The Dark Element
Se que esto no tiene nada que ver con "TENIAS QUE SER TU" pero no quería terminar sin compartirles un fragmento de mi primera historia que escribí. No tengo un nombre, solo ideas, lo cual me retiene a publicarla.
Para los que disfrutan de lo PARANORMAL/ DISTOPICO espero les guste. Este es mi bebe, literalmente.
Tambien resuelve las dudas de varias que preguntaban si escribia algo más. Espero sus comentarios.
Con mi más grato cariño.
@NikyMoli
THE DARK ELEMENT - El Elemento Oscuro
Prologo
Una tormenta desembocó fuera de casa. La lluvia caía sin ningún control pero... ¿Quién puede controlar la lluvia? Muchas personas llamaban a este fenómeno: lágrimas de los Dioses. Esas lágrimas solo se derramaban ante la pérdida de un alma que valía cada segundo de vida.
Las sirenas comenzaron a sonar. Una señora de cabello cobre lloraba sobre una bebe que dormía profundamente en sus brazos. Una voz aguda le llegó a la madre en ese instante, le rogaban que se despidiera. Debía darse prisa. La vida no es una máquina de conceder deseos, ella sabía que debía dejarla ir, no tenía opción. Alguien más, tomó a la bebe prometiendo que estaría en buenas manos.
—No van a encontrarla. Te lo prometo.
La madre no creyó ni una palabra de la boca de la otra mujer. Ella sabía que pronto la tendrían en su poder, harían que olvidara hasta el más mínimo detalle. Ella no sabría que había magia en el mundo. Sabía perfectamente que el destino era cruel. La niña pronto sería un ser diseñado para matar.
Las gotas de agua caían en el asfalto. Estaban cerca del edificio principal del antiguo aeropuerto, lo que alguna vez había sido Heathrow. La guerra había destruido muchos lugares del mundo, unos que en la actualidad no eran más que tierra quemada. La madre quito de su cabeza la idea de salir corriendo de regreso. No tenía opción.
—No quiero que se la lleven a ese lugar —dijo sin soltar la manta. La lluvia seguía cayendo como una tormenta poco común. Frente a las mujeres había un avelador de color negro con el símbolo de Kindom grabado. El búho le recordaba la sabiduría de su gente, aquella que marcaba la magia blanca.
La mujer de cabello negro, que ahora sostenía a la criatura, jalo con más fuerza la manta de la bebe. La madre de la bebe quedo completamente inconsolable. Las lágrimas se perdían con las gotas que caían del cielo creando más dramática su partida. Lágrimas de la Diosa que se despedía de su hija, la niña elegida.
La bebe, que seguía durmiendo, como si la lluvia no la tocara. Como si ella fuera vulnerable al agua. Su elemento. Todo ser mágico estaba destinado a tener una conexión con la naturaleza. Ella pertenecía al menos común de todos, el agua.
—No permitas que la maten —repetía una y otra vez.
La mujer de ojos grises tomó su mano apretando la muñeca de la bebe. La media luna que tenía grabada como una cicatriz se difuminó quedando casi invisible. Nadie podría saber que ella era una niña cristal, una elegida.
—Pronto nos volveremos a ver, mi niña, te estaremos esperando en casa.
Sin más que decir, la mujer con la túnica se bajó del artefacto que transportaría a esa gente lejos de su lugar de origen. La bebe soñó todo el camino con flores y campos verdes. A pesar que jamás recordaría esos sueños, los ojos azul cielo la acompañaron hasta que estuvo en su nuevo hogar.
El Campamento
1
¡Qué ruido! Era como si alguien golpeara un tambo de madera emitiendo un sonido que llenaba toda la habitación, retumbaban como truenos. Unos gritos se elevaron por el lugar como si estuvieran invocando algo.
No podía soportar más ruido, me llevé las manos a los oídos para amortiguar los gritos. Solté un chillido apagado y me puse de cuclillas. Esto era insoportable.
De pronto, silencio total.
Todo cambio repentinamente. Ahora había un bosque con una hoguera, los chasquidos del fuego contra la madera me llegaron de repente, tranquilizando lo que habían provocado todos esos gritos. Sentí mis manos temblar, mi corazón acelerarse. Algo estaba a punto de pasar.
Alrededor del fuego había hombres con túnicas negras, ¿o serían mujeres? , es imposible verles las caras. De pronto, aparece una mujer. Una túnica blanca realzaba el volumen de sus caderas, a decir verdad, era demasiado voluptuosa. Parecía como si hubiera puesto almohadas dentro de ella, era ridículo.
