challenge 02

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❝ velada a solas ❞
(兩人的時刻)

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Día dos en el apartamento de Jeon.

Jimin salió de la ducha, envolviendo su delgado cuerpo con una toalla en su torso. Se paró frente al espejo y tomó de la mesada del baño su ropa interior, la cual constaba de unas braguitas blancas.

Una vez seco, se colocó su bata lila sin atarla, dejando así su pecho descubierto, y sus medias blancas hasta un poco más arriba de la rodilla.

Jungook no se encontraba en el apartamento. Eran las siete de la tarde, y él volvía de su trabajo en poco tiempo.

Luego saldrían a un "lugar sorpresa" que Jeon tenía preparado, con la finalidad de cumplir el segundo reto de la lista.

Salió del baño, caminando a su habitación para poder secar su cabello en el tocador. Cuando llegó, conectó al tomacorrientes el secador de pelo y comenzó con su tarea.

Al no peinar su cabellera, se le formaron naturales y tiernos ricitos dorados. Y cuando terminó, iba a tomar rumbo hacia su closet, pero unas manos en su cintura lo sorprendieron, sacándole un jadeo.

Su cuerpo fue atraído hacia atrás, chocando su espalda y cabeza con un fuerte pecho. Automáticamente se estremeció al sentir aquel conocido olor.

—¿No habíamos acordado que a las siete debías estar listo? —dudó JungKook, con una voz ronca en su oído.

—Lo siento, Kookie. Me atrasé un poco —puchereó, volteando y jugando con sus deditos.

—Uhm... ¿debería perdonarte? —bajó su mirada al pecho descubierto del menor, luego bajando a su ropa interior y sus lampiñas y blanquecinas piernas.

—Sí, hyung~ —murmuró, dándose cuenta del escaneo del mayor en su cuerpo y cerrando su bata con una sonrisa divertida.

—Eres malo... —rió ronco Jungkook, uniendo sus frentes y deleitando su olfato con aquel aroma a naranjas y fresas.

—Aún no llegamos a ese reto, Kookie hyung. Debe esperar —sonrió, subiendo sus brazos al cuello del más alto.

—¿Hmm? ¿Dices que tengo que esperar hasta ese reto para verte completamente? —Jimin asintió—. ¿Cuándo hemos establecido que hay que seguir el orden?

—Nunca, hyung. Pero yo escribí los números del uno al diez, así que, sí. Debe esperar —repitió, riendo meloso.

—Yo no creo eso, pequeño... —murmuró, bajando sus manos ahora al esponjoso y voluminoso trasero del rubio—. Si yo te propusiera hacerte mío ahora, no te negarías ni con pensarlo cinco veces —sonrió, al mismo tiempo que apretaba sus nalgas y lo arrimaba contra su creciente erección.

Jimin gimió al sentir aquella dureza contra su vientre, sin evitarlo.

—¿Ves? Estoy seguro de que tu omega está de acuerdo —dirigió sus labios al cuello del rubio, respirando pesado allí y dejando besitos húmedos.

—K-Kookie... n-no. De-Debemos salir, re-recuerde el reto —jadeó.

Jeon maldijo y se separó, subiendo sus manos de vuelta a su cintura.

—Termina de cambiarte y espérame en mi habitación, ¿bien? —habló bajo el pelinegro.

El rubiecito asintió con su cabeza, viendo a su hyung salir de su habitación, luego de haber dejado un besito en su frente.

Ahora sí, Jimin llegó a su closet, sacando de él una faldita negra de tiro alto, una camisa de jean color azul marino y sus zapatos negros.

Pero cuando estaba colocándose, primero que todo, su camisa, oyó una maldición desde la habitación de al lado.

Con curiosidad, caminó hacia fuera de la suya y fue a la de Jeon, entrando con lentitud.

—¿Kookie? ¿Está todo... bien? —hizo una pausa al verlo.

Jungkook estaba luchando para quitar la corbata de su camisa blanca, puesto que se había hecho un nudo increíble.

—No pasa nada, bebé. Solo un problemita —bufó Jeon, arremangándose hasta los codos.

Park se paralizó ante ese gesto, observando con atención sus venosos brazos y manos. Nunca se había dado cuenta del extenso tatuaje a lo largo de su brazo derecho, el cual se terminaba un poco más arriba de la muñeca.

Dios, se imaginaba a esas manos en su cintura cuando finalmente se cumpliera el reto del apasionado beso, o en su trasero cuando se tenga que cumplir el último de todos. Se imaginaba a esos brazos ejerciendo fuerza en sus caderas mientras él lo monta, o follándolo contra la pared.

Pero sacudió su cabeza con vergüenza, intentando alejar esa imagen de su mente.

—¿Q-Quiere que lo ayude? —propuso nervioso, rascando su cuello.

