~Capítulo 4~

—No están preparados, me da igual lo que digáis.

Maya Gardener llevaba un rato discutiendo con Barnaby, Badeea y Charlie. Los alumnos de primero llevaban ya tres semanas bajo la tutela de los veteranos del Círculo de Khanna, y aunque su mejoría era innegable (lo que se notaba en las calificaciones de todos), seguí sin ser suficiente para Maya.

Perséfone había mejorado mucho en Encantamientos gracias a Badeea y una Hufflepuff muy amable llamada Penny Haywood la había ayudado con Pociones y Herbología. El resto de los de primer año habían mejorado también gracias a los otros.

—¿Qué creéis que va a hacer Gardener? —preguntó Cedric.

—Tal vez nos enseñe una bóveda para ver si nos morimos de miedo —sugirió Fred.

—O nos mostrará un boggart —aportó George—. Quiero saber cuál es mi mayor miedo.

Ni Anastasia ni Persephone respondieron.

La discusión parecía haberse calmado hasta que Maya se dirigió a ellos.

—Vosotros, conmigo, ahora —gruñó en su dirección.

Los cinco de primer año la siguieron sin rechistar.

Maya los llevó hasta un rincón apartado de la enorme sala. Barnaby los siguió, con cara de incomodidad.

—Bien, enseñadme qué podéis hacer —dijo Maya cruzando los brazos.

—¿Qué quieres decir?

—Defenderos —bufó Maya—. Os ataca un caballero de hielo con un espada que mide más que vosotros. Rápido, ¿qué hacéis?

—Usamos… usamos Incendio —sugirió Persephone.

—La espada sigue siendo un problema si no sois rápidos —contestó Maya.

—Podemos hacer que la pierda con Depulso —dijo Cedric—, así se la arrancamos de las manos y si va a por ella ganaremos tiempo para seguir atacando.

—Pero puede que en lugar de eso se os lancé encima —dijo Maya.

—Pues usamos Protejo —contestó Anastasia—. Esto es una pérdida de tiempo.

—Tiene razón —dijo uno de los gemelos—. Además, todo eso de un caballero de hielo es absurdo, ¿dónde vamos a encontrar uno?

La paciencia de Maya parecía menguar por momentos.

—Si yo os contará… —Se dirigió hacia Barnaby—. No están preparad…

Un golpe fuerte procedente de armario cercano la interrumpió.

—¿Pero qu…? —Empezó a decir Maya, pero otro golpe la volvió a interrumpir. Maya se interpuso entre el grupo y el armario, varita en mano—. Detrás de mí.

La puerta del armario se abrió y… el cuerpo rígido de una chica cayó al suelo con un golpe seco.

—¿Está mu…? —intentó preguntar Anastasia.

Persephone esperaba que no, pero aquello parecía muy fuerte como para ser una broma.

—Riddikulus —gimoteó Maya—. ¡Riddikulus!

Crack, el cuerpo de la chica de Hufflepuff se convirtió en el de un joven que se parecía a Maya.

—¡Riddikulus!

Esta vez fue una mujer de mediana edad. Cada vez que Maya lanzaba el hechizo el cuerpo cambiaba a otra forma. Chica, riddikulus, chico, riddikulus, mujer. Chica, chico, mujer.

—¡Riddikulus! ¡Riddikulus! ¡Riddikulus!

—¡Maya!

Barnaby se interpuso con rapidez entre Maya y el cuerpo cambiante. Este se levantó y adquirió una nueva forma: un hombre adulto de ojos rojos y pose amenazante.

—¡Riddikulus! —gritó Barnaby.

Las ropas oscuras del hombre se volvieron un disfraz de payaso. Barnaby se rio y el hombre tan solo… desapareció sin más. El raro encuentro debía de haber sido producto de un boggart que de alguna manera había llegado hasta allí.

Maya cayó de rodillas al suelo. Se abrazó a sí misma mientras sus hombros temblaban.

Nadie se atrevía a ser el primero en reaccionar.

—Maya… —susurró Barnaby mientras se arrodillaba a su lado.

—Marchaos… —respondió Maya. Nadie se movió. Estaba llorando—. Los de primero fuera. ¡Fuera!

Todos le hicieron caso.

Persephone giro la cabeza antes de salir de la Sala de Menesteres una última vez para ver a Maya. Estaba abrazada a Barnaby.

⎯⎯ 🌻⎯⎯ 

—¿Qué ha sido eso? —preguntó George cuando estuvieron fuera.

—Un boggart —contestó Cedric—. Al parecer los mayores miedos de Maya es ver muertas a esas personas. Serán importantes para ella.

—Son lo más importante para ella —dijo Badeea detrás de ellos.

Habían salido tan apurados que no habían notado que alguien los seguía.

—¿Quienes son? —preguntó Persephone, curiosa.

—Su hermano mayor, Jacob, su madre y —Badeea pareció dudar sobre si decírselo o no—... y su mejor amiga, Rowan Khanna.

