Capítulo 07
¿Qué les parece el mockup que hice de Tempus? ♡
Atte: thealphaofc
(...)
Lennon Campbell
—¿Y ahora qué? —bostecé.
Contemplo el bosque, por el momento no escucho sonidos relevantes. A su vez, sujeto el cinto del estuche de la espada a fin de que ella quede colgando en mi espalda con el objetivo de poder caminar mejor.
Dónde estarán.
Observo el panorama oscuro.
Detesto depender de Date para utilizar mi magia.
Me quejo con frustración. De todos modos, mis pensamientos se desvanecen cuando escucho que una explosión hace templar la isla. El humo es notorio a la lejanía, por lo que no me sorprende que en unas pocas horas el bosque se reduzca a cenizas.
Oprimo los labios, empezando a subir por el tronco de un árbol para contemplar a qué distancia me encuentro de lo acontecido.
—¿Serán mil metros? —musité, por lo bajo—. A juzgar por la intensidad de la llamarada puede estar tratándose de Zila —analicé con cuidado, poniéndome de pie en una rama.
Exhalo preocupada.
Yo soy incapaz de controlar la magia a mi antojo, por lo que arriesgarlo todo por mi amiga habla de lo mucho que la estimo. Pero, deben comprenderme, Zila al igual que César, forman parte de mi media naranja.
Tampoco sé si podré salir con vida de esto, porque fue escalofriante ver la imagen de uno de mis compañeros ser degollado y, para colmo, no sé a qué me enfrento.
Pero pienso que no se necesita ser un genio para darse cuenta a qué clase de persona voy a tener delante. ¡Ellos han degollado a un niño inocente!
Mis uñas se entierran en la corteza del árbol cuando trato de canalizar la rabia.
Lo sentí el primer día... ¿Cómo pude hacer la vista gorda?
Avanzo por las ramas que conectan los árboles, viendo en el camino la caía de varios adolescentes; un panorama sangriento y espeluznante.
Yo los vi a todos en la mañana.
Me ganan las náuseas, por lo que me detengo con violencia para calmar los latidos acelerados y tragar con dificultad el sabor asqueroso que va y viene en mi garganta. Las piernas me tiemblan, pero trato de concentrarme porque a estas alturas, ya no sé qué es lo que puedo llegar a encontrarme.
Mis ojos se cristalizan, aun así, agito la cabeza para que las imágenes dejen de ganar terreno en mi memoria. De todos modos, veo de reojo los charcos de sangre, vísceras fuera del cadáver de mis amigos o cabezas despegadas de sus cuerpos y la tristeza hace un nudo en mi estómago. El llanto que trata de apoderarse de mí me desorienta, no deseo atormentar mis pensamientos con acontecimientos que no puedo manejar.
—No me mate, por favor...
El sollozo que llega a mis oídos me trae de nuevo a la realidad, por lo que mi mente deja de atormentarme. Entonces busco con paranoia aquel llamado, encontrando a Gwen lastimada y tirada en el suelo, recostada a un árbol alzando una mano, rogando por misericordia.
El sujeto levanta la palma dispuesta a matarla, pero si el destino quiso que esté en esta situación es porque necesito ser partícipe de ella para marcar una diferencia.
Desenfundo con terror la espada que robé, el pulso me tiembla mientras la levanto con una de las manos para lanzarla.
Yo nunca he matado a alguien.
Pienso conmocionada, pero el grito de mi compañera y la risa descarada de la asesina produjo que actué en defensa de todo lo que creo que es correcto.
Mi alma se libera de mi cuerpo, por lo que me tambaleo en la rama del árbol, sintiéndome desorienta. Asimismo, las manos me tiemblan por sentirme sin aire, como si alguien estuviera aferrándose a mi cuello. Sin embargo, decido, a pesar de la torpeza, bajar con cuidando del árbol.
—Gwen... —llamé, en un susurro, caminando a ella.
