❥Epílogo I Segunda parte

Al llegar al lugar de la cita, Tristan bajó de su automóvil y esperó a que la rubia también lo hiciera. ¿Qué esperaba ella?, él no le iba a abrir la puerta para que bajase. Pobre ilusa. Los dos caminaron a la par hasta llegar al local. Los dos se registraron y Coral pagó, Tristan no lo evitó porque no era una cita. Por supuesto que no. Los dos pidieron el calzado de su número para poder jugar al boliche.

Tristan se colocó sus zapatos velozmente, ansioso por empezar a jugar. Pero se detuvo al observar que Coral hacía todo el procedimiento de colocarse los zapatos con mucha delicadeza, eso lo exasperó un poco.

—Te destruiré —dijo Tristan bastante animado.

Lo cual sorprendió bastante a Coral quien asistió muy poco convencida. Ella era una guerrera y no se dejaría ganar en un juego al cual no tenía práctica porque no le llamaba mucho la atención hasta ese día. El pelinegro se acercó a su área de juego y tomó una bola de boliche de color negro con ambas manos. Fijó su mirada en la pantalla para corroborar que su nombre estaba ahí e iba a ser el primero en lanzar.

Tomó un poco de vuelo en su brazo derecho y arrojó la bola por la pista de madera, juntó sus dos manos observando como la bola estaba siguiendo su camino de forma recta y chilló entusiasmado cuando tumbó a todos y cada uno de los pinos, haciendo una chiza perfecta.

Coral no pudo evitar reír, y también le aplaudió un par de veces para seguirlo animando. Todo eso se trataba de física pura, así que si conseguía hacer unos cálculos rápidos con su fuerza, velocidad y dirección del ángulo, algo bueno iba a salir de eso.

—¡Arroja la bola! —exclamó Tristan, descontrolando a la chica.

La rubia soltó un bufido y soltó la bola, pero ni siquiera miró y ningún pino fue derrumbado. Tristan soltó una carcajada burlona. Coral frunció su ceño y volvió a lanzar su segunda bola, solamente tiró cuatro pinos.

—Perdedora —rió Tristan, sintiéndose seguro de su don.

—Idiota —farfulló ella un poco sorprendida ante su propias palabras—, te voy a crear una rima, ya verás —susurró para si misma.

Durante las siguientes diez siguientes rondas, Tristan siempre obtuvo la delantera en cuestión de puntuación. Sorprendiendo a la rubia porque en ningún momento había fallado una chuza. Al terminar la sesión, Coral miró la pantalla de su reloj de muñeca y apenas habían pasado dos horas.

Había pasado muy rápido el tiempo y en ningún momento se dio cuenta, porque a pesar de las burlas que Tristan le hacía ella se divertía. Su entusiasmo hacia el juego de alguna u otra manera, también se alegraba. Aunque haya quedado muy en claro que no tenía ningún don en particular ante ese juego. Y tampoco Tristan quería darle unos consejos para mejorar su puntería, ¿por qué iba a ayudar a la competencia?. ¡Debía de destruir a su enemigo!.

Coral se ofreció a pagar otra sesión, pero Tristan se negó porque prefería algo de beber, así que los dos se dirigieron a la sección de la cafetería. Coral fue a sentarse y Tristan fue al cajero para pedir dos malteadas, una de kiwi y otra de fresa, pagó y esperó ahí mismo las malteadas. No tardaron mucho en ser preparadas, y se dirigió hacia la chica que estaba esperando sentada. Él se sentó en frente y le brindó la malteada de kiwi con crema batida y una cereza en la punta.

—¿Cómo sabes que me gusta el de kiwi? —preguntó la chica sorprendida—, y tu de fresa, ¿verdad?.

Tristan asistió, sonriendo rápidamente para que la chica no lo viese, pero falló por completo su estrategia. Y Coral al percatarse de ello soltó una carcajada mientras daba una mordida a la crema de batida. Tristan no pudo evitar reír también porque la carcajada de aquella era contagiosa.

Ahora había logrado entender porque todo el mundo se reía con ella.

—Con esto se supone que ya estamos en paz ¿verdad? —preguntó curiosa, esperando no haber arruinado el momento que se había forjado entre ellos.

¿Qué estaban haciendo en esos momentos?, él también se lo preguntó. No tenía la respuesta, pero lo único que sabía era que estaba disfrutando de su compañía. ¿Es qué acaso debían de clasificar de alguna manera lo que estaba sucediendo?.

