𝐄𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐚𝐥 #𝟏: "El Niño"

Mi sueño se desvanece cuando la alarma comienza a sonar a las siete en punto. Ya voy tarde, pero no puede importarme menos. Mis tareas de hoy pueden retrasarse, como máximo, media hora. Son reuniones virtuales; sólo debo ser puntual para la señora Wintour.

Como no dormí lo suficiente la noche anterior, doy por asegurado que tendré que arreglarme la cara antes de presentarme al trabajo. Muchos de mis empleados me ven como un rey, y por esa misma razón debo mostrarme impecable en todo momento.

Cuando Hoseok sale de la ducha, con una toalla blanca rodeando su cintura, se tumba nuevamente a mi lado. El cabello húmedo se le ha pegado a la frente y utilizo mis dedos para apartarlo con suavidad, porque considero que el flequillo no es su mejor look.

Repentinamente su teléfono comienza a sonar. Y no duda en apartarse de mí -no sin antes regalarme un beso- para levantarse y contestar.

-Buenos días, Wooyoungnie -saluda a su mano derecha mientras va avanzando lentamente hacia el baño otra vez-. Sí, estoy en camino, no empieces la revisión de fotos sin mí.

Suelto un suspiro y determino que ya es tiempo de comenzar oficialmente mi día. Tomo mi teléfono y le marco a mi asistente.

-Nahyun, dime que ya hay alguna opción para ocupar el puesto de asistente. -Le pido, procurando no sonar desesperado.

Estoy harto que ella esté sola porque las tareas pendientes se atrasan. Nahyun es lista, pero sólo tiene dos manos. Necesita a alguien más. ¿Por qué es tan difícil conseguir una asistente acorde al puesto, inteligente, con buen gusto y que no sea una fracasada? No estoy pidiendo que me bajen el sol.

-Buenos días, Seokjin -dice, y mis ojos ruedan automáticamente-. Sí, hay una sugerencia, aquí dice que viene de parte de Park Jimin.

- ¿La cita está programada?

-Sí, Seokjin. A las once de la mañana.

-Quiero café cuando llegue a la oficina.

Y cuelgo.

Lo próximo que hago es incorporarme y buscar mi ropa interior por el suelo de la habitación. En el transcurso, en la privacidad de mi mente organizo todo lo que tengo que hacer hoy, pero la voz del hombre que me acompaña se atreve a interrumpirme al decir:

-No te cuesta ni un centavo tratar un poco mejor a esa chica. -Espeta con un tono sosegado, pero cuidadoso.

Suelto una pequeña risa amarga.

-Con la fortuna que le pago, creo que ella tendría que tratarme mucho mejor a mí.

Hoseok rueda los ojos agraciadamente.

- ¿Cenamos esta noche? -Pregunta, con notable entusiasmo.

-No puedo -respondo-, Yunbi estará sola en casa y quiero hacerle compañía.

No le debo explicaciones, ni tampoco me molesta que piense que tengo a alguien más con quien compartir la cama. Eso es problema suyo. No obstante, prefiero contarle cómo son las cosas en realidad. Me he dado cuenta de que él siempre intenta imponerse por sobre mi mejor amiga y faro de luz, lo cual es absurdo. Cualquier persona inteligente sabe que yo no dejaría a Yunbi de lado por nada del mundo, ni siquiera por el mejor de los polvos.

-Oh... ¿Y mañana? -Insiste, pero esta vez opta por no mirarme.

Finjo pensármelo por un momento, para luego elaborar una -muy bien actuada- expresión de decepción.

-Lo había olvidado. Tenemos que hacer acto de presencia en la casa de sus padres -chasqueo la lengua con fingida pena-. Es el cumpleaños de la bruja.

-Ya veo. -Murmura.

Puedo notar que él no está feliz con mis respuestas y con mis rechazos consecutivos, pero su boca se mantiene cerrada y su mandíbula apretada.

Sabe a la perfección que no debe hacerme elegir entre él y sushi.

-Te haré saber cuando tenga algún espacio disponible la próxima semana, Hobi. -Doy todo de mí para sonar genuinamente amable e interesado. A continuación, le brindo una fugaz caricia en el hombro.

-Sí, está bien. -Dice, y noto que se esfuerza por elevar las comisuras de sus labios.

-Asegúrate de que Wooyoung haga las correcciones que le pedí -espeto, al cabo de un instante-. Quiero que el artículo de Kai no tenga ni una mínima imperfección, de lo contrario, tendremos a todos y todas sus fans haciéndonos mala fama en las redes.

-Me ocuparé de ello. -Me responde en un murmuro mínimo.

