Angel raising
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La noche aún no acababa en el distrito de Shikoku, y se alargaría más de la cuenta gracias al largo viaje que debía recorrer Megumi Hiriko para llegar hasta la casa de sus abuelo, los cuales le prometieron una segunda casa en caso de emergencias.
Era tiempo de abrir una brecha en el asunto de su madre y lo que significaba realmente no haberla conocido jamás.
¿Por qué mi padre se casaría con una villana?
¿Padre no dudaba de su última prometida?
¿Desde cuando un villano se hace un villano?
¿Qué causas motivaron a Lady Infernal a ser villana?
¿Ella piensa en mí?
-¡Qué mal! Estás ideas me hacen sentir aún más cansada de lo que ya estoy- pensaba Megumi mientras se acariciaba los brazos que guardaba en un chal un tanto delgado como para soportar el frío de las montañas -¡Aún que no puedo quejarme! Ya que pude tomar a tiempo un último tren que me dejara lo más cerca del pueblo
Y tan pronto como miro a lo lejos los tejados marrones alumbrados por lámparas de papel, la rubia se sintió tan aliviada como desesperada por abrir vuelo y llegar hasta ese lugar.
-No creo que pueda volar con las alas calvas- sorpresa causó el ver a su abuela en yukata parada en la puerta con su bastón de rama gris -...Obaasan, ¿Qué haces despierta tan tarde?- preguntó curiosa mientras recuperaba el aliento que le faltaba.
-Una madre siempre sabe lo que le ocurre a sus hijos- dijo sabía la anciana mientras esbozaba una sonrisa para tranquilizar a su nieta.
En lugar de calmar su respiración, Megumi irregulo sus alientos para volver a llorar su pena -¡Obaasan, necesito tu ayuda!...Las cosas en casa se están poniendo cada vez más extrañas
Interrumpió su lamento la anciana mientras pasaba su arrugada mano por la espalda de la joven -¡Oh, pequeña! No tienes que explicarme nada. Yo entiendo que esta pasando
-Escape de casa...Pero quiero que le avises a Toochan que estoy aqui- la rubia retiraba la solución salina que se guía cayendo de sus ojos.
-Muy bien, querida. Entremos ahora, te prepararé un té para que te relajes- comentó la abuela mientras se daba la vuelta para caminar directo a la cocina.
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-Aquí tienes mi niña- la abuela que comenzaba a envejecer entrego en una charola un vaso de porcelana verde -El té de siete azares ayuda a conciliar el sueño
-Gracias, Obaasan- Megumi tomó un largo sorbo de la bebida y después habló tímidamente -Quería saber, ¿Creés qué me podrías contar algo?
-Tiene que ver con tu madre. Se que tienes mil y un preguntas por hacer a cada uno de nosotros, pero no te debes de mortificar- la abuela acaricio tiernamente la palma tersa de su nieta con sus arrugados dedos -Entre familia prometimos que si este día llegaría: el primero y el único que te contará la verdad sería tu padre
-Pero ¿por qué todos estuvieron de acuerdo con jamás decir algo?
-Por qué creímos innecesario ese conocimiento en tu inocente mente- dijo sabía mientras servía té en otro vaso -Alguien tan buena como tú no necesita pensamientos malvados que habiten en su ser
Con un sueño intermitente ay e se vería completamente desprendido de sus ojos, una de las tías entro en la habitación buscando agua -¿¡Megu-Megu!?- preguntó alarmada la tercera tía de la familia alada -Pequeña, ¿Cuando es que llegaste?
-Hace media hora, creo- dijo con tono cansado mientras sentía la mano pálida de su tía acariciar su mejilla -Lamento no haberles avisado con tiempo pero todo fue muy rápido
-Cariño, no tienes que explicar nada. Ahora quiero que vayas a dormir, mañana podrás contarnos bien que paso ¿esta bien?- volvió a decir la abuela.
-Esta bien, Obasaan- antes de salir de la cocina, Megumi despidió a su abuela dándole un beso en la mejilla -Hasta mañana
La tía Shinobu sostuvo la mano de su sobrina con cariño para no dejar que esta siguiera con su pequeña depresión interna.
-No hagas tanto ruido, Megu-Megu, Shaiwase esta durmiendo en la alcoba de a lado y no ha querido salir de ahí desde que regresó de su internado- aconsejo la rubia mientras acomodaba un colchón blanco en el suelo de la habitación.
-Pero ¿ella estará bien?- preguntó preocupada la morena. Aún en su situación quería saber sobre sus familiares y sus problemas.
-No hay de qué preocuparse, mi hermana siempre ha sabido afrontar una pérdida. Con el tiempo se dará cuenta que es tiempo de volver a salir del abismo- una ves que preparará la cama, Shinobu dejo un beso en la frente de la chica para salir de la alcoba -Descansa linda
Antes de meterse entre las sábanas, Megumi se acerco a la pared delgada para colocar dulcemente su mano y pensar acerca de quien dormitaba entre la penuria -Lo siento por ti Shaiwase-obasan. Pero ambas tenemos cosas que resolver por nuestra cuenta
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Mientras tanto. Tenshi, 35 años.
-¿Para que me quería, jefe?- pregunto Hideo un tanto molesto. No siempre podía darse el lujo de mostrar una sonrisa ante situaciones que tensaban todos sus nervios.
-Conversemos, Hideo-kun. Parece que quisieras atravesar la ventana y salir volando de aqui- dijo sarcástico un hombre un poco obeso pero con complexión dominante -¿Hace cuantos años que trabajas para nosotros?
-Hace doce años con tres meses, jefe
-¿Y sabes? Me parece curioso que en todo ese tiempo no te hayamos conocido alguna noviecita escondida, ¡pero tienes una hija!
-Creo que le había comentado que la madre de mi Megumi se había separado de mi- dijo con un tono seguro, asimilando que debía dejar de ser imprudente -¿Pero de que se trata esto?
-Parece que adoras a tu hija, eso es primordial para un padre. Para todos aquí que son padres les preocupa la seguridad de sus hijos- el jefe de aspecto obeso se paseo en frente de una fotografías de varios de sus subordinados -Siempre hay que estar protegiendo a alguien...Dime, ¿Megumi-kun es parecida a ti?