Alguien tomó mi mano, no reaccioné hasta que un toque eléctrico recorrió todo mi brazo. Por alguna razón me veo sonriendo como estúpida. ¡Por mi vida! El hombre que tengo frente a mí es sacado de los más guapos de CanUs. Alto, con el cabello castaño oscuro, amarrado con una cola de caballo. ¡Vaya! Sí que es guapo.
Suspiré.
–Puede que estemos a punto de dar el paso más importante de todos, madame –dijo el chico en una voz tranquila –. Usted no solo es la persona en la que más confío, no es solo aquella persona que... –lo veo mover los labios en intervalos sin poder entender lo que está hablando. ¿Por qué rayos no puedo oírlo?
De pronto saca algo de su chaqueta aterciopelada, me ayuda a girarme para quedar de espaldas contra él. Mi cuerpo tiembla y mientras él coloca algo frío en mi cuello, siento sus manos de la misma manera. No sé qué tipo de locura es esta, pero siento un golpe de excitación en todo el cuerpo.
–Que lo drástico, loco y lindo que une nuestras vidas sea eterno –el chico guapo, misterioso, me da una sonrisa tímida, me jala para quedar justo frente a él.
Me llevé la mano al colgante que reposaba en mi cuello, lo observé detenidamente. Era un dije con tres gemas, la más pequeña de color verde musgo, la otra rosada y la más grande amarilla, colocadas en un montura metálica en forma de corazón. Mis dedos rozaron cada piedra he inmediatamente me sentí segura, me sentí amada, llena de vida. Como si cada pequeño problema desapareciera. Mi corazón tembló. Levanté la mirada para ver unos penetrantes ojos azul cielo.
–Esto es increíble –siento unas lágrimas formarse detrás de mis ojos. ¿Por qué quiero llorar? Esto no tiene lógica –. ¿Es para mí? –esas palabras salieron de mi boca pero nadie me prestó atención, como si no existiera. Incluso la pregunta era estúpida, esa debe de ser la razón por la que todos me ignoraron. Si el chico puso el collar en mi cuello dudo que fuera para alguien más.
La hoguera se fue apagando poco a poco, las brasas estaban aún candentes y mi corazón cada vez palpitaba más. ¿Qué diablos está pasando? El cielo se volvió de un rojo fuego, el viento aumento su velocidad, algo no estaba bien. Podía sentirlo.
Otro chico caminó en dirección del triángulo formado por el guapo de ojos azul cielo y la señora de las almohadas. Con un leve movimiento quitó su túnica revelando su rostro de niño con unos penetrantes ojos miel, ¡vaya este debe de ser mi día de suerte!
–Yo te maldi...
Desperté con el corazón disparado. No era la primera vez que soñaba con esa secuencia de imágenes. El chico lograba que despertara feliz, como si lo conociera de toda la vida, detestaba caer en la realidad que el sólo existía en mis sueños, por otro lado el chico de cabello castaño y su frase incompleta siempre me dejan la misma duda.
Salte de la cama directo al baño, faltaban minutos para que el despertador sonara. Nuestro último día en el campamento de entrenamiento. Pase cuatro días encerrada en este lugar, donde me entrenaron para poder defenderme de cualquier ataque a mano armada, realmente era muy mala para todo esto. Era la primera vez que usábamos armas, eran de juguete, claro, pero pronto serian reales. Cada día nos acercábamos al meollo del asunto. Esto se estaba poniendo demasiado bueno.
El espejo me reflejaba a la patética chica de cabello cobrizo, piel canela, ojos grandes color miel, y por supuesto los semicírculos formados por las pocas horas de descanso gracias a las pesadillas nocturnas. Tenía que pedirle a Phia, mi hermana, que me diera algún té para dormir mejor. A este paso no llegaría a ningún lugar.
"que desastre" pienso al verme.
Me di una ducha rápida, lave mis dientes, me coloque el traje café de entrenamiento, las botas de caminata, mi bolso de primeros auxilios, una cantimplora, una manzana para el camino y salí al bosque.
Me adentré lo más que pude al bosque, unos 7 kilómetros aproximadamente, donde las ruinas de los edificios y casas antiguas se podían ver. Esquivé los pedazos de asfalto, esta calle estaba completamente destruida. Debería evitar a toda costa entrar a cualquiera de las ruinas, era demasiado peligroso pero... ¿Quién podía detenerme? Mi curiosidad era mucho más grande que cualquier peligro que pudiera sentir, además ni lo sentía. ¿Miedo? ¿Yo? Jamás.
