Capítulo 06: Parte 04 (31-12-2024)

Pov Anueng:

Hasta cierto punto podía entender ambas partes en la situación entre mi madre y Ar-Nueng, mientras una se había enamorado, la otra solo quería y apreciaba la amistad que tenían entre ellas, una quiso forzar sus sentimientos en la otra, mientras esta intentaba que todo fuera llevadero para no perder la conexión que tenían; pero realmente el lado de mi madre, ese lado vengativo que actuó con rencor y celos no lo entendía, mi madre actuó mal al confrontar a Ar-Nueng de aquella manera hace tantos años, pero ya era cosa del pasado y no podía ser cambiado aunque quisiera.

Además, aunque suene mal o cruel, ese suceso llevó a que veintiún años y unos meses después, nosotras dos nos conociéramos y terminásemos enamorándonos; si había algo que yo nunca cambiaría sería nuestra historia juntas, incluso esas partes dolorosas las dejaría tal cual estaban, puesto que es lo que nos ha llevado a estar como estamos en estos momentos, es parte de lo que ha formado nuestra relación. Una vez más, el hecho de que mi padre, quien una vez fue el prometido de Ar-Nueng, con quien estuvo a punto de casarse, y mi madre, quién fue su mejor amiga en la adolescencia y que además tuvo un enamoramiento en ella, se terminaron involucrando juntos hasta concebirme a mí, la hija de ambos que en el futuro terminaría enamorándose de la misma Khun Nueng que ellos, con la diferencia de que sería a la única a la cual le correspondería y realmente amaría.

¿No dicen que la tercera es la vencida? Mis padres no pudieron tener a la M.L., pero, en cambio, yo, su hija no planeada, de nacimiento prematuro y sin nada que ofrecer, terminó profundamente enamorada de ella y terminó conquistándola por completo; ellos no pudieron hacerlo, pero yo sí, y mientras aún seguían queriendo llamar su atención de alguna u otra manera, era yo quien tenía toda su atención, incluso cuando no estamos juntas, ella misma me ha dicho que soy la dueña de todos sus pensamientos, así como ella es la dueña de los míos. (*Eso, bebé, tú sigue presumiendo de la mujer que tienes a tus pies*)

Yo había cambiado el tema de una manera sutil al sacar a colación aquella primera vez que habíamos venido a este parque, más específicamente del momento en que la contrate para que me diera unas clases de dibujo para una actividad importante del instituto, cuando me di cuenta de que me terminó dibujando y al preguntarle al respecto, en ese entonces me respondió que solo lo había hecho porque no había ningún gato, perro o algún otro animal tierno para que pudiera dibujar y no tuvo de otra más que dibujarme a mí; al recordar aquello no pude evitar hacer un mohín porque ella me considerase tan valioso como un perro o un gato, hasta que Ar-Nueng me aclaró que para ella, el dibujarme en lugar de un perro o gato, siendo de los animales más tiernos que solía dibujar, yo era incluso más linda y tierna que ellos, y que por eso decidió dibujarme aquella tarde.

Además del hecho de admitirse a sí misma que en realidad lo hizo porque quiso, el dibujarme sin que le tuviera que pagar porque hacerlo, cosa que hizo que mi corazón se acelerara como un loco y más aún cuando apoyó su barbilla en mi hombro y me admitió que no había sido la primera vez que me dibujaba porque quisiera, que incluso sin darse cuenta ella solía dibujar mis ojos o mi sonrisa, porque habían sido lo que más le habían cautivado desde que nos conocimos, pero que no se había dado cuenta o no lo había aceptado, sino hasta después de darse cuenta y terminar de aceptar sus sentimientos por mí.

Nueng ¿Qué pasó con los dibujos que te hice desde que nos conocimos? Tu abuela destrozó el que te di luego de la confusión sobre quién era realmente Sam —Ar-Nueng de repente me pregunto, usando un tono suave, pero lleno de curiosidad a la vez, aun manteniendo su barbilla apoyada en mi hombro, aprovechando la posición en la que estábamos para mantener nuestra cercanía lo mejor posible.

