𝟑𝟐
Nahyun está totalmente ebria y es la persona más graciosa con la que he interactuado en meses.
Yo estoy bien, no percibo ningún efecto desfavorable por parte del alcohol que ingerí, aunque realmente no he bebido mucho.
Se está haciendo algo tarde y una parte de mí tiene ganas de ir a casa a descansar; pero saber de antemano que mi madre está allí y probablemente muy despierta, me hace arrojar la idea lejos de mi mente. Quiero relacionarme con ella lo menos posible, quizás así se vaya más rápido de mi espacio.
Me disculpo con mis compañeros y me levanto de la mesa para ir al exterior, con la idea de llamar a Seokjin y desearle dulces sueños. Sé que él suele dormirse alrededor de las diez porque es un abuelo, así que quiero saludarlo antes de que pase al mundo de la somnolencia.
Afuera hace frío, así que me cruzo de brazos para mantener un poco más mi calor corporal, mientras espero a que él atienda mi llamado.
—Hola, vida —contesta finalmente con esa voz ronca que endulza mi audición, y que me roba una sonrisa que ni siquiera estaba en mis planes—. ¿Te estás divirtiendo?
—Sí. ¿Y tú?, ¿me extrañas?
—Apenas, pero Gwanhi te reemplaza muy bien.
Suelto un grito ahogado lleno de fingida indignación y Seokjin se ríe del otro lado de la línea.
—Bien, estoy algo celoso —espeto burlonamente.
—Tonto —me dice con un matiz tierno—. No bebas demasiado y envíame un mensaje cuando llegues a casa, ¿sí?
—De acuerdo, te lo prometo.
— ¿Qué hay de tu madre? —Interroga, preocupado e interesado—, ¿sigue siendo un problema?
—Por supuesto —afirmo y resoplo—. Dijo que hoy no saldría, por eso decidí reunirme con los muchachos y las muchachas —hago una mueca antes de continuar—: Ella es tan insoportable, Jin..., sé que no debería decir esto de mi propia madre, pero siento que ya no puedo lidiar con ella. ¡Habla mal de mi papá todo el tiempo!
—Lo mejor que puedes hacer es ignorarla y estar lejos de ella en este tiempo que se quede en tu casa —puntualiza, oyéndose algo molesto en relación al tema. Sabe bien que me estresa la presencia de Ara—. Por cierto... ¿Sigue en pie lo del fin de semana?
—Sí, claro —asiento, aunque él no pueda verme—. Le pediré a San que esté atento a Ara, para que no incendie mi casa o algo parecido.
— ¿Por qué no me dejas darte algo de dinero para que le entregues? —Espeta con cautela, y yo enmudezco de inmediato—. Si tiene efectivo en los bolsillos, no pasará mucho tiempo en tu apartamento y no tendrás que preocuparte tanto.
—Jin, no lo sé... —Un suspiro fastidiado se me escapa—. No me siento cómodo con ello, lo sabes.
—Lo sé perfectamente —replica, manteniendo sereno a su tono de voz—. Pero piénsalo, no quiero que estés haciéndote mala sangre a causa de esa señora.
—Está bien, mañana podemos hablarlo bien.
— ¿Hoseok está con ustedes? —Pregunta, haciendo que mi ceño se frunza.
—Uhm, sí. Se comporta un poco... Raro.
— ¿Extraño? —Repite con evidente confusión.
—Ha dicho algunas cosas con doble sentido, al menos para mí —le explico—. Nahyun también se ha dado cuenta... Es como si me estuviese echando en cara algo constantemente.
—No le des importancia, ¿está bien?
— ¿Sabe de nosotros? —Inquiero. Esto me parece algo extraño.
Seokjin hace una pausa y mi pulso se desboca inevitablemente.
—Sí.
Mis labios se separan para hablar pero —de repente y enviando una oleada de ansiedad a todo mi sistema— me doy cuenta de que hay alguien junto a mí, a una distancia prudente. Es Hoseok.
—Carajo —suelto sin pensarlo.
Miro de soslayo al ex-amante de Seokjin, notificando que está ocupado con su móvil en las manos.
—No, no, sin carajos —me ataja, justo antes de que empiece a idear escenarios fatalistas en mi cabeza—. No te preocupes.
—Seguramente me odia —murmuro, apegado al micrófono del móvil.
—Es problema suyo.
