Prólogo.
Antes de comenzar:
Después de meses de estar escribiendo la historia, llegué a una conclusión importante: este fanfic no es el indicado para todo el mundo.
Si siguen leyendo, van a encontrarse con relaciones heterosexuales (algunas más agradables que otras), dramas familiares y un par de traiciones.
Pero quiero centrarme en el contenido heterosexual, porque comprendo que muchas y muchos estén acostumbrados a que en un fanfic de bts (independientemente del shipp principal), cada miembro de bangtan sea homosexual.
Bueno, si estás esperando eso acá, déjame decirte que quizás termines decepcionadx.
A lo largo de la historia, nuestros dos protagonistas tomarán decisiones que quizás ustedes, como lectores y lectoras, no comprendan rápidamente o no las acepten. Quizás lleguen a enojarse y decidan dejar de leer. Eso está perfecto, y lo respeto al 100%, siempre y cuando no me insulten a mí o a mi trabajo en esta historia, porque de verdad estoy esforzándome por hacer algo nuevo, algo que no se haya visto en ningún otro fanfic vkook. Ojalá al final del recorrido de este libro, comprendan que la base de la relación de Taehyung y Jungkookie, es la comunicación.
Espero que se diviertan, y bienvenidos a tendencia + torpeza!
Definitivamente debo dejar de mirar mi reflejo en el espejo y tratar de detectar cualquier mínima imperfección.
Sé que no es sano, pero es difícil no hacerlo cuando estoy a punto de adentrarme en un mundo totalmente desconocido y que no dudará en criticarme.
Suspiro profundamente, aunque la inquietud no disminuye. Yo pienso que me veo bien; la camisa azabache perfectamente planchada y el pantalón oscuro no son tan desagradables ni viejos. ¿Debería de haberme comprado ropa nueva para tener esta entrevista? Probablemente sí. Pero ya no hay tiempo para arrepentimientos.
Decido rociarme el único perfume que tengo y por poco me ahogo a causa del intenso aroma que emana. No, claramente, no soy compatible con estas fragancias.
El teléfono comienza a sonar mientras me encuentro dándole los últimos retoques a mi simple imagen y me doy un instante para contestarle a mi madrastra. La adoro, pero sé que hablar con ella ahora mismo será la razón por la cual mis nervios aumentarán.
Sin embargo, acepto la llamada.
— ¡Kookie!, ¡hoy es el gran día! —Soyoung vocifera con su dulce voz. Cualquiera supondría, debido a su tono, que la mujer mide no más de metro sesenta... Y no estaría equivocado.
—Créeme que lo sé —contesto, intentando no dejar en evidencia la ansiedad que cargo—. Tú estás más emocionada que yo, Youngnie.
— ¿Cómo no estarlo? ¡Trabajarás con Kim Taehyung! Oh, por Dios, adoro a ese hombre.
—No, no, no, Youngnie. Tendré una entrevista para ser el asistente de Kim Taehyung —me permito corregirle.
Trabajar con Kim Taehyung sonaba como si yo fuera alguien exitoso que le presenta su colección de verano al hombre más aclamado del país en el ámbito de la moda.
Carajo, no. Estoy muy lejos de eso, y tampoco me interesa.
—Lo que sea, pero, ¡lo conocerás! —Exclama, de nuevo—. Por favor, quiero todos los detalles de su cara, cómo huele, cuál es su talla de zapato, qué lleva puesto, de qué color es su oficina. Por favor, por favor. Y si ves a Jung Hoseok, ¡dile que lo amo!
— ¿Qué pensaría mi padre si te escuchara hablar de esta forma, Youngnie? —Comento con gracia; verdaderamente, el crush de mi madrastra por el director de Vogue Corea es lo más cómico que existe. Parece que le importa muy poco la amplia diferencia de edad entre ambos.
—Oh, él está acostumbrado —replica, restándole importancia al asunto—. Entonces... Kookie, mucha suerte. Sé que el trabajo será tuyo, cielo. Vamos, no hay persona más lista, apta y amable que tú. Será pan comido.
Sus declaraciones parecen un incentivo instantáneo para que mi torpeza despierte de su siesta. Casi puedo oír que pregunta "¿qué hay de desayunar hoy?".
—Gracias, Youngnie. Haré lo mejor que pueda.
—Estamos muy orgullosos de ti. Te llamaré más tarde.
—Sí, trato hecho. Te quiero —le digo antes de colgar.