Su pregunta me tomó por sorpresa, ya que nunca pensé que sacaría a colación aquello, después de todo antes no lo había hecho, pero supongo que el que estuviéramos dibujando juntas y que hace tan solo unos momentos atrás se hablara de aquel dibujo que había hecho de mí aquel día, le hizo pensar en la colección de retratos que me había hecho desde el primer día en que tomé el valor para entrar en su puesto en el mercadillo y me convertí en uno de sus clientes habituales. Nunca pensé en revelarle lo que había sucedido, ya que primero cuando sucedió y aún no éramos del todo tan cercanas, no sabía si realmente le importaría eso, pero ya cuando nuestra relación evolucionó y se hizo más fuerte, habiendo aceptado nuestros sentimientos por la otra, no sabía lo que tal revelación traería consigo, ya que sé que la tensión entre Ar-Nueng y mi abuela aún persistía, especialmente del lado de mi amada, ya que ella no podía perdonar los maltratos de mi abuela hacia mi persona durante todos estos años, pero ya que se estaba tocando el tema, no podría mentirle ni ocultarle más aquello, debía ser sincera con ella y contarle la verdad de lo que pasó con todos los dibujos que me había hecho.

—No me queda ninguno —finalmente respondí con un tono bajo y algo acongojado, manteniendo mi mirada en la libreta que permanecía en mi regazo, no pudiendo voltear a ver a mi amada Ar-Nueng en esos momentos, porque lo más probable es que terminaría llorando al recordar aquel incidente provocado por mi abuela en contra de una de las cosas que más apreciaba, los hermosos dibujos que Ar-Nueng me había hecho desde el primer día en que le pedí uno por tan solo 100 Bath.

—¿A qué te refieres con que ya no tienes ninguno? —me preguntó tan pronto como terminé de hablar, podía notar la sorpresa en su tono, pero también estaba manteniéndose serena, quizás asimilando lo que le había dicho; ella había acercado su cuerpo más a mí para que yo pudiera apoyarme contra ella, posiblemente habiendo sentido el cambio tan repentino en mí.

—Mi abuela los quemó todos frente a mí —comenté luego de haber soltado un pequeño suspiro, mordiendo el interior de mi mejilla por unos segundos en cuanto los recuerdos vividos de esa noche volvieron a mi mente, haciéndome sentir desolada por la pérdida de algo que era tan valioso e importante para mí.

—¿Qué? ¿Cuándo sucedió eso? ¿Por qué no me lo dijiste? —al instante ella comenzó a preguntarme, claramente confundida y sorprendida por tal revelación de mi parte, y justa razón tenía de estar así, ya que yo le había ocultado aquello y realmente no pensaba decírselo, pero supongo que tal como hoy, en algún momento saldría el tema y no podría seguir ocultándolo más.

—¿Recuerdas aquella vez que te llame y luego me llamaste de vuelta porque no pudiste atender en el momento? —le pregunté después de una breve pausa, viendo de reojo y sintiendo a la vez como es que ella asentía ligeramente, recordando aquel momento compartido entre nosotras, nuestra primera llamada telefónica con la otra después de haber intercambiado nuestros números telefónicos algunos días antes.

Escena Retrospectiva:

Pov Nadie:

Después de haber confrontado a ese chico Folk, habiéndolo amenazado sutilmente con emprender acciones legales o de otro tipo hacia él si seguía acosando a Anueng de aquella forma al estarla siguiendo a todos lados, invadiendo su privacidad, Khun Nueng regresó a su apartamento y tomó una ducha para aliviar un poco la tensión que tenía en ese momento; realmente se había contenido mucho para no darle una lección allí mismo a ese tonto enamorado por haber estado siguiendo a la dulce Nueng de aquella manera, pero prefirió no hacer nada que la pusiera en una mala situación que terminara con ella tras las rejas y con cargos de agresión, ya que si eso pasaba entonces ¿Quién cuidaría de la seguridad y bienestar de la joven? Lo mejor era que se calmara un poco y usara sus palabras, ya que después de todo aquello era una de sus armas mortales y siempre tenían el efecto deseado.