-¡En efecto! Es una niñina muy linda que parece mi reflejo- dijo sin poder evitar una gran sonrisa en su rostro.
-¿¡Y como explicas esto!?- grito irritado y encendido el hombre mientras dejaba enfrente del rubio unas fotografías, en donde su pequeña morena se dibujaba luciendo sus alas carmesí -¡No me estés jodiendo con tus hábitos dulces, Hideo!
-Pero que...¡Esto debe ser un error!- argumento, pero se sentía tan temeroso que no pudo evitar un tono cortado en su voz.
-Explicame ¿Cuál es el error?- hablo desde la espalda del rubio el jefe de aquella organización -¿Qué tu hija salga a la calle luciendo así?...¿El que tú aún quieras encubrir tus equivocaciones cuando son más que evidentes?...¿¡O el hecho más notorio que has cometido un crimen!?
-¿¡Es un crimen tratar de tener una familia!?
-¡No te hagas el idiota con migo! Tú muy bien sabes que para nosotros, el salva guardar nuestra imagen es primordial para apoyar a quienes nos ven como héroes- la ira del hombre callo directamente a su escritorio de madera tras golpear este con su puño para después apuntar con desdén a su subordinado -Y tú no solo has hecho algo inimaginable al jamás haber dicho nada de la niña...¡Nos has traicionado a todos: a tu nación, a tus amigos, inclusive a tu familia!
Un largo silencio se hizo tras aquella reprimenda que marcaba un gran peso para el padre primerizo, quien se sentía a más no poder hundirse como un navío en naufragio.
-Empaca tus cosas. Estas despedido- dijo ya un poco calmado, pero después tomó vuelo para hacer que el hombre abandonará su oficina -¡No queremos volver a verte, y ni pienses que podrás ir a otra parte con tranquilidad, por que de eso me ocuparé yo!
Con una gran pena y decepción, Hideo marchó rápidamente hasta su cubículo para evitar cualquier pregunta que lo molestara en su desdicha.
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Al día siguiente
-¡Megumi!...¿Estas despierta, mi niña?- llamo desde el exterior la abuela Yukio para asegurarse del estado de su nieta -¿Dormiste bien?
La silueta que permanecía quieta en el futon no parecía querer levantarse, aún que era más una maña cotidiana que un capricho de la depresión.
La anciana se acerco hasta donde las carmesí alas reposaban, después acaricio delicadamente una para ver si ya le estaban creciendo de nuevo las plumas, pero no había respuesta -Mi niña, deja de ser holgazana
-Obaasan...Siempre nos despertabas a mis primos...y a mi de esta manera- dijo a duras penas entre bostezos.
-Ven a desayunar, tenemos cosas que hacer hoy- dijo por último antes de salir y dejar con intriga a sí nieta.
¿Qué cosas habrá que hacer hoy?
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-¿Una ceremonia?- preguntó Megumi abriendo bien la boca tras escuchar a su tío hablar del tema.
Sobre la mesa estaban bien acomodados los platos y tazones de sopa y arroz junto con pescado asado acompañado de guarniciones para todos los que estaban en la casa.
-Si Megu-Megu, hoy el pueblo se reunirá en la montaña del este para la ceremonia de la cosecha- comentó la tercera hija y tía Shinobu -Cuando eramos pequeños, niños- con estas cuatro palabras consiguió que los infantes le prestarán atención -Solíamos ir a esa montaña para la renovación espiritual de la tierra
-Hace tiempo que le había notificado a tu padre del asunto, pero me respondió que no podrían venir por el trabajo y la escuela- añadió el cuarto hijo, Goro.
-A mi tampoco me dijo, pero así es el. Aveces planea cosas y en otras ocasiones lo olvida por completo- contestó franca la morena de piel.
-Esta bien, niña mia- dijo para aliviar sus pensamientos -Hoy todos subiremos a rendir nuestros deseos a inari*, después habrá una reunión en la casa comunitaria con los demás vecinos, así que necesitaré ayuda de todos para llevar cazuelas con comida
*Deidad japonesa de la fertiludad
Todos habían afirmado a la orden de la abuela con una sonrisa o con un ademán. Todos participarían a excepción de cierta tía que no se había presentado en el desayuno y cuyo lugar estaba vacío al lado de Megumi.
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-Yuudai-niichan, ¿es cierto que la ceremonia de hoy renueva el espíritu?- preguntó la rubia a uno de sus primos mayores.
-Es así...Megumi-chan- contestó después de depositar una gran olla en una mesa -La ceremonia de la cosecha libera energía verde para la tierra, la cual absorbe y utiliza a lo largo de los años hasta volver a realizarse- el chico rubio sacó de su bolsillo un pañuelo con el que se seco el sudor de la frente -Aún que también tiene otro significado...Se dice que está ceremonia estado rígida para los familiares que están de luto, o en otras palabras, es una representación para iluminar el camino para quienes lo ven oscuro...La abuela me dijo que nosotros asistiremos este año por lo que le ocurrió a Shaiwase-obasan- a juzgar por el tono de voz del joven, nadie podía olvidar lo mal que se sentían por la tía mayor.
Por algunos años, el prometido de Shaiwase y ella habían intentado tener un hijo propio pero no lo conseguían. Y aún pese a que la última nieta había nacido, la pareja no dejaba de intentarlo. Desafortunadamente, cuando menos pensaba en volar, su novio y ella salieron impactados en un accidente automovilístico. Sin embargo, Shaiwase no desertó si no antes le dieran la noticia que había perdido a su novio en el accidente.
Ya no había nada que hacer.
-No ha querido hablar desde aquel entonces...- murmuró melancólica Megumi. Puesto por que después de recuperarse, su tía no había salido de su habitación.
-Es por eso que haremos la ceremonia hoy...¡No te disgustes, Megumi-chan!- consoló Yuudai a su prima mientras le revolvía los dorados rusos con sus dedos.
-Bien- dijo como si alguien más hablara por ella. Pese a que sentía empatia por su desdichada tía, la joven aún no podía dejar de sentir el peso que andaba en su pecho y no quería soltar.
