Capítulo 05
Capítulo 05:
Agradecía al cielo que en esos momentos no hubiera nadie por las calles, pues parecía que había cometido un femicidio con una chica desmayada en sus brazos, parecía que estaba muerta, pero él sabía que no lo estaba, su respiración se lo confirmaba.
Se acomodó muy bien su guitarra y cargó a la chica en sus brazos, la llevaría a su departamento, al fin y al cabo, no quedaba muy lejos de allí, estaba a unas cuantas calles, después vería como solucionar su «pequeño problema».
Fue un dilema lograr abrir la puerta de su departamento con una chica en brazos, con todo el cuidado del mundo para que no se golpeara o peor, se le cayera de los brazos, pero con tiempo y paciencia logró ingeniárselas para entrar, dejando de lado el sudor de su frente y lo ligados que estaban sus brazos, no era un policía o socorrista, no estaba acostumbrado a cargar personas por mucho tiempo, aunque ese tiempo fueran tres simples segundos.
El sofá no era una buena opción para dejar descansando a la rubia, se podía caer y dejar su cuerpo aún más lastimado de lo que parecía llevarlo, su cama podría ser la solución.
La acomodó en su suave y muy cómoda cama, se le quedó viendo por unos cuantos minutos, y comenzó a hacerse interrogantes en su cabeza, interrogantes como: ¿Qué le había pasado a aquella bella chica para estar tan golpeada? ¿De dónde vendría? ¿Quién sería? Y esas eran solo unas cuantas, de muchas, pero decidió esperar hasta el día siguiente, la dejaría descansar por lo que restaba de la noche, y también descansaría él, porque sinceramente, estaba muy cansado y descansar era otra buena opción.
XXX
Entonces despertó todavía o aún más adolorida de lo que estaba el día de ayer. Ahora estaba consiente, sí, pero sus ojos aun no los había abierto. Entonces, como agua fría por la madrugada, los recuerdos de lo que había hecho la tarde anterior llegaron a su mente, se asustó mucho, sin embargo, no habría sus ojos, todo lo contrario, los cerraba aún más. Pensaba que quizás podría estar tirada en un callejón oscuro y sucio como esos que había visto alguna vez en las películas, donde uno de los protagonistas se pierde y termina sin recordar absolutamente nada. Pero al parecer, este no era su caso, pues no parecía tener frio, estaba cálida, no parecía estar recostada sobre un duro suelo de concreto, no, se sentía suave y mullido, justo como se sentía su cama. Los peores pensamientos llegaron a su mente, uno por ejemplo era el que Matteo la hubiese encontrado y llevado de nuevo hasta su casa, no, eso era imposible, él estaba muerto, o quizás no lo había matado, pero estaba segura de que había huido lo suficientemente largo de esa casa, quizás todo se había basado en alucinaciones suyas y había quedado en la esquina de la casa, a decir verdad, no se caracterizaba por sus destrezas atléticas.
Con mucho temor, miedo, pavor, horror y todo lo que terminara en miedo absoluto, terminó abriendo los ojos, su sorpresa fue notar que no estaba en la habitación que se suponía compartiría con el monstruo que tenía por esposo, esta era diferente, tenía por sabido que todas y cada una de las habitaciones que poseía la mansión Balsano, eran de un color blanco demasiado lúgubre y sin vida, esta era completamente diferente.
Detalló con mucho cuidado aquel lugar, era muy bonito según su criterio. Las paredes eran pintadas de un color azul marino, el cual, hacía resaltar el hermoso piso de color blanco con unos leves cuadros pintados en un azul muy delicado, también había una cómoda de color hueso, la cual tenía un espejo y la cantidad de cuatro gavetas en total, encima de la misma, había uno que otro perfume y productos para el cabello, se preguntaba si esa habitación era de una chica o un chico, pero de lo que estaba segura, era de que el dueño o la dueña, era amante del color azul, casi todo, incluso las cortinas de las ventanas eran de ese color, la cama tenía un cobertor de ese color, pero bastante brillante, y las almohadas, tenían fundas de color blanco con azul metalizado, de hecho, la colcha con la cual estaba cobijada, también tenía el mismo color, solo que en diferente tonalidad, pero esta tenía unas guitarras dibujadas, sí, cabía la posibilidad que ese cuarto fuera de un chico.
Tres pequeños golpecitos sonaron en la puerta de color blanco de la habitación, su corazón se aceleró y su respiración se cortó momentáneamente, no sabía quién aparecería cuando esa puerta se abriera, y no sabía con qué intenciones llegaría.
Dicha puerta se abrió, dejando ver a un chico vestido con un pijama que consistía en un pantalón holgado en la parte de los muslos, de color grisáceo y bastante socado desde la rodilla hasta sus tobillos, llevaba puesta una camiseta de color azul que hacía juego con sus zapatos del mismo color. Su cabello era castaño oscuro, al igual que sus ojos. Entró con una sonrisa bastante tímida, mientras ella lo miraba expectante.
—Veo que ya has despertado... —susurró rascando su nuca —Buenos días... —al parecer había entrado sin ningún monólogo antes ensayado.
—Buenos días... —contestó ella al saludo, también estaba tímida, era de esperarse que lo estuviera, sin embargo, el temor aún no escapaba de su cuerpo.
—¿Cómo amaneces? —había amanecido acostada y con mucho dolor, pero el solo hecho que no haya despertado en un callejón, ya era un avance.
—Bien... —volvió a susurrar, estaba nerviosa, le era muy difícil sacar palabras en ese momento.
Se aproximó hasta uno de los dos sillones blancos que había en el cuarto, se sentó sin quitarle la vista de encima, esa mirada la ponía nerviosa, bueno, todavía más —Vine hace poco, aún estabas dormida —mencionaba despacio —, te dejé ese jugo de naranja para que lo bebieras al despertar —apuntó con la vista a una mesita de noche que había a un costado de la cama.
—Muchas gracias... —tomó el vaso, acto seguido, bebió del líquido contenido en él. Nunca un jugo de esos le había sabido tan bien. Al ver que ninguno de los dos tenía de qué hablar, dijo lo primero que se le vino a la mente: —Veo que te agrada el color azul —él sonrió sonrojado.
—Sí, muchísimo, es mi color favorito... —volvió a rascar su nuca, todavía se le podían ver sus mejillas encendidas, eso hizo sonreír a la rubia.
—¿Es esta tu casa? —cuestionó mirando alrededor.
—Sí... —la miró —. Es mi departamento.
—¿Puedo saber tu nombre? —otra pregunta, quería saber todo acerca de aquel chico, si era bueno, o era malo.
—Soy Simón —se presentó con una sonrisa —¿Y tú eres...?
No sabía si decir su nombre real, no estaba segura de quién era en realidad ese tipo, pero a juzgar por su rostro, su sonrisa, y por el hecho de que no la había dejado tirada, no parecía ser malo.
—Soy Ámbar, Simón... —«Simón», sonaba muy bien ese nombre en los labios de la chica.
—Es muy bonito tu nombre, Ámbar —el nombre de ella también sonaba hermoso en los labios del chico. Esta vez, fue a ella a quien se le encendieron las mejillas, era raro, según ella.
Continuará...
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