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Una semana había pasado desde que se habían conocido, y ella seguía de un lado para el otro, descansando por pedido de Kise. Pero no podía evitar ir trabajando día tras día.

Desde el trabajo de ser niñera era 7am a 10:30 am, después a la clínica veterinaria 11:30am a 13:30pm, y después a su casa comer, vestirse antes de las 14:00pm para llegar a clases que tenía permitido llegar 14:15pm solo con la promesa de ir a ayudar al equipo de baloncesto del instituto Kaijo.

Fue de allí como sus días se empezaron a volver mas pesados, mas nunca se la veía con quejas, cansada y adormilada, al menos no en compañía. Después de todo su madre no podía ser la única estando trabajando ya que desde hace dos años atrás se había dado de que si no encontraba trabajo el dinero que traía su madre a casa no le alcanzaría para nada a ella, porque hubieron días en que ni siquiera la susodicha llegaba a casa y no había ni un poco de comida, gracias a ello la castaña había comenzado a hacer ejercicio, tomar mas agua que cosas líquidas pero un día se enfermó mal a causa de la falta de nutrición, por lo que se juró que ninguna pasaría hambre, su madre se sintió avergonzada los primeros meses del primer año pero luego al ver que a ella le iba mejor que a la adulta misma. Esta dejó de poner empeño y a descuidarse, poco después esta cayó enferma, una enfermedad que Aien sentía que la desgastaba aun más, todo por seguir el mismo proceso y rutina todos los días, saludar a su madre que esta pregunte un: ¿quién es? ¿que hago aquí? ¿cuando vamos a comer?

Su madre había empezado a tener un retardado, aunque gracias a la "envidia" que se había empeñado a olvidar a su única hija, o bien solo la recordaba de vez en cuando para culparla de su enfermedad. A veces se preguntaba: ¿De donde sacaba sus ganas de seguir luchando,  de seguir sonriendo? La razón era bastante curiosa, porque solo gracias a su madre estaba allí  había nacido gracias a ella, había crecido has los 12 años sana, aunque luego ya se descuidara de ella, había tenido una buena infancia. Aun tenía una mamá, aunque esta no la reconociera o ya ni la viera feliz, en cambio mucha gente ni siquiera tenía padres,  por lo que era agradecida por el simple hecho de cada cosa que le sucedía en el día a día.

Gracias al apoyo de su madre, pudo trabajar, trabajar y conocer a la abuela Alix Xin, a sus amiguitos (niños) que cuidaban, aunque de cierta forma en ese ámbito también ayudaba a un orfanato y les enseñaba lo que no podían aprender, siendo de allí, donde los niños mas grandes le fueron enseñando el basket callejero, mientras que ella le enseñaba algunas mañas tecnologicas. Había un acuerdo mutuo, cariño y amistad en todo.

Por lo que no podía dejar de agradecer a su madre por esas razones, realmente había madurado demasiado en ese tiempo, pero no pudo evitarlo. Aunque antes de esos tres años hasta cumplir sus 15 años,  había dejado atras con broche de oro la educación primaria y secundaria, aunque gracias a ciertas discusiones y perdida de su padre había acelerado en demasía su salida del colegio, pero no por ello dejó de asistir a sus clases de natación de la escuela Teiko.

Por eso siempre había podido contar con buena resistencia física y mental, porque el agua la relajaba tanto haciéndola olvidar de todos los momentos malos, para solo disfrutar de las compañías de sus compañeros, aunque ninguno había durado mucho.

—¿Que pasa Naraukicchi?

—¿Uhm? ¿Que decías Kise-chu?

—No vas a estornudar de nuevo como un pikachu, ¿verdad? —bromea sonriente el rubio—... Te preguntaba si estabas bien, estas algo distraída,  Naraukicchi.

Al escuchar aquellas palabras brotar de los labios del rubio girasol, abrió la boca para decir algo pero tan solo sonrió.

—No voy a estornudar, —hinchó sus mofletes con aire,  pero suspiró de nada serviría si se quejaba—... El hecho que estornude con un "achiu" es mera casualidad que agregue el "chu". Ya te dije que es lo mismo que haces tu,  con el "cchi", Kise-chu.

Al decir aquello no tardó en ser un peluchito en brazos del jugador de basket,  quien no se pudo resistir a abrazarla por lo tierna que se había visto, justamente allí siempre demostrándole que podía bromear a pesar de notarla mas cansada de lo normal. Kise podía ser de todo, pero no nunca podría ignorar o no ver las ojeras que cada día aumentaban en la chica de ojos cielo, que tanto empezaba a querer.

—Eres taaaan tierna Naraukicchi~

—K-kise... N-no res...piro...ugh...

La castaña de ojos cielo, parecía un pez boqueando por aire a punto de morirse. Pero el rubio se asustó.

—¡Lo siento Naraukicchi! Es que te veías muy linda~

La había soltado pero ninguno había notado o bien no parecían darse cuenta que estaban en medio de un entrenamiento y que Kasamatsu desprendía un aura oscuro pero antes de que este chico de cabello corto de color negro, sus ojos son azules plateados, utilizando la camiseta numero 4 y su contextura física delgada,  llegara al rubio se posó justo frente a este siendo su escudo a pesar de sus 1,62 había detenido en el aire el pie del capitán, con una expresión bastante seria.

