Capítulo 24

Capítulo 24:

Volver a ver un lugar donde el solo hecho de sentir el aire frío proveniente de este, te provoca enormes ganar de vomitar incluso lo que no has comido. Eso es realmente horrible.

Muchas cosas le provocaban a Ámbar el volver a aquella casa que, para ella, había sido el infierno y también uno de los motivos por los que conoció el cielo, cielo que dejó para regresar al infierno, qué irónica era su vida, qué mierda de suerte tenía.

—¡Bienvenida otra vez a tu habitación, cariño! —exclamó su esposo, con su típico acento italiano falso —Nuestra cama ya te extrañaba. Yo también —le besó el cuello, otra cosa que le hizo revolver el estómago.

—No me toques... —lo apartó de sí empujándolo, como pudo, lo más lejos de ella.

—Esta vez tienes rotundamente prohibido salir de esta habitación, no me quiero arriesgar a que te vuelva a dar la locura de escaparte como una criminal, que, al fin, salgo perdiendo yo —se lanzó a la cama —. No veas a tu tía llamándome todos los días preguntando cuándo vendrías de Ibiza, no sé ni cómo la soporté todo este tiempo. Vieja loca.

—¿Viaje a Ibiza? —preguntó entre risas sarcásticas —Solo a un imbécil como tú, se le ocurre que su esposa, de hecho, recién casados, va salir de viaje sin el marido —se carcajeó fuerte —. De verdad eres un imbécil Matteo Balsano.

—Pues con esa estupidez detuve controlada a tu tía algún tiempo —se rio y se estiró sobre el colchón —. Aunque aquí adentro no será mucha la diferencia a cuando vivías en ese departamentico —la rubia rodó los ojos.

—Sabes... —lo vio directamente a los ojos —. Sigo preguntándome cómo me encontraste.

—El mundo es muy chico, y solo te puedo decir que me gustó el café que venden en la cafetería CAFÉ PARA TODOS —se lamió los labios. A él no le gustaba el café.

—Maldito mundo —se quejó —. Y para tu información, no vivía encerrada. ¿Con miedo? Sí, tenía miedo de que me encontraras como lo hiciste. Pero tenía temor de lastimar a la persona que más quise, más quiero, y a la que más querré. ¿Y sabes qué? Felicidades, gracias a ti, fue lo único que hice —lo acecinó con la mirada —. Si antes te odiaba, no tienes ni puta idea de cómo me caes ahora.

El muchacho, que antes escuchaba con atención, cuando escuchó y supo que era la ultima palabra de la chica, se partió en risas, deteniéndose el estómago dramáticamente, incluso, se cayó de la cama casi muerto en risas, mientras que ella, ella solo quería matarlo de manera suave, silenciosa, pero letalmente dolorosa.

—Oh, por Dios, mi linda esposa se enamoró —la miró sin dejar de reírse —. Por favor, cuéntame otro chiste así de bueno.

—¿En serio? —sonrió malvadamente —¿Quieres un buen chiste?

—Sí, sí por favor —se sentó en la cama esperando como un niño al que le contarán un cuento antes de dormir.

