𝐄𝐏𝐈𝐋𝐎𝐆𝐎

Cinco años más tarde.

Hoy no es un viernes común y corriente.

El centro de Seúl es un maravilloso caos, las calles están cubiertas por muchas personas llenas de esperanza que aguardan por un cambio positivo, un cambio que será un beneficio para gran parte de nuestra sociedad y que nos hará ver a ojos del mundo como un país más igualitario. La multitud más efervescente está localizada a los alrededores de la sala de conferencias principal, donde toma lugar la Asamblea Nacional cada vez que debe tratarse un proyecto de ley.

Recuerdo las millones de veces que Seokjin tocó el tema en estos años, incluso antes de que fuéramos pareja. El hecho de que el matrimonio entre personas del mismo género no era legal en nuestro país, siempre logró enfurecerlo hasta la médula.

Hoy, quizás y con un poco de suerte, las cosas cambien.

Ya era hora, carajo.

Aunque esta mañana me costó llegar a la oficina a causa del tráfico, no he podido dejar de sonreír.

Y con respecto a la jornada laboral, pude notar que había un clima... especial. No sabemos realmente si todos los empleados de Seokjin respetan, apoyan y valoran a la comunidad LGTB+ a pesar de no ser miembros de la misma; pero frente a él, puedo jurar que todos serían capaces de abrazar a la bandera del orgullo.

Ha pasado mucho tiempo, pero mi novio sigue causándoles escalofríos a sus subordinados. Eso no ha cambiado en absoluto.

Faltan veinte minutos para las tres de la tarde cuando voy hacia la oficina de mi novio luego de terminar mis tareas.

Usualmente primero paso a visitar a Nahyun por el departamento de redacción para beber té y charlar, pero debido a su licencia por maternidad, por el momento ella trabaja desde su hogar. La pequeña Min Na-bi, nacida hace dos meses —y de quien Jin es padrino—, es realmente un ángel, todo lo contrario a lo que fue mi hermana cuando nació...

Es entendible, Somin es una Jeon, y Jeon significa rebeldía y desastre en el mejor de los sentidos.

—Buenas tardes, Kook. —Jiyu me saluda cuando me ve avanzar.

—Hola, noona. ¿Cómo te fue hoy?

—Excelente —dice con una sonrisa.

Oh, conozco esa cara. Es la misma que Nahyun ponía cuando era asistente de Seokjin. Esa sonrisa realmente parece querer decir "estoy harta de hablar por teléfono y quiero irme a casa, pero frente a ti tengo que fingir que todo es perfecto".

— ¿Seokjin está en medio de alguna reunión? —Pregunto.

—No, no, ya ha terminado sus reuniones por hoy.

Luego de regalarle una pequeña reverencia, me abro paso hacia la oficina de mi novio.

Seokjin ahora comparte su espacio de trabajo con Minhyung, quien generalmente viene aquí luego de la escuela. Mi novio le armó un espacio de juegos a su hijo para que se entretenga mientras trabaja. Por otra parte, el pequeño ya es conocido por todos los socios de Jin, pues ya es algo común que lo acompañe a reuniones presenciales y permanezca sentado en sus piernas... O corriendo alrededor de la mesa en donde se lleva a cabo la junta.

El rostro de mi novio se eleva una vez que ingreso, y automáticamente se le dibuja una pequeña sonrisita. Termina de tipear algo en su laptop para poder brindarme toda su atención.

Como parte de una rutina ya establecida, me siento en su regazo mientras nos contamos qué tal ha marchado nuestro día en el trabajo hasta el momento. En el último tiempo, él ha estado totalmente inmerso en la nueva colección de Gucci que planean lanzar el próximo año; recuerdo que sugirió que yo debía ser uno de los modelos de campaña, pero luego –y afortunadamente– llegó a la conclusión de que yo quedo mejor en marcas de indumentaria deportiva. En lugar de arruinar su trabajo utilizando mi cuerpo y cara, está negociando con los managers de mi bendita IU y mi grandísimo Kai para que sean los próximos embajadores coreanos de la marca.