El reloj de mi muñeca marca las nueve de la mañana en punto, lo que significa que noventa minutos son los que me separan de la entrevista de trabajo. Pero decido salir de casa y realizar el viaje en el transporte público tranquilamente y sin temor a llegar tarde. Eso sería caótico.
El trayecto en autobús no es exhaustivo ni muy largo, y al llegar a la avenida donde se encuentran las instalaciones de la sede surcoreana de la exitosa y mundial revista, me permito reconocer el territorio por fuera, por lo que rodeo el edificio mientras mantengo los auriculares inalámbricos en mis oídos. Es inmenso, aunque no tan alto; consigo contar solo siete pisos. Sin embargo, es un lugar atractivo y parece –por lo que puedo apreciar desde el exterior– que toda la arquitectura se resume en cristales polarizados, luces blancas y muchos ascensores.
Cuando son las diez con cinco, me armo de valor antes de atravesar las puertas grandes y transparentes. Puedo jurar que el marco está hecho con oro auténtico. Ah, joder, ¿qué estoy haciendo aquí? No pertenezco.
El primer rostro que me encuentro es el de una mujer madura, pero tan bien conservada que se me hace imposible no mirarla. Sin embargo, las joyas y el impecable maquillaje de la recepcionista no alivian la negativa sensación que me asalta, esa que me repite una y mil veces que no estoy a la altura.
Espero pacientemente a que ella termine la comunicación telefónica y, cuando lo hace, finalmente clava sus potentes ojos en mi rostro libre de maquillaje y algo sudoroso.
—Buenos días. ¿En qué puedo ayudarte?
—Hola, me llamo Jeon Jungkook —comunico, y le extiendo mi identificación para acreditar mi identidad—. Tengo una entrevista de trabajo con el señor Kim. Vengo de parte de Park Jimin.
La mujer mira mi tarjeta y frunce el ceño antes de volverme a observar. Su ceja perfectamente depilada se arquea.
—Creo que ha habido una confusión, joven. ¿Usted quiere aplicar para el trabajo de segundo asistente de Taehyung?
—Sí, eso es correcto.
—Entiendo. Solo hay un pequeño detalle; Taehyung acostumbra a contratar mujeres como sus asistentes. No pregunte porqué, no tengo ni la menor idea.
—Es entendible, créame —contesto—. Pero Jimin me ha dicho que me presente a una reunión con el señor Kim, y eso es lo que estoy haciendo. Estoy seguro de que él sabe que soy hombre, Jimin me dijo que le comentó sobre mí y sobre mi licenciatura recién adquirida.
—Bueno, en ese caso, me disculpo por esta situación. Debo admitir que fue algo inesperado y confuso. Pero le deseo mucha suerte, jovencito. Supongo que sabe lo difícil que es conseguir empleo para los recién graduados, especialmente cuando hay mucha competencia para tan pocos trabajos —me dice, al mismo tiempo que me devuelve mi identificación—. Ve por el ascensor de la derecha hasta el sexto piso, Nahyun te recibirá... Oh, y no te refieras a Taehyung como 'señor Kim', tómalo como un consejo.
Asiento, aunque no entiendo nada de lo que me ha comunicado.
Primero, si el tan importante hombre llama Kim Taehyung, ¿cuál es el problema con que me refiera a él como 'señor Kim'? Desearía que alguien me llamara señor. Todo lo que oigo, día tras día, son constantes 'jovencito', 'muchachito', 'criatura'. La falta de respeto.
Además, ¿ella realmente insinuó que hay una posibilidad en un millón de conseguir el trabajo? La falta, falta, falta de respeto, maldita sea.
Y, por otra parte... ¿Nahyun? La amable señora creo que espera que yo sepa quién es la fémina que mencionó.
Sigo las indicaciones y me adentro en la caja metálica que me lleva hasta el piso seis. Hay un espejo dentro del ascensor y vuelvo a mirarme, a juzgarme. Contemplo mi atuendo limpio pero barato, que claramente no encaja; ni siquiera mis zapatos parecen adecuados para este lugar. Otra vez, me pregunto por qué demonios me he tomado la molestia de venir aquí.
Me convenzo de que Jimin fue muy cortés al tomarse la molestia de hablar con sus contactos y así brindarme con suma facilidad esta oportunidad y que, en caso de no obtener nada positivo, al menos puedo decir que lo intenté.
Cuando las puertas del ascensor se abren, me encuentro en un mundo totalmente desconocido que consigue aterrarme desde el primer instante. Trago saliva, y con pasos inseguros, me adentro en el sexto piso. Hay personas por doquier, hombres y mujeres, todos ellos luciendo prendas y maquillaje claramente costoso.