El mayor lo miró, escaneando su apariencia. Mierda, solo tenía puesta una camisa. Se notaba su ropa interior, sus piernas... Todo.

—Claro, hermoso —tomó asiento en los pies de la cama, sonriendo ladino.

Jimin tragó saliva duramente y se acercó a él, estando con sus rodillas pegadas a las de Jeon.

Desde su lugar comenzó a chequear el nudo, lográndolo un poco, mientras que el más alto observaba anonado el leve movimiento de aquellas caderas que lo volvían loquísimo. A veces cuando se apoyaba en una sola pierna, se veía la gran y definida curva de su trasero, cosa que lo calentaba aún más.

—Uh... esto está muy complicado, Kookie... —frunció el ceño el rubio.

Y se acercó aún más, cayendo sobre el regazo de Jeon a horcajadas sin percatarse, apoyando su trasero justo contra la dureza del adulto.

El nombrado miró ahora sus abiertas piernas, deseando y anhelando poder tocarlas a su querer.

—Y... ¡Listo! Terminé, Kookie —sonrió alegre el menor, Jungkook volviendo a tierra y delvolviéndole la sonrisa.

Aquella risita era, sin duda, la más preciosa del mundo.

—Podemos quedarnos un rato más así, si quieres —alzó una ceja, llevando sus manos a los muslos traseros ajenos.

Jimin abrió sus ojos con sorpresa, intentando levantarse, pero Jeon no lo permitió tan fácilmente.

—Jungkookie... Debe... D-Debe prepararse para salir con Minnie —abultó su labio inferior.

—Pero Jungkookie quiere pasar más tiempo unido a Minnie, ¿podría suceder eso? —susurró, rozando sus labios en las clavículas del pequeño y enviándole escalos fríos.

—No. Minnie quiere que Jungkookie vaya a bañarse, para luego vestirse. Ahora —hizo un puchero y se cruzó de brazos.

Jungkook rió rendido, y se dispuso a obedecer.

—Pero si Minnie no se levanta, Kookie no podrá hacer eso —palmeó su nalga izquierda.

El menor se ruborizó más y se levantó lentamente, para luego correr a su cuarto y encerrarse.

Jadeó múltiples veces con su espalda apoyada en la puerta, intentando calmar el fuerte sonrojo que había aparecido en sus mejillas.

Nunca en su vida se había sentido tan nervioso y ansioso al mismo tiempo.

Luego de respirar profundo unas cuantas veces, retomó su vestimenta, colocándose ahora su falda negra. Se puso sus zapatitos oscuros, pero aún así sentía que faltaba algo.

Pensó y pensó hasta que se le ocurrió agregar unos tiradores negros a su atuendo. Y ahí sí, se conformó.

Aplicó un poquito de rubor en sus cachetes y bálsamo labial en sus rojizos labios, terminando con su "obra maestra".

Se miró al espejo, y luego de analizarse un ratito, subió con una sonrisita su faldita, acortándola y dejando a la vista mucho que desear.

—¡Jiminie! ¿Ya estás listo? —escuchó la voz de Jeon del otro lado de la puerta.

Sin responder, tomó su abrigo de peluche negro y salió de la habitación, viendo a un guapo Jungkook vestido simplemente con unos jeans negros, un sweater gris y su chaqueta de cuero negra.

—Oh, dios. Te ves espectacular —lo halagó Jungkook, guiñándole el ojo.

Jimin solo pudo sonreír con sus mejillas coloradas.

El contrario tomó su mano y entrelazó sus dedos, llevándolo fuera del apartamento y bajando por el ascensor hasta el estacionamiento.

Se subieron al automóvil y partieron hacia el "lugar sorpresa" que tenía preparado Jungkook. Éste le mencionó que estaban a, más o menos, una hora de su destino, por lo que podía dormir, si quisiese.

Y como resultado, obtuvo a un rubiecito dormido profundamente contra la ventana, en tanto él conducía con su mano derecha en el muslo interno del nombrado, acariciando éste con su pulgar.

Una vez que llegaron, Jeon despertó al más bajo, haciéndole cosquillitas en su pancita y besando sus mejillas.

Salieron del coche y el omega pudo descubrir de qué se trataba esa sorpresa, sonriendo con emoción.

—¡Kookie hyung! ¡Esto es muy lindo!—exclamó, viendo a la solitaria playa.

Jungkook rió y besó su mano, provocándole el sonrojo número mil en el día.

—Esta no es la sorpresa, lindo. Vamos, hay que caminar —mencionó, colgando su brazo en el cuello del menor, quien lo abrazó tímidamente por la cintura al ser tanta la diferencia de alturas.

Se quitaron sus zapatos, llevándolos en la mano, y comenzaron a caminar, simplemente en un silencio cómodo y sintiéndose el uno al otro.