Trago saliva cuando siento que mis manos empiezan a temblar. Necesito regresar con la borracha de Nahyun y no alejarme más de ella, al menos hasta que decida regresar a casa.
—Yo... Volveré con los demás —le digo a Seokjin en voz baja. Si fuera por mí, extendería mucho más esta charla, pero me genera bastante desazón el hecho de que Hoseok esté tan cerca de mí mientras hablo con él, escuchando cada cosa que le digo al hombre que me gusta—. Te escribo más tarde.
—Ten cuidado, vida —me contesta, y mis latidos feroces comienzan a normalizarse un poco—. Buenas noches.
Cuando finalizo la llamada, me apresuro a guardar el móvil en mi bolsillo y darme la vuelta.
—Va a romperte el corazón.
Mis pies se detienen por sí solos y miro por encima de mi hombro, dándole un vistazo tímido a Hoseok.
— ¿Qué? —Lo escuché claramente, pero su fría e inesperada declaración me ha caído como una patada en los huevos.
—Lo hará —reafirma, girándose hacia mí para enfrentarme—. Él se divierte haciendo eso.
Me enferma que me diga cosas así con tanta seguridad y tanto descaro, como si diera por hecho de que yo no conozco en absoluto a Seokjin.
Como si Seokjin fuese un monstruo sin sentimientos.
Pero lo estoy viendo a los ojos y los dichosos no pueden ocultar el dolor, la decepción. Este hombre rico, guapo y talentoso tiene el corazón roto, y no tiene ni idea de cómo manejar el desconsuelo que eso le provoca. Ese vacío en el pecho que deja vulnerable a toda su persona.
Sin mencionar que, seguramente, está un poco borracho luego de todo lo que bebió.
—Sé que no piensas de esa manera —espeto, tratando de encontrar con mi voz el punto equilibrio entre la comprensión y la firmeza.
—No sabes nada de lo que pienso —refuta bruscamente y se acerca más a mí, y solo soy capaz de quedarme quieto en mi lugar—. Primero va a dejarte de lado por esa puta que tiene acurrucada bajo su ala protectora, y luego te reemplazará por otro culo más joven y más atractivo.
Una falsa sensación de control trata de dominarme, pero no logra disfrazar absolutamente nada de todo lo que siento frente a lo que Hoseok acaba de decir. Mis puños se cierran con fuerza, mi mandíbula se aprieta y se me hace imposible concentrarme en otra cosa que no sea la ira que hierve en mis venas.
Aceptaría gustoso que me ataque verbalmente, incluso a Seokjin... Pero cruzó todos los límites al incluir a Yunbi en su monólogo.
—No te... —Me detengo, porque me siento tan tenso que sueno como un perro rabioso. Trato de respirar y finalmente lo intento nuevamente—. No te atrevas a hablar así de ella.
Una sonrisa irónica se desliza en sus labios y rueda los ojos al cielo.
— ¿La estás defendiendo? —Suelta, con absoluta reprobación—. Ella es la culpable de todo. Le metió en la cabeza esa estúpida idea de tener un crío.
Sus palabras venenosas queman mi pecho. Sé que me está provocando, y yo estoy a punto de ceder.
—No tienes ni puta idea de lo que estás diciendo, Hoseok —escupo, volteándome con la idea de dar por finalizada esta desagradable interacción.
—Espero que se desangre lentamente.
Mi corazón parece dejar de latir por un instante, para retomar su función a toda velocidad un momento más tarde. De repente, todo dentro de mí es un manojo de furia cruda e incomparable.
Me doy la vuelta nuevamente y, sin pensar en las consecuencias de mis acciones, atrapo su cuello con mis dos manos. El cuerpo de Hoseok reacciona y pierde el equilibrio durante un segundo, pero mi fuerza lo guía hasta que su espalda choca contra la pared azul del bar.
Sus ojos se encuentran abiertos ampliamente y me permito apretar un poco más mis palmas contra su garganta.
Sé que le estoy dificultando lo más básico para un humano, respirar, y lo estoy disfrutando.
Él no esperaba algo así de mi parte. Su mirada aterrada y cargada de asombro me confirma aquello.
¡Carajo! En la punta de mi lengua danzan un millón de cosas: el insomnio de Seokjin, el motivo del rechazo a ser llamado "Señor Kim", la depresión, los ataques de ansiedad, su sonambulismo ocasional, sus gustos literarios, su propiedad privada a las afueras de la ciudad... Seokjin es un íntegro océano y Hoseok, al igual que muchas personas, solo conoce la playa. Nunca ha profundizado más allá.