2
Entre en la primera ruina que tuve cerca, supongo era una casa hecha de concreto y madera podrida. Encontré basura, retratos antiguos, sillones en muy mal estado, restos de armas, animales muertos y... ese olor que desprendía de ellos, putrefacción pura. No dude en salir lo antes posible, no lo soportaba. "Maldita curiosidad" me dije cuando las náuseas empezaban a sentirse en la boca del estómago. Estaba a punto de vomitar la única cosa que había logrado comer durante la mañana, una manzana. Coloque la manos en las rodillas para aun algo inestable, eso había sido desagradable. De pronto sentí una mirada, alguien me estaba observando. Me quede inmóvil intentando descifrar de donde es que venía. ¡Maldición! van a castigarme. Se supone está prohibido salir del perímetro del campamento. Ese castigo no sería nada suave, me iban a azotar hasta que mi espalda fuera una mezcla de sangre y piel desgarrada, al menos eso le pasó a Carolina, la chica pelirroja de la secta de medicina. Salió un día a ver las ruinas de la ciudad y fue flagelada hasta quedar inconsciente, no la vimos hasta después de tres semanas.
Trague saliva. Esto iba a ser muy malo.
Me le quede viendo a la sombra detrás del árbol, me estaba observando con la misma intriga que yo lo hacía. No lograba definir sus facciones, su color de cabello, ni su uniforme. Aunque para ser sincera, parecía que tenía un camisón largo. Definitivamente no era un soldado. Pero algo en él me resultaba demasiado familiar. Permanecí lo más tranquila posible. No podía moverme, estaba demasiado asombrada por esta sombra.
De algún modo se me ocurrió que podía escapar, puede que no se hubieran visto. Era rápida por lo que decidí correr. No iba a permitir que me pegaran enfrente de todo mundo, o que me pusieran un castigo de muerte. No, no podía permitirlo. Seguí corriendo hasta que encontré un árbol bastante fácil de escalar. Sin pensarlo y con el subidón de adrenalina no me di cuenta lo alto que estaba ¿Cómo diablos había llegado hasta aquí? ¡Mierda! Esta demasiado alto y odio las alturas. Tome mi cabello en un moño y me cruce de brazos. Intente calmar mi corazón, respirando hondo como mi papa me había enseñado a hacer tiempo atrás para calmar mis ataques de ansiedad. Transcurrieron más de 30 minutos atascada en este árbol y por ningún motivo me quería bajar. Tenía miedo, ¿Qué pasa si me caía y me rompía todos los huesos?
– ¿Piensas bajarte de ahí? –pegue un salto al escuchar esa voz. Mierda, un soldado.
–Sí señor, eso estaba a punto de... ¿va a castigarme? Porque de ser asi creo que prefiero quedarme aquí –mi voz sonó tan patéticamente asustada que incluso me di pena.
–No, pero si no bajas de ahí los dos tendremos problemas. Te ayudare – susurra –, ya estas a salvo.
–Perdón soldado pero... no creo poder bajarme ¿Qué acaso no ve lo alto que esta? Estoy casi segura que caeré directo en mi trasero y eso no será nada agradable.
–A mí me suena gracioso –dijo riendo entre dientes.
No estaba loca y no me iba a dejar caer. En casa pocas veces me había permitido subir en arboles exactamente por este motivo. ¡Odio las alturas! Aunque en las salas de entrenamiento me cuelgan de unas barras para ejercitar los brazos, no son tan altas y tienen unos pequeños banquitos para ayudarme con la altura, sin embargo para mí ese pequeño metro ya era una altura bastante alta.
–Pues a mí no, voy a romperme todos los huesos y no sé qué es peor. Ser flagelada o la caída libre de este enorme árbol.
–Definitivamente ser flagelada, ahora voy a subir a ayudarte pero necesito que te estés tranquila y confíes en mi ¿está bien?
–En realidad no, señor, no confió en usted. Pero no tengo otra opción así que... ¿Qué espera?
El rio un poco antes de iniciar su acenso al árbol con bastante habilidad. Incluso resultaba molesto ¿Cómo es que lograba subir tan rápido? Es como si el chico que tenía enfrente no tuviera miedo ni límites. Me ayudo a bajar del maldito árbol. No me rompí ningún hueso pero si acerté en la caída. Estaba segura que me dolería el trasero a la hora de sentarme en la cena.
Sé que es contra las reglas abandonar el campamento, pero suele ser aburrido caminar por horas para encontrar lo mismo de siempre. Después de la guerra era lo único que teníamos. No dejo de pensar en cómo la gente fue capaz de pelear a muerte con el simple hecho de aferrarse a mas tierra, dinero y sobretodo poder. Los países con más influencia acabaron con todo pequeño país; lanzaron bombas nucleares y químicas que terminaron con más del 80% de la población, sin mencionar la cantidad de tierra arrasada por los químicos. El calentamiento en las aguas provoco que los polos se derritieran, lo que provoco que grandes inundaciones y destrucción de muchas especies de animales, el agua dejo de ser potable y lo peor del caso, el territorio de tierra se redujo una barbaridad. Cuando veo en la clase de geografía como eran los mapas antes de la guerra, no se parecen en nada a los de ahora. ¡Que patético!