Mientras se estaba dando una ducha relajante, Khun Nueng había escuchado sonar su teléfono en su habitación, pero como no era el tono distintivo que le había puesto a Sam ni el que le había puesto a Mon, dejó que siguiera sonando hasta que terminara su baño, ya que normalmente no recibía llamadas de noche y si era alguien conocido, dejaría algún mensaje para que le devolviera la llamada más tarde si era algo importante; luego de haberse colocado el pijama, habiendo dejado la camisa aún sin abotonar, tomó por fin su teléfono para ver quién la había estado llamando, pero al no ver ningún mensaje frunció el ceño algo extrañada, revisó entonces el historial de llamadas y la única llamada pérdida que tenía era de Anueng.

Aquello le extrañó, pero también la alertó a partes iguales, puesto que la chica no la había llamado en ningún momento desde que intercambiaron números hacía tan solo una semana atrás, esta era la primera vez que lo hacía y además era de noche; ella le había dado su número a la menor por si pasaba algo, alguna emergencia o si necesitaba ayuda con algo, y a pesar de que pensó que esta la llamaría a cada rato para escuchar su voz, la realidad era que no hacía más que enviarle mensajes de vez en cuando, pero nunca llamaba, aquella era la primera vez que lo hacía ¿Le había pasado algo? ¿Su abuela le había hecho algo? Al instante se preocupó por lo que le podría haber ocurrido desde que la dejó en su casa horas antes, así que rápidamente se sentó en su cama y decidió llamarla en ese mismo instante, pero antes de presionar el ícono para hacer la llamada solo de audio, decidió mejor hacer una de vídeo, necesitando ver con sus propios ojos que la chica estuviera realmente bien, así que sin más presionó y esperó que la llamada se conectara, sintiendo su corazón latir rápido en su pecho por lo angustiada que estaba.

—¿Qué ha pasado, Nueng? ¿Estás bien? —tan pronto como la videollamada se conectó por fin, la Nueng mayor le empezó a preguntar con completa preocupación a la menor, manteniendo su mirada fija en todo momento en la pantalla, notando al instante en que la castaña menor encendió la luz de su mesa de noche, como es que sus ojos estaban algo hinchados y rojos, sus mejillas estaban bañadas de lágrimas y su labio temblaba sin control; aquella escena le rompió el corazón en pedazos, y deseo poder estar allí para poder consolarla —. Habla conmigo, dulce niña.

—Lo siento, Ar-Nueng. No debí llamarte, solo te estoy molestando —la vocecita acuosa de la más joven apenas y pudo escucharse, debido a lo afectada que estaba por el llanto, lo que provocó que el corazón de la M.L. se estrujara en su pecho, y más porque Anueng pensará que era una molestia que se comunicara con ella, porque realmente no lo era, ya para la M.L. era indispensable tener algún tipo de comunicación con la chica, aunque no lo quisiera admitir.

—Nueng, estás llorando, tienes tus hermosos ojos hinchados ¿Qué es lo que ha pasado? —la voz de Khun Nueng era tan tersa y llena de cuidado y afecto al hablar con la castaña más baja, queriendo al menos consolarla con su voz; la afectaba ver a la chica que siempre estaba sonriente y alegre, llorar y no saber la razón real, quería tanto poder abrazarla y hacerla sentir mejor, hacerle saber que estaba allí para ella sin importar que, pero no es como si pudiera ir a la casa de la menor a estas horas (No porque no pudiera, sino por la abuela de la chica), mucho menos iba a hacer que fuera a su apartamento sola, no la arriesgaría de esa manera, y menos en el estado en el que estaba.