Mis cejas se fruncen ligeramente.

- ¿Ocurre algo?

-No.

-Entonces sonríe.

Le doy una palmada un poco bruta en la espalda y me voy hacia el baño de la habitación para ducharme. Se me fueron las ganas de desayunar con él, así que quiero marcharme lo más rápido posible. No me toma más de cinco minutos y, al salir, me enfoco en llevar a cabo mi rutina facial. No hace frío, así que quizás llevar el pelo húmedo y que se seque naturalmente no sea mala idea... Además, todo el mundo adora cuando no me peino porque aparecen algunos pequeños rulos.

Sólo me resta vestirme una vez que abandono el sanitario. Hoseok ya está vestido, arreglándose la corbata color azul. Tomo del clóset la muda de ropa que traje para usar en la jornada de hoy y empiezo a arreglarme.

En el transcurso, Hoseok toma sus pertenencias y se retira luego de despedirse vagamente. Ruedo los ojos, rozando la amargura y la molestia. Joder, voy a tener que portarme un poco mejor con él si pretendo seguir follándomelo durante la semana.

Tomo mi teléfono para revisar el mensaje que Yunbi acaba de enviarme y una risa se me escapa ya que me cuenta -con una selfie incluida- que hoy se ha tomado el atrevimiento de robar uno de mis autos. Le contesto que es una ladrona enana y perversa, para bromear. Pero ella podría robarme hasta el último café del mundo y no me molestaría en absoluto.

El siguiente mensaje que leo, es de Park Jimin.

« ¡Hola, mi alma gemela! Espero que hoy le des el trabajo a esa joya que te envié, ¡no te arrepentirás! Te adoro, besos a Gwahnie. »

Niego con la cabeza, aunque una sonrisa se filtra por mis labios y le contesto que voy a pensármelo.

Es la primera vez que alguien viene a entrevistarse a la empresa de parte de Jimin. Asumo que esta chica es su nuevo interés romántico o algo similar, y que por eso está dándole una mano... Para luego poder darle otra cosa. Sí, seguro es eso.

El trayecto desde el Hotel Signiel hacia la oficina es relativamente corto, ya que al parecer, debido al clima agradable, muchos habitantes hoy decidieron caminar o usar bicicletas.

Una vez en el estacionamiento privado del edificio, aparco mi BMW en el espacio reservado para mí. Después de activar la alarma, marcho hacia el ascensor para subir al décimo piso.

Las puertas se abren y frente a mí aparecen dos empleadas, quienes interrumpen su charla amena cuando me ven. Me saludan con exagerada amabilidad y yo sigo de largo hasta llegar a mi despacho.

El delgado cuerpo de Park Nahyun abandona su silla una vez que sus ojos me encuentran.

-Buen día, Seokjin.

Dejo mi bolso sobre su escritorio y digo:

-A mi oficina.

Allí, gracias a Dios, está mi café. Lo tomo y le doy un sorbo a la bebida caliente. Parece que lo ha traído hace no más de dos minutos.

-Háblame. -Ordeno.

-Tiene una reunión con la señora Wintour a las doce en punto -ella espeta lo que ya sé, chequeando su agenda rosa-. Conseguí las alfombras que me pidió ayer, ya las despaché junto con su chofer.

- ¿Hay respuesta del mánager de Chungha? -Pregunto.

-Ella no ha aceptado la sesión de fotos.

-Insiste una vez más.

Nahyun guarda silencio durante un breve momento. No parece feliz con lo que acabo de pedirle, sin embargo, se esfuerza por articular una mueca amable.

-Claro. Por cierto, ¿quiere entrevistar usted mismo a la persona que Park Jimin envió como sugerencia para el puesto vacante?

Me acomodo en mi silla negra al mismo tiempo que suelto un profundo suspiro.

- ¿Tienes un resumen?

-Sí, un momento.

Me froto los ojos al ver que ella sale disparada para ir a buscar lo que ya debería tener en la mano. Sin embargo, antes de que pueda juzgar su lentitud, Nahyun vuelve a aparecer rápidamente con una hoja, la cual me entrega.

Y me llevo la primera sorpresa del día... ¿Día?, ¿qué estoy diciendo? Del mes.

Oh, Jimin... ¿Qué demonios es esto?

Jeon Jungkook. ¿Quién coño se llama así? Es un mocoso de... ¿veintidós? Es de la línea del noventa y ocho, según dice aquí. Hay una imagen del bicho en cuestión en la parte derecha y superior del resumen... Se ve más joven de lo que es, y también se ve tonto.

Mis orbes suben hacia mi asistente con severidad. Estoy esperando a que ella diga que se ha equivocado de planilla, pero eso no ocurre.