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-Ustedes ¿son nietos de Hiriko-san?- pregunto una mujer anciana a los jóvenes que bajaban por unas escaleras.
Mientras acomodaban algunas sogas de un carrito viejo, el primo mayor se permitió contestar en lugar de su tímida prima -Si así es, ella es Megumi y yo soy Yuudai. Nuestra abuela nos mandó para traer algunas ollas para el almuerzo después de la ceremonia
-Muchas gracias, muchachitos- antes de que pudieran dar la vuelta -¡Kenta-kun! ¡Trae las mandarinas del cesto por favor!
Sin que pasaran más de diez segundos, un muchacho de la misma edad y complexión que Megumi se acerco como un potro silvestre con una canasta agitada en las manos -¡Ya estoy aquí abuela!- hablo energético y sin pizca de agitación en la espesa cola que colgaba de su coxis.
-Kenta-kun, ¿Cuantas veces debo recordarte que no uses más velocidad dentro de la casa?- regaño la anciana mientras daba un golpecito en el pecho.
Un poco riborizado, el joven rasco la melena negra que traía colgando en su cabeza -¡Perdona abuela, pero nunca me puedo contener!
La anciana colocó la cesta dentro del viejo carruaje -Tengan chicos, les agradezco su obra, ¡y no duden en pedir algo cuando vengan!
Yuudai comenzó a despedirse con una sonrisa antes de tomar el volante de la bicicleta -¡Gracias, obaasan! Los veremos en un rato entonces- pero le pereció genuina la mueca de curiosidad de su prima.
-...Oye, ¿te he visto antes?- dijo con algo de pena pero demasiada curiosidad por delante de sus palabras.
-Ejem...Esto...¡No, no lo creó!- dijo nervioso y con la cara colorada, después golpeó una de las vigas del pórtico con su larga cola y salió despavorido.
Los dos primos se retiraron de regreso a su casa con la imagen del joven potro en sus cabezas -¿Lo conoces?
-No, pero tengo la sensación de haberlo visto antes en otra parte- dijo pensativa Megumi quien se aferraba de los hombros de su primo para no resbalar de la bicicleta.
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-¿Ya tenemos todo?- pregunto el segundo hijo, Seichi, a sus familiares que estaban a punto de salir de la casa.
-Eso creo- contestó su padre, mientras se colocaba un sombrero café y sostenía la mano de su esposa -Nos iremos adelantando nosotros. Megumi, cuida de tus primos, cuando vean por el camino a la familia vecina únanse con ellos para comenzar a recitar los cantos
-Como digas, Toochan- respondió un poco agitada Megumi mientras se acomodaba el sombrero de paja y vigilaba a sus últimos tres primos -Vamos niños, tenemos que alcanzar a los vecinos
Casi todos habían abandonado a Megumi y los demás gracias a que debían encargarse de algo minutos antes comenzará la ceremonia. Pero esto no significaba nada malo, al contrario. Conversar con los más chicos resultaba bastante entretenido para la séptima nieta.
-Niños, quiero que ustedes dos se queden enfrente de mi para vigilarlos- dijo madura la rubia a sus dos primos que resultaban ser pequeños diablillos.
-Si- contestaron unísonos los dos hermanos que se tomaban de las manos pero para jugar a la pelea de pulgares.
Los cuatro nietos esperaban en el sendero a que sus vecinos peregrinos pasaran por el camino, el sol era claro ejemplo que se podría disfrutar de un buen día y la brisa de verano tranquiliza bajo a cualquiera.
Una vocecilla habló para llamar la atención de la mayor que mantenía su mente pensante -Megu-neechan, ¿te puedo contar un secreto?
-Si Takako-chan, no veo por que no- dijo después de comprender que debía regresar a su realidad.
-No quisiera que se lo cuentes a nadie más, por favor- hablo con tono bajo para que sus hermanos no la pudieran escuchar.
-Veamos...¿De qué se trata?- Megumi había inclinado un poco su espalda para escuchar de cerca a la joven Takako.
-Yo también tengo el poder del abuelo- hablo con cierto color rosita en las mejillas. Parecía que todo mundo había desarrollado ese poder tan especial dentro de la familia.
Megumi quedó tan sorprendida que casi no distingue a los vecinos acercarse por el camino -Que tu también...- volviendo en si, la chica sujeto la mano de su prima -¡Niños, venga! Ya es hora de irse
Los demás transeúntes saludaron cordiales a los niños y los invitaron a hacer cola detrás de ellos para avanzar hasta lo alto de la colina.
Nadie dijo nada después de los saludos puesto que la tradición lo demandaba.
-¿Cómo es que lo sabes?- dijo muy despacio y lo más bajo que pudo para no ser regalada.
-Hace unas semanas...Una de mis gardenias comenzó a marchitarse...Después de un tiempo imitando lo que Yuudai-niichan hace con las manos logré...Darle vida a mi pequeña- hablo de la misma forma para no ser pillado -Te he pedido que no se lo digas a nadie por que...todos creen que se debe a que soy buena en la jardinería como lo es mamá...Prefiero ser jardinera a una heroína...
-¿Cómo?- esta vez hablo un poco alto y casi es descubierta, de no ser por que fingió seguir el ritmo del silencio -¿Es acaso que no quieres volverte como los abuelos?
-Así es...Mi ambición me dicta que debo ser sencilla y espiritual...Como un pez, como mamá...no tengo sus aletas pero si su paciencia...- contesto serena entre pausas.
Después de comprender los deseos de su prima, Megumi había callado por completo para respetar la tranquilidad del ritual.
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En plena cima y con la culminación del sol en el radiante y despejado cielo, la ceremonia para la cosecha dio inicio con los muchos pueblerinos que había llegado desde las faldas de la montaña.
Incienso y velas rebosaban de su natural calor mientras que las personas pasaban al templo para sonar las campanas después de purificar sus espíritu al beber agua de las fuentes.
Yukio y Daichi estaban adentro del pequeño santuario dirigiendo la ceremonia en compañía de Yuudai, la madre de este y Goro. Eran los miembros de la familia que tenían más cercanía con lo espiritual.