—No pensé que volverías a llamar, no contestaste cuando llame primero —murmuró con tono bajo y un poco ronco por estar llorando tanto, haciendo pucheros de forma inconsciente mientras desviaba la mirada de la pantalla para limpiarse un poco el rastro de lágrimas de sus mejillas, todo bajo la atenta mirada de la mayor.

—Lamento eso, Nueng. Estaba tomando una ducha, en realidad recién me pongo el pijama y decidí llamar —Khun Nueng se disculpó con sinceridad, maldiciéndose internamente por haberse tardado tanto y por no haber contestado antes a la mujer más joven; ella no solía dar explicaciones a nadie, ni siquiera a Sam, pero aquí estaba, dándoselas a Nueng porque no quería que pensara que estaba ignorándola o algo por el estilo.

—Lamento haber interrumpido tu rutina de noche, Ar-Nueng. Debería colgar para que continúes —la menor entre ambas se disculpó por ser una vez más una molestia para la más alta, sabiendo cuánto es que esta valoraba su espacio y sus rutinas, pero como siempre, allí estaba ella, metiéndose en su vida, aunque esta vez había sido por suerte del destino, ya que ella no había esperado que la mayor contestara, mucho menos que le devolviera la llamada; si bien ella quisiera poder seguir hablando con ella, ya que tan solo su voz la calmaba, sabía que lo mejor era acabar con aquello para que su Ar-Nueng siguiera con lo que estaba haciendo.

—No, no cuelgues, te llamé de vuelta porque estaba preocupada por ti, Nueng —la M.L. habló rápidamente y con cierta desesperación, queriendo evitar que la menor fuera a colgar la llamada, ya que no podría verla hasta el día siguiente y la necesitaba más en ese momento, por lo que sin titubear le fue sincera.

—¿Te preocupaste por mí, Ar-Nueng? —Anueng preguntó entre sorprendida y un poco tímida, sintiendo sus mejillas calentarse un poco y su corazón latir con rapidez ante las palabras de la mayor, ya que era la primera vez que la más alta decía sin más que se preocupaba por ella.

—Es la primera vez que llamas desde que te di mi número, me preocupé mucho al ver que eras tú —habló con tono suave, mirando fijamente la pantalla, queriendo que la menor viera su sinceridad, aunque no la tuviera de frente.

—No quería ser tan molesta, Ar-Nueng —comentó con una pequeña vocecita, tocándose los lentes como un pequeño tic nervioso que tenía; ella se había contenido mucho para evitar ser tan insistente en comunicarse con la mayor, para que no se incomodara o algo, pero esa noche estaba tan fuera de sí que no había podido evitar llamarla, necesitando aunque sea escuchar su voz, y cuando no le contesto se sintió aún peor, hasta que su teléfono sonó y vio el nombre de su Ar-Nueng en la pantalla.

En un momento, Khun Nueng colocó el teléfono en su muslo para poder terminar de abrocharse la camisa del pijama, y cuando terminó de hacerlo tomó el teléfono una vez más, sentándose contra la cabecera de la cama para estar más cómoda mientras seguía hablando con la más joven, la cual también estaba sentada contra la cabecera de su cama, con una de sus almohadas abrazada mientras sostenía el teléfono en su mano derecha, acomodándose los lentes luego de haberse terminado de limpiar el rastro de lágrimas en sus mejillas con la manga de su camisa de pijama, dejando ahora tan solo su rostro un poco hinchado y sus mejillas ligeramente sonrojadas, pero al menos no estaba llorando más.

—¿Tu abuela hizo algo? ... Muéstrame tus muslos, Anueng —Khun Nueng preguntó con cierta seriedad en su voz, atenta a cualquier mínimo gesto de la otra, y cuando la vio negar un poco, no pudo evitar dudar un poco de ella, ya que sabía que podría intentar cubrir los maltratos, aunque le había dicho que le podía decir si aquello volvía a pasar, pero para estar más segura, luego de una breve pausa dijo lo último sin más, tomando a la otra completamente por sorpresa.