Rato más tarde nos ponemos a discutir sobre qué podemos regalarle a Mimjoo por su cumpleaños, el cual será en dos semanas. Mi novio sugiere que una muñeca inflable con la cara de Sushi es la idea perfecta, pero yo la rechazo totalmente. ¡Está desquiciado!

Luego de que Seonghwa nos trae café y té, Seokjin enciende la televisión que se ubica en la esquina de su despacho, la cual colocó pura y exclusivamente para Minhyung. Pone su informativo favorito y sube el volumen, ya que están hablando de la extensa sesión que se está llevando a cabo en la Asamblea Nacional, donde los políticos debaten el por qué el matrimonio igualitario debería aprobarse y convertirse en ley.

— ¿Estás nervioso? —Le pregunto mientras le doy un pequeño masaje en los hombros. Este hombre está horriblemente tenso.

—Muy.

Deposito un pequeño beso en su cabeza. ¡Incluso su cabello huele exquisito! ¿Cómo hace para ser tan perfecto?, ¿cuál es su truco?, ¿siquiera se esfuerza en serlo?

—Van a aprobarlo.

—Lo sé —me contesta, pero no suena muy convencido y eso me apena.

Chequeo la hora en mi teléfono.

—Iré a buscar a Minhyung. —Informo, para luego darle otro beso a mi novio, esta vez en la mejilla.

—Oye, me olvidé de decirte —dice, haciendo que me voltee en su dirección—. Gente de Calvin Klein se contactó conmigo. Te quieren para otra campaña.

Oh, Calvin Klein... ¡Cómo me gusta cuando me das ropa gratis y de paso me pagas!

—No voy a viajar a Estados Unidos ahora —espeto con determinación para que lo comprenda por las buenas. No, señor, nada de lo que diga me hará cambiar de opinión.

—Será aquí, en la isla Jeju —rueda los ojos agraciadamente—, con Park Sooyoung.

— ¿Joy? —Mi boca se abre ante la grata sorpresa y termino sonriendo como un quinceañero—. Acepto. Lo quiero.

Seokjin vuelve a rodar los ojos, esta vez sin esa pizca de diversión y niega con la cabeza antes de regresar a sus tareas.

—Estúpido mocoso bisexual.

— ¡Te amo! —Exclamo mientras abandono su oficina.

Con el sueldo como jefe de recursos humanos y una pequeña ayudita de Seokjin, hace poco más de un año pude comprarme un coche propio. Mi precioso Kia Carnival negro es la mejor adquisición que he hecho en años. Por supuesto, desde que lo tengo, me convertí en el chofer oficial de mi familia cada vez que nos reunimos a celebrar algún cumpleaños.

Por otra parte, casi siempre soy el chofer de Minhyung y de Somin, mi hermanita de cinco años. Como actualmente estoy viviendo en la casa de Joo, Sushi y Jin —ya que el menor de mis primos, Seojung, comenzó la universidad el año pasado y necesitaba un lugar donde quedarse para no tener que viajar desde Busan hasta Seúl todos los días, por lo que le cedí mi departamento—, generalmente soy el que se va primero para poder llevarlos al establecimiento educativo.

Minhyung y Somin se llevan de maravilla, puedo jurar que son los mejores amigos... Pero Jin insiste en que en algunos años tendrán algo más que una amistad. Oh, carajo, ese pensamiento siempre me picotea el cerebro. ¿Debería preocuparme? No, carajo, no. Ambos tienen cinco años, ni siquiera deben saber el significado de las palabras novio y novia.

Aparco mi vehículo frente a la cafetería y a través de la ventana puedo divisar al pequeño compartiendo una malteada con su abuelo mientras ambos se ríen. ¡Qué bella imagen! No puedo evitar sonreír.

Kang Wooshik nos hizo la vida miserable años atrás, sí... Pero es el mejor abuelo para Minhyung y estoy totalmente agradecido por eso.

La campanita ubicada en la puerta suena armoniosamente una vez que me hago paso en el ambiente. Un par de chicas jóvenes que están merendando en una de las mesas me clavan la mirada y yo me limito a ofrecerles una pequeña reverencia.