Pero no puedo exponer los asuntos personales del hombre que me gusta de esta manera, no debo dejar que el enojo me controle. Son cosas privadas.
Y a pesar de que quiero romperle la cara por las cosas que ha dicho, me reservo de caer en ese pozo. Solo lograría meterme en problemas, también a Seokjin. Eso es, seguramente, lo que este tipo está buscando.
—Deberías haberte interesado más en conocer a Seokjin en lugar de solo follártelo —empiezo a decir, ladeando un poco la cabeza frente a su rostro—. Entenderías que siempre deseó ser papá y que Yunbi es la mujer que más quiere en el mundo y en la que más confía. No sabes un carajo sobre él, no tienes ni idea de la clase de ser humano que es —sueno despectivo y más frío que nunca, y él se limita a intentar tragar saliva—. Solo sabes cómo folla y eso es todo.
—Ese feto va a odiarlos a ambos —se las arregla para jadear, a pesar de mi sólido agarre.
—Quizás cuando sea adolescente, como es costumbre.
—Suéltame —me ordena, y noto que su piel se está tiñendo más y más de rojo.
—No vuelvas a hablar de ellos frente a mí o te mato.
Lo suelto luego de expresar mi prometedora advertencia. Escucho que él comienza a toser, pero no me demoro en hacer mi camino de regreso con mis compañeros.
Nahyun me ve regresar y se pone de pie con una sonrisa resplandeciente en su hermoso rostro. Pero la alcoholizada mujer se tambalea un poco, por lo que mis reflejos entran en acción y la atrapo con mis manos antes de que se caiga.
— ¡Torpeza-a-a-a! —Vocea alegremente, parpadeando con lentitud.
El tono cariñoso en su voz hace que todo el enojo que acumulé en los minutos previos, merme un poco. Quiero devolverle una sonrisa, pero el gesto no se concreta apropiadamente ya que todavía sigo con un pequeño incendio en mi cabeza por lo que acaba de ocurrir.
— ¿No crees que ya fue suficiente, noona?
—Mi hígado opina lo mismo —se lamenta y apoya su frente sobre mi hombro durante un momento—. ¿Quieres que te alcancemos hasta tu casa?
— ¿Alcancemos? —Arrugo el ceño—. Noona, no puedes manejar así, podrías tener un accidente.
—Lo sé, lo sé —rueda los ojos y suelta un pequeño eructo justo frente a mi rostro—. Tengo un novio y odia que me emborrache, va a venir a buscarme y seguramente a regañarme.
Siento un cosquilleo en el estómago.
— ¿Ir en el mismo auto que Yoongi? —Expreso mi consternación, para corroborar que he comprendido bien la situación.
Nahyun suelta una adorable risita, pero que emana un asqueroso aroma a whisky.
—No muerde... —Hace una pausa, que termina cuando se inclina para acercarse más a mí—. A veces.
—No me cuentes eso, me pondré a llorar.
—No vas a robarme a mi hombre tal como se lo robaste a Hobi, ¿verdad? —Murmura disimuladamente, para que solo yo sea capaz de oírla.
Sus palabras logran desestabilizarme un poco y mi mente ansiosa se dispara sin remedio.
¿Eso fue lo que realmente hice?, ¿es así como se ve desde afuera?... No. Debo detenerme. Lo que ocurrió entre Seokjin y Hoseok (y el desfavorable desenlace entre ellos dos) no lo provoqué yo. De hecho, ¿acaso existe un culpable en concreto? Creo que todo fue producto de casualidades y decisiones que debieron tomarse.
—Carajo, estás en otra dimensión —me río, procurando no dejar en evidencia que sus palabras me han dolido un poco.
Nahyun está a punto de responder con su voz arrastrada de borracha, pero su teléfono suena al recibir una notificación y su rostro se regocija notablemente al observar la pantalla táctil.
— ¡Whoopi! —Chilla y me mira—. Ya llegó.
—Vamos —digo, sujetando su brazo para entrelazarlo con el mío—, te ayudo, alcohólica.
Nos despedimos de nuestros compañeros y ambos caminamos despacio hacia la salida, donde un mozo nos saluda con una cándida reverencia y abre la puerta para nosotros.