-Esto es un chico. -Espeto lo obvio.

-Lo sé, pero usted dijo que...

-Sé lo que dije -la interrumpo antes de que me taladre la cabeza con sus excusas-. Jimin no mencionó nada acerca de que mandaría a un crío con cara de torpe.

Nahyun parece dubitativa por un momento.

- ¿Quiere que cancele la cita? -Propone, pero de inmediato sé que esa opción no es viable, no cuando este mocoso viene de parte de Jimin.

-No, yo me encargo. Eso es todo, vete.

Estando a solas, hundo toda mi concentración en leer todos y cada uno de los artículos que los distintos departamentos de la revista me han dejado esta mañana. En total hago unas setenta y tres correcciones. También reviso las fotografías que Hoseok ha propuesto como posible portada para el número de primavera... Ninguna me convence.

El tiempo, que creía detenido, parece reanudar su marcha natural cuando Nahyun nuevamente vuelve a interferir en mi espacio de trabajo.

-Seokjin, Kim Taehyung está al teléfono y el postulante ya está aquí.

Frunzo el ceño y reviso la hora en mi teléfono. Son las diez con veinte minutos.

-Dijiste que llegaría a las once.

-Sí, pero...

-Avísale a Taehyung que lo llamaré cuando me desocupe -interrumpo-. Y dile al crío que entre, quiero deshacerme rápido de él.

Mi asistente asiente y se retira.

Un suspiro largo y denso brota de mis labios. Trato de convencerme con que el amigo de Jimin será una buena revelación y no un desastre como aparenta. Es lo que más deseo. De todas formas, se ha graduado de la universidad, así que no creo que sea tan inútil.

Pero todas mis esperanzas se derrumban rápidamente cuando visualizo al mocoso... Él está embelesado por completo con mi oficina. Dios, ¿por qué a mí me pasan estas cosas? Apuesto a que la oficina más luminosa y lujosa que ha visitado en su vida, es la de un dentista. Avanza con pasos lentos, manteniendo los labios ligeramente abiertos mientras mira los cuadros pintados a mano que compré a lo largo de mis años como jefe aquí.

Maldita seas, Park Jimin.

Tomo el periódico y vuelvo a retomar la página en la que lo dejé: la sección de entretenimientos... Qué coincidencia.

"A tener en cuenta, sagitario: todo es posible si le das una oportunidad a lo desconocido. Hay que serenarse y ver la verdad de las cosas."

-Cierra la boca, no quiero que babees mi piso. -Rompo el hielo haciendo uso de un tono sereno.

Le toma unos segundos al mocoso reaccionar.

-Lo siento -dice, dejándome captar el filo ansioso que se ha filtrado por su voz momentáneamente-. Yo solo estaba...

- ¿Tu nombre? -Pregunto con monotonía, leyendo con atención mi horóscopo de hoy.

-Jeon Jungkook. -Me responde y me ofrece la mano, pero le ignoro completamente.

¿Qué le pasa a este crío?, ¿nadie le enseñó modales?

- ¿Qué te trae por aquí?, ¿cuál es tu interés en trabajar para mí? -Prosigo, y él se aclara la garganta antes de continuar.

Le presto atención por los siguientes cinco segundos antes de bajar la mirada para seguir leyendo el periódico del día en curso. Este niño no necesitaba más que esos breves instantes para hacer una presentación impecable que me demuestre que merece el trabajo, pero no lo hizo.

En cambio, comienza a decirme que en realidad le interesaba otro tipo de empleo... ¿De verdad se atreve a mencionarme que soy su plan B o C? Estúpido crío, el mundo ahí afuera va a comérselo vivo...

Por otra parte...

Es conocido de Jimin. Maldición. Y mi joven amigo va a detestarme por algunas semanas si no le doy una miserable oportunidad a este niño torpe y con mal gusto para vestirse. ¿De dónde sacó esa camisa? Mejor ni preguntar.

-... Y me contó acerca de usted. -Finaliza.

-Ya veo. ¿Te emocionó esa idea?

- ¿Sí?...

Elevo la cabeza para encararlo, encontrándome con una expresión de cachorro aterrado.

- ¿Estás contestando con otra pregunta?

-Sí- no, no, discúlpeme -niega torpemente-. Sí, la idea de trabajar en su compañía me emocionó.

Este niño... ¿Estudió recursos humanos? Ni siquiera puede mantener una conversación sin decir incoherencias.

Si lo contrato, va a volverme loco.

-Jungkook, dime algo -me aclaro la garganta para formular mi próxima pregunta-. ¿Tenías conocimiento alguno sobre mí antes de presentarte a esta entrevista?