Y una vez que Minhyung me ve, no duda en correr hacia mí para abrazarme. Después de un apropiado recibimiento amoroso, el pequeño toma mi mano para guiarme hacia la mesa de regreso con su abuelo.

—Buenas tardes, señor Kang.

—Por favor, Jungkook, ya te lo dije mil veces: llámame Wooshik —me pide cortésmente—. ¿Qué deseas ordenar?

—Acabo de tomar té, gracias.

— ¡Kookie! —Minhyung exclama—, ¡mira lo que el abuelo me compró!

— ¿Qué es esto? —Interrogo, mientras intento descifrar de qué se trata; claramente está relacionado con el cuerpo humano—. Oh, ¡una maqueta! Qué genial se ve, pequeño.

La misma cuenta con muchas piezas, repartidas entre músculos y huesos del cuerpo humano. Se ve interesante y estoy seguro de que Minhyung va a divertirse y a aprender. Me pregunto cuánto le ha costado esto al doctor, ya que parece importado.

—La condición es que lo armemos juntos así puedo enseñarte, ¿de acuerdo, Minnie? —Wooshik le espeta con dulzura a su nieto.

— ¿Por qué no viene a cenar con nosotros?

—Te agradezco la invitación, Jungkook, pero tengo trabajo pendiente —al decir, me dedica una sonrisa amable—. Mañana organizamos.

Cuando Minhyung termina de merendar, su abuelo paga la cuenta y luego se despide del pequeño con un abrazo.

El chiquito y yo caminamos de la mano hasta que llegamos a mi vehículo y abro la puerta para que suba. Me ocupo de colocarle correctamente el cinturón de seguridad y me monto al asiento de conductor para emprender el viaje de regreso a la empresa.

—Me gusta pasar tiempo con el abuelo —Minhyung empieza a contarme—. Cuando sea grande, quiero ser un doctor como él y ayudar a las personas.

Una sonrisa amplia se apodera de mi rostro. Carajo, este niño es un ángel.

—Es precioso que digas eso, Minnie. Estoy seguro de que serás un gran profesional de la salud.

Se me pone la piel de gallina. Sé que él hará grandes cosas cuando sea mayor, sin importar cuál camino laboral elija. No me importa que en el futuro sea futbolista, estilista, doctor, abogado o profesor, jamás dejaré de sentirme orgulloso de él.

— ¿Puedo ser pintor y doctor al mismo tiempo?

—Sí, ¿por qué no?

Luego de una pausa, Minnie vuelve a hablar:

—Kim Seokjin dice que quería ser astronauta cuando tenía mi edad.

Una carcajada se me escapa.

—Kim Seokjin se pondrá triste si te escucha llamarlo así otra vez —le digo, para luego proseguir—: ¿Sabes? De pequeño yo quería ser veterinario, pero luego me di cuenta de que no tenía las agallas para afrontar una carrera universitaria de esa magnitud.

— ¿Por qué no? —Me mira confundido, con un pequeño puchero en sus labios—. ¡Los animales son hermosos!

—Lo son —asiento, y detengo mis palabras.

Oh, carajo, ¿cómo le digo lo que pienso sin asustarlo? No quiero que piense cosas feas. Piensa, Jungkook. No vayas a traumatizar al niño que te llama papá.

—Pero a veces hay animalitos muy enfermos o que son viejitos —digo al fin—, y no resisto verlos así.

Minhyung mantiene una expresión pensativa, frunciendo levemente su ceño. Carajo, es idéntico a Seokjin.

—Kim Seokjin me dijo que Gwanhi un día hará sus maletas para irse al cielo de los perritos, que es a donde van a retirarse todos los perritos que son ancianos.

Ah, nuestro querido Gwanhi. Hace un mes cumplió diez años, y la vejez se le nota en todas las pisada que da. Él se alimenta e hidrata correctamente, pero su condición cardíaca persiste y la medicina que le receta el veterinario es más fuerte cada mes. No obstante, a diario juega con Miranda y con Minhyung, lo cual es una buenísima señal.

—Lo hará. Allí hay mucha comida, juguetes y aspersores. Gwanhi ama todo eso, será muy feliz ahí.