—¿Q-qué? —tartamudeo sorprendida, no habiéndose esperado aquello de la mujer que tenía su corazón en la mano; claro que no lo había tomado por un lado inapropiado, ni nada por el estilo, ya que Khun Nueng nunca le había faltado el respeto de ninguna manera, pero si le había sorprendido, aunque teniendo en cuenta que ya la mayor había visto con sus propios ojos los moretones, no debería de sorprenderse tanto, pero si lo hacía porque esto era diferente a la actitud usual de indiferencia que tenía la otra.

—Quiero ver por mí misma que tu abuela no te haya lastimado otra vez —si esa mujer se había atrevido a golpear una vez más a la chica, le importaría un comino, iría a su casa y se enfrentaría a ella aunque no la conozca; si había algo que odiaba era el maltrato y más si era dirigido hacia gente que no lo merecía, como sus hermanas menores y ahora la dulce Nueng.

Cuando Khun Song y Khun Sam aún eran unas niñas pequeñas y su abuela iba a intentar "disciplinarlas", haciendo uso de las varas o reglas de madera que tenía, tal como lo hacía con ella, Khun Nueng la frenó en seco en cada primer momento, rebelándose contra ella de cierta manera, pero a la vez se rindió ante ella, pidiéndole que en lugar de que golpeara a sus hermanas, la siguiera golpeando a ella sin importar que no tuviera nada que ver, que sus molestias o los errores que cometieran sus hermanas, los pagara la mayor de las tres y fue así que ni Song ni Sam llegaron a recibir algún maltrato físico por parte de su abuela, sino hasta que fueron adultas y lo único que podía hacer era abofetearlas, y aun así solo lo había comenzado a hacer ya cuando Khun Nueng había dejado el palacio y había comenzado a hacer su vida aparte, lejos de la abuela y su manipulación; si bien no pudo salvar a sus hermanas del maltrato psicológico y mental, las pudo salvar de los físicos, manteniendo los traumas de estos para sí misma.

—Ella no me lastimó... Al menos no así —le aseguró con una voz suave y baja, teniendo cuidado de no elevarla demasiado en el caso de que su abuela aún siguiera despierta; si bien agradece que su abuela no la golpeara otra vez con la vara, hubiera preferido eso a que quemara los bellos dibujos que le había hecho Ar-Nueng, los cuales llegaba a considerar como lo más preciado que tenía, pero que ahora ya no eran más que cenizas en un contenedor.

—Quiero verlo con mis propios ojos. Muéstrame tus muslos, Anueng —a pesar de que le estaba hablando de forma suave, aun en su tono se notaba su firmeza y autoridad, sumándole entonces la intensidad en su mirada aun a través de una pantalla, Anueng se sintió estremecer ligeramente y sus mejillas se calentaron aún más de ser posible, pero sabía que no podía luchar contra su Ar-Nueng, por lo que luego de unos segundos más, terminó asintiendo.

—E-está bien, Ar-Nueng —murmuró un poco apenada, apartando la manta con nerviosismo, revelando sus muslos y piernas descubiertos, debido a que justo esa noche había decidido dormir con solo la camisa más larga de pijama que tenía, la cual le llegaba a mitad de los muslos, pero dado que estaba sentada en su cama, se le había levantado.

Tragando su nerviosismo, la Nueng más joven volteo la cámara de la videollamada y enfocó entonces sus muslos, más específicamente las zonas donde su abuela solía golpear para que así no se le notara con el uniforme y evitara preguntas; la más baja enfocó ambos muslos, mostrándole a la otra que no tenía marcas de golpes recientes y las que le quedaban, ya no se veían mucho, cosa que alivió a la mujer más alta, la cual asintió ligeramente y le hizo un gesto con la mano para que volviera a voltear la cámara para poder verla.