Antes de exponernos a la gélida noche de la ciudad, me cercioro de que Nahyun se ponga su abrigo para que no se resfríe luego.
Cuando veo una figura bajita vestida mayormente de negro, mi primera reacción es colocar a Nahyun detrás de mí en un impulso protector... Pero luego me doy cuenta de quién es esa persona.
—Mírate nada más. —Yoongi dice burlonamente, recorriendo la figura de Nahyun con su mirada.
—Soy her-mo-sa —mi amiga le replica, mientras se tambalea para llegar a sus brazos.
—Sí, lo eres.
Nahyun baja el cubre bocas que protege el rostro de Yoongi y le da un corto beso en la boca. Las comisuras labiales del hombre que tanto admiro se elevan inmediatamente, y la atrae hacia su figura para volver a repetir la acción, aunque con mayor profundidad y delicadeza.
— ¿Podemos llevar a Jungkookie a su casita? —Nahyun le pregunta una vez que se separan.
—Sí, amor. ¿Por qué no te callas ya? Tu hedor a alcohol podría embriagarme también y debo conducir.
—Está bien. —dice, suelta una risita y le pasa las llaves de su coche a Yoongi.
—Hola, Jungkook. —El famoso rapero me saluda, justo antes de abrir la puerta de copiloto para su chica.
—Hola —mi voz suena demasiado chillona, así que cierro la boca y me aclaro la garganta antes de repetir mi saludo, con un tono más profundo—: Hola.
Mi rostro empieza a quemar al notar el deseo de Yoongi por carcajear frente a mi reacción nerviosa, pero se contiene.
—Tú no estás pasado de copas, por lo que veo —puntualiza—. Te felicito.
—Tengo buena resistencia a las bebidas alcohólicas.
Tomo lugar en el espacioso asiento trasero y Yoongi se ubica frente al volante. Me coloco apropiadamente el cinturón de seguridad y, mientras tanto, veo que él ayuda a mi amiga a hacer lo mismo. No puedo evitar sonreír ante la dulce escena. Carajo, ¡son muy lindos!
—Ojalá mi novia pudiese decir lo mismo —se lamenta, pero la diversión en su voz tranquila no se pierde—. Sé sincero, ¿cuántos vasos rompió?
—Ninguno, se lo prometo.
El auto comienza su marcha y, luego de indicarle la ubicación del edificio en donde vivo, Yoongi se ocupa de rellenar el interior del vehículo con conversación.
—Nahyun me ha dicho que volviste a trabajar con Jin. —Espeta, mirándome momentáneamente por el espejo retrovisor.
Estoy a punto de contestarle, pero la voz femenina presente se me adelanta.
— ¿Nahyun?, ¿por qué me dices así? —Mi noona mira, claramente indignada, a su pareja—. Soy bebé, o cielito, o corazón.
—Sí, mi corazón, perdón —Yoongi le replica y le da un ligero apretón en la rodilla.
— ¿Ya no me quieres? —Un puchero se establece en los labios de Nahyun luego de la pregunta que le hace.
Esto es lo más cómico que he presenciado, Nahyun borracha es algo icónico. Me resulta difícil creer que hace no más de veinte minutos, yo estaba a punto de estallar en cólera.
—Te amo, te amo mucho —el rapero prosigue, dándole una caricia en el rostro pero sin apartar la vista del camino—. Abraza tu bolso y duérmete de una vez por todas. Buena niña, descansa.
Nahyun se muestra obediente y veo que se encoge en su asiento, aferrándose a su bolso. Desde mi posición noto que ha cerrado sus ojos y me pregunto cuánto se demorará en dormirse... Probablemente segundos.
Carajo. Estoy a solas con mi mayor ídolo.
La simple realización de ese hecho, hace que mis palmas comiencen a sudar como si estuviesen dentro de un horno.
Al parecer, a Yoongi no le gustan los silencios en espacios tan reducidos, pues vuelve a dirigirse a mí.
—Es cierto, la amo —me confirma en voz baja, para no estorbar con el descanso de Nahyun.
—Lo sé. —Digo, conteniendo la sonrisa que amenaza con escaparse.
—Entonces, volviendo al tema, ¿ya no necesitas trabajo? El subdirector de la compañía para la que trabajo iba a llamarte esta semana.
Grito internamente y, carajo, sé que mis orejas están coloradas ahora mismo. Esto es demasiado para mi cuerpo de fanboy.