Minhyung carcajea mientras asiente con su cabecita. En cuanto a mí, trato de no amargarme ante esa idea. Me repito una y mil veces que Gwanhi es un perrito feliz, y que lo será hasta el último día. Nos haremos cargo de eso.

Al llegar a la empresa lo primero que hacemos Minnie y yo es ir al baño para lavarnos las manos. Luego marchamos hacia la oficina de Seokjin y, por supuesto, todos los empleados saludan con una sonrisa al pequeño.

Al atravesar las puertas que permiten el paso hacia donde se encuentra el jefe, Minhyung corre con emoción hacia su papá.

— ¡Kim Seokjin, Kim Seokjin, Kim Seokjin! —Exclama mientras trota a toda velocidad.

— ¿Cómo acabas de llamarme? —Seokjin se levanta para recibir al pequeño de cinco años y le muestra una expresión de fingida molestia—. Soy papá, dime papá.

—Pa...

—Payaso. —Le susurro intencionalmente al pequeño.

— ¡Payaso! —Minhyung vocifera entre risas.

—Esto es injusto —Jin hace un puchero—. Son dos contra uno.

—No llores —le digo y él rueda los ojos.

Una vez que alza al pequeño en brazos, Minhyung aferra sus bracitos alrededor de sus hombros a modo de saludo. ¡Son adorables! Esta imagen no logra cansarme.

—A ver —dice el mayor—, cuéntame qué te enseñaron hoy en la escuela.

Y así es como Minnie nos empieza a contar todo lo que hizo en la escuela hoy. Somin está incluida en la mayoría de los relatos, pero eso ya no es sorpresa para nosotros; sabemos que ambos son muy buenos amiguitos.

—Kim Seokjin, ¿puedo tener un hermano grande como Somin? —Minnie pregunta y adopta un semblante pensativo—. Mami puede tener otro hijo, ¿no?

Seokjin ríe por lo bajo.

—Si mami tuviese otro hijo, tú serías el hermano mayor, cielo.

—Pero... —El ceño del niño se frunce con confusión—. Papi Koo es mayor que Somin, ¿por qué?

—Porque él nació primero. —Le responde.

Las matemáticas no fallan.

—Oh —dice y hace una pausa antes de añadir—: ¿Puedo nacer otra vez?

No puedo evitar reír. ¡Cuántas ocurrencias abundan en la mente de un pequeño!

—No, hijo, no se puede.

—Yo quiero que Jongho sea mi hermano. —El menor continúa.

—Bueno —Seokjin le dice mientras comienza a abrir la cartuchera de su hijo, de la cual saca un par de lápices de colores—, un primo a veces puede tomar el puesto de un hermano. ¿O acaso te olvidas de Kookie y todos sus primos? Son muy unidos, parecen hermanos, ¿no te parece?

Minnie me mira con ojos curiosos, como si buscara que yo apoye la idea de su papá. Y no dudo en asentir. Hasta hace poco yo era hijo único, pero nunca me sentí uno dado que siempre tuve a mis primos. Y Jongho, el joven universitario al que Seokjin adora como si fuese su familia de sangre, es encantador, protector y cálido con Minhyung desde el día en que lo conoció.

La jornada laboral de Jin está a punto de terminar y Minhyung está ansioso por ir a casa. Por mi parte, mientras hablo por teléfono con mi mamá sobre el cumpleaños de Somin —el cual será en dos semanas—, no puedo dejar de mirar la televisión, a la espera de novedades. Todavía no dicen palabra alguna sobre el gran asunto en cuestión. ¿Y si no aprueban la ley?... No. Debo ser positivo al respecto.

El camino de regreso a casa se vuelve más largo de lo habitual a causa del congestionamiento de autos debido a las multitudinarias marchas y vigilias. La gente parece feliz y eso me emociona, al igual que me hace sentir ansioso.

Para cuando llegamos al apartamento, el sol ya se ha escondido en su mayor parte. Mantae y Miranda ladran al mismo tiempo que nos esperan en la puerta, mientras que Gwanhi está sentado unos pasos más atrás, moviendo su cola también.