—Está bien... Entonces ¿Qué fue lo que pasó? —ya un poco más tranquila, con la confirmación de que Anueng no había sido maltratada físicamente, le preguntó la verdadera razón de lo que había pasado para que hubiera estado llorando tan desconsolada, queriendo brindarle al menos un poco de apoyo a través de escucharla, sabiendo lo que era tener que reprimir tus propios sentimientos y, en cambio, fingir estar bien con todo.

—Tuvimos una discusión —respondió en un murmuro, desviando su mirada por unos segundos, no queriendo que la otra viera tan fácil como es que en realidad le estaba evitando decir la verdad completa a la cara, pero en realidad le estaba diciendo una verdad a medias.

—¿Segura que solo fue eso? —cuestionó con tono suave, mirándola con una de sus cejas alzadas, claramente habiendo notado la desviación de mirada de la menor, pero tal parece que por el momento ella no quería que se indagara más en ello, y Khun Nueng respetaría eso.

—Sí, no te preocupes, Ar-Nueng. Supongo que estoy algo emocional —Anueng al instante le quiso restar importancia a lo que había sucedido entre ella y su abuela anteriormente; estaba acostumbrada a guardar sus emociones para ella, pero Ar-Nueng era como un bálsamo para ella, era un lugar seguro para ella y aunque intentó controlarse para no llamarla, solo había querido escuchar su voz por unos momentos para calmar un poco el dolor de su corazón por aquellos hermosos retratos que su abuela le había quemado por pensar que un chico se los había dado.

Ella había pensado en decirle que se los había hecho una artista en un mercadillo, pero sabía que entonces su abuela se pondría peor porque se supone que ella no debería de perder el tiempo en cosas que la distraigan de sus estudios, ya había pasado todo un calvario para que la dejara inscribirse en la escuela de tutorías, y su abuela terminó aceptando después de ver que quizás aquello ayudaría a su nieta a avanzar más, pero aun así después de una mala nota seguía diciéndole que estaba perdiendo el tiempo en ese lugar, aun cuando ella sí había tenido unas mejoras significativas en ciertas materias que anteriormente eran un completo desafío para ella, pero claro, tener buenas notas era lo que se esperaba de ella, y el sacar una nota que fuera menos de lo esperado, era prácticamente una deshonra para su abuela, quien se sacrificaba por ella desde que nació y su madre la dejó por insistencia de su propia abuela para evitar más habladurías por su embarazo adolescente.

—No minimices tus sentimientos, está bien si quieres consuelo, si quieres llorar o solo tener a alguien en quien apoyarte —una vez más, la mujer mayor veía algunas cosas de ella misma en la más joven, no es que fueran iguales, pero tenían ciertos mecanismos de defensa muy parecidos, se minimizaban a ellas mismas para evitar más problemas, reprimiendo sus dolencias o molestias, pero la chica no tenía que pasar por eso, mucho menos solas, por lo que ella intentó hacerle ver su apoyo así fuera a través de una pantalla —. Puedes apoyarte en mí cuando quieras, Nueng.

—Muchas gracias, Ar-Nueng. No sabes cuánto significan tus palabras para mí —escuchar aquellas palabras de su persona favorita en el mundo, la mujer que la había conquistado sin siquiera saberlo, era una cura para el dolor que había estado sintiendo, aunque no perdería ese dolor por completo, ya disminuía un poco más con la ayuda de la mayor; sin poder evitarlo, sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas pero ahora por felicidad y calidez en su corazón.

—Me alegra poder ayudarte aunque sea solo un poco, Nueng —dijo con sinceridad y afecto, sintiendo su corazón latir una vez más como loco al ver que Anueng se quitaba los lentes para poder limpiarse un poco las lágrimas, pero al ver que no podía comenzó a hacer pucheros y Khun Nueng no pudo evitar soltar una pequeña risita, porque realmente se veía tan tierna así, aunque le estrujaba el corazón verla llorar de la forma que fuera.