—No, señor Min —niego con la cabeza, mostrándome lo más decente que puedo—. Se lo agradezco mucho, de todas formas.
Noto que su semblante se contrae en una expresión algo insatisfecha.
—Por favor, dime Yoongi o Agust... —Hace una pausa—. ¿Qué edad tienes? Si te sientes incómodo con mis nombres, puedes decirme hyung.
¿Decirle hyung a mi ídolo, como si fuese algo muy casual?... Exacto, ¡carajo!
—Veintidós —contesto.
Veo por el espejo que Yoongi levanta las cejas, aparentemente sorprendido.
—Seokjin va a succionarte toda la juventud, ¿eh? —Una risa se le fuga de los labios y mi expresión es de estremecimiento total, aunque no me ha ofendido en absoluto—. Es broma, discúlpame.
Nahyun regresa —a medias— a la realidad y, a pesar de su somnolencia y ebriedad, ambos comienzan a dialogar amenamente sobre qué planean cenar mañana por la noche. Caigo en cuenta de que la relación que ambos integran es muy organizada, cariñosa y también llena de pláticas, por mínimo que sea un asunto en específico. Se preocupan e interesan por las opiniones del otro.
«Duren, por favor, duren»
Como me siento un arbolito dibujado (y eso no me molesta ni un poco), tomo mi teléfono para perder el tiempo y busco el chat de Seokjin.
La risa que se me escapa hace que Nahyun se gire en mi dirección y, sin necesidad de decir una palabra, ella me sonríe. Por supuesto, sabe quién es el causante de todas mis carcajadas repentinas.
El viaje concluye una vez que Yoongi-hyung detiene el auto frente a la puerta de la edificación en la que vivo. Me desabrocho el cinturón de seguridad y bajo del coche para voltearme hacia la ventanilla del conductor, la cual él ha bajado para que nos despidamos.
—Gracias por traerme, lo aprecio mucho.
—No es nada, niñ... —Se detiene al oír su propia elección de palabras y niega con la cabeza—. Perdón, es la costumbre de oír a Seokjin llamándote así —ríe y yo siento un cosquilleo recorrerme entero—. No es nada, Jungkook. Gracias por cuidar a esta señorita.
— ¡Buenas noches, torpeza! —Nahyun me grita desde el interior del vehículo.
—Buenas noches, noona, nos vemos mañana —contesto, saludando a ambos con mi mano antes de darme la vuelta para entrar a casa.
—Ara, ya me voy. —Le comunico a la invasora de mi madre, justo después de tirarme un poco de perfume en el cuello.
—Necesito dinero para cigarrillos —suena totalmente desinteresada cuando me espeta desde el sofá.
Ruedo los ojos, conteniendo las ganas que tengo de gritarle que no y que debe dejar de usarme.
Respiro profundamente. Calma, Jungkook, calma...
—Por cierto, ¿dónde trabajas? —La pregunta me toma desprevenido, y un atisbo de esperanza es enviado a cada pequeño sector de mi sistema. ¿Acaso le importa algo acerca de mi vida? Eso es un avance—. Vas muy formal.
—En una revista de moda.
Cuando Ara hace una pausa, en su rostro aparece un negativo ademán y toda esa ilusión se esfuma en un simple abrir y cerrar de ojos.
—Eso es muy poco masculino... —suelta, aparentemente, con cautela y midiendo mi reacción—, ¿no te parece?
Me giro para encararla.
—Si eso piensas, entonces puedo llevarme estos billetes conmigo en lugar de dejártelos. —Me siento un imbécil por estar planteando esto, pero al parecer, es la única forma que tengo de comunicarme con ella. Atrapándola con los bienes materiales y el dinero, porque es lo único que le interesa.
—Ya, lo siento... —Murmura, y por un segundo creo que está siendo sincera—. Me alegra que tengas empleo.
—No fumes aquí dentro.
Maldita, maldita sea mi existencia. Quiero llamar a mi padre y contarle que tengo a la insoportable de su ex establecida en mi casa, quiero desahogarme y eliminar toda esta frustración que tengo en la cabeza en forma de una bola pesada que no hace más que molestarme.
Pero todavía no me siento lo suficientemente valiente como para enfrentarme a mi familia... A pesar de todo, sé que tendré que hacerlo tarde o temprano. Tendremos. Dae también es parte de este dúo incestuoso.