—¡Oh, Lennon...! —sollozó aterrada, arrastrándose hacia mí con el objetivo de aferrarse con insistencia a mis piernas.
No sé qué decir, me siento ida. Pero me atrevo a acuclillarme para tratar de ayudarla a ponerse de pie.
—Me duele... —musitó adolorida, enseñándome un corte profundo en el torso—. Ellos llegaron de la nada y empezaron a matarnos... —gritó desesperada, aturdida por los acontecimientos.
Mi labio inferior tiemblan.
—¿Puedes crear un portal para llegar a Tempus? —pregunté, por lo que ella dudó.
—Opino que voy a intentarlo, pero qué vas a hacer tú —bramó, aferrándose a mis hombros.
—Tengo que buscar a Zila —susurré, agarrando sus manos.
—Lennon —suspiró aterrada—. No la he visto, ni siquiera a Benjamín. Ellos han desaparecido.
Mis pupilas se dilatan por el horror de saber que puede estar... ¡No es cierto!
Me alejo de ella para ponerme de pie y sacarle la espada al cuerpo de la persona que maté. Se trata de un tiro limpio hacia la laringe de un ser humano.
—Abre el portal —insistí, viendo la sangre correr por la hoja de metal del arma—. Yo no voy a irme de aquí sin Zila —declaré con determinación.
Ayudo a la de ojos esmeralda a ponerse con mucho esfuerzo de pie para que pueda realizar el hechizo.
—Vuelvan con vida —susurró.
(...)
El fuego ya se expandió por todo el bosque, por lo que el calor se siente abrazador.
El sudor cae por mi frente gracias a que no he parado de trotar desde que Gwen se fue a Tempus. No encuentro a Zila, ni siquiera a César, tampoco deje de toparme con cuerpos sin vida, en su mayoría, del alumnado.
¿Dónde mierda están esos malditos desgraciados de los Milagros?
Me detengo apoyando las manos en las rodillas para respirar, porque el humo está siendo un fastidio. Además, mis piernas se sienten entumecidas, no hice demasiado para cansarme, pero supongo que la carga mental está pasando factura.
—¡César!
Levanto la cabeza asombrada, buscando la voz de mi mejor amiga en medio de los árboles en llamas. Entonces mi cuerpo se alivia al ver a mis dos compañeros de pie, enfrentándose a un encapuchado.
Agradezco haberle dado la orden a César de proteger a Zila, es así, yo le di la libertad de usar su potencial a pesar de las adversidades. ¿Lo malo? Él está quitándome energía, pero pienso hacer que cada hora de sueño valga la pena.
—Ha pasado un tiempo desde que no encontraba a un compañero tan habilidoso. Dime, mocosa... ¿Quién es su verdadero maestro?
La escena es fatal, de hecho, ver que César adoptó un tamaño descomunal para atacar a un enemigo me hace saber que no nos estamos enfrentando a cualquiera. Por supuesto, no estaba enterada que el huesudo podía hacerlo. A su vez, puedo ver con claridad las heridas expuestas de Zila.
César ruge con fuerza antes de atacar, desvelando la furia a través de sus ojos encendidos de color carmesí y el aura negra que crece con violencia a su alrededor se dispersa. Él se abalanza hacia el encapuchado, quien expone su espada al frenarlo, haciendo que su capucha caiga.
Los cabellos ondulados hasta los hombres de color chocolate se agitan por el movimiento y los rasgos maduros son sorpresa para nosotros.
Ahora mismo, tomamos consciencia de que se trata de un hombre que está entre los 30 y 40 años de edad, él es habilidoso. Además, a juzgar por las heridas y rasguños que no posee, puedo asumir que Zila ha estado perdiendo el tiempo al tratar de lastimarlo. De hecho, parece que ella fue el saco que recibió todos sus golpes.
Su altura es predominante y se ve que tiene un cuerpo corpulento. Y, cómo demonios frenó el ataque de César con una simple espada.