Él traga saliva. Esos ojos de cachorro inexperto e inhábil brillan de una manera particularmente sospechosa, y por un momento temo que rompa en llanto.

-Sí, por supuesto -me sorprende la certeza con la que me responde-. Todo el país lo conoce, señ- Seokjin.

Está mintiendo. Mintió bastante bien, pero sé que intenta engañarme. Él probablemente pensaba que yo era un idol o un actor.

Maldito seas, Park Jimin. ¿Cómo me deshago de él sin que nuestro amigo en común se enoje? Me ha molestado durante toda la semana con este asunto.

Dejo que la conversación fluya un poco más, confirmando una y otra vez que este niño no es compatible con la empresa.

Para empezar: se viste mal. Para finalizar: no me gustan los asistentes hombres. Las mujeres son más listas y capaces.

Puedo tomarlo por dos o tres días. Eso será suficiente para dejar mucha evidencia que es un desastre y que debería estar trabajando en un McDonald's, y no en este edificio valuado en diez millones.

-Lo... Lamento. Pero yo...

Le agradezco al cielo que el pitido de una llamada entrante de mi teléfono de escritorio haya interrumpido el momento, porque vete tú a saber qué clase de burrada estaba a punto de soltar este niño.

Contesto.

- ¿Sí?

-Hola, tío -la voz de Jongho suena del otro lado-. Espero no estar interrumpiendo.

-Nunca me interrumpes, pequeñín -al mismo tiempo, doy vuelta mi silla para admirar la vista de la ciudad mientras converso-. ¿Cómo fue tu inicio de clases?

- ¡Perfecto! Mis compañeros empezaron a planear un viaje para cuando ya estemos graduados y mis maestros nuevos son muy simpáticos. Se siente que es el final de algo.

-Eso me pone muy feliz.

-Llamaba para preguntarte si tú y tía-noona tienen algún plan para mañana. Papá y yo iremos a ver la universidad a la que planeo aplicar y nos gustaría que nos acompañaran.

-Le preguntaré a tu tía si tiene algún compromiso, pero cuenta conmigo. -Digo, y levanto una cerca cuando escucho algo que el torpe amigo de Jimin ha dicho.

- ¡Genial, tío! Realmente quiero...

-Jongho, aguarda un segundo -interrumpo a mi sobrino y me volteo nuevamente, notificando que el mocoso se está yendo-. Oye, niño, ¿a dónde vas?

Sus pasos tímidos se detienen y gira con lentitud en dirección a mi escritorio. Se ve fuera de órbita y tengo que esforzarme para no reír.

- ¿Me habla a mí?

-Sí, te hablo a ti -espeto, y contengo el impulso natural de querer rodar los ojos-. ¿Puedes empezar el lunes o tienes una reunión familiar con tu madre y tu madrastra?

-Yo... Sí, por supuesto... -Y, de repente, frunce el ceño-. Espere, ¿está diciéndome que...?

-Ve con Nahyun y que te diga todo lo que necesitas saber para que te permitan el ingreso -hablo con determinación, porque ya quiero que se vaya y me deje en paz-. Lunes. Ocho en punto.

- ¡Sí, claro! -Vocifera con una sonrisa mal contenida-. No puedo creerlo- muchas gracias, señ- Seokjin -niega con la cabeza, pero la felicidad no abandona su rostro.

Comienza a abandonar mi despacho dando reiteradas reverencias hacia mí.

-Muchas gracias, Kim Seokjin, no lo defraudaré. -Es lo último que me dice antes de cerrar la puerta una vez que ha salido.

Suspiro.

Oh, claro que lo hará.

Durante el camino de regreso a casa no hago otra cosa más que darle vueltas a todo lo que tengo que llevar a cabo mañana. No obstante, me reconforta recordar que luego ya llega el domingo, el único día en el que me puedo tomar unas horas para descansar apropiadamente.

Pero decido olvidarme del trabajo una vez que aparco mi coche en el garaje.

Atravieso la puerta que conecta el mencionado ambiente con el recibidor de mi casa y me tomo un momento para quitarme los zapatos y colocarme las sandalias Nike. Allí, soy recibido eufóricamente por Gwanhie, quien no deja de mover su cola mientras intenta colgarse de mi pierna.

Le dedico unos instantes a mi mascota, regalándole caricias. Luego, me adentro en la casa al mismo tiempo que me deshago de mi corbata para dejarla sobre el sofá de una sala secundaria que jamás usamos.

