Fuego griego

No había hablado con su pareja después de aquélla visita a su trabajo. Camus tampoco le había mando un texto contándole como le había ido.

Estaba intrigado, sabía que su pareja hablaría de sus disconformidades y eso lo traía nervioso. También asustado, se preguntaba lo que Shaka tendría preparado para él esa tarde.

- Milo ... ¡Milo! - gritó Mu llamándolo - ¿En qué planeta estás? Te estoy llamando hace un rato - el ariano se encontraba acomodando en un sillón, un maniquí.

- Lo siento, estaba divagando en mí mente ¿Qué me decías?

- Te preguntaba que ropa le pongo al maniquí.

- Ponle esa que deje ahí - señaló un montón de ropa sobre otro sillón - la dueña del local la eligió.

Al cabo de un rato de trabajo, seguían acomodando la vidriera del local donde estaban trabajando.

Mu veía curioso al escorpiano, estaba distraído e inusualmente callado desde que llegaron y eso le parecía extraño. Decidió externar su inquietud.

- Milo ¿Cómo te está yendo en la terapia?

- Mejor de lo que pensaba, aunque me pone un poco nervioso la sesión a solas que Camus tuvo hoy. Le mando mensajes y no me contesta.

- ¿Celos? - preguntó el ariano vistiendo el maniquí.

- Una mezcla entre celos y miedo - suspiro dejando lo que estaba haciendo - celos porque conociendo las cosas que hace el terapeuta allí y estando a solas con él... - calló por unos segundos - y miedo por lo que Camus pueda haber dicho allí, no por lo que Shaka piense, si no porque al expresarlo, las cosas se hacen más real, las quejas, inconformidades e inseguridades... - sonaba alarmado - mira si se da cuenta que soy insoportable y me deja.

- Milo, por favor, deja de decir disparates. Camus te ama, todo tiene solución. Aparte piensa, eres hiperactivo y son muy diferentes, pero si no te quisiera o soportaría, ya te hubiese dejado ¿No crees?

- Se que me ama pero quizás esté cansado de mí. Se que a veces le exijo mucho y me pongo insaciable y ... -

- Espera, espera - lo interrumpió - para eso van a las terapias, y si él tenía algo que expresar , lo habrá resuelto en la terapia, no te hagas historias por nada. Y tú - lo señaló - esta tarde también te tocará expresar tus inconformidades como dices.

- ¿Y por qué querría vernos separado? Me molesta eso, se trata de terapia de pareja, somos una pareja - protestó cual niño caprichoso.

- Mira Milo, estoy seguro que en alguna sesión haz hablado por él, conociéndote es así y seguramente quería que estén cómodos hablando de sus cosas. Él es el profesional, no te persigas y confía.

- Tienes razón, solo estoy preocupado porque no contesta los mensajes.

- Deben estar en una reunión, Shura me dijo que hoy irían los clientes a ver los planos.

Después de una mañana de trabajo y tarde del gimnasio, Milo se duchó antes de salir hacia la terapia.

Estaba nervioso, no lo iba a negar. En su mentes ya se imaginaba distintos escenarios de lo que le esperaría hoy.
Pensaba en las pregunta que le haría el rubio y lo que él contestaría, o que cosas le haría hacer detrás de las cortinas, en el cuarto bordo.

Tomó un taxi, solía caminar a todos lados pero esa tarde hacia calor. No quería transpirar mucho.

Una vez que el coche se estacionó en la entrada, pagó y se bajó. Caminó rápido y nervioso hacía la puerta.

Tocó el timbre y el apuesto castaño atendió. Increíblemente estaba vestido con un pantalón deportivo y remera. Ninguna transparencia ni demasiada piel expuesta.

- Buenas tardes señor Monnier - lo saludó por su apellido de casado, cosa que por alguna razón le encantaba. Era como un sentimiento de pertenecía.

- Buenas tardes Aioria.

- Ven pasa, cámbiate que Shaka te espera en el consultorio.

El griego de pelo azulado, ingreso a la habitación destinada para que usarán los pacientes. Se cambió la ropa que llevaba por el atuendo blanco que le hacía poner en cada terapia, su dobok.

Para cuando abrió la puerta del consultorio, Shaka lo esperaba con su típico trajer color gris, su libreta en mano y la pose intimidante, sentado en su sillón.