—He perdido mi tiempo —declaró disgustado, lanzando con facilidad a mi amigo hacia Zila—. Ya no pienso tolerarlo —levantó la mano a fin de acabarlos.
—Aquí voy... —murmuré, poniéndome en posición para impulsarme hacia ellos.
—Es una pena terminar con sus vidas —confesó con sarcasmo, pero aparecí yo.
A unos cuantos centímetros de su rostro nuestras miradas se conectan, el filo de la espada detiene a tiempo el nacimiento del hechizo.
—¡¿Lennon?!
—Te dije que eras irreemplazable —murmuré, viendo de reojo a mi amiga.
Muevo la espada con violencia hacia un lado al momento de tomar distancia del hombre.
—¡Buen trabajo, César! —tarareé, levantando el dedo pulgar con aprobación—. Ahora sácala de aquí —ordené con seriedad, volviendo la vista al frente.
—¿Qué? No puedes quedarte —estalló Zila, siendo agarrada por César como un costal de papas—. ¡Lennon! ¡Lennon, por favor! ¡Lennon!
Los gritos me obligan a cerrar con fuerza los ojos.
Si no les doy tiempo de escapar seremos una presa fácil.
—Qué sorpresa.
Una voz profunda, de hecho, se percibe tranquila.
—¿Quiénes son? —cuestioné con rudeza.
—¿Hace cuánto tiempo tienes a César? —preguntó con calma, evadiendo mi cuestionario.
A cambio, tenso la mandíbula.
—Qué te importa —contesté—, ¡responde!
—No necesitas saberlo —declaró divertido—. En primer lugar, no debería alargar esta charla. La verdadera pregunta es; ¿cuánto tiempo va a llevarme acabar contigo, Lennon? —escupió burlesco, dirigiéndose hacia mí con rapidez.
No tengo que tener miedo.
Me aferro al mango de la espada con fuerza para interponerla entre nosotros, recibiendo el impacto de su arma, la cual hace que mis pies se hundan en la tierra. Mi cuerpo vibra por el choque de espadas, ya que no estoy acostumbrada a recibir esta clase de estímulo.
Libero un suspiro, sintiéndome presionada.
En ese instante, me percato del hechizo que piensa realizar con su mano libre, por lo que decido deshacer el agarre en el arma y con el codo golpeo con fuerza la palma que coloca en mi estómago.
Tomo distancia.
El estigma en mi espalda arde con intensidad gracias al sentimiento de peligro que brota de mis poros. Sin embargo, de nuevo, me pongo a la defensiva.
—Vas a necesitar más que un simple hechizo para terminar conmigo —sentencié.
La curva que nace en la comisura de sus labios es lobuna.
—¿Qué clase de maga eres, Lennon? —suspiró curioso, analizándome con su mirada oscura.
Agito la espada para retirar los restos de sangre de ella.
—No necesitas saberlo —respondí a secas.
Me mando hacia él, teniendo en mente que no solo me gana en tamaño y fuerza, también debe ser un mago de rango Magíster o Peritus. Y yo soy una estudiante de Tempus que ahora mismo carece de compañero y no puede usar su magia a menos que su maestro se lo ordene.
Con una mano me detiene en el aire y me lanza hacia otra dirección, haciéndome tragar tierra.
Aquí vamos.
Es un honor chocar espadas con alguien de rango superior. Es decir, el ruido de sus hojas al hacer contacto es sublime, ya que me produce la energía necesaria para ponerme de pie las veces que sea primordial, por más que el resultado sea mi derrota.
Mi tamaño no me ayuda del todo en la pelea, pero tengo cierta ventaja porque mis movimientos son más hábiles a la hora de cubrirme de sus frenéticos ataques que no me dejan respirar. Asimismo, las llamas de nuestro alrededor se sienten cada vez más sofocantes, por lo que de alguna manera hace que me cueste respirar.
