Capítulo 4 [EDITADO]

Narra ______.

Al despertar, me preparé mentalmente para otro día de sufrimiento en clases. Me vestí rápido para no llegar atrasada.

Cuando llegué sólo habían un par de caras nuevas de las cuales no conocía sus nombres. Y tampoco me interesaban.

La primera hora de tortura fue de matemáticas. Y como no soy la mejor alumna tenía que prestar mucha atención.
Llegó recreo que me fui directamente a las escaleras. Habían muchos de los nuevos que estaban solos, y los entiendo, es difícil adaptarse en este lugar.

Me paré para ir a la cafetería. Al llegar me senté en una de las mesas del fondo. Siemore estaba desocupada, era perfecta.

—Hola.—se me erizó la piel al sentir a Ashley atrás mío.—Ahora no está el director para defenderte.—puso una mano sobre la mesa, como queriendo marcar territorio, una perra cualquiera.—¿Qué se siente estar siempre tan sola, rarita? —la miraba, pero no le respondía. No valía la pena.

Por cada segundo en el que yo no respondía su enojo aumentaba.

—Habla, di algo.—levanté una de mis cejas y le corrí la mirada.—Deberías hacerme caso.—Dicho eso me tiró mi bandeja con todo lo que había en ella, haciéndome quedar empapada.—Quizás así aprendas algo de respeto.—y se largó.

Por obviedad estaba mojada hasta los pies. Caminé tranquilamente hacía el baño. La gente que me veía susurraba cosas como "Qué buen trabajo el de Ashley" y otros simplemente reían.

Cuando estaba en frente de mi casillero saqué la ropa que tenía de cambio. No era la primera vez que algo así me pasaba, por lo cual, ya estaba preparada.

Me cambié de ropa y eso hizo que me atrasara en llegar a clases.

Cuando el profesor me vio no dijo nada y me dejó pasar.

No quería pero estaba a punto de quedarme dormida. Hice mi último esfuerzo y miré hacía la puerta. Un chico atrasado esperaba por entrar.

El profesor lo hizo pasar y sí, era Alex.

El profesor lo presentó y luego le dijo que se sentara donde quisiera y con quién lo quisiera.

Siendo que habían más puestos disponibles por alguna extraña razón decidió sentarse al lado mío.

Sacó sus cuadernos, pero no se molestó em abrirlos. Es más, sacó sus audífonos y se centró en eso. Técnicamente sus útiles escolares estaban de adorno sobre su mesa.

Una vez que el timbre nos libera de clases, me armo de valor y le hablo.

—¿Por qué te has sentado conmigo? —me miró sorprendido. Lo pensó un poco y respondió.—Eras la única que se veía agradable.—eso no me bastaba.—¿Pero me conoces? —tomó aire —Te he visto en Terapia.—dicho eso se fue.

Volví por segunda vez en el día a la cafetería. Y me senté donde siempre. Yo comía de lo más normal mi colación hasta que veo a un Alex perdido y sin asiento. Tuve que hacer la buena acción del año.

Le hice una especie de seña para que fuera hasta donde yo estaba. Y una vez que llegó me miró raro.

—¿Y esta amabilidad? —ni siquiera yo lo sé.—Eres el único que ha sido educado conmigo.—asintió y se quedó callado unos minutos.

—¿Cómo te llamas? —por alguna extraña razón pensé o tenía la ilusión de  que sabía mi nombre.—______ Fuentes —eso ya comenzaba a ponerse raro e incómodo.

—Lindo nombre —luego terminó su comida y se fue. Sin decir nada más.

¿Cuál es la gracia de ser tan misterioso? Si seguía pensando en eso, ese chico me haría explotar. Pero estaba claro que lo misterioso no me parecía divertido... Pero era atractivo, no hay duda.

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