nuevamente al otro hombre en la habitación. Lo besó con más pasión está vez, tocando todo su cuerpo, deslizando sus manos grácilmente dentro del pantalón para sacar la tela de la camisa blanca metida allí tan prolijamente. Una vez que logró sacarla, la respiraciones de ambos comenzaron agitarse. Camus comenzó a pasear sus dedos por toda la espalda del Milo, desde los hombros, la parte baja hasta llegar al inicio de la tela del bóxer, jugó con el elástico de este mientras el escorpiano desabrochaba la camisa.

Una vez que el torso trabajado de Camus quedó al descubierto, el griego no dudo ni un minuto en acariciarlo, la respiración era agitada y sentía el aire caliente salir de su nariz llegar a su rostro. Camus aprovecho la situación para finalmente colar su mano dentro del bóxer de Milo y apretar con fuerza su glúteo logrando que el peliazul diera un respingo.

Las lenguas entrelazadas, danzaban en sus bocas, no querían despegarse, estaba disfrutando el contactó que el otro le brindaba.
Eran ellos dos solos dándose amor mutuamente.

Milo abandonó la boca del galo para deslizarla por el cuello, sintiendo la carótida latir bombeando sangre acelerada, la infusión estaba haciendo su efecto, llegó a sus hombros y los mordió delicadamente, Camus ante esto respondió metiendo un dedo en el interior de Milo, el griego tembló.

- Aah - artículo el escorpiano ante la intromisión.

- Te gusta ¿Verdad? - habló mientras movía su dedo dentro de él. Milo asintió.

Ambos hombres parados en el medio de la habitación, no paraban de besarse y tocarse uno al otro. Milo se tomó la tarea de desnudar a su esposo por completo, prácticamente le arranco la camisa una vez que está estuvo totalmente desabrochada. La prenda siguiente fueron los pantalones de vestir grises, que al sentir el ruido de la cremallera al abrirse su propia erección punzo, era como el sonido que hacía el envoltorio de un caramelo y es estaba ansioso de probarlo. ¡Aún no! Se dijo así mimo, debía aguantarse.

Camus dejo el interior de Milo en paz cuando libero sus dedos con toda la intención de quitarle esa prenda sexy que le encantaba, movimientos que el griego impidió tomado su manos.

- No seas ansioso - le susurró al oído con la voz en suspiro.

Le pareció irónico que su pareja dijera tal cosa dado a qué el papel de ansioso era el suyo. Aprecio riendo, le reconfortaba que su manzana deliciosa estuviera dispuesta a disfrutar del momento previo antes del sexo.

De rodillas, Milo despojó la última prenda que le impedía deleitarse con el imponente y vigoroso miembro del francés, ese pedazo de carne que lo hacía delirara de placer.

- Delicioso - dijo y sin perder el tiempo lo devoró entero.

- Aaahh - fue el único sonido que pudo dejar escapar de sus labios, la sensación de los labios calientes de Milo chupando su falo era sumamente placentera - Aahh si cariño - tomó los cabellos azules - así, así me gusta.

Era la segunda vez en el día que Milo le practicaba sexo oral, a decir verdad le encantaba. El griego tenía una boca experta y una manera particular de hacerlo y eso a él lo tenía gimiendo a voces.

El griego con ambas manos agarró, clavando sus dedos, los glúteos firmes del francés, que tomaba una tonalidad cálida gracias a la luz de las velas. Su cuerpo se tensaba gustoso al sentir como Milo movía su lengua y con las manos masajeaba su trasero.

No quería terminarle en la boca y dado a que no sabía si podría seguir conteniéndose mucho más tiempo, cuidadosamente, tirando del cabello color azul, con la intención de despegarlo de su pelvis ganándose un gruñido del otro.

- No quiero terminar aún - lo miró a los ojos desde su posición - ven - tomó su mentón para indicarle que se ponga de pie - ¿Qué más tienes? le pregunto pícaro, luego beso sus labios.