Le parecía irreal que ese hombre, con tal elegancia y profesionalismo, en la otra habitación, se desnudara con totalidad normalidad e hiciera que hagan cosas íntimas.

¿Qué habría echo con su pareja? Había prometido no ponerse celoso, pero le era inevitable.

Saludó cordialmente al ingresar, caminó directamente al sillón grande para sentarse.

- Bien Milo ¿Cómo haz estado el día de hoy? - preguntó llevando su mano al rostro, mostrándole interés en la respuesta.

- Bien, supongo - quiso parecer neutral - nervioso - confesó al fin.

- Nervioso ¿Por qué? - anotó en el cuadernillo.

Milo vaciló si contestar sinceramente, pero la mirada escrutadora de Shaka le decía que se abra a él.

- Por la sesión de Camus - Shaka anotó poniéndolo más incómodo - ¿Qué le dijo?

- Eso es secreto profesional, no puedo decirle lo que trato con mis otros pacientes - contestó sin levantar la mirada del cuaderno - ¿Cuéntame tu frustración en la pareja? - cuestionó volviendo sus ojos celestes al escorpiano.

- Frustraciones ... - pensó en voz alta - ¿Sexualmente o lo que me molesta de Camus?

- Ambas.

- Bien - se acomoda en su lugar - sexualmente, como ya le expresé en la primera sesión, no siento entusiasmo ni deseó por parte de él a la hora del acto, eso me molesta al punto de no disfrutar tampoco yo y con respecto a la relación o Camus, pocas cosas me molestan. Nuestra dinámica funciona, el exceso de trabajo o mejor dicho, que no separé su tiempo en el hogar del trabajo me molesta.

Shaka asentía y anotaba con una rapidez envidiable de sus manos.

- Con respecto al sexo - dejó de anotar para mirarlo - ¿A qué piensas que se deba su falta de deseo?

- No lo sé, tal vez no me desea - se desplomó en el sillón.

- ¿Por qué piensas que no te desea? - cruzó sus piernas

- Últimamente les cuesta excitarse, no se preocupa por llegar al orgasmo, no se muestra cariñoso conmigo ... - hablaba sin parar, las palabras le salía como vómito verbal.

- ¿Cómo te sientes al respecto?

- Insatisfecho.

- ¿Alguna vez tu pareja te manifestó sus inquietudes o necesidades sobre el sexo?

- Una vez me propuso que probaremos algo diferente, pero no le di importancia y pasamos directamente al acto.

- ¿Te gusta el juego previo?

- No... No lo sé, nunca lo practicamos, soy muy impaciente y fogoso. Cuando lo tengo en la cama, solo pienso en montarlo. Tu me entiendes.

- No tengo como saberlo ¿Nunca pensaste que él si deseaba juego previo?

- ¿Eso le dijo?

- Milo, las preguntas las hago yo. Contesta.

- La verdad, nunca presté atención - hizo silencio un momento digiriendo lo que iba a decir. Shaka asintió con la cabeza dándole confianza para que se exprese con libertad - ahora que lo pienso, me siento como un egoísta. Yo siempre estoy listo, siempre tengo deseoso de estar con él y quizás Camus necesitaba de ... Ya sabe, uno mimos antes.

- No se trata de deseo, Milo. Él te desea, eso se nota. Se trata de desintoxicar su cuerpo e aislar su mente de los problemas y trabajo diario. Se trata de atenderlo y darle ese placer que él necesita para comenzar.

- ¿Quiere decir que con el juego previo las cosas serían diferentes?

- No lo podría asegurar, pero es una posibilidad. Tu dices que no lo necesitas, quizás él si - Shaka se levantó de su lugar - Milo, sígueme al otro cuarto.

El griego se levantó expectante por lo que le tocaría vivir allí. No sabía que ejercicio tenía pensado Shaka para él.

Cuando ingresaron, había velas rojas prendidas, música lenta y romántica puesta, toda la habitación olía a lavanda. En el centro, estaban los típicos almohadones y en el techo colgaban desde el centro a los cuatro extremos de la habitación, telas decorativas.

- Espérame aquí en el centro, nos vamos a preparar.

- ¿Nos? - cuestión Milo, pero el indio ya no se encontraba allí.

Se descalzo y se sentó en los almohadones a esperar al terapeuta. Minutos después él y su pareja aparecieron.

Ambos vestían atuendos blancos, pantalones largos y remeras.