-Si yo tengo lo que me hace parecer a mi madre, ¿debo hacer lo mismo que ella?- mientras Megumi pasaba de una mano a otra las cuentas de un collar de madera, seguía pensando en la cruz que cargaba -¿Cual sería mi propósito como héroe si alguien más me va a juzgar por mi apariencia?
Parecía que al fin la tierra podría recibir la basta energía lumínica de la esperanza, puesto por que el suelo comenzó a colorearse con un verde vivo en sus pastos y hojas.
Todo parecía estar tan excitado como castañuelas; las personas, el clima, las flores crecientes, el espíritu dentro de cada uno, inclusive el viento,
El viento comenzó a resoplar tan fuerte que fracturó varias ramas de un árbol seco -¡Cuidado!- advirtió una persona que contemplaba el suceso.
En una cuestión de un dos por tres, las ramas habían sido cortadas con agilidad y reducidas a cachitos de corcho -¿Están bien?- preguntaron al mismo tiempo los rubios cuyos rasgos eran idénticos y cuyas manos había sido usadas como sables.
En efecto, dos simpáticos y misteriosos gemelos habían hecho su labor de proteger a quienes estaban a su lado. Jin y Jun eran el par perfecto para trabajos de escolta y guardia, puesto que parecían sincronizar hasta su último pensamiento como si de leer la mente se tratara.
-¡Fue increíble!- dijo sorprendida la pequeña Takako que se había separado de su prima mayor.
Megumi siguió el alboroto que rodeaba a los dos gemelos -Me da gusto que hayan controlado la situación, primos
-Megumi-chan, que bueno que hayas podido venir- admiro Jin abrazando a la menor.
-Nos tenías preocupados- dijo de igual modo Jun.
Los gestos de ambos hermanos tenían la misma sincronía que costaba trabajo reaccionar a alguno de los dos -Mamá nos contó lo que pasó- susurraron mientras acariciaba con cierto morbo las alas carmesí de su prima -Sabes que puedes contar con nosotros- después dieron un beso en la mejilla de la morena que quedó algo aturdida.
-Lo tendré en mente...- contestó sincera sintiendo sus mejillas arder.
-La siguiente peregrinación está llegando, es hora de bajar- dijieron unisonos lo hermanos dando se cuenta de que más personas subían por la cuesta -Te veremos en la casa comunal
Megumi no podía dejar de pensar en todo lo que estaba ocurriendo, quería entender cual era su razón para vivir pero no podía hallarla entre tanta gente, debía buscar solución en un lugar más tranquilo.
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Todo el pueblo había bajado hasta la casa comunal para disfrutar de las delicias preparadas para el deleite de quienes gustaran festejar la ceremonia.
Era verdaderamente sorprendente ver que los campesinos se llevaban bien los unos con los otros sin sentir algún rencor, puesto que se decían que no había necesidad de pelear por pequeñeces.
Tan contrario que la ciudad, y tan conmovedora que no había otra cosa que desear.
Espiando por el corredor, cierta chica con vestido holgado blanco cuestionó las acciones de su prima -¿Megumi? ¿A donde vas?- alcanzo a preguntar Eri antes que saliera con las manos en el manubrio de la bicicleta de otro primo.
A diferencia de su adornada prima mayor, Megumi se quedó con las topas de la ceremonia -Iré a la biblioteca, no tardare mucho, solo quiero ver algo- despidió fingiendo estar tranquila mientras alzaba una mano en el aire.
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Megumi descanso el pedal derecho en las escaleras que conducían a la entrada de la humilde biblioteca del pueblo; que a pesar de ser de apenas 60 metros cuadrados, tenía una planta alta con computadoras e instalación de Internet.
Después de pedir con mucha amabilidad que le fuera prestada una maquina, la chica tecleo con mucha rapidez lo que deseaba buscar -Si es alguien buscada por la policía y causó una gran controversia hace ocho años es posible que halla huellas de ellas por todo internet...- susurro antes que alguno de los señores mayores se detuviera a oírla.
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Fue un poco difícil hallar información fidedigna para su búsqueda, pero después de hallar cierto encabezado se dio cuenta que toda noticia de Infernal lady había sido censurada de cierta forma.
En varios reportes periodísticos de la prefectura Kanto, se daba a conocer el acontecimiento más extraño y aterrador de secuestro de hombres. Una larga cadena de secuestros sin aparente propósito de alrededor de ocho hombre jóvenes que habían sido hallados en el interior de un templo.
Dichas víctimas no podían recordar otra cosa que no fuera la demoníaca silueta de una mujer que les torturaba y obligaba a cometer actos de adulterio con quien sabe que propósito. También admitían que no podían sentir ya más atracción por las que fueran sus esposas, novias o amantes. Parecía que fueron despojados de sus sentimientos por que tampoco sentían algo por continuar con una vida plena.
Tras varios meses de búsqueda se hallo a la presunta culpable y tras un combate que duró alrededor de dos horas con un héroe anónimo, salió vencedora y desapareció desde aquel entonces.
Desde entonces, solo se hablaba de posibles avistamientos que sólo tenían la pista de alguien con cola y cuernos en pequeños robos o asaltos. No se tenía más rastro de sus actos.
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Como si de un espectacular de productos lácteos se tratara, en la portada, estaba la foto de Infernal lady con aire triunfal y una sínica risa que mostraba más que una dentadura ciento por ciento perfecta.
La gloria de un villano tras derrotar a su rival siempre hacia que Megumi se estremeciera por la sarta de malicia que traía con sigo aquella persona.
Después de dar las gracias por el préstamo, la pobre ángel salió para llegar a rastras hasta la bicicleta que había estacionado.
No podía sentirse más desmoronada como ahora -...¿Por qué...ella haría algo así...?- y nadie estaba ahí para tratar de consolar su furia.
Tras revelar su silueta de una pared, la nada buena con palabras de aliento, Eri, se aproximó hasta estar cerca de su prima -Megumi...¿Que ocurre?