El gran danés salta hasta aterrizar sus dos patas delanteras en mi pecho y yo suelto un quejido involuntario, pues ya estoy acostumbrado a este recibimiento; me da varios lengüetazos en la cara antes de volver al suelo... No sin antes meterme el hocico en el culo, como todos los días. ¿Qué carajos tengo ahí que olfatea tanto? Creo que jamás lo sabré.

— ¡Mami! —Minhyung corre hacia la sala luego de dejar sus zapatos a un lado y de higienizar sus manos.

Yunbi se pone a su altura para recibirlo con los brazos abiertos y levanta al pequeño, dando un par de vueltas en su lugar mientras le da besos en las mejillas.

—Hola, mi vida. ¿Cómo te ha ido hoy?

—Maravilloso, gracias. —Seokjin responde al mismo tiempo que se quita la corbata.

— ¡Kim Seokjin! —Minhyung vocifera con indignación y un ceño fruncido—. Mami me está hablando a mí.

Una risa brota de mis labios mientras niego con la cabeza. Aunque, con total honestidad, me resulta muy gracioso que Minhyung le diga Kim Seokjin a su papá. Claramente lo aprendió de Sushi.

Mis dedos aterrizan en los hombros de Minjoo y le ofrezco un sutil apretón, mientras ella sigue mirando la televisión, atenta a cualquier novedad de la Asamblea Nacional.

— ¿Y bien? —Le pregunto—, ¿qué dicen?

—Nada por ahora.

Me limito a hacerle una mueca amable, ya que decir algo no me parece lo mejor. Ella está muy nerviosa, claro que sí.

Desde que surgió la posibilidad de que se apruebe el matrimonio igualitario, Minjoo me confesó que quiere proponerle a Yunbi apenas sea legal. Si hoy eso no ocurre... Deberá seguir esperando. Y no es justo.

Pero lo haremos, si hay que hacerlo. Perseveraremos y lucharemos por un derecho que debería ser natural, de todos y todas por igual.

— ¿Qué vamos a cenar? —Seokjin pregunta apenas se desploma en uno de los sofás.

—Lo que cocines. —Yunbi y Minjoo responden al mismo tiempo.

Una chispa de confusión se refleja en la mirada de mi novio antes de abrir la boca.

— ¡Trabajé todo el día! —Exclama.

—Oh —Joo finge un puchero—, pobre hombre con responsabilidades básicas.

Y a raíz de dicha respuesta, Sushi empieza a carcajear. Seokjin rueda los ojos y, rendido ante las damas, se levanta.

—Bien. Yo cocino.

—Te ayudo. —Le digo.

—Eso es —me da una palmada en la espalda y aprieta los puños en un gesto victorioso—. El patriarcado resiste.

El comentario intencional de Seokjin hace que mis dos noonas reaccionen y le hagan burla.

Mientras Jin y yo vamos a la cocina para comenzar a preparar la cena, Sushi se encarga de ponerle el pijama a Minhyung y Joo coloca la mesa. Por medio de piedra, papel o tijera, decidimos que haremos bulgogi en lugar de barbacoa (¡le gané, sí!).

En el transcurso de la preparación, nos ponemos a charlar sobre cosas del trabajo y él me comenta sobre unas ideas que tiene en mente para su colección de Invierno de Gucci.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que, repentinamente, escucho un grito ahogado que viene de Minjoo.

— ¡Oigan! —Vocifera para llamarnos, al mismo tiempo que le sube el volumen a la televisión.

La pantalla azul en el informativo indica la llegada de una última noticia. Un instante más tarde, aparecen los periodistas al frente del programa para relatar las novedades.

Entonces, lo leo:

« ¡Es oficial! La Asamblea Nacional acaba de reconocer el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo. La propuesta se convertirá en ley. »

Siento un ligero temblor que me recorre de pies a cabeza. Todavía no soy capaz de parpadear, sólo percibo que mi respiración es cada vez más acelerada debido al impacto.

¿Qué siento exactamente? No puedo describirlo con palabras. Es como si dentro de mí se desatase un remolino creado a base de emoción y felicidad. A pesar de encontrarme totalmente absorto en mi mente, veo que Minjoo, Sushi y Minhyung ya están celebrando la noticia, tomados de la mano y saltando en forma de círculos por toda la sala.