Aioria tomó lugar frente a él, sobre un almohadón, mientras Shaka preparaba un té de damiana, una flor especial para desinhibir a las personas, además de ser vigorizante y estimulante para el sistema nervioso central.

Una vez lista la infusión, Shaka la vertió en 3 vasos de metal plateado para luego hacer que todos los hombres allí presentes la ingirieran.

Tomó su lugar en el medio de ambos hombres.

- Milo, Aioria será parte de nuestra sesión de hoy. Te enseñaré a estimular a la perfección a un hombre y también a desconectarlo de exterior.

- ¿Que se supone que me enseñará? Yo soy perfectamente capaz se excitar a mí esposo - respondió ofendido.

- Yo no digo que no, simplemente te enseñaré los importancia y satisfacción del juego previo y de hacerlo de una manera eficaz. Para eso está mí pareja aquí, lo usaremos a él, tomará el lugar que tendría Camus ¿Estás de acuerdo?

- Si ... - contestó nervioso.

- Bien, ahora lo que haremos es que tu desnudes a tu pareja, lentamente, tocando la piel que va quedando expuesta y sedúcelo besando sus labios lentamente, como invitándolo.

Milo lo miró con los ojos tan abiertos y sorprendidos, que pensó que se le saldrían de la cara. ¿Había escuchado bien? ¿Quería que desnude y bese a su pareja? Ese hombre estaba loco o no conocía la palabra celos.

Aioria posó su mano sobre la de Milo dándole confianza y tranquilizándolo.

- Mira como él me desnuda.

Aioria acortó la corta distancia que lo separaban, se arrodillo frente al rubio. Colocó sus manos en la delgada casera del indio y de un movimiento sensual, poco a poco subía la camiseta del virginiano, mientras que los pulgares libres acariciaban la piel recién expuesta. Pegó su pelvis al otro y termino de despojar la prenda.

Comenzó a frotar su hombría contra la del rubio mientras repartía besos por el cuellos y sacaba suspiros de este.

Milo intentaba prestar atención, la escena que tenía enfrente era por demás erótica y se preguntaba si con el francés habían echó lo mismo.

Shaka de un movimiento ágil, tomó el brazo de Milo y lo arrastró juntó a ellos. Colocó su mano en la camiseta del leonino.

- Saca su remera - le indicó.

Aioria cesó los besos al rubio y quedó a la espera de los movimientos del peliazul, que lo miró aún sin animarse. El leonino tomó la mano libre del griego y la llevó también a su camiseta.

Y sin más el heleno, como pudo, fue deslizando la prenda blanca del cuerpo del griego castaño. Lentamente fue dejando al descubierto, la piel bronceada y los marcados abdominales de este, inconsciente se le secó la boca. La tela de algodón siguió su curso exponiendo el fuerte pecho del leonino, se le cortó la respiración por tal belleza.

El griego castaño, despojó a Milo de su camiseta.

No podía compararlo, Camus y él tenían diferentes cuerpos, Aioria era robusto, fuerte y musculoso, en cambio su francés era delicado, sutilmente trabajado pero muy sensual, a él le encantaba su pareja.

Shaka comenzó a lamer el pecho del castaño para que Milo lo imitara, este se sentía atónito. Aquí la palabra celos no existía.

Suspiro y acercó su rostro al pecho bronceado del otro, respirando el perfume a coco que esté emanaba.

- Bésalo, tiéntalo, invita al placer a tu pareja.

Si fuera su pareja, no tendría problema de lamer ese níveo pecho de Camus. Esta piel era ajena a él. Sin más comenzó con ligeros besos en su cuello. Shaka tomó una mano y con la suya, lo fue guiando con movimientos lentos, acariciando la piel que no le pertenecía.

Aioria tiro su cabeza hacia atrás suspirando de placer, ocupó sus manos en seguir desnudando al rubio. Este se puso de rodilla, sin dejar lo que estaba haciendo, para facilitarle a su pareja que bajara el pantalón.

Cuando Milo sintió las fuertes manos, del otro griego, aferrarse al elástico de su shorts, dio un respingo. Rápidamente se alejo, rompiendo el contacto.

- Milo, tu pareja no va a dejar las manos quietas en ese momento.

- Lo siento, no esperaba que me desnudara.

- El sexo se practica desnudo, Milo - comunicó neutral el terapeuta. Acércate.