Fin de la Escena Retrospectiva:

Pov Nadie:

—Fue la primera vez que me llamaste, me preocupe porque nunca lo habías hecho antes —Khun Nueng habló con una voz tersa, dejando un pequeño beso en el hombro de la más baja, mientras le acariciaba con ternura la muñeca; ella siempre había tenido curiosidad por la verdadera razón de la llamada y su llanto, pero había respetado el espacio de la menor, aunque recordando ese entonces, al día siguiente habían tenido la discusión con respecto a lo de Khun Sam, los celos y la revelación de rendición de la menor al pensarse que no podría competir contra alguien como la CEO.

—Ese fue el día que mi abuela quemó todos los dibujos que me hiciste, ella pensaba que era un chico el que los hacía para conquistarme o lo que fuera que pensara —terminó confesando por fin, mordiendo un poco su labio para contener sus emociones, no queriendo volver a llorar por aquello, pero aún le causaba sentimiento haber perdido algo tan preciado por culpa de su abuela.

—Por eso dijo aquello con el dibujo que rompió frente a mí —Khun Nueng comentó luego de caer en cuenta de la razón de aquel suceso en particular, cosa que le había extrañado en ese entonces, pero también lo había atribuido a que la mujer mayor realmente no quería que nadie se acercara a su nieta de ninguna manera, algo completamente excesivo, pero así era esa mujer —. ¿Qué fue lo que pasó antes de que me llamaras?

—Cuando entré en casa esa noche ella estaba esperándome en la entrada, había una cubeta en el suelo con todos los dibujos que me habías hecho y tenía el último en la mano; quería saber quién me los había dado, pensando que era un chico, quizás queriendo enfrentarlo para que se detuviera, pero cuando le dije que no los había hecho ningún chico, no me creyó y sin más lo encendió, tirándolo a la cubeta y quemando el resto en segundos delante de mí —contó lo más serenamente posible que pudo, a pesar de que recordar aquello era como un trago amargo para ella, ya que el que le hubiera quemado algo tan preciado, era algo que no le perdonaría nunca a su abuela.

—¿Por qué no me contaste eso cuando te lo pregunte? Fingiste que solo había sido una discusión y le restaste importancia —cuestionó alejándose un poco para poder verla a la cara lo mejor que podía, teniendo en cuenta que seguía estando sentada detrás de ella.

—No quería escalar aún más la situación, Ar-Nueng —comentó con tono bajo, entrelazando sus dedos con los de la otra, cuando la más alta le tomó con ternura la mano; estaba acostumbrada a tener que soportar aquellas cosas de su abuela, ya que nadie estaba allí para defenderla, con su madre no había contado prácticamente nunca, y cuando se enteró de los maltratos físicos que su hija pasaba a manos de su madre, solo había sido gracias a que la misma Khun Nueng se lo había dicho, para que hiciera algo al respecto y le pusiera fin, y si bien había sido así, solo porque su abuela se enteró de que la M.L. lo sabía, fue que se detuvo, ya que no quería quedar peor ante los ojos de alguien tan importante, no porque su propia hija le hubiera reclamado.

—Nueng, tu bienestar es lo que más me importa en este mundo; debes contarme cosas como estas, así sean delicadas —tal vez ella le había fallado en varias ocasiones, pero se preocupaba genuinamente por ella, desde antes de reconocer sus sentimientos hacia Anueng como ahora que estaba metida de lleno en amarla; lo único que quería era que su amada fuera feliz, y si podría ahorrarle momentos amargos como el que la hizo pasar su abuela, lo haría, pero debía saberlo, ya que no siempre podía estar junto a ella para evitarlos, pero si la universitaria se los ocultaba, no podría hacer nada.

