❥Capítulo siete I Primera parte
Era sábado y, Zack y Tristan se encontraban en camino a su escuela. Eso los entusiasmaba demasiado, en realidad, solo Zack ya que él era fan del equipo de fút-bol americano de su escuela. Pero no era suficiente para integrarse al equipo. Además estaba seguro que si aplicaba, no pasaría las pruebas de condición porque no lo tenía.
Por otra parte se encontraba Tristan, que no sabía como es que Zack fue capaz de convencerlo para asistir a ese aburrido partido, pero es un misterio de mejores amigos que jamás entendería.
—No me mires así —farfulló Zack con los labios ligeramente fruncidos al adivinar los pensamientos del pelinegro.
—¿Por qué me haces venir un sábado a la escuela? —escupió mientras caminaban por los pasillos de la escuela.
Zack prefirió no responder y seguir con su paso, pero luego una brillante idea pasó por su cabeza, ó al menos era lo que él creía que lo era.
—Coral es parte del grupo de las porristas, seguro hará una linda porra.
—¿Y qué quieres que haga yo con eso?, ¿qué le envíe flores y chocolates? —preguntó irritado.
Zack sabía que su mejor amigo era todo un caso perdido, pero no podía hacer más. Faltaba alrededor de quince minutos para que el partido diese inicio, por lo que tenían algo de tiempo para hacer cualquier cosa. Pero a Tristan se le había ocurrido una idea espectacular, que dejaría muy en claro cuanto aborrecía a la rubia.
—¿Sabes qué?, ahorita regreso; iré a comprarle un pesado a Coral para que vea lo mucho que apesta en eso de las porristas. —Tristan sonrió de oreja a oreja, después de todo, esa noche no iba a ser una aburrición por completo, ya que tampoco era fan de los deportes.
Tristan no era fan de nada, nada lo apasionaba. Zack debería buscar algo para remediar eso, quizás si hacía algo que a él gustará, dejaría de ser tan antipático.
—¡No! —gritó Zack, como si el mundo se fuera a apagar. Tristan lo miró con una ceja levantada, espero una buena respuesta—. Sería más interesante que un mensajero lo dejará, ¿no?.
—No voy a dejar que te pierdas tu juego favorito. —Tristan negó con la cabeza.
—No me lo voy a perder, tenemos tiempo. Tu ve y separa lugares y yo voy hacer lo otro rápido.
Tristan asistió, sí. Era más interesante que alguien más le entregará un pez apestoso. Pues el mensajero no tenía nada que ver. Entonces el pelinegro palmeó las bolsas de sus pantalones en busca de un papel. Los hombres echaban cualquier cosa a sus pantalones como las mujeres en sus bolsas. Tuvo éxito con el papel y deseó tener una pluma, pero parecía que el universo estaba a su favor porque encontró una pluma tirada, la tomó y escribió:
"Apestas como el pescado –Tristan".
Zack leyó el mensaje y frunció sus labios. No le iba a entregar eso a la rubia. Él la veía practicar a veces, lo hacía con mucha pasión que era incapaz dejarle ese mensaje después de una presentación.
Ambos amigos se despidieron con las manos. Zack se dirigió afuera de la escuela. Para su fortuna, no era tan tarde y la ubicación de su escuela estaba por el centro. Sabía donde vendían flores, tan solo un par de cuadras. Lo sabía porque le había regalado un ramo a su madre que cumplía años la semana pasada.
Así que se dirigió ahí y compró solo una rosa roja con un listón de color rojo. Miró el reloj de su muñeca y al darse cuenta que solo faltaban cinco minutos para que diese inicio el partido, corrió tan rápido como sus piernas lo dejaron.
Corrió a los vestidores de las mujeres y no había nadie, por lo que suspiró con alivio. Pero todas las cosas de las chicas estaban ahí. Así que buscó la mochila rosa de Coral y cuando la encontró, dejó la rosa arriba. Tomó el mensaje y lo rompió, dejando solo la firma de su amigo.
Sin duda lo que estaba haciendo no era correcto, pero tampoco lo era desanimar a alguien en lo que ama hacer. Estaba en un tabú, y por un momento prefirió no dejar nada y decirle al pelinegro que lo había hecho. Pero un timbre que resonó en sus oídos lo dejó en blanco, ¡el partido estaba empezando y él seguía en los vestidores de las chicas!.
Por lo que dejó la flor y el papel sobre la mochila rosa y salió corriendo con dirección al campo. Al llegar ahí respiró con dificultad, no pudo visualizar a su mejor amigo, pues estaba concentrando en el balón que pasaba de mano en mano. El equipo contrario daría batalla por la victoria y estaba agradecido por ello.
Cuando el balón pasó a estar en manos del arbitro. Zack intentó visualizar a su amigo en las gradas y cuando por fin lo vio, Tristan había alzado las manos para captar su atención. Zack subió las escaleras de dos en dos y finalmente pudo estar a lado de su amigo.
—¿Hiciste eso? —preguntó Tristan curioso.
—Misión cumplida, capitán —respondió sin importancia, sonando bastante seguro de sus palabras.
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