Nuevamente, se arrimó a la pareja, se ubicó frente a Aioria y esté no dudo en despojarlo de su short. El leonino se acostó boca arriba, esperando ser desnudado también.

- Saca sus pantalones, de la forma más sensual que sepas - ordenó el rubio aún con su cara neutral.

- ¿De que se trata esté ejercicio?

- Te enseño como encender el libido de tu pareja y disfrutar del placer previo que son capaces de generar para que en el momento que llegue el acto sexual, ambos estén al límite del deseo. Tu pareja sentirá esa necesidad imperiosa de penetrante desesperadamente ¿Acaso no querías eso?

- Si, pero pienso que lo estoy traicionando.

- Para nada, esto es únicamente para la terapia con el fin de mejorar su vida sexual. Ambos estaban advertidos.

Dudando un poco, Milo repartió besos por el abdomen del griego, bajando lentamente hasta el elástico del pantalón, agarró este con las manos sacándolo lentamente, sin dejar de besarlo.

- Excelente - exclamó Shaka - Ahora la ropa interior.

Ya rendido ante las peticiones del terapeuta, imitó la acción, se acercó y bajo se a poco el bóxer blanco, cuando esté libero la fuerte erección del griego, el pene le pegó en la cara.

Esa cachetadas del viril miembro, logró encenderlo y recordó cuando su pareja hacía lo mismo adrede.

Nunca supo cuando el virginiano se había despojado se su ropa interior también. Estaba todo lampiño, como si se depilara y ahí se dio cuenta que ambos hombres tenían en sus torsos dibujos con henna.

En sus manos en indio traía una botellita de vidrio obscuro, lo que supuso que era algún tipo de aceite.

- Ahora le harás masajes a tu pareja, para relajar su cuerpo, aquí tengo aceite de lavanda - lo vertió a lo largo del cuerpo de Aioria, como si tirara miel a los hot cacke - haremos masajes eróticos sin llegar a la masturbación. No queremos que acabe todavía.

El rubio comenzó enseñando los pasos, del pecho al hombro y cuello, masajeaba y distribuía el aceite que poco a poco se fundía en la piel bronceada, haciéndola brillar. No podía negar que esa imagen era sexy.

Se colocó entre sus piernas y masaje desdé el cuello hasta las piernas, cuando Shaka comenzó a chupar el miembro, Milo casi muere en ese instante.

¿Acaso pretendía que haga lo mismo? Si duda estaca loco.

- Hazlo - ordenó apartándose de Aioria.

- ¿Acaso no tienes celos? ¿No te molesta que le practique sexo oral a tu esposo?

- En lo absoluto, no siento celos, estoy seguro de los sentimientos de mí pareja y esto es una práctica estrictamente profesional - contestó sin ninguna mueca - hazlo tranquilo, él es experto en ésto y no te eyaculara en la boca ni en ningún momento, está sumamente preparado para ésto. Tu deber es llevar a la cima a Camus y aminorar el movimiento cuando sientas que está por acabar, te das cuenta porque su pene se pone más duro, el glande se inflama, presiona los movimientos, afirma el agarre en tu cabello y los gemidos son más intensos. Tu conoces a tu pareja, te darás cuenta.

Shaka hizo un movimiento de manos, como invitándolo a qué se coloque entre las gruesas y musculosas piernas del castaño.

Milo ya sumergido en el ambiente y el cuerpo que libremente le ofrecían, ya no puso más resistencia y hundió su rostro en el cuello del leonino. Beso su cuello hasta la clavícula, deleitando sus oídos con la respiración entrecortada del hombre a su merced. Siguió su curso hasta el ombligo y jugó con sus dedos con los pezones ajenos, a Camus le gustaba eso. Metió su lengua en el ombligo y bajo sus manos hasta los muslos del otro.

- Propina masajes en el pene - indico el indio - pero no lo masturbes.

Se incorporó hasta quedar de rodillas nuevamente, tomó el vigoroso y grueso miembro, para darle leves masajes por toda la longitud. Aioria comenzó a gemir.

- Más despacio - Shaka ayudo con sus manos y las sumo al trabajo del griego - siente como la sangre fluye por él, siente como se endurece en tus manos. Esto tienes que provocar. Hazlo desear, vuélvelo loco.

Milo agachó su cabeza y comenzó a succionar el glande del pene entre sus manos. Estaba demasiado duro y eso hacía que tuviera que abrir su mandíbula un poco más. Instintivamente Aioria sujetó su cabeza.