—No me gusta que lo esté lastimando por mi culpa, Kasamatsu-sempai, si quiere golpear algo atrévase yo estaré cuidando siempre a mis amigos.

La voz de la castaña de ojos cielos, que siempre permanecía tranquila, a pesar de su vida ajetreada, sus locuras y demás, se había puesto fría y seria, casi se podía cortar el ambiente con una cuchara.

—¿¡E-ehhh?!  Y-yo nunca lastimaría a una chica. Tks..

—Entonces para redimir su enfado y molestia,  tiene permitido "castigarme" en su cancha sempai.

Kise no cabía de lo sorprendido que estaba, era la primera vez que la veía así, sin estar sonriente y tranquila, sin lugar a dudas cada día empezaba a verla en máximo esplendor, más nunca se esperó que lo defendiera así.

—Tranquila, Naraukicchi, no pasa nada, ya voy a entrenar Kasamatsu-sempai...

Pero el capitan del equipo ya se había hartado y si bien, no le molestaría enseñar un poco a la chica que debe respetar a los mayores en sus horas.

Fue allí donde la chica que justo en el ese día se había puesto al terminar las clases su uniforme de educación física para ir a ayudar al equipo. Aunque estaba muy adorable segun Kise. Actualmente se estaba dando cuenta que durante los partidos el capitan kasamatsu utiliza unas calcetas negras hasta abajo de la rodilla y su tradicional equipo azul y blanco.

La mirada de ambos, tanto la amiga de Kise como su sempai era épica, y sabía que si uno ganaba el otro sería mucho mas optimista.

—Etto... Naraukicchi, recuerda que luego del entrenamiento debes ordenar las cosas, mejor olvidenlo y estaré practicando.. —intentó arreglar la situación Kise, algo preocupado.

—No, pensandolo bien si puedo hacer una excepción con la señorita, y tu, vuelve a la práctica a no ser que esto sea un desperdicio—dice Kasamatsu Yukio.

Siendo así como el día se había convertido en uno muy gracioso.

[…]

Tiempo después, mientras Kise había hecho lo que su sempai deseaba y sus compañeros tambien, el entrenador como capitan de Kaijo se habían quedado boca abierta y uno mas cansado que podría haber creído, mientras que la castaña se encontraba sentada en la suela mientras respiraba entrecortada, sudaba muchisimo pero nisiquiera había levantado su rostro, de lo agotada y rendida estaba.

Realmente ambos se habían esmerado, a pesar que pudieron haber otras especulaciones del resultado en el conteo había quedado como 22-23 puntos, y si, el sempai le había ganado. Kasamatsu sonríe suavemente para luego preocuparse por la posición de la pequeña, quien no levantaba la cabeza desde que se había caído de senton al ya no poder seguir mas. Realmente le había dado una buena lucha.

—Eres una caja de sorpresas, Narauki-san.

Pero contra todo pronóstico Kise al voltear a verlos, no pudo chillar de preocupación al verla en el suelo. Mientras ambos saltaron por el susto.

—Naraukicchiiiiii, Sempai fuiste muy severo con ella,  ¿p-puedes pararte Naraukicchi? —se inclina a ella con una expresión de suma preocupación mientras la trataba y miraba como si fuera de cristal.

Después de todo aquella joven chica realmente se había vuelto alguien especial para él. Aunque los pensamientos del rubio como del capitán fueron interrumpidos por unas suaves risas limpias de alegría, aunque pareciera que se estaba colisionando porque lagrimas caían de sus mejillas pero ella parecía alegre.

—Hasta...yo me sorprendí, mu-muchas gracias por todo sempai... —dijo entrecortada mientras las lágrimas caían.

A pesar de todo nunca Aien Narauki podía ocultar por mucho mas sus sentimientos tristes y frustraciones en ella, porque sin dudar entre las risas limpias de todo el mal, risas de alegrías eran el tapón que amortiguaba y guardaba sus lágrimas amargas, siendo así el producto de que llorase mientras estuviera feliz, nadie sabría que fuera por algo mas, ya que esto se podría malinterpretar.

—Tranquila.. Oye, yo, em... A la próxima ya veras que podrás dar un mejor resultado, no llores por perder, llora cuando no puedas dar mas de lo que puedas —pide preocupado y nervioso Kasamatsu.

Siendo así como Kise tan solo la levantó del suelo como si fuera una princesa, y al ver que ella seguía sonriendo como llorando a la vez, pidió con la mirada dejárselo pasar, siendo así que Kise había prometido llevarla a su hogar.

Algo en el interior de Kise sabía que este día aun no terminaba, y según la dirección que le habían dado alguna amiga de la misma que se encontraba dormida en la espalda suya, ya que luego de liberar lágrimas se había quedado muy cansada y dormida. Sentía que al llegar a la casa de la chica que siempre inventaba una escusa para que el no fuera a su casa, este día lo conocería, conocería el porque de aquellas lagrimas con sabor agrio.














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Hola! Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, en breve actualizaré las demas historias que probablemente estan esperando cap. Muchas gracias por siempre tenerme paciencia y apoyarme.

Una cosa mas, gracias por dar una oportunidad y leer hasta pequeña historia. ¿qué creen que Kise Ryouta descubra al llegar a la casa de Aien Narauki? ¡Salud y mucha lokura!  Nos leemos pronto.

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