—¿Khanna? —preguntó Cedric—. ¿Cómo el Círculo de Khanna?

—El Círculo… bueno, se formó para vengar la muerte de Rowan. Mirad, chicos, si os estoy contando eso es para que no seáis pesados con Maya sobre esto. Hace todo lo que puede por seguir adelante.

Persephone nunca se había enfrentado a un boggart, pero lo que acaba de ver le había quitado todas las ganas que pudiera tener. Imaginar a sus padres y a su hermano muerto ya le daba bastante miedo.

Puede que le tuviera un poco de miedo a Maya, pero ahora le daba pena.

⎯⎯ 🌻⎯⎯ 

—Creo que no nos han dicho toda la verdad —les dijo Cedric a Persephone y Anastasia mientras se dirigían a la Torre de Astronomía esa noche.

—¿Sobre qué? —preguntó Persephone. El encuentro con el boggart de por la tarde la había dejado sin energía.

—Sobre Rowan —contestó Cedric—. Pensadlo, nadie quiere hablar de ella, y su muerte le dio tanto miedo a Maya que es su boggart. No creo que fuera una muerte natural.

Persephone dudaba sobre si contarles sobre su primer encuentro con Maya y Barnaby. Ella le había gritado a Barnaby que vi morir a alguien; en aquel momento Perse no sabía de quién podría tratarse, pero, visto lo visto, Maya había visto morir a su amiga. Y Cedric tenía razón: por cómo discutían aquella vez, la muerte de Rowan distaba mucho de ser por causas naturales.

Persephone quería decirles lo que había escuchado aquel día, pero también suponía que Cedric y Anastasia sabrían que había estado en ese baño llorando. Todas las alumnas evitaban ir allí por Myrtle, así por lo menos Anastasia le preguntaría qué estaba haciendo allí. No quería admitir que antes iba allí a llorar y a estar sola.

Persephone se dio cuenta de pronto y se sorprendió a sí misma: no había llorado desde que Barnaby le prometió su ayuda aquel día. Como pasaba la mayor parte del tiempo con Cedric y Anastasia preparándose para buscar la última Bóveda, pero era en verdad sorprendente. Tampoco comía sola, ni sentía la necesidad de hacerse notar, de recalcar su estatus de sangre pura, ni se preocupaba por Emily. Todo gracias a sus amigos…

Consideraba que Cedric ya era su amigo, pero con Anastasia la situación era distinta. Ambas se buscaban en las sesiones del Club de la Esfinge y para entrenar. ¿Pero eran de verdad amigas?

Los tres empezaron a colocar sus telescopios para la clase de la noche. Las chicas fueron más rápidas que Cedric, quien necesitó su ayuda para ajustar correctamente todo.

—Rowan era una Hufflepuff —dijo Anastasia en voz baja para que la profesora Sinistra, que siempre revisaba el correcto montaje de los instrumentos antes de empezar la clase, los escuchase—. Podéis preguntar por ella a la profesora Sprout.

—Sería muy sospechoso que le preguntemos por alguien que no conocemos —respondió Persephoneen el mismo tono de voz—. Sabría que estamos ayudando a Maya con las Bóvedas.

La conversación se paró cuando la profesora llegó hasta ellos. Pareció sorprenderse de verlos juntos (sobre todo teniendo en cuenta el encontronazo de Persephone y Anastasia en una de sus clases), pero no dijo nada al respecto. La profesora revisó cómo habían montado sus telescopios; una vez listo y tras darles su visto bueno, la profesora se marchó para ver los demás que le quedaban.

—Si Rowan murió en Hogwarts, tiene que haber alguna pista —susurró Cedric—. Tal vez le dieran un premio por algún logro, no sé, o tal vez estaba en el equipo de Quidditch.

—Podemos ir a la sala de los trofeos —sugirió Anastasia—. Vamos durante el primer descanso de la mañana.

Cedric y Persephone estuvieron de acuerdo. Poco después la clase empezó y no tuvieron más oportunidades de hablar sobre Rowan Khanna y su trágico destino.

⎯⎯ 🌻⎯⎯ 

—Entonces, ¿se lo preguntas tú? —le preguntó Persephone a Cedric.

Resultó que a Rowan Khanna sí le habían concedido un premio, al menos de forma póstuma, por servicios especiales prestados al colegio. Los tres tardaron en encontrar el premio que se refería a ella, pero este no decía nada más.

—Pregunta tú, por favor —pidió Persephone—. Eres de sus favoritos.

Persephone y Cedric habían decidió preguntar sobre Rowan a la profesora Sprout en la próxima clase que tuviesen con ella. Anastasia se había marchado a Historia de la Magia, y ella también le preguntaría al profesor Binns (la profesora McGonagall no era una opción porque temían que los descubriese).

Cedric y Persephone dejaron pasar toda la clase sin meterse en líos.