-¿¡Por qué me dio a luz!?- explotó cuál tetera encendida en pleno verano al sentir una mano en su espalda -¿¡Cuál era mi propósito si de todos modos ella me iba a abandonar!?- con mucho enojo, la chica rasco su cabeza tallando sus uñas desesperada de su sentir -¡Esto no puede ser!...¡No, no y no!
Un hombre fornido y con las mismas alas que las chicas se acerco atropelladamente cuando terminó de seguir sus pasos -Eri-chan, ¿Qué pasó?
-No lo se, Megumi no ha dejado de llorar desde que salió de aquí...- dijo desconcertada, como si se tratara de una extraña.
El tío y padre, Seichi alzó en brazos a su sobrina para comenzar a despegar del suelo -Vamos pequeñas...Regresemos a casa
Los cantos de los pájaros vespertinos no tardaron en sonar después de que la ceremonia hubiera acabado y todos los peregrinos regresaban a sus hogares.
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-¡Pobre niña! Mira que sufrir cruel verdad le está afectado en muchos sentidos...- admitió preocupada Shinobu.
-No se en que líos se estará metiendo, pero no es nada bueno que comience a hablar de su madre...- hablo ahora Seichi.
Mientras los hijos de Yukio y Daichi hablaban en la sala principal de su antigua casa, los demás nietos jugaban en el patio mientras una de ellos se lamentaba en algún lugar de aquel hogar.
-¡Esto está mal! Y para acabar de empeorar las cosas, Hideo no esta aquí para ella- comentó Goro bastante molesto por uno de sus hermanos mayores.
-¿Entonces no a querido decir nada?
-¡Absolutamente nada! Se puso igual de histérica como su abuelo- dijo el segundo hijo sin pensar en quien podría estar detrás de él.
-¿En donde esta mi nieta?- interrumpió Daichi la conversación de sus hijos.
Un silencio asusto a los rubios tras escuchar la voz de su padre vociferar por sus quejas.
-Esta en el taller, no quiso salir de ahí desde que llegamos- dijo arrepentido de su chascarrillo.
-Yo iré a hablar con ella- afirmó sabía Yukio -Nadie puede entenderla mejor como yo...A excepción de Shaiwase, claro
Caminando tranquila por el corredor, la anciana de ojos azules se acercaba con cautela hasta la estancia de una pequeña bañada en desdicha y sufrimiento.
-Mi niña...¿que ocurre ahora?- preguntó gentilmente la abuela mientras acariciaba una pequeña madeja de rizos dorados.
-¿Por qué todo mundo se empeña en ocultarme la verdad?- hablo tímidamente y con tristeza como la cabeza inclinada entre sus brazos -Se supone que siempre sería una niña feliz como todos me dijieron...Pero no puedo comprender como llegare a ser esa persona con este mal que tengo por Kosei...
-Pequeña, no puedes deprimirte por esto...Hay muchas personas que no son felices como son pero buscan la forma de ser felices con algo más para arreglarlo...¡El bordado por ejemplo!- las palabras de la abuela eran un poquito confusas pero daban cierto aire de compasión -De pequeña herede el gusto por los hilos y los lienzos de mi madre. Desde entonces no pienso en hacer otra cosa para que se vuelva parte de mi ser, mi personalidad...El buscar un "algo" para vivir es lo que nos permite ser libres sin preocuparse por lo que fueron nuestros padres
Megumi ya había alcanzado el fondo de un salado mar, que dejó hundir su postura en el regazo de su abuela y mejor amiga -Abuela, a veces me gustaría ser como tu- murmuró mientras sus dorados cubrían su pena húmeda y la dejaban ver nada más que la oscuridad de la tarde.
-¡No mi niña, no digas eso!- imploró triste de ver un esfuerzo para reanimar a su nieta desechado -Siempre debemos levantarnos aún si un puñado de clavos se quedan en nuestras palmas
La noche comenzó a llegar por la puerta de los Hiriko con un gran aire desesperado que pedía ayuda a cualquiera que la pudiera dar, la noche entonces se alargaría por un mal pronóstico.
-Señora Yukio, ¡venga a ver esto!- dijo apresurada la tía pez después de entrar a la habitacion.
-¿Qué pasa querida?
-Hay alguien en la puerta pidiendo ayuda- el tono apacible de la señorita de antenas cambio a uno agitado -Parece que algo está ocurriendo en el pueblo
-En un segundo voy- la mujer en yukata acaricio por último la mejilla morena de su nieta -Piensa en lo que te digo, pequeña Megumi
Dejando en soledad a la desafortunada chica, la jefa de la familia se dirigió rápido para arreglar un asunto peculiar.
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-¡Ayúdenos rápido!-
-¡Creo que alguien más se quedo dentro del hospital!-
-¡Traten de contener el fuego!-
-¡Casi no hay agua en la central!-
Muchas voces alarmadas no dejaban descansar sus gargantas gracias al espectáculo de fuego que cubría por completo algunos edificios del pequeño pueblo.
El rojo ardiente se desplazaba con el ritmo del viento seco que no había dejado de resoplar desde la tarde.
-Hiriko- habló un hombre con cuatro brazos que tenía la cara un poco sucia -Nos da gusto que ya hayan llegado
-¿Qué es lo que ocurrió, Tanaka-sensei?- preguntó serio Daichi con su bastón en la mano.
-El fuego comenzó alrededor de dos minutos pero creció tan rápido que apenas y nos permitió sacar a los pacientes que estaban en el ala sur antes de que pasara una tragedia- comentó determinado el que parecía doctor -Si no es mucho pedir, quisiera que me ayudara en la clínica, ahí estamos colocando a los heridos
-Me parece correcto, no hay lugar en la acción para un hombre mayor- dijo sabio y comprensivo mientras daba la vuelta pero antes ordenó algo a su hijo el mayor -Seiji, haste cargo de controlar el fuego y demás, nos veremos cuando todo esto termine
-Así será padre- respondió a su vez colocando su puño cerrado en su pecho en señal de promesa -Shinobu-chan, evacua a los pueblerinos que estén cerca de esta área- cuando la mujer rubia se retiro rápido el fornido ángel siguió dando instrucciones -Cuñada, necesito que desplaces los árboles para que no se siga extendiendo el fuego- después señaló hacia su hermano menor -Goro, tu y yo entraremos por los que estén aún adentro de los edificios- después de frotar sus palmas, plegó sus alas para no resultar chamuscado -Tan solo espero que no tarden en subir el agua hasta aquí
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-Abuela ¿Qué ocurre?- preguntó la dulce Takako preocupada del humo que se alzaba hasta su casa.