Una vez que llego a la oficina, me sorprende notificar que Nahyun todavía no está sentada en su escritorio. Estoy a punto de enviarle un mensaje, cuando ella finalmente hace su aparición. El maquillaje ha mejorado considerablemente el aspecto de su bonito rostro y ocultado sus ojeras, pero su semblante revela cuán cansada se encuentra. No intercambiamos muchas palabras, ya que su resaca ni siquiera le permite formular palabras sin un tono ronco y poco audible.
Son apenas las diez de la mañana cuando la figura de Seokjin aparece en mi campo de visión, pero mi entrecejo se frunce ante la confusión que me provoca verlo de pie en la entrada al departamento de moda. A distancia, observo la situación y la alarma se dispara en mi cuerpo al tiempo que él pronuncia un serio «quiero hablar contigo ahora mismo», que va exclusivamente dedicado a Hoseok.
Seokjin ni siquiera me mira mientras avanza hacia su gran despacho, pero a juzgar por su expresión y lo tensa que se encuentra su mandíbula, deduzco que está enojado hasta el carajo.
El director del departamento de modas sigue el mismo sendero, con un semblante igual de molesto.
Cuando las puertas de la oficina de Seokjin se cierran, la discusión verbal y ruidosa entre ellos se desata. Nahyun y yo intercambiamos una mirada, pero no decimos absolutamente nada al respecto. Esto es algo que ya nos resulta familiar, pues desde que Seokjin terminó la relación secreta que ambos mantenían, las peleas entre ambos —sobre asuntos de trabajo— son cosa de todos los días.
El intercambio de gritos cesa a los diez minutos, cuando Hoseok sale del despacho convertido en una furia y susurrando cosas por lo bajo que no logro comprender.
Niego con la cabeza y me levanto para caminar hacia la oficina de mi jefe.
Mierda, este edificio está en llamas, al parecer. No tengo intenciones de contarle las barbaridades que Hoseok dijo ayer sobre él y su mejor amiga, porque eso solo conseguiría que Seokjin explote diez veces más. Creo que lo correcto es reservarme aquello, pues no quiero que mi cielo personal se enfade más de lo que ya está.
— ¿Es buen momento? —Me anuncio con prudencia, asomándome por la entrada.
Seokjin levanta la mirada hacia mí y veo que ladea una sonrisa fatigada, pero que se esmera por transmitir cariño.
—Para ti, siempre.
Cierro la puerta detrás de mí y abro mi libreta de anotaciones.
—El mánager de tu modelo favorito llamó y accedió a hacer la sesión de fotos —comienzo a informarle—. Tu estilista también se comunicó y dijo que tu traje para la premiación está listo —continúo, tachando las cosas a medida que se las digo—. Oh, también recibiste una llamada de tu niño... Dijo que quiere mimos.
Una sonrisa sincera logra expandirse en los labios de Jin, a pesar del cansancio que carga debido al reciente enfrentamiento que tuvo que soportar.
—Ven aquí.
No me demoro en encontrar mi espacio favorito, justo en su regazo. Los brazos de Seokjin me rodean la cintura y yo hago lo mismo a la altura de sus hombros. Luego de plantar un rápido beso en su boca, lo miro atentamente.
— ¿Todo está bien? Esos gritos se escucharon hasta Italia.
—Fundamentales diferencias laborales, niño, nada de lo que debas preocuparte —contesta con simpleza y me roba otro beso—. ¿Nahyun se siente bien? Se ve algo dormida.
Sonrío.
—Se llama resaca.
— ¿Te portaste bien con Yoongi o tengo que enseñarte modales?
—Me porté excelente —replico, haciendo un gesto de superioridad con mi mano—. ¿Sabes qué? Él casi me dijo niño.
El rostro de Seokjin parece petrificarse por un momento, pero comienzo a notar que sus labios se entreabren mientras me mira firmemente. Creo que está esperando a que le diga que es solo una broma de mi parte, pero eso no ocurre.
—Oh no, hizo eso... Perfecto —sonríe dulcemente, confundiéndome un poco, pero añade al instante—. Me quedaré sin mejor amigo porque voy a asesinarlo.
— ¡No seas celoso! —Exclamo con diversión—. Él está muy enamorado de Nahyun, fue muy tierno con ella anoche.
Su expresión se modifica lentamente frente a mis ojos; parece pensativo, como si estuviese evaluando algo en sus pensamientos ahora mismo.