- Tengo muchas cosas - se arrimó hasta la mesa de noche y tomo el plug, se lo mostró - ¿Estás dispuesto a todo? - cuestionó mientas le mostraba el juguete sexual.

- Nos estoy seguro de eso - respondió negando con la cabeza.

- Prometo que te gustará, veras que es muy placentero - le sonrió - ¿Confías en mí?

Si, confiaba en él, siempre lo hizo. Recordó las palabras de Shaka esa misma tarde y debía dejarse guiar por su pareja, dejarse sostener. El griego estaba poniendo de su parte, había preparado toda la ambientación y conteniendo su ansiedad de pasar directamente al sexo y lo estaba complaciendo, él también debía de poner su parte en esto.

Asintió sin más - Confío en ti.

El heleno estiró su mano para que el galo la tomara y guiarlo hacia la cama.

- Acuéstate boca arriba amor.

Obedeció, recostó su blanco cuerpo sobre la sábanas negras, cerró sus ojos dejándose llevar por el momento. La música le gustaba, el aroma del ambiente lo trasladaba a yo lugar pacifico.
Flexionó sus rodillas, así le facilitaría a Milo el trabajo. Sintió como su pareja le untaba lubricante en la entraba y supuso que también lo haría en el plug.

- Relájate - ordenó susurrándole en su ingle.

Volvió a devorar su miembro a modo de distracción. Mientras lamía el falo, jugaba con un dedo en la entrada, dilatándolo.

El francés nunca había probado aquello y le estaba resultando terriblemente excitante, su cuerpo vibraba de placer.

No se dio cuanta cuando el plug fue introducido, Milo lo tenía entretenido con su boca.

Sus emociones se dispararon estrepitosamente al sentirse lleno, nunca había sentido nada igual y contra todo pronóstico, le gustaba.

El escorpiano simulaba pequeñas embestidas, suaves obviamente, no quería abusar del momento, su esposo se estaba entregando y confiaba en él. Iría de a poco, incorporando en cada entrega algo nuevo para hacer. Esto que estaba pasando era un gran avance y creía que era suficiente.

- Lo dejaré - le comunico despegando su cara de la entrepierna y mirándolo con mucho deseo.

Se lado para sacarse la ropa interior, se subió sobre él dándole la espalda, sus glúteos redondo y firmes estaban apoyados sobre el pecho de su pareja.

- ¿Estás estresado cariño? - le preguntó pícaro.

- Un poco - contestó distraído con el cuerpo de su esposo.

- Pásame del cajón el aceité de vainilla.

Camus no recordaba la última vez que su pareja le había echó masajes, mal no le vendrían. Sin chistar se estiró un poco para alcanzar el frasquito y pasearlo a su pareja.

El largo y alborotado cabello de Milo, fue corrido hacía un costado por él mismo, vertió una buena cantidad de aceité en su hombro, rápidamente este se convirtió en un río erótico, dejando su esencia por toda la piel del griego, deslizándose por todas sus curvas, dejándolas brillosas y perfumadas, la iluminación danzante de las velas descubría su camino y la mirada zafiro la admiraba como la octava maravilla.

Cómo si tuvieran voluntad propia, las manos del francés, se movieron hasta la espalda que olía a vainilla, la recorrió suavemente embarrándola en aceite, acariciando cada centímetro trasero de Milo, este tiró su cabeza hacia atrás, suspirando y disfrutando por el contacto.

Sin más distracción, el menor dejó caer aceité sobre el abdomen y miembro del galo, como si le estuviera poniendo miel a un delicioso hot cake. Frotó sus manos y comenzó con el masajes, movía sus caderas al unísono con sus manos, provocando a hombre debajo suyo. Inclinó un poco su torso para que su pareja admirara más su trasero respingón.

Camus no aguanto las ganas y bajo sus manos, que anteriormente estaban entretenida recorriendo su espalda, hasta la carne del trasero, hundiendo sus dedos allí con notoria lujuria, aprovechó la lubricación que el aceite le daba para colarle un dedo travieso en el interior.

- Camus - nombró entre jadeos, su cadera se movía jugando él mismo con el dedo del otro.