—Cuéntame, precioso. ¿Haces danza? —dudó el mayor, mirándolo.

Jimin lo observó sorprendido, pues nunca le había hablado de eso.

—S-Sí. Me gusta mucho bailar —susurró tímido.

—¿Ah, sí? ¿Qué tipo de bailes haces? —preguntó curioso.

—De todo un poco, creo —rió leve—. Me gusta bastante la música latina, es lo que mejor se me da. O por lo general, cosas muy movidas.

Jungkook casi se atraganta con su propia saliva. La música latina, sin duda, es una de las más calientes y apasionadas que hay, e imaginarse a Jimin, meneando sus caderas y danzando con sensualidad, no le hacía mucho a favor.

—Y... Dijiste que habrá una muestra en poco tiempo, ¿verdad? —el rubio asintió.

—Si quiere puede venir —murmuró tímido—. Soy el bailarín principal en todas las coreografías.

—¿Hablas del más importante? ¿Del que siempre está en el centro? ¿Del que llama siempre la atención? —preguntó rápido y ansioso.

—Ehh... ¿Sí...? No sé, usted debería comprobarlo —rió, pasando un mechón de cabello por detrás de su oreja.

—Mmh, estoy segurísimo de que iré. Sí, definitivamente —contestó.

Ambos hicieron un contacto visual, que no duró mucho, puesto que el menor desvió su mirada ruborizado hacia el cielo semi-nocturno.

Pero su semblante cambió a uno preocupado, al ver las grandes nubes acoplarse en él, viniendo una fea tormenta.

—Hyung... Creo que va a llover —pronunció con un puchero.

Jungkook miró hacia arriba y supo que el omega tenía razón.

Al instante, unas gotitas fueron cayendo de a poco.

—Hay que apurarnos —ordenó el pelinegro, el contrario asintiendo.

Ambos comenzaron a trotar hacia el lugar que Jeon quería ir, pero ese trote se convirtió en correr, ya que se había desatado una lluvia más fuerte.

El alfa tomó fuertemente la mano del bajito y corrió, guiándolo hasta una pequeña zona con un tejado muy chico.

Acorraló al rubio en aquella esquina, el par de cuerpos unidos para entrar adecuadamente. La tormenta era demasiado fuerte.

—Está haciendo mucho frío —tembló Jimin, luego estornudando.

Jungkook se preocupó al instante y se quitó su chaqueta, poniéndosela al menor. Y rió enternecido, debido a que le iba demasiado grande.

—G-Gracias, Kookie hyung...—susurró sonrojado.

—Tendremos que esperar un poco, hasta que la tormenta se suavice —murmuró Jeon, abrazando la cintura ajena.

Park asintió y apoyó su cabeza en la pared a su espalda, bajando su mirada.

El más alto sonrió y apegó sus frentes.

—Esto es mejor de lo que imaginé —confesó con sus ojos cerrados y una pequeña sonrisa.

Jimin jadeó.

—¿C-Cómo...? —dudó nervioso.

—Tuve fantasías con momentos así contigo —se encogió de hombros, riendo bajito.

El omega pasó sus brazos por los hombros del mayor con timidez.

—Y-Yo... T-También —cerró sus ojos, ambos disfrutando del lindo momento.

Jungkook afianzó su agarre en su cintura y juntó más sus cuerpos.

Quedaron así unos diez minutos más, hasta que la lluvia se calmó un poco.

—C-Creo que deberíamos i-ir —susurró Jimin.

Jungkook abrió sus ojos y sonrió, derritiendo el corazón del rubio.

—Vamos —murmuró simplemente, tomando la mano de su bebé.

Caminaron un poco más tranquilos y llegaron a una especie de cabaña.

—Wow... —fue lo único que pudo decir el menor al ver lo linda que era.

Pues, era completamente de madera, y estaba adornada por fuera con luces cálidas. Daba un ambiente muy cómodo y lindo.

—¿Te gusta? —dudó Jungkook, con una sonrisa traviesa. El contrario asintió con una sonrisita tímida—. Me alegra. He preparado una cena para ti.

Jimin lo abrazó, escondiendo su cabeza en el abdomen contrario, el otro acariciando su cabello.

Se acercaron y abrieron la puerta, Jeon dejando pasar primero a Jimin, y luego de entrar él cerró.

La cabaña, al parecer, no tenía lámparas, sino candelabros con velas prendidas, formando un entorno mucho más íntimo y romántico.

Le fascinaba. A Jimin le encantaba todo.

Una mesa contra el gran ventanal con vista al mar, era lo primero que se veía. A la izquierda estaba la barra y la cocina, una pequeña habitación que se veía como un baño y unas escaleras hacia arriba.

—E-Es muy hermoso —rió, jugando con sus deditos.

Jungkook sonrió y besó su pómulo derecho de manera ruidosa.