-Un incendio que ataca al pueblo, pero tus tíos y padres ya han ido a lidiar con ello- dijo tranquila Yukio.
Megumi mantenía su silencio bien guardado por el poco coraje que sentía en su corazón al ver un rojo brillante crecer a lo lejos de las colinas.
La sería Kaori se acerco hasta su abuela con un aire decidido -Yukio-obaasan, si no le molesta, quisiéramos bajar al pueblo para ayudar atendiendo a los civiles heridos- habló en séquito por Jun, Jin, Yuudai y ella misma.
Takako miro discretamente a Megumi algo indecisa de las decisiones que tenía en cuanto al uso de su Quirck.
-Ustedes mis nietos mayores siempre saben que hacer...¡Vayan y tengan cuidado!- antes de expresar alguna palabra, la anciana acaricio las mejillas de la impávida muchacha -¡Cuando vean a su abuelo avísenle que yo les he dado permiso!
-Tengo que hacer algo...- con las piernas hecha una gelatina, la muchacha corrió hacia una puerta para llamar a un león durmiente a que se lanzará a la guerra -¡Shaiwase-obasan! ¡Necesitamos de tu ayuda!
Sin respuesta alguna por parte de la tirada y lastimosamente rubia, Megumi se adentro a la habitación sin iluminación -...
-Un incendio esta arrasando el pueblo, necesitamos que uses tu Quirck para contener el fuego- dijo sacudiendo el cuerpo de su tía que apenas y podía moverse.
-¿De qué servirá?- quejo malhumorada Shaiwase mirando a la pared -Todos tenemos que morir si es lo que dios dice
-¿Pero qué dices?
La mujer alzó una mano dando un pequeño ademán -¡Vete niña!...Mi misión con dios o con quien sea ya ha acabado
-¡No, no es verdad!- dijo ya fastidiada de los pucheros inmaduros de su desorientada tía -Kamisama...Inari o quien sea, nos ilumina para que nuestras acciones sean acertadas y las hagamos... - dijo en vos alta haciando que su tía desviara la mirada -¡El no nos va a llevar de la mano para que sigamos viviendo! ¡Nosotros debemos darnos la mano para apoyarnos!
Después de regañar a su tía, Megumi salió corriendo hacia las afueras de la noche.
-Mi niña, ¿A donde vas?- trato de detener la abuela a su nieta pero sin conseguir nada en cambio.
La morena corrió lo más rápido que le permitía su aliento para llegar hasta el intrincado accidente que no parecía tener intenciones de detenerse -Es cierto...Nadie más me ha desamparado a excepción de mi madre...Y es por eso...Y es por eso que debo hacer lo correcto en su lugar- y no le importaba si sus piernas desnudas eran rasguñadas con las ramas en el suelo o su cara era abofeteada con las hojas de los árboles, pues era primordial llegar hasta donde pudiera encontrar a alguien a quien ayudar.
Después de llegar hasta donde un recinto estaba siendo consumido, la chica miro detenidamente a su alrededor tratando de encontrar algún herido pero tampoco halló a alguien que apagara el fuego -¡Dios santo!, ¿es que nadie lo ha visto?- pensó al momento de ver que un chico de su misma complexión estaba tirado en el suelo inconsciente -No respira...Pero no creo que sea tan tarde para ayudarlo- tras palpar las venas del cuello del muchacho, Megumi creyó que podría realizar las mismas acciones que sus primos y primas, creyó desde el fondo de su corazón que tenía el mismo poder con el que había nacido su padre.
Pero una pequeña explosión dentro del edificio hizo que su corazón temblara de nuevo nervioso -¿¡Por qué es aún no vienen a ayudarnos!?- la chica se golpeó las mejillas con las palmas para tratar de componerse -Esta bien Megumi, calmate...- después colocó sus manos en el pecho del muchacho.
La chica Hiriko no dejaba de estar intranquila; tanto el fuego como su poca experiencia con el Kosei que tal vez ni tenía le estaban fastidiando, no dejaba que sus manos trabajarán para reanimar al chico enfrente suyo.
Pero el ver que algo extraño estaba ocurriendo con el fuego hizo que sus claros ojos brillarán un vez más llenos de esperanza.
Desde lo alto del cielo estrellado, se alzaban en vuelo una mujer rubia con alas segmentadas, que parecía poder controlar la dirección del aire cada vez que sacudía sus dos pares de alas.
De esta manera, el aire envolvió en una cápsula al ardiente rojo, y pronto el coloso comenzó a cambiar de tamaño hasta sofocarse por completo.
-¡Shaiwase-obaasan!...Lo está logrando- murmuró sorprendía conforme el incendio se apagaba. Conmovida por los actos de su tía, la señorita Megumi Hiriko colocó de nuevo sus manos firmes sobre el pecho del chico para recitar una plegaria -Por favor te pido que me des la fuerza necesaria para ayudar a esta persona...¡Para que pueda seguir vivo!- desde la punta de los dedos hasta la parte baja de la palma de la muchacha comenzaron a irradiar una luz que demostraba que su Kosei estaba funcionando -¡De verdad puedo ayudarlo!- pensó alegre tras ver que el color intenso del muchacho regresaba a su pie y exhalar a un aliento por su cuenta.
-¡Megumi!...- se escucho a lo lejos antes de que el ángel Megumi se sintiera mareada y comenzará a desplomarse al lado de quien había ayudado.
-¿Viste eso, mamá?...No soy igual a ti-
...
Al día siguiente
Tras despertar de un largo sueño, Megumi recuperó la conciencia cuando escucho el bullicio que la tenía rodeada de otras personas en canillas dentro de un gimnasio de escuela.
A juzgar por el panorama; muchas personas habían resultado afectadas por el desfile Infernal que vivieron la noche anterior, pues había desde pequeños niños llenos de hollín acompañados de sus madres hasta ancianos que se reunían para charlar de cómo fue que vivieron el incendio.
