[[Dos]]


El miedo es una de las grandes características que tienen las personas, entre más emociones y sentimientos sienten.

Es espléndida la manera en la que te vas pudriendo lentamente por alguien, y el sabor del riesgo se vuelve indescriptible cuando conoces que estás yendo hacia una hermosa perdición, tus sentimientos se convierten en un arma de doble filo para ti, en cualquier momento y sin el debido manejo, podrías acabar enterrando un puntiagudo puñal en el pecho de tu amante, manchando así con su sangre dulce tus manos, misma que lamentarás en sollozos mientras la culpa va invadiendo tu cuerpo por completo.

Por ello, la relación de estos dos jóvenes adultos se podría considerar un ramé.

Donde lo caótico predominaba.

Por supuesto, aquel primer beso no fue el único...al contrario, este abrió paso a muchos más encuentros casuales, en la escuela, en el estudio, en algún lugar cerca. Aquellos ojos marrones cuán otoño, brillantes y serenos, ahora estaban llenos de culpa y aquella lengua llena de verdades, ahora solo podían balbucear pequeñas mentiras piadosas. Min Yoongi incluso podía formar un maldito ramo de rosas, rosas que el rubio le regalaba para calmar su ansia.

Y ahí se hallaba aquel de apellido Park, forraba lienzo tras lienzo, remojaba las manos bruscamente en pintura para luego pintar sobre ellos. Necesitaba mantener su mente ocupada en algo, no podía concentrarse, no había podido pegar ojo en toda la noche, su mente vagaba en pensamientos, pero no en arrepentimientos, y eso era lo que detestaba más, porque no se arrepentía de su acto de infidelidad.

Suspiró frustrado dejando caerse al suelo. La noche anterior había llegado a casa tarde sin darle una explicación a Min, quien por supuesto notaba ciertos cambios. ¿Pero que podía decirle? ¡Perdona amor, pero no pido dejar de pensar en alguien más!
No tenía una explicación, no había excusa para ello, más que el haberse dejado llevar por su conmovedor corazón de condominio. Porque estaba plena y completamente consiente de lo que estaba haciendo.

Min Yoongi no merecía todo eso. Y Jeon, Jeon necesitaba algo más sincero, completo. Jimin estaba haciendo las cosas mal.

Trago en seco y se levantó con prontitud, limpio la pintura fresca sobre sus manos con un pequeño trapo sobre la mesa, y decidido, salió del lugar en busca de un solo objetivo.
Caminaba con paso rápido y elevaba la mirada en busca de aquel peli negro, tan concentrado en todo, con la mente pensando en nada, terminó chocando con un chico. Alguien a quien jamás había visto paseando por ahí, su cabello castaño estaba en rulos, unos lentes rectangulares ocultaban sus ojos, y un abrigo largo envolvía su cuerpo.

—Lo siento—dijo el rubio haciendo una leve reverencia como disculpa.

—No hay problema—respondió el chico con una voz profunda y grave.

Sin creer necesario el hecho de permanecer ahí quieto, planeo seguir caminando para lograr su cometido, cuando...

—Disculpa—habló el castaño de lentes deteniéndole—Buscó a una persona, ¿Podrías ayudarme?

—¿Cuál es su nombre?—cuestiono con algo de ansiedad recorriéndole, no tenía tiempo que perder en esto.

Pero aquella ansia desapareció, convirtiéndose en confusión y entusiasmo cuando escuchó aquel nombre.

—Jeon Jungkook—fue la respuesta de aquel chico—¿Sabes donde puedo encontrarlo?

—¿Puedo preguntar porque lo estás buscando?—se atrevió a preguntar, le carcomía saberlo.

—Soy su novio—contestó y aquello le caló en lo más profundo del pecho.

¿Su novio? No, eso no podía ser verdad, es que, no podía.
¿Por qué no podía evitar sentir su corazón quemar de ira?

—¿Tae?—interrumpió una tercera voz a sus espaldas, llamando la atención de aquellos dos jóvenes—¿Qué haces aquí?

El de lentes no se hizo esperar y prácticamente corrió hasta el peli negro tomándolo del brazo. Y Jimin estuvo a punto de ir y alejarlo abruptamente de él. Pero no, no debía hacerlo, no tenía ningún derecho.

—Vine por ti para ir comer algo juntos—le dijo el castaño sonriendo—Te pasas todo el día tocando el estúpido piano, que ni siquiera te preocupas por ti.