A modo de respuesta el griego viendo a masturbarlo, de arriba abajo, gritando el pulgar en el glande ajeno. Camus inconsciente movía su cadera, estaba muy excitado y no aguantaba más.

- Aahh amor... Quiero Aahh ... Necesito metértela toda y hacerte mío.

Con fuerza, el acuariano tomo el trasero del peliazul y lo sentó en su miembro, empalándolo de una sola estocada. Se incorporó
Hasta sentarse, pegando su pecho en la espalda del escorpiano.

- Si querías calentarme por de más - le hablaba ronco al oído - lo haz logrado - mordió su cuellos y sujetó su cabello alborotado - eres hermoso, tiene un cuerpo terriblemente adictivo - le hablaba en jadeos y penetraciones profundas.

- Aahh Camus - fue lo único que su boca dejo escapar al sentir como su pene era envuelto por las manos ajenas que comenzaban a masturbarlo.

- Muévete, mueve ese culito para mí - le exigía el aguamarina y esté obedeció - si eso, así así muévelo.

El cuerpo de Milo era un lío de sensaciones, el miembro le comenzaba a temblar y su entrada a contraerse.

- ¿Vas a terminar? ¿ Tan pronto? - cuestionó Camus al sentir el cuerpo de Milo reaccionar a sus atenciones.

El heleno estiró sus brazos hacia atrás, agarrando la nuca del francés y aceleró sus movimientos de caderas frenéticamente en busca de su orgasmo, terminó derramando su espeso semen en las manos de su pareja.

Camus sin perder el tiempo, sin dejar el que cuerpo del otro reaccione, lo tumbó hacía adelante dejándolo en cuatro. Con el trasero a su disposición lo volvió a penetrar profundamente, tan adentro que Milo tuvo que agarrarse del colchón.

Comenzó las estocadas, posando una mano en la bronceada cadera y la otra en la espalda obligándolo a inclinarse y apoyar su cara en el colchón.

- ¿Esto querías? ¿Qué te la de todita mí amor? - Camus estaba demasiado excitado, su cuerpo estaba sumergido y drogado por el ambiente, su pulsación estaba acelerada y sentía que su pene iba a explotar.

El francés estaba echo una bestia salvaje, tenía el libido por las nubes y eso a Milo le encantaba, era como si el antiguo Camus hubiera despertado en su interior, ese hombre que no tenía problemas de poseerlo donde sea. Sentía su cuerpo temblar por los golpes de cadera en su trasero que estaba siendo profanado sin tregua.

- ¡Me encanta! - Grito el griego desesperado preso de la lujuria - sigue, sigue así.

El mayor aceleró sus movimientos logrando tocar el punto de su pareja para que esté logrará su segundo orgasmo ensuciando las sábanas. La contracción del interior de Milo lo apretó tan violentamente que no puedo contener la ola de calor que se acumuló en su glande haciendo que explotara en el interior llenándolo completamente de su espesa y caliente esencia.

Agotado se tumbó de lado sobre el colchón agitado, mientras Milo solo se dejó caer.

- Eso ... Eso estuvo genial Cam - observo que el pene de su esposo seguía erguido como un mástil y fue tal la tentación que su cuerpo aterrizó sobre esté - otra vez.

Camus sonrió mientras posaba sus manos en las caderas de Milo. Esto recién empezaba.

- ¿Qué más tienes para mí?


Hola mis bellos lectores, espero que hayan llegado vivas hasta aquí y le haya gustado el capítulo. Si es así dejé su voto y comentarios 😊😊

Próximo capítulo será el último de esta historia.

Gracias por leer.

* Ylang ylang: Es una flor con aroma que invita a la relajación; se recomienda para aliviar estrés, ansiedad, estados depresivos, frustraciones o angustia porque inspira el buen humor y la alegría. Su efecto relajante ayuda a reducir el estrés y combatir el insomnio, por lo que suele usarse en spas, consultorios, centros de belleza capilar y hogares.

Les dejo una foto de bóxer de Milo


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