—Supongo —respondió Tristan restándole importancia, encogiéndose de hombros.

—¿Ya no me aborreces? —volvió a preguntar, deseando una respuesta. Tristan volvió a encogerse de hombros y hizo una mueca incómodo—, esta bien, no vamos a correr. Pero por lo menos, ¿ya no vas a tomarme fotos y publicarlas en el periódico, humillándome?.

—Si tan solo tu hacer lo mismo.

—¡Por favor, era una fotografía hermosa la que yo tomé! —respondió bastante extasiada.

Tristan negó con la cabeza con media sonrisa.

—Esta bien, ya no pienso volver a tomarte ninguna foto —aceptó con un largo suspiro.

Cuando los dos terminaron su malteada se dieron cuenta de su exceso de diferencias en absolutamente todo, por lo cual sus conversaciones se basaron en diminutas conversación por saber cual punto de vista era mejor. Tristan quedó sorprendido con lo bien que podía pasar con aquella chica que le arruinó la niñez, pero podía empezar desde nuevo para ser amigos, ya que su único amigo era Zack. Ya era hora de expander otros horizontes.

Cuando ya se dieron cuenta, era algo tarde y si llegaban más tarde, el hermano de la chica iba a matar a su Tristan y seguro su padre ya se encontraba en casa.

Durante el trayecto estuvo un poco silencioso, solo se escuchaba el radio con música al azar que a ninguno molestaba. Cuando Tristan estacionó en frente de la casa de la rubia se debatió en entregar a la chica en la puerta o resguardarse en su auto. Pero seguro si se quedaba ahí, las cosas serían peor. Así que bajo junto a la chica y caminaron los dos hasta la entrada.

Coral miró al chico por un par de segundos y rápidamente bajo la mirada, un poco sonrojada, ahí fue cuando se percató que su aburrimiento hacia ella se esfumó por completo, solo que no quería admitirlo.

—Creo que este es el final —murmuró Tristan apenado.

—Los finales felices solo son historias sin acabar —negó Coral con una sonrisa en sus manos.

Tristan acercó su mano hacia la cabellera de la chica y pasó un mechón detrás de la oreja, una acción que Coral miró como adorable y se acercó un poco al chico. Tristan volvió a oler su perfume de frutas y sintió su mundo enloquecer.

La puerta principal se abrió de golpe y los dos chicos se separaron rápidamente. Un hombre más viejo que el anterior fulminó a su hija y después al muchacho.

—Coral, metete a la casa—ordenó con una voz bastante grave.

—Voy papá —asistió la rubia mirándolo, después miró al pelinegro y sonrió—, adiós Tri.

Coral se adentró a su casa, y solamente quedaron el señor y Tristan.

—Mi hija de diecisiete años no tiene permiso para besar. —Lo inspeccionó con una rápida mirada—, y no me gustas.

Y antes que Tristan pudiera articular una palabra, el señor ya había cerrado la puerta en su cara. Tristan se quedó ahí un par de segundos confundidos y justo cuando se iba a marchar la puerta se volvió a abrir, él se giró nuevamente y se encontró con la chica de cabello suelto que rápidamente se acercó a él para colocar sus dos manos a los costados de la cara del chico y robarle un beso en los labios.

Coral cerró sus ojos, disfrutando cada roce. Pero no podía profundizar el beso porque su padre podía salir con una escopeta. Y ella estaba confundida porque no entendía cual fue la necesidad de besarlo, simplemente la sintió y no podía contenerse. Además había gustado de él desde el primer mensaje y no sus sentimientos no iban a cambiar de la noche a la mañana por una simple fotografía.

Tristan sintió el contacto de sus labios y le lleno de dulzura. Y cuando estaba por cerrar sus ojos para disfrutar mpas, ella abrió los ojos y se alejó de él con una cálida sonrisa.

—Los finales felices solo son historias sin acabar —repitió su frase anterior en un murmuro para después volver a adentrarse a la casa.

Esta vez sabiendo el mensaje correcto porque no había nadie quien podía distorsionarlo. Sus mensajes del teléfono descompuesto habían terminado porque no quería más malos entendidos con esa chica, y también estaba seguro que se rehusaba a regresar a sus mensajes porque ahora era una mejor persona usando las experiencias de su pasado como lecciones.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top