—¿Park?—cuestiono una vez le reconoció, ignorando lo anteriormente dicho por el joven de lentes.

Es necesario decir, que el hecho de saber que su "relación" estaba mal, que no podía hacer, le hacía odiarse así mismo. Pero; es que le encantaba, y lo volvería a hacer sin dudarlo.

—¿Qué es lo que...

—Y-yo, necesitaba comprar algunos materiales que necesitó —dijo bajando la mirada—Fue ahí donde me topé con tu novio.

—¿Mi q-que?—exclamó el contrario abriendo más los ojos—El no, no es...; Taehyung ¿Qué le dijiste?—se quejó golpeándolo sutilmente mientras sonreía.

—Sólo bromeaba, era broma, broma.

Una broma de mal gusto, se dijo el rubio relajando sus hombros.

—Bueno, creo que ahora, iré a comprar lo que necesito—dijo señalando al aire—Disfruten su comida.

Dijo dando la vuelta sin mirar la reacción de los otros dos, de pronto, su estúpido sentir lo hace detenerse, y voltear.

—De hecho...—divaga llamando nuevamente la atención del chico—Necesitamos hablar, Jeon. ¿Tú bebes?


—Así que...Taehyung es...

—Mi mejor amigo—le respondió tranquilamente tomando un trozo de zanahoria.

Al rubio le pareció lo bastante tierno, pues le hacía alusión a su gran parecido con los conejos.

—Lo conozco desde que tengo memoria—continuó—El fue quien me ayudo a descubrir mi pasión al tocar el piano.

—Creí que era algo nato en ti.

—No...tener problemas al escuchar es nato en mi, me brindaba más problemas, el piano es el único lugar donde encontré seguridad, cuando toco, todo se disipa a mi alrededor, me siento normal.

—Es que eres normal, Jungkook.

No sabía que estaba haciendo ahí, no sabía la razón del porqué lo había buscado, no sabía porque sentía un fuerte atracción cuán iman hacia ese chico, ni porque tenía esa ansia de mirarle, de probar nuevamente esos labios. ¡No lo sabía! ¡Y maldita sea, se detestaba por eso! Porque jamás lograba encontrar respuestas a nada.

—Debo decir que, te he escuchado tocar, realmente eres un maravilloso pianista.

Así sería, lanzaría cumplidos a diestra y siniestra para poder evitarse sentir tan mal por lo que su cabeza ahora pensaba.

—¿Ni siquiera vas a sentarte? —le cuestiono el peli negro divertido.

—Yo...claro, lo haré —asintió tomando el asiento al frente suyo.

Aquel chico lleva la botella de soju al filo de la mesa, en un movimiento rápido la golpea haciendo botar la tapa, finalmente sirve aquel líquido en un caballito y lo bebe inmediatamente.
Jungkook lo mira y apenas puede creer lo que está viendo, una parte de el está segura del amor que aún no comparten, la otra no puede quitar la culpabilidad por lo que está haciendo.

Botella tras botella. El tiempo pasa, la conversación fluye.
Había perdido la cuenta de cuánto alcohol había consumido el mayor, un rubor cubría sus pómulos, las palabras salían confusas de su boca, no se le entendía con exactitud lo que hablaba, apenas y podía sostenerse por sí mismo.

Los dos salieron de aquel bar con dificultades, Jeon sostenía al rubio por la cintura para ayudarlo a caminar.

—Dime tú dirección Jimin, te llevaré a casa —dijo con la respiración entrecortada. Porque ¡Dios! Pesaba como el demonio.

—¡No iré a casa! —solto haciéndole suspirar con frustración —Vayamos a otro lado Kookie, sólo tú y yo.

Contesto y Jeon no sabía cómo responder a aquello.

—No, Park, estas borracho —respondió sosteniéndolo con fuerza, pero en un movimiento rápido se acercó mucho a su rostro.

¿Como podía resistirse a eso? ¿Cómo hacerlo si lo tenía solo a unos cuantos centímetros de su cara?

—No sabes cuánto lo deseo —susurró separándose un poco —Pero no puedo, está mal. Min debe esperarte en casa preocupado.

—¡Aguafiestas! —espetó riendo como un completo tonto.

Sin embargo, hay tentaciones como Jeon, y pecadores como Park.
Y el remedio para librarse de ese pecado, es sucumbir a él. Después de todo, había tentaciones en las que valía la pena caer.