—Hace unos meses tuve que darte un álbum autografiado de Yoongi para que no me delates al mundo y ahora viajas en coche con él —espeta, en compañía de una risita suave—. La vida sí que es muy misteriosa e imparable.
El razonamiento que comparte conmigo me arranca una sonrisa sincera y vuelvo a besarlo.
—Hace unos meses ni siquiera te conocía y ahora se me baja la presión cuando paso mucho tiempo lejos de ti —agrego, y mis ojos se pierden en la belleza de su rostro—. Qué loco, ¿eh?
Sus labios buscan y encuentran los míos otra vez. El sabor incomparable de su contacto es todo lo delicioso que promete su encantador aspecto. Luego, reparte varios piquitos a lo largo de mi cara.
—Hermoso, hermoso, hermoso.
—Lo sé, soy precioso —suelto, sabiendo que le gustará apreciar mi lado ególatra. Según él, cada día que pasa, mis palabras suenan más y más a él.
Nuestras cavidades se unen en un beso un poco más intenso, pero siempre con autocontrol por parte de ambos. Cuando nos separamos, me dedico a distribuir besitos en su frente.
—Mi mamá me está volviendo loco, es una víbora personificada. —Comienzo a contarle, y un inevitable resoplido frustrado encuentra la salida hacia el exterior.
— ¿Pensaste en lo que te ofrecí? —Pregunta, buscando mi mirada.
—Sí. Si no es mucha molestia... —Trago saliva—. Aceptaré el dinero.
—Bien. Toma.
Manteniéndome sobre sus piernas, Seokjin eleva un poco las caderas para lograr tomar la billetera que guarda en el bolsillo trasero de su pantalón. Veo detenidamente cada uno de sus movimientos, y siento que un balde de agua fría es arrojado sobre mí cuando me doy cuenta de que ha tomado una tarjeta Centurión.
— ¿Qué? —El terror me embarga en un segundo—. No, no, no, no, de ninguna manera.
—No tengamos esta discusión, niño —su voz tiene una nota de desaprobación que logra molestarme un poco.
— ¡No voy a tomar tu tarjeta negra! —Exclamo y luego bajo la mirada—. Carajo, eso sonó muy racista, no era mi intención...
—Al final del día ve al banco y toma lo que quieras de esa cuenta —insiste—. Te escribiré mi clave.
—No —me cruzo de brazos y refuto con la cabeza, en una negativa inalterable—. Me rehúso. Solo dame algo de lo que tengas en la billetera y listo.
—Nunca llevo efectivo encima, solo tarjetas de crédito.
Esos ojos pícaros y arrogantes que tiene me miran, y luego me dedica un guiño. Mi ceja se encarga, mientras reflexiono sobre cómo carajos alguien puede tener tanto ego y tanto dinero... Me encanta.
—Seokjin, esto... —Balbuceo, porque honestamente me siento incómodo y necesito que él comprenda mi postura—. ¿Podemos ir juntos, por favor? No me siento seguro. ¿Y si me la roban o algo?
—La tarjeta se cancela y fin del problema —responde con tanta sencillez que me hace sentir como un imbécil—. Pero si quieres, iremos juntos después del trabajo.
—De acuerdo. Gracias. —Espeto, pero no me quedo tranquilo hasta que lo veo guardar la tarjeta de regreso en su billetera.
—Beso. —Añade, con la vista fija en mis labios.
Sonrío y, otra vez, me muevo hacia adelante para reunir a nuestras ansiosas bocas otro rato más. A pesar de ser besos relativamente sosegados, puedo sentir que él vierte toda su pasión en nuestro contacto por la forma en la que aferra sus manos grandes a mi cuerpo. Su pasión por mí, por esto que tenemos.
—Solo por curiosidad —musito cuando nos distanciamos apenas—, ¿cuál es tu clave?
—199009102020. Es la fecha y la hora de nacimiento de sushi —informa, mirando atentamente el movimiento que efectúan mis pestañas cada vez que parpadeo.
Una mueca se asoma en mi boca, mis labios se extienden levemente hacia la derecha en un gesto cargado de satisfacción. Sin espetar nada, logro tomar el teléfono de mi bolsillo y desbloquear la pantalla del mismo.
— ¿Qué? —Seokjin insta con gracia y algo de confusión—. ¿Vas a hackear mi cuenta bancaria?
—No, voy a calcular la carta natal de Yunbi-ssi —le respondo, dando como resultado una risotada de su parte—. ¡No tenía ni idea de que ella es Virgo!