—Siéntate. Llevaré la comida —murmuró en su oído, luego separándose para tomar los platos de la barra.

Jimin obedeció y se sentó, mirando con sus ojos brillosos la orilla del mar.

Cuestión; comieron mientras hablaban de muchos temas interesantes para conocerse más, riendo e interesándose mucho más el uno por el otro.

Pero no fue todo tan lindo, porque casi al terminar la comida, a Jimin se le vino un pensamiento algo raro a la mente.

¿Y si Jeon hacía eso con todas sus conquistas? ¿Y si Jeon invitaba siempre a diferentes omegas para tener su rato de diversión?

¿Y si los retos de WhatsApp se los enviaba a todos los demás?

Gracias a esa idea, su mano tembló con el tenedor en ella, bajando su mirada y sintiendo sus ojos cristalizarse.

Bueno, en realidad él no había olfateado otro aroma que no sea el de Jungkook allí, pero igualmente no podía confiarse completamente.

—Y-Yo... Cre-Creo que será m-mejor volver. S-Sí... —murmuró con la voz rota, soltando su tenedor y llamando automáticamente la atención de Jungkook.

—¿Qué...? Pequeño, ¿qué ocurre? —dudó muy preocupado, oliendo el ácido aroma que liberaba el menor.

Se levantó y se arrodilló frente a él, acunando su rostro y frunciendo el ceño al verlo empezar a llorar.

Jimin lloró. Lloró y lloró suavemente ante la desilución.

Jungkook le gustaba muchísimo, podía hasta jurar que estaba enamorado, pero no quería caer en alguna trampa de esas. Solo quería que Jeon lo cuide como un bebé, y que lo mire a él. Solamente a él.

Era un principiante en el amor, no quería salir herido.

—No llores, mi vida. Cuéntame, ¿qué sucede? —preguntó abrazándolo.

—N-No importa, Ko-Kookie —hipó, secando sus lágrimas con su puño.

—Anda, dime. Me estoy preocupando muchísimo, de verdad —murmuró, separándose y uniendo ambos pares de manos.

Jimin lo miró por un segundo, sintiendo sinceridad en sus palabras.

—U-Usted... ¿Ha tra-traído a o-otros omegas a-aquí? —dudó en voz bajita—. ¿Ha u-usado el ju-jueguito de los retos c-con l-los demás? —rehizo la pregunta temblando.

Jeon suspiró.

—No, Jimin. No he hecho esto con nadie más. ¿Sabes por qué? —el menor negó—. Porque sé que tú eres con quien quiero estar por el resto de mi vida, importándome una mierda la diferencia de edades y lo que puedan llegar a pensar los demás —besó sus manos—. Quiero que sepas que todo esto es mi acto más sincero, y que eres el único que ha logrado mover mi corazón para organizar algo como esto —llevó una mano a la mejilla del omega, quien se apoyó en ella—. Es normal tener ese tipo de dudas, no te sientas mal. No pienso dejarte nunca —sonrió al verlo cerrar sus ojos.

El rubio asintió, sorbiendo su nariz.

—L-Lo siento. P-Por desconfiar y-y ponerme así —susurró.

Jeon negó con su cabeza y volvió a abrazarlo.

—No tienes que disculparte, corazón. Quiero que mi marca esté solo en tu cuello, en ningún otro más —dijo, besando su mentón—. ¿Entendido?

Jimin asintió con una pequeña sonrisa, escondiendo su rostro en el cuello del pelinegro.

—Será mejor que descanses un poco —alzó el pequeño cuerpo del rubio y enroscó sus piernas en su cintura, subiendo las escaleras.

Allí Jimin pudo ver que era una habitación sola, con las paredes llenas de ventanales gigantes, por lo que se podría decir que no hay pared, en realidad. Una cama de gran tamaño, dos mesitas de noche. Estaba todo oscuro, no había candelabros. La habitación se alumbraba tenuemente con la luz de la luna.

Jeon lo dejó en el medio de esta, sacando por debajo unas mantas de polar para combatir el frío. Lo arropó y dejó cinco besitos en cada zona de su cara: mejilla izquierda y derecha, frente, nariz y mentón.

—Duérmete, pequeño. Luego te cargaré y te llevaré al apartamento —sonrió, dispuesto a irse, pero Jimin tomó su muñeca a tiempo.

—¿Puede quedarse u-un ratito conmigo, h-hyung?

Quién era Jungkook para rechazar esa oferta.

Se acostó a su lado, sintiendo el cuerpo del menor apegarse a él.

—¿Qué es lo quiere mi bebé? —susurró en su oído.

—Qui-Quiero mimitos... —respondió, escondiéndose en su pecho.

Jungkook asintió, por supuesto, y le brindó masajitos por todo su cuerpo. Centrándose principalmente en su espalda y nuca.

Y bueno, terminó por dormirse también.

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