- Eso es señal de que lo está disfrutando.

Su lengua viajaba por todo el tronco hasta llegar a los testículos y volver por el perineo y terminar de meter la punta de la lengua en el glande. Aioria no paraba de gemir, casi que gritaba.

Si algo sabía Milo, era dar un buen sexo oral.

El griego de cabellos azules, no estaba seguro de que aguantaría y no eyaculara, los graves gemidos que eran emitidos por el hombre bajo suyo, le daban a entender eso.

Sintió las manos de Shaka acariciar su cuerpo. Mientras el leonino ejercía más presión en su agarré, profundizando la intromisión. La boca del heleno no tenía tregua.

Ahogado, se alejo de la pelvis bronceada y se dio cuenta que la pareja se besaba. De un solo movimiento el virginiano se sentó sobre la pelvis de su pareja.

- Frota el miembro entre los glúteos, rozándolo con lentas estocadas - Shaka comenzó con los movimientos, el grueso y bien todo pene del castaño, era abrazado por la carne del trasero del terapeuta. Los movimientos de cadera, era lentos, de arriba y abajo, tortuosos, logró que las manos griegas, se colocaron en su cintura.

Era el turno de Milo, su cuerpo vibró al sentir el falo rozar esa parte que solo le pertenecía a su francés y deseó que él estuviera debajo suyo.

- Si él te penetra en ese momento, estarán más que listos para disfrutar del sexo.

Shaka detuvo a Milo, antes este se perdiera de placer sobre el cuerpo de su pareja.

- ¿Entiendes el fin de todo esto, Milo? - cuestionó el rubio.

- Si, me di cuenta que todo esté juego es sumamente excitante. Esto sirve para desconectar a Camus de su estresante día y hundirlo en un mar de placer. Ahora entiendo lo que él pedía y necesitaba.

- Bien Milo, excelente. Te daré unas instrucciones de lo que harás está noche para estar junto a él, también te daré aceites, aromatizantes y una infusión. Recuerda que tienes que preparar el ambiente para un coito óptimo y sublime. Cámbiate y te abro la puerta.


El indio se vistió con una túnica blanca y despidió en la puerta a su paciente. No sin antes darle una bolsa con todo los que ocuparía esa misma noche y al día siguiente, los vería para la última sesión.

Regresó al la habitación bordo, donde un león lo esperaba, desnudo.

Apenas traspaso las cortinas, Aioria se incorporó y caminó hasta él. Solo cruzaron miradas, hasta que el castaño arrancará la túnica, rajando la tela que cubría su delgado cuerpo.

Se besaron apasionadamente, mientras que Shaka era arrastrado hasta los almohadones. Y su cuerpo fue arrojado sobre ellos.

Su pareja no necesitaba de afrodisíacos ni infusiones estimulantes, era una fiera salvaje en la cama y solo con ese juego previo, estaba más que listo para darle placer el resto de la tarde.

Lo volteó, hundiendo su rostro en un almohadón, con la ventaja de su pene ya lubricado, gracias al aceite que usó anteriormente, penetró la entrada del rubio de una sola estocada, profunda y rápida, hundiendo toda su carne dentro de él.

- ¡Aaahhhh! Aioria - podía gritar todo lo que quiera y nadie lo escucharía.

Le excitaba sentir, dentro suyo, el vigoroso y grueso pene de su pareja, penetrándolo fuertemente, bien profundo, provocando que sus cuerpo hagan ruidos obscenos.

El griego sujeto las largas hebras rubias, jalando su cabeza hacia atrás, adoraba ver las muecas de placer que esté hacía.

Los gemidos del leonino eran más intensos y sus estocadas más profundas.

- Me vengo, mí amor... Ahí te la doy toda.

Soltó el pelo y sujeto ambas nalgas con sus morenas manos, apretando la carne con fuerza, mientras su elixir era liberado.

Shaka al sentir el miembro suyo hincharse, derramando el líquido caliente, acabo sobre la alfombra.

- Te amo, mí amor - el griego se desplomó sobre los almohadones.

- Yo también, mí león salvaje.

Hola mis bellos lectores.

Solo queda un capítulo de esta historia.

Seguramente habrá algún extra y si lo desean pueden pedir uno también.

Espero que les haya gustado.

Gracias por leer.


















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