—Chico tarotista, ¿cuántos pucheros tengo que hacer para que vayas a comprar café?
Ruedo los ojos y bufo falsamente, aunque la sonrisa se mantiene visible en mi gesto.
—De acuerdooo, ya voy. —Digo, abandonando el regazo de Seokjin.
—Por cierto, voy a reunirme con Wooshik hoy.
Su comunicado me hace frenar de golpe y me vuelvo hacia él otra vez, con los ojos abiertos de par en par.
— ¡¿Qué?! —Casi chillo.
—No te asustes, vida —como siempre, busca restarle significación a la situación, manteniendo su matiz suave—. Escucharé todo lo que tenga para decir y procuraré borrar esa idea de su cabeza, ¿bien? Confía en mí.
Confío en él, pero no en ese viejo. No después de que, de la nada, apareció con esa alteración inefable de sus propios pensamien...
Oh...
— ¿No te parece... un poco sospechoso? —Espeto cuidadosamente, mis cejas se fruncen al mismo tiempo.
Seokjin me analiza con cierto desconcierto.
— ¿Qué cosa?
Niego con la cabeza.
—Nada, olvídalo, son solo disparates de mi cabeza —contesto y me acerco para besar sus labios—. Ya vuelvo.
—Quiero hablar contigo sobre algo importante más tarde —añade.
—Seguro —le digo mientras me retiro. Mis pensamientos están en otra parte en estos momentos, por eso no tengo tiempo para alterarme por lo que Seokjin acaba de decir.
Procuro marchar velozmente por las instalaciones para encerrarme en el ascensor y pensar a solas.
Quiero convencerme de que mi teoría es una tontería, que no tiene nada de lógica ni tampoco fundamentos, pero...
... ¿Y si Wooshik no se dio cuenta de que yo estoy a los pies de Seokjin por simple casualidad?... ¿Qué tal si alguien se lo dijo?
Comienzo a unir hilos rebeldes en mi mente, y todo termina encajando a la perfección. La tarde en la que Seokjin y yo nos fuimos, Nahyun le avisó que Wooshik le hizo una visita sin previo aviso. Ella, claro, nunca me mencionó, solo le dijo que el jefe se había marchado y que seguramente no regresaría... ¿Qué tal si, en su camina a la salida, se cruzó con alguien?
Con Hoseok.
¿Y si fue él el que le dio el empujoncito a Wooshik para que vea las cosas desde otra perspectiva?
Un hombre resentido es capaz de hacer muchas cosas.
Carajo. Lo voy a matar.
Conservo la idea palpitante en el centro de mi mente cuando avanzo en busca de más café para mi jefe y amor. ¿Qué debo hacer ahora?, ¿encarar a Hoseok, a Wooshik?... No, no.
Primero debo hablar con Seokjin y contarle esto, aunque suene muy poco factible.
Con el vaso plástico rebosante de café caliente, emprendo mi caminata de regreso a la empresa, mientras continúo pensando.
No sé cómo sucede, pero cuando salgo de mi trance reflexivo, mi cuerpo advierte de la amenaza con tan solo dar vistazo a mi derecha.
Es un segundo, un único segundo, que es más que suficiente para lograr que pierda mi equilibrio.
Un auto negro, sin patentes visibles y con vidrios polarizados, frena estridentemente junto al cordón de la calle y no puedo defenderme cuando dos hombres descienden con rapidez para atraparme por la fuerza. Trato de aferrarme al vaso de café como si éste fuese la solución a este problema, pero se resbala de mi mano como si fuese un jabón.
La repercusión despavorida de las personas testigo solo logra penetrar poco en mis tímpanos, porque mi forcejeo es en vano y ellos logran introducirme al vehículo, donde todo es silencio y lejano.
Una tela negra cubre mi cabeza.
Estoy a oscuras. Inhalo y exhalo largas bocanadas de aire; inhalo y exhalo largas bocanadas de miedo, angustia e incertidumbre.
Quiero defenderme, pero lo único que puedo hacer es recordar, en medio de esta oscuridad en la que estoy atrapado, el rostro de la persona que se encuentra detrás de esto.
Luego pienso en Yunbi y su bebé.
Y después, todo es dolor.
*Procede a revolear el teléfono en la pared*
Lapuuuuuu****
¡Nos vemos el viernes!
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