—Está bien, te lo contaré —comenzó a dar vueltas alrededor de la cama —. Había una vez, un tonto chico adolescente, iba apenas a la universidad, estudiaba administración de empresas, su padre era un famoso empresario en aquellos tiempos, un hombre rudo y con muchas influencias en el país —el semblante gracioso del chico, cambió a uno serio, así como el común en él. Ella lo notó, continuó porque sabía lo que seguiría luego de eso —. Un día, una nueva chica llegó a la universidad, una que, era muy guapa, dicho sea de paso —lo miró con una sonrisa sádica. Nunca lo había visto de esa manera, y realmente, le gustaba —¡Adivina qué! —fingió estar sorprendida —. Sí, como te lo imaginabas, el pobre chico no tardó en enamorarse de ella, pobre niño, era tan ingenuo, se enamoró perdidamente de ella. Fue tanto el amor que, quiso proponerle matrimonio, siendo apenas un crío que no se sabía ni limpiar el culo —Oh, Dios, eso estaba volviéndose muy bueno —. Pero en este cuento, o chiste, como le quieras llamar, había un villano, un ogro llamado «Papá», ese ogro quería que su hijo se casara con alguien que «estuviera a la altura de su hijo». Y los separó. Deshizo el estúpido sueño de casarse con la guapa chica nueva —Esto era algo que ella estaba disfrutando. Oh sí, muchísimo —. En esta pequeña historia, solo una persona tuvo su final feliz: el ogro. ¿Por qué? Porque fue el único que cumplió su prometido. ¿Qué pasó con los demás protagonistas? Tuvieron una infeliz historia que aún se sigue escribiendo, pero el chico, oh sí, ese se convirtió en un ogro igual o peor que su padre. Se casó con una linda chica a la que no quiere y la tiene encerrada como a una princesa, en espera de que llegue su príncipe azul y la rescate. Pero hay algo nuevo, esa princesa se prometió no volver a ser la misma estúpida de antes, porque si el ogro hijo le hace algo, le cortará el pene con un cuchillo sin filo, para que sea más doloroso, lo freirá con aceite para autos, y se lo dará de almuerzo a él mismo —se dirigió al baño —Muy buen chiste ¿verdad, mi amor? —le guiñó un ojo y cerró la puerta.

—¡Maldita estúpida! —susurró más bien para sí mismo. Sin duda, la rubia le había jugado una mala pasada. Extrañamente, entendía que se lo tenía merecido.

«Querido Simón.

Estaría mintiendo si dijera que he pasado mis peores días junto a ti, que no disfruté cada momento en que te vi, cada sonrisa que me regalaste, porque, aunque las dieras al aire, yo sentía que eran para mí. Fueron tan especiales los segundos que vivimos juntos, no te imaginas lo cortos que se volvían los días, las horas parecían apenas minutos, minutos que adoré como no tienes idea.

Quizás ahora estés odiándome, cuando leas esta carta realmente estaré lejos de ti, pero ¿sabes una cosa? Tú no estarás lejos de mí. Vas a estar siempre en mi corazón, algo muy extraño, porque ese te lo quedaste tú, se quedó allí en tu casa, en tu habitación, la misma habitación donde hicimos el amor. Porque para mí fue eso, fue amor, tal vez para ti haya sido solamente una desenfrenada noche de sexo, pero no para mí. Me entregué a ti como nunca lo hice con nadie.

Dirás que estoy loca, que te estoy declarando mi amor y si embargo, no estoy contigo, no estamos solos dos, no estamos juntos. Pero la vida es así, mi vida es así de injusta.

Simón, si no nos volvemos a ver, si no volvemos a cruzar palabra nunca, no quiero que olvides que te amo. Te voy amar, aunque me borren la memoria, porque hasta eso eres tú para mí.

Aunque no te pagué nada y te debo mucho por todo lo que hiciste por mí, quiero pedirte una ultima cosa: Perdón. Perdóname por todo, perdóname por hacerte sufrir, pero de todo corazón, no era mi intención.

Con amor, Ámbar».

Esas fueron las palabras que su rubia le dejó grabadas en un blanco papel arrugado bajo un cojín de uno de sus sillones. La arrugó todavía más y de nuevo, rompió en llanto.

—Ámbar, mi vida, ten por seguro que no te voy a olvidar nunca —respiró fuertemente —. Tú también te llevaste mi corazón —sonrió amargamente.

Un chillón sonido se hizo presente en el lugar. Alguien llamaba a la puerta y justamente, era lo que menos quería en esos momentos. Ver a alguien o que alguien lo viera en ese estado, no, no quería eso.

Otra vez el sonido llegó hasta sus oídos, algo le decía que no se detendría hasta que le obedeciera. Y lo hizo. Se dirigió hacia la puerta, la abrió no sin antes limpiar las lágrimas de sus ojos y respirar profundamente.

—Hola, mejor amigo.

Continuará...

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