Capítulo 22

Lennon Campbell

Busco a Zila en la multitud de estudiantes.

—¡Lennon!

—Eh —saludé.

Ella al instante desvió la mirada a mi brazo enrollado por César.

—No debiste haber hecho eso —suspiró.

Me encogí de hombros, todavía siendo envuelta por Duncan.

—No estuvo mal —respondí divertida—. Supongo que todos recibieron un ataque de Daren.

Zila blanqueó los ojos, mostrándose frustrada por mis palabras.

—En efecto —correspondió molesta—, estoy empezando a detestar las pruebas. Se supone que deben enseñarnos, no matarnos... —farfulló disgustada.

Su mohín logró arrancarme una carcajada.

Estoy de acuerdo con ella porque no están educando al alumnado y solo dan asco en sus intentos de "buenas" lecciones para que seamos magos ejemplares. ¿Por qué tenemos que seguir con esto?

Los Milagros están dejando mucho que desear en su modo de enseñar.

—Hemos salido "ilesos" —murmuró Duncan con desdén—. Podría haber sido peor —balbuceó desganado.

—Tienes razón —contestó Zila.

Aun así, el grito de Gwen a nuestras espaldas nos hizo erizar.

—¡Zila! —chilló abrumada.

Aquí vamos.

Curvé la comisura de los labios en el momento que los murmullos captaron nuestra atención.

—No entiendo la necesidad de haber bromeado así —murmuré divertida—. No pensé que tuvieras tanta confianza.

A su vez, contemplo las muecas de Zila al ver en nuestra dirección, las cuales son de sorpresa.

Él me puso en el suelo con cuidado, recostando mi espalda a un árbol.

—Las bromas entre ustedes son normales, ¿no? —cuestionó con indiferencia, acuclillándose para apoyar el codo en las rodillas y descansar el mentón en la mano—. Me tomé esa molestia —afirmó con simpleza.

Reí.

Él esbozó una sonrisa.

—Parece que sí —respondí. Inhalé con fuerza. —Fue divertido —animé.

Duncan detuvo su oscura mirada en mí por unos segundos antes de desviarla hacia los murmullos de nuestros compañeros. Al parecer, la persona que nos hirió se acaba de presentar con su lacayo a un lado.

La Noche Blanca junto a su asistente se ve sobresaliente, ya que se trata de un joven adulto de altura predominante. Además, la túnica clara que lleva lo hace ver más inmenso.

—Hola a todos —saludó el lacayo—. Es un honor instruir a alumnos de Tempus.

¿Vas a empezar de esa manera?

—Hemos visto a jóvenes magos destacar por sus habilidades y afinidad con sus acompañantes —halagó con una sonrisa, pero ella se desvaneció—. Sin embargo, no son lo suficientemente fuertes para encarar situaciones riesgosas.

Mis cejas se fruncen con rapidez cuando capté el mensaje.

—¿Acaso no es ese el punto del nuevo programa? —inquirió Zila.

Ella colocó una mano en la cadera, dejando mudo al secretario de La Noche Blanca.

—Estamos en Segundo Año, por lo que aún tenemos un largo camino para convertirnos en magos influyentes de Urbs —exclamó siendo elocuente—. Aun así, se atreve a tomarnos en serio y nos lesiona a sabiendas de que no tenemos el conocimiento suficiente para encarar la situación. ¿Qué demonios pretende enseñarnos? —cuestionó molesta, enarcando una ceja en el momento que su mirada se iluminó.

No podría esperar menos de ti.

La atmósfera entre alumnos, maestro y asistente se hizo pesada.

—Qué hazaña.

La voz profunda de Daren logró erizarnos.

—Es una lástima que las palabras no sean más poderosas que la magia, Reagan —escupió siendo despectivo.

—Están aquí con el objetivo de aprender a comunicarse con sus acompañantes y moverse en bloque con sus camaradas del día a día —agregó—. Por esa razón, La Noche Blanca los atacó.

—¿Nada más? —murmuró Gwen.

Contemplé el disgusto de mis compañeros en el momento que el asistente abrió la boca para justificar sus ataques hacia nosotros. Quiero decir, a un lado de Daren, en estos momentos, Bjorn es quien cae mejor.