Son incontables las veces que escucho el sonido del metal retumbar en mis oídos, de este modo, es inevitable el hecho de estar sintiéndome agotada.
—Te estás cansando, Lennon —recordó emocionado, inclinando su rostro en mí dirección a pesar del filo que se interpone entre nosotros—. ¿Qué piensas hacer? —cuestionó, esta vez, tomándome por sorpresa cuando golpeó mi mejilla dejándome tonta.
—Mierda —escupí tirada en el suelo, sintiendo calidez en mi labio inferior.
Percibiendo el gusto metálico en la boca.
—¡Era un duelo de espadas! —escupí indignada, por lo que se encogió.
—¿Quién lo dijo? —bromeó, haciéndome enojar.
Tiro el arma blanca, empezando a defenderme y atacar con los puños y las piernas.
Lanzo una patada hacia su rostro, pero solo alcanzo a rozarle el mentón, ya que retrocede a tiempo para esquivarla.
No obstante, volteando el cuerpo en el aire, no le doy margen a que suponga mi próximo movimiento. De esta manera, acierto la patada, la cual detiene con la cara, por lo que el sonido de su hueso nasal al romperse me deja satisfecha.
—¿Qué decías? —pregunté con una sonrisa altanera—. ¿Cuánto tiempo iba a llevarte terminar conmigo? —me di el lujo de repararlo, viendo cómo su nariz empieza a sangrar.
Si tengo la ventaja voy a aprovecharla.
Así que, una lluvia de patadas y puñetazos lo obligan a retroceder dando movimientos bruscos. Mi pierna derecha trata de golpear su cabeza, pero la frena con el antebrazo, lo mismo del otro lado.
No puedo darle tiempo para que se recupere del golpe o va a intentar devolverlo con la misma intensidad o peor. De hecho, ahora es un momento crucial para tratar de doblegarlo antes que él lo haga conmigo.
Pero mi estigma arde con intensidad debido a que reacciona por el uso de la magia ajena.
—¡...!
Ella me alerta cuando estoy a punto de recibir su contraataque, a lo que mis pupilas se dilatan por el terror. Me paralizo en el instante que me doy cuenta de que él estuvo fingiendo malestar todo el tiempo, haciéndome creer que tuve la ventaja en la pelea.
Él baja la mano que cubría su rostro, enseñándome el destello de su mirada azabache y la fiereza de una sonrisa sádica.
—No pienso olvidarte, Lennon —murmuró con profundidad.
Mi corazón se detiene, por lo que el temblor de la tierra me deja en blanco y el miedo de ver la Eagna de un rango superior me paraliza. Entonces cuando intento reaccionar es demasiado tarde, unas manos putrefactas se aferran a mi cuerpo, ellas se liberaron del suelo, y el hecho de que un cadáver nauseabundo salga de la tierra me hace entrar en pánico.
—... —no puedo hablar.
—Acuérdate de mí. Pretendo llevarte en mi memoria —musitó, entregándole la espada al muerto que se dirige hacia mí.
—¡No! ¡No! —grité aterrada, moviendo mis extremidades con frenesí para tratar de liberarme.
El corazón se detiene y el mundo se mueve en cámara lenta, el miedo produce sudor y frío. La sensación de ahogo se presenta y por unos instantes asimilo mi destino.
Siento el arma punzante, picarme el estómago antes de ser alejada.
No obstante, la noche se desvanece y el sol genera júbilo, el fuego se reduce a cenizas y los árboles florecen. Entonces visualizo a la distancia, gracias a nuestra conexión, la silueta de Date ingresando por el portal a la isla y el aullido de un lobo retumba en mi cabeza antes de aparecer enfrente de nosotros.
La hoja de metal no llega a cortarme a la mitad, pero con la aparición de una bestia descomunal la historia toma un rumbo diferente.
El muerto que hace unos momentos estaba enfrente de mí es lanzado hacia otro lado, por lo que la espada termina rozando, sin querer, mi ceja izquierda.
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