-¡Oigan todos, Megumi ya despertó!- proclamó emocionado Yuudai quien no se había apartado de la camilla.
Como si de abejas a miel se tratara, Megumi fue rápidamente rodeada por todos sus seres queridos, a excepción de su padre quien seguía ausente y su tia.
-¿Qué paso?- preguntó tras frotarse la cara con las palmas que no tenían el fulgor de hace unas horas.
-Te desmayarse tras reanimar al chico que rescataste del incendio...- respondió su prima Kaori seria, pero mostraba una sonrisa tan sincera que se decía orgullosa del evento.
-¡Eso fue estupendo!- dijeron Jin y Jun unísono y tan asombrados que sus ojos brillaban de manera inusual.
-Nos alegra mucho que estés bien ahora, Megumi-chan- afirmó pacífica la tía Shinobu con lágrimas de cocodrilo entre sus dedos.
-...Vamos, no tienen por que elogiar...¿¡Pero qué le pasó al chico que auxilie!?- preguntó nerviosa por no saber qué había ocurrido tras perder el conocimiento.
-El está bien- dijo el abuelo grave para que los tonos alarmados de su nieta se reducirán a un decibelio -Para ser la primera vez que entendiste el concepto de Tenshi, no está nada mal...¡Pero te pusiste en un gran riesgo, señorita!- dijo severo el abuelo con arrugas que ahora tenía otra línea de expresión a causa de su complicada nieta.
-Cariño, nunca antes habías usado Tenshi ¿Qué te hizo pensar que funcionaria?- preguntó ahora la primera prima que parecía más despeinada de lo que le gustaría.
-Debía hacerlo...Sabia perfectamente que como tenía un posibilidad para el éxito tenía mil de fracasar...Pero tampoco quería dejar de lado al muchacho, por que nadie más lo había ayudado, yo debía ser esa persona- mientras que la muchacha apretaba con fuerza la sabana que tenía encima, sus aires de determinación se llenaron al tope de su corazón -Por que tanto ustedes no me han dejado sola, yo no puedo hacer lo contrario por los demás
-¡Oh, mi niña!- dijo conmovida la abuela, quien ahora ya estaba tan cerca como podía de su nieta -Estamos muy orgullosos de ti- dijo por último antes de tomar en sus débiles brazos a la muchacha.
Sin importar el estrecho espacio que había entre camillas, la familia rodeo a la muchacha para reconforta su ahora pacifico espíritu.
-Por cierto ¿Qué paso con Shaiwase-obasan?- Hablo Takako curiosa de lo último que también recordaba de la noche.
-Está acompañando a tu padre, arreglando algunos asuntos con el alcalde del pueblo- afirmó Seiji quien abrazaba tiernamente a su esposa.
-¿El si llegó al pueblo?- sorpresa causó aquellas simples palabras.
-Fue en la madrugada, primero preguntó si tu estabas bien y después se puso a trabajar como enfermero voluntario para la clínica, no ha parado de trabajar desde entonces- señaló Yukio contenta de la obra de su hijo.
-¡Es bueno escuchar eso!...- dijo aliviada con un suspiro que dejó que sus mejillas se pusieran rosadas.
-Te dejaremos descansar un rato más pequeña, debemos regresar ahora a la casa para llevar víveres al pueblo- dijo la abuela quien tenía todas las intenciones de ayudar con lo que tuviera en su hogar.
-Esta bien...¡Los amo a todos! - despidió la muchacha dibujando de nuevo una gran sonrisa.
Pese al aspecto cansado y agotado del pueblo, había aún un rastro de esperanza en todos sus habitantes que los hacía marcharse de aquel refugio para continuar con sus pequeñas batallas.
Esa era la esencia del pueblo.
...
-Nos tomará dos años con nueve meses volver a construir el hospital, señor alcalde. Y estoy hablando sin tomar en cuenta las complicaciones por lluvia entre ptros- mencionó el arquitecto jefe del pueblo.
-Es una gran suerte que nadie haya muerto en el incendio- comentó aliviada Shaiwase.
-Eso fue por que su familia intervino a tiempo, senorita- dijo con el mismo tono un hombre de cabellera negra algo chaparro.
-Solo hacemos lo que consideramos nuestro deber, no tenemos por qué replicar ni cuestionar al respecto- hablo ahora Hideo en traje de blanco hospitalario con un aspecto algo cansado pero igual de contento por sus esfuerzos.
Las cuatro personas caminaban por un sendero entre los campos de arroz manchados con cenizas.
-Pero como el alcalde del pueblo, debo darles las gracias de nuevo, familia Hiriko- el hombre de ojos grises dio una reverencia a los dos hermanos -Es un gran orgullo saber que su familia siempre podrá ayudar a nuestro pueblo para estas contingencias
-¡Y para ayudar a los demás también!- dijo contento el arquitecto de cabello oscuro -Después de todo, me contaron que tu hija salvo al mio, Hideo-san
El rubio pensaba tanto en lo que tenía que decirle a su hija que libero una sonrisa de alivio -También estoy sorprendió al respecto
Por el camino llego un hombre de bata blanca con cuatro orificios en los costados -Señor alcalde, la prensa lo está buscando en el ayuntamiento- dijo señalando con dos de sus cuatro brazos.
-¡Rayos!, los medios de comunicación con sus preguntas interminables- dijo en descontento por algo que le desagradable desde siempre -Ni hablar, hay que acaparar todo si no nos saltarán encima
-Preferimos que se diga que todo el pueblo ayudó a controlar el incendio a que solo se alabe a nuestra familia- interrumpió Hideo astuto para proteger a su familia -Después de todo, si nos buscan a nosotros, usted tendrá que volverlos a ver incluso más seguido
-Tiene razón, será mejor ir de inmediato a hecharlos- antes de salir corriendo de regreso al pueblo, el hombre mayor detuvo su andar para cuestionar algo -¿Me podrían aconsejar acerca de lo que debería decir acerca de la causa o culpable del incendio?
-Diga que fue resultado de un pobre peregrino que se pasó de copas- ahora hablo la hermana mayor colocando ambas manos entre su boca.