Anueng aceptó ser más abierta con las cosas que pasarán y que la lastimaran, para que Khun Nueng estuviera al tanto y así pudiese ayudarla, ya fuera a solucionarlo o tan solo para ser de consuelo y apoyo, pero lo mismo le pidió Anueng a Khun Nueng que hiciera, ya que eran una pareja establecida prácticamente, solo que sin el título oficial, pero lo eran, y debían ser honestas entre ellas y consigo mismas, por lo que allí mismo, ambas prometieron contarse las cosas por más difícil que fueran, pero también de que tendrían paciencia y esperarían para que se les fuera dicho, entendiendo que no todo era fácil de decir ni de asimilar.

Estuvieron unas dos horas más en el parque, comiendo de los aperitivos, dibujando, tomando fotografías o simplemente hablando tranquilamente la una contra la otra, dándose alguna que otra muestra de afecto, pero teniendo también en cuenta que estaban en un lugar público y no podían ser tan abiertas, para evitar problemas innecesarios que pudieran arruinar su cita, pero dado que no hubo nada parecido, la cita fue perfecta y tuvieron nuevos recuerdos juntas en aquel parque, pero una vez que el atardecer fue llegando, la pareja decidió que ya era momento de irse, por lo que comenzaron a ordenar todo y recoger lo que habían llevado consigo para su cita, ambas luciendo grandes sonrisas en sus rostros, completamente felices de haber podido compartir ese momento juntas como pareja.

Una vez que recogieron todo, la pareja se comenzó a encaminar hacia la camioneta de la mayor, quien llevaba la mayor parte de las cosas que habían llevado para su picnic, mientras Nueng llevaba lo más liviano, junto con el vaso de café que le había comprado a la más alta, ayudándola a beberlo de vez en cuando, puesto que al tener las manos ocupadas, se le dificultaba un poco; cualquiera que las veía no podía evitar pensar que se veían tiernas, ya que además se la pasaban bromeando entre sí mientras caminaban, nadie las veía raro o algo por el estilo, ni siquiera notaban que había una diferencia de edad entre ellas, puesto que Khun Nueng no aparentaba los casi treinta y siete años que tenía, no solo porque ella cuidaba su apariencia, sino también por la buena genética que tenía por sus padres, luciendo con orgullo sus rasgos tanto Tailandeses como Indios. (*También tiene un buen colágeno personal, solo digo 🤭*)

—¿Khun Nueng? Pero qué pequeño es el mundo... ¡Kh-...! —de repente una voz femenina dijo al otro lado de la calle donde estaba estacionada la camioneta de la M.L. cuando vio a la susodicha guardar algunas cosas en su vehículo; la había reconocido al instante, y la quiso llamar por su nombre para que la volteara a ver, pero cuando iba a llamar su atención, vio como una chica de quizás su misma edad o menor se acercaba a la mujer más alta y le daba algo de beber mientras sonreía, provocando una sonrisa en la M.L., quien la había acercado más a su cuerpo, de una manera que dejaba claro que amigas no eran, cosa que descolocó un poco a la pelinegra que las veía a la distancia.

—¿Quién es esa chica y por qué parecen tan cercanas? —se preguntó Sofia para sí misma, no pudiendo controlar los celos en su tono, y más por lo tan delicada y afectuosa que se veía que trataba Khun Nueng a aquella chica ¿Acaso esa era la persona que había provocado aquella sonrisa en la M.L. cuando la conoció por primera vez días atrás? ¿Esa chica era la pareja de Mom Luang Sippakorn?

Tenía que admitir que la chica era hermosa y tenía unos rasgos llamativos, se veía que tenían una relación muy cercana, pero Sofia nunca había dudado de sus atributos y sus métodos de seducción, ella ya se había propuesto conquistar a la mayor para tenerla para sí misma, y nadie se lo impediría; desde el día de mañana comenzaría a jugar su juego, aprovecharía que justo debían hacer la sesión de fotos para los retratos que la M.L. debía hacer para su madre y para ella, y no perdería el tiempo, ninguna chica la detendría de obtener lo que quiere, ella quería a Khun Nueng y la tendría de alguna u otra forma, nadie se le podía resistir y Khun Nueng no sería la excepción.

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