La música de Aretha Franklin llega a mis oídos al estar en volumen intermedio, por lo que deduzco que Sushi está cerca y no durmiendo como suponía.

Llego a la cocina y miro hacia afuera, por fin encontrándome con la diminuta silueta de mi mejor amiga... Y su abominable bestia.

- ¿Qué haces aquí? -Pregunto una vez que la alcanzo.

No tardo en comprender la escena. Veo esponjas, shampoo para perros, agua y un cepillo. Es hora del baño de ese bicho.

Yunbi está vistiendo un traje de baño y parte de su cabello está húmedo; su flequillo, terriblemente desordenado. Parece que ha estado luchando con este perro horrible llamado Mantae.

-El jovencito se revolcó en el lodo toooooda la tarde -me cuenta y suelta una risa-. Se veía tan feliz, que no pude regañarlo.

- ¿Por qué no llamaste al estilista? -Le pregunto. Es algo que yo haría, sin duda.

- ¿Ves esto? Son brazos y manos. Las personas usualmente los utilizan para hacer tareas manuales.

Ruedo los ojos con gracia.

-Sí, puedo ver tus bracitos de gelatina -digo, y ella hace burla de mis palabras mientras sigue enjabonando al animal-. ¿A qué hora regresará Joo?

-No tengo ni idea. Tarde, supongo -se encoge de hombros-, ya sabes cómo se pone cuando se reúne con sus amigas de la infancia.

-En ese caso, hoy cocinaré yo. ¿Qué te gustaría?

Ella -tal y como esperaba- niega con la cabeza en señal de oposición.

-No, dino, debes de estar cansado. Yo me ocupo.

Sigue siendo la misma mujer considerada y servicial que cuando la conocí hace trece años.

-Insisto.

-Bien -espeta, dándose por vencida, y piensa unos instantes-. Algo simple, te daré el gusto de elegir.

Estoy a punto de proponer algunos platillos, pero repentinamente ambos vemos que unos ingenuos pajaritos han decidido hacer una parada en nuestro extenso jardín. Hago una mueca de dolor. Un instante más tarde, el potente ladrido de Mantae resuena por los aires y va corriendo a ahuyentar a las aves. Por su parte, Yunbi sale disparada detrás del bicho que está cubierto completamente de espuma.

Maldita rata gigante.

Después de quitarme el traje y de que Yunbi termine de bañar a Mantae -el cual, obviamente, está afuera, ya que podría darme un ataque cardíaco si esa cosa estuviese caminando por aquí mientras chorrea agua-, nos dedicamos a preparar la cena. Hemos decidido comer bossam.

-Por cierto, conseguí asistente. -Le comento mientras lavo las hojas de lechuga que necesitamos.

- ¡Qué buena noticia! ¿Qué tal es ella?

-Él -digo-. Jimin me envió un maldito crío que tiene cara de no saber dónde está parado.

-No hables así de la gente que no conoces, Kim Seokjin -replica con tono firme, dedicándome una mirada de advertencia-. Y, hablando de eso, Jimin sí te conoce. No hubiese sugerido a ese chico si no estuviese seguro de que es acorde para el trabajo, sabes que él odia quedar mal frente a los demás, sin importar la gran amistad que exista entre ustedes dos.

- ¿Estás defendiendo a Jimin y a esa torpeza personificada? -Cuestiono, fingiendo un semblante de total indignación.

Niega con la cabeza ante mi breve actuación.

- ¿Cómo se llama?

Oh, su nombre... Lo olvidé. Sé que era algo relacionado a Jo... ¿O Jang? No. Me rindo.

-No lo sé. Llámale 'niño'.

De repente, siento que he captado toda la atención de Sushi. Cuando me doy cuenta, ella está observándome con esos ojos pícaros y una expresión bastante divertida. Mueve sus cejas.

-Niño, eh...

-No -la freno antes de que pueda empezar a imaginar cosas erróneas en su delirante mente-. No es mi tipo.

Un quejido se le escapa.

-Dices lo mismo de todos los hombres con los que saliste. -Prosigue, y parece un reproche.

-Cállate o te haré calzón chino. -Advierto en medio de una risa mal contenida y, a continuación, ella suelta una ruidosa carcajada que es música para mis oídos.

Finalmente, la comida está calentándose y calculo que podremos sentarnos a cenar en quince minutos. Sushi se ha ido a poner su pijama y yo aprovecho para servirme una copa de vino.

Entonces recuerdo que olvidé hacer algo.

Tomo mi teléfono y busco el chat de Park Jimin para escribirle:

«Contraté a tu "joya". Podrías haberme mencionado que era un chico torpe, por cierto. Me debes una cena y muchos tragos.»

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