De algún modo, se encontraban los dos ahí, en aquella habitación del peli negro, sentados uno al lado del otro en el borde de la cama, la incomodidad sin duda estaba presente, pues el alcohol había dejado de hacer efecto.

Jungkook sonrojado, era una maravilla, y el joven de blondo cabello ya no pudo mantener más el control, hizo lo que se había prohibido hacer.

Se iluminó la estancia de una venusta gracia cuando acercó su boca a la del contrario tembloroso.

Lo beso.

Pero eso no le bastaba, sin embargo aquí no solo importaba lo que el quisiese, se trataba de lo que Jeon Jungkook quería.
Grande fue su sorpresa cuando se dejó ser besado, le correspondió aquel beso, y antes de cualquier protesta, bajo a su mentón llegando a su cuello, sus manos, con su delicadeza, le acercan a circunvalar el suyo haciéndole besarlo nuevamente y Jimin no hace mas que profundizar aquel beso. Con delicadeza lo recuesta sobre la cama quedando encima, el sentido común le grita que debe frenar antes de terminar de echar a perder todo. Pero lo que su cuerpo dice es otra cosa, y lo obliga a hacer todo lo contrario, así que continúa el recorrido con los dedos, desabrocha botón por botón para deshacerse de su camisa, y calentar su cuerpo con suaves caricias, pronto no quedaron rastros de ninguna prenda.

Se separan a falta de respiración, sus miradas cruzan por un tiempo que se siente eterno, se miran fijo antes de volver a devorarse. Park Jimin deseaba más, deseaba mucho más y lo quería ahora.

Le cobraría sus insomnios de estos últimos días.

Jeon se cubrió el rostro y Park puede observar una lágrima brotar de sus ojos, posiblemente al creer que esto era sólo un vil sueño, con delicadeza lo toma del mentón.

—Mírame—susurra demandante—Existo.

El peli negro baja con lentitud su brazo y le mira con sus labios temblorosos.

—No haré nada que tú no quieras—continua el rubio con la voz entrecortada y la respiración agitada—Prometo no ir a ninguna parte. Prometo no rendirme contigo.

A sus manos juguetonas, les gusta apretar, cuándo fuera y estando dentro, saben igual de ternura como de sexo.

El comienzo es acompañado con una sed infinita. El corazón llega a la garganta y las pulsaciones se aprecian por todo el cuerpo, la sangre crece y golpea, provoca impudicia y esplendor y miedo sobre la cama de sábanas destendidas.

Entonces, Jimin se detiene un momento a contemplarle, teniéndolo entre sus brazos, brazos donde podría volcarse a gusto, comienza a comprender, porque está tan claro, que nunca dejaría de desearle. Luego una punzada yace en su pecho al saber que esto sólo sería cuestión de una sola noche, pero se permitiría disfrutarla por completo.

Jeon no pudo evitar mover sus caderas al compás de sus movimientos, miles de sensaciones le invaden, un cosquilleo en su estómago se presenta, y hace su mayor esfuerzo para acallar sus gemidos.

¡Iba a morir allí mismo!

Su grito le dice 'más'. Él se detiene. Su silencio le ordena: 'más'. Y acaricia su cuerpo con su aliento.

Lo mira. Lo ve disfrutar y es envuelto por un halo conformado con norias, montañas rusas, un fuego incandescente.

De frente.
Lo mira y sonríe mientras aprieta con sus dedos su colmo placentero.
Muy cerca y de frente.
Lo toca, mira y sonríe. Trata de impregnarse en su piel, impregnarse en su memoria, guardar su imagen en la suya.
Lo mira, le sonríe. Le besa.
Lo besa desesperadamente, algo ya cansado. Una lágrima brota resbalando por su mejilla, ambos han volado al cielo, pero en algún momento debían aterrizar.

Sus realidades ya no podían ser cambiadas.

Y es ahí donde un pensamiento yace: »¿Por qué no te conocí antes?«

Bajo la tenue luz del cuarto, se tumbo a su lado aún observándole, acaricia su mejilla suavemente como si la fuese a lastimar, cruzan miradas y así el tiempo sigue pasando hasta que aquel peli negro se queda profundamente dormido.

Para despertarse en medio de la noche, topándose con su ausencia, encontrando solo una vil nota que juega con su cabeza, jugando con su corazón.

"Si te despiertas solo a oscuras en la cama. Lo siento. Tengo que irme antes de que me ames".

Aquel joven abraza sus piernas a su pecho.

Y sólo una posible respuesta yace: "Ya lo hago"

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top