—Disculpe... —Me entrometo, tímido, en el camino de un hombre que acaba de salir de uno de las oficinas—. Estoy buscando a Nahyun...
Me contesta únicamente apuntando con su dedo índice en línea recta a través del extenso corredor, y noto que se ha distraído mirando mis simples zapatos.
—Gracias —le contesto y me apresuro a alejarme de su alcance.
Mientras avanzo por el pasillo largo y brillante gracias a la asombrosa iluminación, mis fosas nasales captan perfumes intensos que se mezclan con el olor a cuero fresco; puedo jurar que le da a esta gran estancia una cualidad bastante erótica.
Comienzo a oír con mayor precisión el incansable pitido de los teléfonos sonando a medida que me acerco hacia donde –espero– encontraré a Nahyun. Hay tres escritorios en lo que parece ser el punto central del sexto piso, aunque todos están desocupados ahora mismo. Por último, una entrada (que cuenta con dos hojas y una delicada, detallada decoración) se encuentra cerrada. Supongo que adentro se encuentra el señor Kim... No. Taehyung.
Una mujer de cabello oscuro y con tacones toma asiento en uno de los escritorios y prontamente se sumerge en el ordenador, sin tomarme en cuenta ni un poco.
Me acerco, con cautela, y aclaro mi garganta para llamar su atención.
Sus ojos traen lentillas que le brindan a sus orbes un color avellana atractivo, y su rímel le da un toque sensual a su mirada. Me observa, y me doy cuenta de que su ceño se frunce un poco.
— ¿Nahyun?
— ¿Quién eres? —Suelta, con agresividad absoluta en su tono.
—Me llamo Jeon Jungkook. Tengo una entrevista con Taehyung.
—Oh, eres la sugerencia de Jimin, sí. Es algo temprano, ¿no te parece? —Espeta mientras revisa el horario en su iPhone 11.
—No quería llegar tarde.
—Sí, bueno, tendrás que esperar. Taehyung está ocupado ahora.
—De acuerdo...
—Adelante hay unos asientos, si quieres puedes ir ahí y darle un vistazo a alguna de las publicaciones.
— ¿Él me va a interrogar sobre su revista? —El pánico me asalta, pero más me asusta la mirada seria y para nada amigable que Nahyun me da—. Quiero decir, sí, iré a... darle... vistazos a las publicaciones... Aunque ya las leí —la mentira brota sin problemas de mis labios.
Presiona sus labios y esfuerza una sonrisa, aunque sé que la bella dama desea golpearme ahora mismo. El teléfono suena y ella contesta, por lo que me alejo para dejarla hacer su trabajo. No es como si a ella le importara mi presencia, tampoco.
Mientras vuelvo a atravesar el pasillo que parece interminable, mi corazón da un salto cuando Jung Hoseok sale de una de las habitaciones; departamento de moda. El hombre me mira como si se esforzara en recordar mi nombre, pero esboza una sonrisa y murmura una disculpa por el repentino choque sutil que tuvimos. Se desliza hacia otra oficina, el departamento de belleza según indica el cartel plateado.
¿Qué es lo que ocurrió hace un segundo? Acabo de tropezar con Jung Hoseok. Eso. Mi madrastra se va a morir.
— ¡Postulante!
Me giro sobre mis pies, porque por alguna razón mi cuerpo reacciona a aquella palabra. Veo que Nahyun me indica con su mano que me acerque, y lo hago con rápidas zancadas.
—Cambio de planes. Taehyung va a recibirte antes de irse.
—Fantástico —le digo con emoción, pero a ella no le interesa mi ánimo por la buena noticia.
Creo que no me quiere como compañero de trabajo. De hecho, creo que ni siquiera quiere existir. Parece estresada... Pero eso no le quita lo bonita.
—Entra ahí.
Asiento y sin titubear, mis manos empujan las dos hojas livianas para ingresar al despacho del jefe de todo este imperio.
Mi atención se pierde en el pintoresco y visiblemente caro espacio de trabajo de Kim Taehyung. La iluminación hace ver como si mi departamento estuviese alumbrado a base de velas baratas. El suelo de mármol reluce y puedo ver mi reflejo. Los muebles decorativos parecen más costosos que todos mis bienes materiales, pero son llamativos. Los enormes ventanales con los que cuenta la oficina de Taehyung dan una increíble vista a la ciudad de Seúl, aunque no permiten que la luz exterior se filtre hacia la oficina.