Cuando mi anatomía me permite reaccionar, me volteo para buscar a mi novio.

Y lo primero que me encuentro cuando lo hago, es un rostro perfecto y su par de ojos humedecidos por las lágrimas que lentamente comienzan a bajar por sus mejillas.

La última vez que le vi llorar fue hace unos tres años, cuando Minhyung pescó una fuerte gripe.

—Amor, estás pálido. —Le digo en voz baja, con un bullicio precioso de fondo.

Parece que le cuesta hablar. Eleva las comisuras de sus labios, traga saliva y me acaricia la mejilla luego de haberse limpiado las manos.

Cuando creo que va a decirme algo, lleva la mano hacia el interior del bolsillo de su pantalón y...

Carajo.

— ¿Te casas conmigo, niño?

Oh, carajo. Oh, carajo. Oh, carajo.

El objeto que Seokjin tiene en la mano... Eso... Eso es una alianza.

Tiene forma de corona y parece ser de oro. Carajo. ¡Acaba de pedirme matrimonio!

Comienzo a sentir que el rostro me hierve y, definitivamente, me ha dejado sin palabras. Lo observo atónito, frunciendo el ceño y convirtiéndome en un manojo de nervios.

— ¿De dónde sacaste eso? —Le pregunto.

Suelta una risita.

—Lo compré hace cinco años, el día después de que aceptaste ser mi novio.

¿Qué?

— ¿Y lo guardaste hasta ahora? —Pregunto en medio de una risa. Él nunca deja de sorprenderme, mucho menos de tomarme con la guarda baja.

En respuesta, se encoge de hombros.

—Sabía que este día llegaría en algún momento —dice, luego de quitarse las lágrimas que obstaculizaban a su vista, volviendo a su estado tranquilo y natural—. ¿Aceptas? Por favor, di que sí.

Sonrío y le respondo:

—Sí.

Como acto seguido, tomo el anillo que está ofreciéndome y lo coloco en el dedo anular de mi temblorosa mano derecha, para luego perderme a mí mismo mientras lo miro. Carajo, ¡es precioso!

— ¿Quién es el pálido ahora? —Él bromea, pellizcando suavemente mi mejilla.

Vuelvo a sonreírle y le doy un beso. Luego, él pasa su brazo alrededor de mis hombros y nos disponemos a mirar a los tres miembros restantes de la familia, que no dejan de gritar y saltar.

— ¿Les decimos?

Seokjin parece considerarlo con una expresión fingida de pensamiento profundo. ¡Es tan lindo!

—Se pondrán más histéricos de lo que ya están.

—Los amo así.

Mi ¡futuro marido! me acaricia el cabello en un gesto suave y cariñoso.

—Te amo.

Le respondo lo mismo y me permito darle otro beso, y otro, y uno más.

Después de recibir a gusto mis besitos, se aparta y toma su teléfono.

—Disculpa, tengo que hacer una llamada muy importante.

Lo miro con cierta confusión y curiosidad al mismo tiempo. ¿Ya va a contarle a alguien la noticia? O quizás va a contactar con su abogado, o a Yoongi.

Mi vista sigue fija en cada uno de sus movimientos y él me guiña un ojo, mientras aguarda a ser atendido.

—Ji-yu, discúlpame por marcarte a esta hora —instantáneamente mi ceño se frunce, pues no comprendo por qué, de todas las personas, decidió llamar a su primera asistente—. No, todo está bien, de hecho, ¡todo va de maravilla! —Sonríe—. Necesito pedirte que a partir de mañana, tú y Seonghwa comiencen a organizar la boda más grande que Corea del Sur ha visto.

Oh, carajo.

Y y damos por finalizada esta historia.
Es que ya me largo a llorar señores... se les dio ♡
La autora estará dando especiales que en lo que respecta a la historia, no seguirán el transcurso del tiempo sino que serán momentos que han pasado Jungkook y Seokjin pero que no se han visto en la linea original Y QUE SON DESDE LA PERSPECTIVA DE SEOKJIN.
Pero quienes ya dan por terminada la lectura no tienen obligación de leerlos.
¡Esperenlos!
Gracias por todo ♡

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