Después de que el hombre mayor se retirara, el que parecía doctor se quedó a conversar con el trío.
-Por cierto, estoy enterado que Hideo-san es enfermero por profesión- pregunto curioso el arquitecto -Es por eso que ayer estabas entre los médicos ayudando a los enfermos, ¿No es cierto?
-Si, después de todo, es un juramento que debo cumplir...adoro ayudar con todo lo que pueda- dijo el hombre dibujando una sonrisa amable en sus labios.
-En ese caso, Hideo-kun, me sentiría muy contento si nos pudieras ayudar en la clínica ¡Claro!, después de inaugurar el hospital renovaremos tu contrato
Una gran sorpresa causó estremecimiento al corazón del padre primerizo -¿Me esta ofreciendo trabajo, Tanaka-sensei?
-Siempre y cuando también accedas a tomar un trago con nosotros después del trabajo- dijo el otro hombre guiñando al que era su amigo, el doctor de cuatro brazos.
-¡Encantado!- el joven hombre estrecho con fuerza las manos de quienes se convertirían en dos de sus mejores amigos.
Por último, Shaiwase miraba atenta aquella escena, feliz que su hermano menor encontrará algo de felicidad dentro de su nube gris.
...
-Obaasan me dijo que me diera una vuelta por mi casa, supongo que será por que también debo ver el estado en el que esta- pensaba la joven de risos dorados mientras caminaba sin prisas por la vereda.
Ya fuera en los campos acuáticos de arroz, o en las zonas llenas de trigo, los pueblerinos saludaban a la joven que pasaba tranquila. Todas esas personas no tenían intenciones de caer al suelo rendidos por lo acontecido horas atrás. En cambio, parecían que habían recuperado su sentido de equidad para renovar su tierra y sus espíritus.
-Creo que preferiría llamar a este lugar mi hogar que a mi antigua casa- pensó la chica quien acariciaba la puerta de madera enfrente suyo -Por tantos años hemos renovado este lugar, y ahora entiendo cual era la razón para esmerarnos en hacerlo
Tras inspeccionar cada rincón de la antigua casa, Megumi concluyó su búsqueda con un suspiro y una oración enfrente de su nuevo hogar -Protege nuestro hogar mientras que estemos en el y cuando no lo estemos- después tomó una escoba del cobertizo para barrer el sendero que conectaba con el camino principal.
-¡Eres esa chica!- dijo una voz desde la espalda de la chica.
Un pequeño rubor se pintó en las mejillas de Megumi -¿C-cuál chica?
-La que todos los demás niños en la clínica me dijieron que me salvo, Hiriko Megumi- el muchacho de ahora tenía pinta de recién recuperado; pues en sus mejillas tenía curitas cubriendo rasguños.
-Oh, si eso creo...- respondió tímida mientras escondía su rostro en su pequeño flequillo pero después se precipitó a hablar fuerte -...¡Mira, yo no soy un ángel!
-¡Pero lo eres para mi!- repuso serio el muchacho que agitaba la cola de caballo que tenia en la espalda baja -¡Mira!...Yo se que a lo mejor no te interesa, o que incluso te esté haciendo perder el tiempo, pero yo he tenido demasiado problemas desde hace algunos años- parecía que el chico de palabras apresuradas le hacía falta alguien para comentar sus problemas.
-Oye yo no...- comenzó a decir Megumi mientras se aportaba pero fue interrumpida de nuevo por el moreno.
-¡Pero yo se quien eres!- cuando el joven de orejas puntiagudas sujeto la mano de la chica, esta misma se sintió tan curiosa de lo que tenía que decir como de la razón por la cual sus ojos brillaban al verla -Desde que te he visto, quiero decir cuando eramos niños, no he podido comprender por que todo el tiempo andas por el mundo sonriendo, ¡y yo quiero intentarlo!...- Megumi parecía una deidad según el muchacho de nobles sentimientos -Es por eso que para mi, tu eres un ángel
-Esto...Y-Yo no se que...P-por que lo dices...- murmuraba con la cara hecha un tomate, pero en verdad quería llorar por tan bonitas y endulzadas palabras que no había escuchado desde hace mucho.
-¿Sabes qué?- el muchacho soltó la mano de la chica para después revolver su flequillo -¡Te daré más razones para que creas eso!- después se apresuró a caminar hacia la vereda para encontrarse con su padre a varios metros lejos -¿Qué te parece si nos vemos mañana en el puente del lado noreste?- por último, despidió con la mano y marchó al trote más rápido que pudo dar.
-¡Espera!dijo con intenciones de detener a su acompañante, pero no logró nada en cambio -...No fijamos hora
Por la vereda venían caminando el arquitecto y el enfermero reciente contratado, conversaban acerca de la cercanía de sus casas, y los planes a futuro que tenían para una amistad.
-Bien, Hideo-san. Debo regresar a casa para ver que es lo que está haciendo mi pequeño travieso- daños hombres estrecharon sus manos con un gesto bastante agradable que transmitía a la chica que no había de que preocuparse -Es un gusto saber que te quedaras- después se alzó un poco el sombrero café que traía puesto para despedír a la damisela -Buenas tardes señorita
-Q-que le vaya bien- dijo apresuradamente con un poco de rosa en las mejillas -Toochan, has regresado- afirmó algo temerosa con la escoba en las manos.
-Si mi niña, estamos en casa ahora- el padre de la joven acaricio las doradas hebras de la pequeña cabeza al momento que se inclino para rodear con sus brazos al delgado cuerpo -Te extrañe mucho, Megu-Megu. Perdoname
-Yo también te extrañe mucho, Toochan- dijo por fin dulce y tierna, no podía guardar rencor y menos con su padre -No me vuelvas a dejar sola
-No lo haré más, lo prometo- después de separarse de su hija, Hideo se paro firme para continuar con el problema sin resolver -Megu-Megu, perdona que nunca te lo haya dicho, pero ahora creo que es tiempo de explicarte todo lo que ocurre
Un poco del aire áspero de las montañas recorrió los listones dorados de ambas personas para envolver sus rostros -Así espero, Toochan
...
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