– ¿Ya te han puesto a entrenar? –pregunto muy curioso. Debe pasar los 20 años, tiene puesto un traje de soldado nivel I que le combina a la perfección con su cabello marron y sus ojos café oscuro.
–Me han enseñado estrategia básica, pero aún no domino un arma –digo algo apenada.
–¡Claro que no! Fue tonta la pregunta, ven, te enseñare a lanzar –dijo dándome unos pequeños cuchillos plateados.
–¿Quién eres? –pregunte al chico que en estos momentos sosteniendo esos cuchillos para lanzar se veía tan sexy. Debe de ser de los más sexys de todo este maldito lugar.
–La persona que te salvo la vida –sonrió.
–Pero ¿Qué haces fuera del campamento?
–Vigilar, es mi primer día –se encogió –. Nunca pensé que fuera a pasar algo interesante.
¿Qué? Interesante. ¡Demonios! Ahora resulta que soy interesante, este chico definitivamente está en mi top diez de hombre calientes. Me concentro en como el "hombre que salvo mi vida" lanza esos cuchillos al tronco de un árbol, es bastante hábil con esas cosas, sus músculos se tensan en el justo momento antes de lanzar, es casi un movimiento perfecto. En cambio yo, Alexandra Bower, no logro que la cosa le pegue al árbol. Pasaron al menos dos horas en las que estuvimos pegados a ese árbol riendo y hablando. Me sentía cómoda con él, aunque sabía que era una persona dura.
Los militares no pueden enamorarse, nadie en el secure –el grupo al que pertenecemos– puede hacerlo. Se supone que es una debilidad, si te enamoras provocas sueños e ilusiones y eso es una locura. Claro que tenemos novios, nos casamos y nos reproducimos pero con la única condición de no sentir mucho por la persona con la que estamos, es por eso que casi nadie se casa en este lugar hasta que nos jubilamos del secure a los 50 años aproximadamente.
Mi tierra era llamada Centus, pero desde que tengo uso de razón están realizando desplazamientos a la parte alta del país, llamado CanUs. Los altos gobernadores han realizado estudios y nuestra tierra aún tiene un nivel químico muy alto para ser habitada. Creo que esa no es la razón, ya que nos hacen caminar varias horas para lograr encontrar un campamento donde pasar la noche. Es algo absurdo, si fuera tóxico más de la mitad estaríamos muertos, con mi suerte, yo sería una de las primeras.
Debimos estar rompiendo más de diez reglas, pero me dejé llevar por el momento aprendiendo a lanzar los artefactos cortantes con rapidez. Pero la hora de regresar a mi cárcel había llegado, mañana muy temprano debíamos de salir para el siguiente campamento donde pasaríamos una noche para descansar antes de emprender otra larga caminata hasta el siguiente campamento. Si eso parece cansado se equivocan, después de pasar aproximadamente dos años en esta rutina nuestros cuerpos están acostumbrados. Somos guerreros, soldados preparados. Somos personas fuertes que no pueden ser vencidos con facilidad, la mente fría y el corazón de piedra.
Por órdenes de CanUS, antes de partir de casa hace más de tres años. Separaron en grupos a la población por edades, niños, de 12 a 30, de 31 a 45, y de 46 en adelante incluyendo a la tercera edad. Supongo que la razón era obvia, a los niños y a los adultos no podían entrenarlos de la misma manera que a nosotros.
Pasamos por entrenamiento estratégico, lucha, fuerza física... también teníamos clases de historia, cocina, matemáticas, herbología. Al cumplir los 20 años subías a la segunda fase, armamento militar, estrategia II, tecnología, reflejos de guerra. Los chicos debían ir obligatoriamente a cubrir turnos de vigilancia, mientras a las chicas se les encomendaba tareas más fáciles y menos honorables. Muchas veces peleaba la idea de que fueran contadas las mujeres que pasaban a ser vigilantes, pero después de lo sucedido hoy me lo guardaría en secreto.
El chico misterioso había resultado ser no solo una cara bonita, era uno de los futuros más prometedores en este lugar. Por alguna loca razón creo haberme sentido atraída por él, más que atraída, me gustaba algo que él tenía y aun no definía que era. Resulta que este hombre que tanto me cautivaba había sido trasladado hace no más de seis meses del secure II. Debía de ser muy bueno para que lo hayan trasladado de una categoría baja a una tan alta en el secure I. Lo más seguro es que su destino ya estuviera escrito, por alguna razón me gustaría ser parte de eso, de su futuro.
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