Vuelvo a repetirlo. Los Antiguos son un fraude.

—Si el mayor deseo de los alumnos es el entretenimiento... no voy a oponerme. No obstante, luego no pretendo recibir quejas, incluyendo las de Fatheree —concluyó—. Han sido advertidos.

Creo que fue una mala idea cuestionar sus métodos como maestro. De todos modos, no tenemos otra opción, si no somos capaces de alzar la voz en estos momentos, cuándo tendremos la confianza de hacerlo.

—Son conocedores de la materia —empezó.

Su caminata es cada vez más lenta a medida que nos rodea, arrastrando su espada oxidada.

—¿Pero qué tanto saben sobre los acompañantes? —preguntó.

—Lo básico, después de todo, estamos en Segundo Año. Zila ya lo dijo —refutó Gwen con obviedad—. ¿Deberíamos saber más?

La sonrisa de De Luca se ensanchó.

—¿Se atreven a cuestionar a sus superiores teniendo conocimientos "básicos"?

Hizo énfasis en las palabras antes dichas por mi compañera, quien se puso colorada porque la reprendió.

No obstante, a pesar de desear escuchar la conversación, tuve que oprimir los labios, sintiéndome descompuesta por la fiebre que empezó a nublar mis sentidos.

—Pretende dar otra lección —susurró Duncan, acariciando mi frente con el dorso de la mano—. Vas a ser una carga, ¿estás bien con eso? —preguntó al alzarme con cuidado.

—Sí... —suspiré, viendo su expresión calmada—. César va a tardar en curarme. Él no acostumbra a trabajar con Gehenna —confesé sintiendo escalofríos.

Zila se movió a nuestro lado.

—No te preocupes, Lennon. Todo va a estar bien —murmuró antes de observar de reojo a Daren—. Va a darnos problemas... ¿Puedes encargarte de ella, Duncan? —preguntó a secas—. No tienes margen de equivocación.

La mirada celeste de mi mejor amiga se encuentra apagada a diferencia de otras veces.

—Estamos obligados a trabajar en conjunto con nuestros acompañantes y entre nosotros —afirmó con seriedad—. Alguien debe asumir la responsabilidad. Lo haré yo mientras tanto da el primer paso.

No me sorprende que Duncan, a pesar de su personalidad tranquila, tenga que asumir el rol de líder en una situación como esta, él y Zila.

Después de todo, él es un guerrero y ella es una noble.

—Adelante.

—Por el momento, estaré fuera de juego —murmuré.

Honestamente, estoy empezando a sentirme una carga. Aunque debería dejar de ser orgullosa y aceptar de una buena vez la ayuda de mis amigos.

—¿Cuál es la aptitud que posees, Lennon? —preguntó Duncan.

—Ahora que lo pienso, Fatheree ha sido el único mago en ver sus habilidades. Quiero decir, él y los profesores —farfulló Zila, preocupada.

Sus cejas fruncidas lo dijeron todo, por lo que cerré los ojos con fuerza.

—Bueno —suspiró—. No me sorprende que sea nuestro As —se burló divertida—. Nosotros también vamos a atacar con todo lo que tenemos.

La rubia levantó una mano y a los pocos segundos se escuchó un rugido y el retumbar de la tierra.

En la oscuridad de la vegetación se contempló un par de ojos negros destellar y una dentadura blanca bien afilada brillar.

No puedo creerlo.

—Es ella...

Entonces, se alzó algo desde los árboles secos, mostrándose en la cima de nosotros una inmensa cabeza y la llamarada de Willow al rugir con fuerza.

El cielo se iluminó debido al fuego que escupió, dejando a la vista que es poseedora de unas brillantes escamas carmesíes, y, a pesar de ser apenas un dragón pequeño a comparación de los que habitan en la Tierra, ella es estúpidamente inmensa.

—¿Así que piensan ir con todo? —cuestionó Daren.

La sonrisa lobuna de él se vio en el momento que el suelo empezó a temblar.

—Vamos a demostrarle que podemos dar pelea con conocimientos básicos —anunció Zila.

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