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Kise Ryouta estaba determinado en evitar otra decaída mas, su amiga Aiencchi no tenía porque hacerlo sola, y con el otro joven, Rin, habían quedado en que hasta que la joven se recuperase de esa gripe no la dejarían seguir con sus obligaciones.

Claro que el certificado medico ayudó mucho en esa parte, pero la Señora Kise tuvo que interceder para evitar que notaran mucho mas. Ya que al parecer la joven no estaba pasando bien su estado de salud, la anemia había vuelto, sus desmayos se debían a la falta de nutrientes en su cuerpo.

Claro, que la joven al despertar se preocupó primero por el bienestar de su madre que por el de ella, y digamos que la familia Kise tuvo que pelearse un poco, se habían enterado todos de una mala manera que ella tan solo era una enfermera y sirvienta de su madre, parecía nunca haber tenido una unión de madre e hija, o eso le había dejado creer la señora.

Aien sabe que ya no puede esforzarse mucho, por el momento que esté a cuidados de la familia de Kise sabe que no puede hacer mucho.

Rin los visitaba cada vez que podía, se habían enterado que aquel pelirrojo era solo uno de los principales chicos mas viejos de aquel orfanato que al cumplir su mayoria en vez de buscar su libertad había optado por quedarse para cuidar a la castaña, ya que esta vivía en condiciones pocos precarias, previamente ya vistas.

Este chico estaba claro que la querría como una hermanita, por ello su preocupación como tal, cuando Ryouta lo supo de alguna forma se sintió aliviado, no sabía realmente porque d eun momento parecía haberlo tomado como rival, pero simplemente había sido un malentendido.

—Aiencchi.

—¿Uh?

—Extrañas estar con ella, ¿no?

La mirada que estaba perdida a lo lejos de la cancha, pensativa se había detenido en su labor de juntar las pelotas como era su unica obligación no prohibida. Si bien la anemia no se hiría tan rapido como creyó. Una vez que el cuerpo se acostumbra a comer cada vez mas poco, el ir en reversa y empezar a comer mas, costaba mas de lo que se imaginaba. Por ende, hasta que no estuviera lo suficiente sana no volvería a sus trabajos fuera de los horarios en el Instituto.

Su mirada recayó en aquel rubio que la había logrado quitar de aquel lugar, con su insistencia, con la ayuda en general de los Kise. Se dedica a suspirar al verlo todo sudado, ultimamente notaba mas detalles curiosos en él, que de cierta forma lo veía tierno y sexy, demasiado.

—Mentiría si no lo hiciera, sabes que era mi responsabilidad cuidar de ella. Me acostumbré a tener esa obligación. Era mi madre despues de todo.

—Pero no era tu obligación Aiencchi, corrección, no era tu responsabilidad cuidar de tu madre, la situación debía ser del reves. Te debías cuidar a ti.

—Kisecchu...

—No,  dejame terminar. Te debías cuidar a ti, pero como estoy aquí, yo y mi familia lo haremos, porque desde que te conocí supe que nada sería fácil pero quería ayudarte me nacía las ganas de ayudarte. Y no iba a rendirme tan fácil.

La determinación brillaba en aquellos ojos ambarinos, su tono al hablarle era tan dulce pero serio, que realmente le demostraba que a él, si le importaba su presencia.

Las lágrimas no son retenidas, ya no, por lo que suelta el balon y lo abraza importandole poco el aroma a sudor, o que se embarrara de aquello.

—A-Aiencchi...

—Te quiero mucho Ryouta. Muchas gracias por todo, no se como podría devolverte todo lo que has hecho por mi.

Mientras aquello sucedía el equipo de Kaijo observaba curioso, algunos esperando ganar las apuestas, ya había pasado como cinco meses de lo ocurrido y esta historia se trazaba lentamente cual camino de caracol, por lo que ya se encontraban ansiosos por saber si el rubio idiota lo haría bien o lo arruinaría.

Curiosamente Kasamatsu Yukio, el capitan, quería saber que pasaría. Si bien tambien la pequeña le había generado un sentimiento protector de hermano mayor, por lo que, por una vez deseaba que Kise hiciera algo productivo y esto funcionara.

Al poco rato de verlos muy abrazaditos, vieron como Kise le agarraba con suma delicadeza ambas mejillas logrando sorprender a la joven frente a él, una encantadora sonrisa reposaba en los labios del rubio, dijo algunas palabras, y despues,  notaron como la pequeña se llevaba las manos a su rostro llorando, llorando mucho.

Preocupandoles un monton, pegarían a Kise, lo destrozarían, se acercaron, y se quedaron estáticos al escuchar.

—Si... S-si quiero ser tu mejor amiga. —entre hipeos lo abrazo muy agradecida.

Sin embargo, todos se quisieron matar, y algunos cayeron de la indignación e incredulidad de la situación, estaban seguros que era una declaración.

Sin embargo, Kasamatsu Yukio se empezó a carcajear levemente, rascandose la nuca, algo incómodo. Tal vez se había apresurado y dejado llevar por los pensamientos de sus compañeros, tenían mucho por delante aun como para establecerse como pareja.

Después de todo, presentía que las lágrimas de Kise eran más por el tal vez malentendido de la chica, pero igualmente supo comprender que solo eso era lo que necesitaba Aien en esos momentos, o tal vez era muy despistada para darse cuenta de sus sentimientos hacia el.

Vaya desdicha para el rubio.

—Tranquila, sshhh... M-me alegra que hayas aceptado Aiencchi.

Si bien un largo camino le esperaba a Kise para lograr lo que su corazón ya dictaba pero ya sabía de más que le costaría, solo que no sabía que dolería tal malentendido, pero al ver tal alegría e inocencia no pudo romper ese ambiente. Estaba feliz de hacerla feliz, porque de algun modo presentía que momentos oscuros y tristes se acercaban a cada paso.














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PERDON por la re demora, pero sabía que de algo me olvidaba, lo siento, espero poder actualizar mas esta historia.

Pobrecito Kise, ¿se lo esperaban? ¿o creyeron que Aien lo aceptaría como novio velozmente? ¿que parte les gustó mas?

Nos leemos pronto~ muchas gracias por su paciencia.

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