Todo es elegante y lujoso.
Definitivamente, cualquiera mataría por tener la sala de su hogar así de hermosa.
Dios, soy tan pobre.
—Cierra la boca, no quiero que babees mi piso.
La voz profunda y relajada de Kim Taehyung me trae de regreso a la realidad. Mis ojos se detienen en el hombre que viste un impecable traje gris y camisa blanca; me sorprende darme cuenta de que él parece muy ocupado leyendo el periódico que reposa en su ordenado escritorio.
—Lo siento —digo en voz baja—. Yo solo estaba–
— ¿Tu nombre? —Interrumpe.
—Jeon Jungkook.
Le extiendo mi mano por encima de la mesa de cristal, pero él ni siquiera se percata de mi gesto. No me está prestando atención ninguna, solo continúa leyendo el Chosun como si yo no existiera. Avergonzado, aparto mi mano con lentitud y la escondo detrás de mi cintura.
— ¿Qué te trae por aquí?, ¿cuál es tu interés en trabajar para mí? —El sosiego que transmite solo consigue ponerme más intranquilo.
Aclaro mi garganta.
—En el verano obtuve mi licenciatura en gestión de recursos humanos, pero las empresas a las que apliqué para un empleo buscan a alguien con más experiencia. En este país el título de profesional no alcanza —intento bromear, pero la media sonrisa que formé desaparece cuando Taehyung se mantiene serio y sin mirarme—. Uhm, le comenté a Jimin acerca de esto y él sugirió que debía buscar trabajo en algún sitio que me permitiera tratar con gente durante todo el día, para mejorar mis conocimientos... Y me contó acerca de usted.
—Ya veo... —Contesta—. ¿Te emocionó esa idea?
— ¿Sí?...
Finalmente, levanta la cabeza para mirarme.
Sus ojos son tan expresivos y misteriosos que deseo huir.
— ¿Estás contestando con otra pregunta?
—Sí- no, no, discúlpeme —niego con la cabeza ante mi propia estupidez—. Sí, la idea de trabajar en su compañía me emocionó.
—Jungkook, dime algo. ¿Tenías conocimiento alguno sobre mí antes de presentarte a esta entrevista?
—Sí, por supuesto —afirmo, aunque no estoy seguro de convencerlo—. Todo el país lo conoce, señ– Taehyung.
—Pero no lees la revista.
—Sí lo hago.
—No era una pregunta —dice, mientras pasa de página.
Oh.
—Yo... Mi mamá es una gran admiradora de la revista y de usted, compra los números todos los meses y yo a veces– bueno, a menudo los leo también... Aunque en realidad es mi madrastra; mi madre biológica vive en China, pero ya sabe. Le digo mamá porque la conozco desde hace mucho tiempo y la aprecio.
— ¿Mostré algún interés en tu árbol genealógico? —Detiene mis innecesarios dichos sin problema alguno.
« ¡Das asco, Jungkook!, ¡hazte un favor y vete ya! »
—Lo... Lamento —murmuro y bajo la cabeza—. Pero yo–
El teléfono negro en su escritorio comienza a sonar estridentemente y él no tarda en atender. El hombre y jefe saluda con ánimo a la persona del otro lado de la línea y voltea su silla giratoria blanca, dándome la espalda.
Me siento totalmente humillado ahora mismo y mis palmas pican con intensidad. Me encuentro sorprendido, también. Kim Taehyung, en definitiva, es muy distinto a como mi madrastra lo describe.
Es un descarado, irrespetuoso y millonario sujeto.
Él sigue hablando por teléfono, parece una conversación amena pero sobre asuntos laborales.
—Aprecio mucho su tiempo —digo, aunque sé que no me escucha.
Efectúo una leve reverencia y me doy la vuelta para retirarme.
—Jongho, aguarda un segundo —de pronto, escucho que alza su voz cuando estoy a punto de abrir la puerta de su oficina—. Oye, nene, ¿a dónde vas?
Encogido y desconfiado, me volteo lentamente hacia él.
— ¿Me habla a mí? —Pregunto, y quiero arrojarme por la ventana hacia el vacío por sonar tan asustado.
—Sí, te hablo a ti —me dice como si fuera lo más obvio del mundo—. ¿Puedes empezar el lunes o tienes una reunión familiar con tu madre y tu madrastra?
si tienen alguna duda, sugerencia o crítica constructiva, no duden en dejarla en los comentarios (:
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