—Profesora Sprout —dijo Cedric al terminar la clase y muchos de sus compañeros se hubieron marchado—. ¿Podemos hacerle una pregunta?

—Por supuesto, jóvenes. ¿Alguna duda sobre el Lazo del Diablo?

—No es sobre la clase —respondió Cedric—. Pers y yo paseamos el otro día por la Sala de Trofeos —Persephone sorprendió al oír que la llamaba de esa forma—. Y encontramos una placa sobre una compañera de Hufflepuff, pero no decía nada sobre qué hizo y teníamos curiosidad.

—Es bueno estar interesados sobre la historia de nuestra casa —dijo la profesora Sprout sonriendo—. ¿Cómo se llama?

—Rowan Khanna.

La profesora Sprout se puso seria al oír ese nombre. Tuvo que sentarse en un banco del invernadero.

—Una muy buena estudiante… —dijo, si mirada perdida entre la niebla de la memoria—. Buena compañera, y leal a los suyos. Siempre decía que ser profesora, y la habría propuesto para prefecta y Premio Anual.

—¿Murió? —preguntó Persephone con inocencia.

—Se metió en un problema que le vino muy grande. —La profesora Sprout negó con la cabeza—. Ella y Maya Gardener estaban muy unidas, siempre juntas en clase y en el tiempo libre. Khanna murió en una de las salidas peligrosas a las que siempre la arrastraba Gardener.

La profesora Sprout se levantó del banco.

—Ahora tenéis clases —les dijo—. No llegues tarde.

—Bueno, al menos lo intentamos —dijo Cedric mientras salían de los invernaderos.

⎯⎯ 🌻⎯⎯ 

Anastasia por su parte no obtuvo resultados mejores. Rowan no había estado en el equipo de Quidditch y el profesor Binns tampoco había añadido mucho.

—Solo se lamentó por la muerte de la señorita Connor, sea quien sea. —Anastasia se encogió de hombros—. Pero he oído que estaba en el Club de la Esfinge. Podemos convencer a Badeea para que nos cuente más.

—No parecía dispuesta —contestó Persephone—. ¿Y si hablamos con Barnaby?

—Buena idea —dijo Cedric—. También podemos hablar con Ben.

Los tres estaban sentados en el patio. Las clases de por la mañana habían acabado y tras la comida buscaron un lugar tranquilo para hablar.

—Entonces durante la sesión de hoy del club… —comenzó Anastasia—. Cuidado, por allí viene Maya.

Maya Gardener entró al patio con cara de pocos amigos. Echó una visual rápido y se dirigió hacia ellos. Los tres tuvieron miedo al ver cómo los miraba.

Maya se paró frente a ellos.

—Me enterado que habéis estado cotilleando sobre Rowan Khanna —les dijo. No había necesidad de falsa cortesía—. Quiero que paréis o estáis fuera del Círculo.

—Era tu amiga, solo tenemos curiosidad —soltó Persephone sin pensar en lo que decía.

Maya la miró como si quisiera destruirla con la mirada.

—No os importa.

—Solo queríamos saber porqué era tu boggart —dijo Anastasia—. Nos asustamos mucho el otro día.

Maya los miró detenidamente sin añadir nada. Los tres esperaron una respuesta dura, contundente, sin nada de tacto. En lugar de eso, Maya suspiró.

—Venid conmigo.

⎯⎯ 🌻⎯⎯ 

Los llevó de nuevo a la Sala de los Menesteres. El lugar estaba vacío debido a la hora que era.

Maya los condujo hasta un sitio donde nunca habían estado: un rincón aparato con un espejo de pie y un escritorio que se podía separar del resto de la sala con una puerta corredera. Hasta entonces nunca habían visto la puerta abierta ni se habían atrevido a ir allí por miedo a que fuese un sitio privado. Se alegraban de haberlo hecho; aquello parecía el despacho de Maya.

Maya cogió un marco que había en la mesa y se lo pasó. Dos niñas de aproximadamente doce años sonreían a la cámara: Maya y Rowan.

Persephone reconoció la terraza de la heladería del Callejón Diagon. Maya se veía distinta, no solo por la diferencia de edad. Su mirada había cambiado completamente: en la sus ojos brillaban de pura inocencia, mientras que en la actualidad estaban apagados y sin vida.

—Rowan y yo antes de empezar nuestro segundo año —explicó Maya—. Los Bóvedas todavía eran una especie de juego para encontrar a mí hermano. Cada año fue a peor hasta que…

Los ojos de Maya se volvieron acuosos.

—Mérula, Ben y yo estábamos en el Bosque Prohibido buscando pistas. Rakepick nos siguió e intentó acabar con nosotros. Le lanzó la maldición asesina a Ben y… —La voz de Maya se cortó—. Rowan no tenía que estar allí… Se… se interpuso entre Ben y Rakepick. La maldición le dio de lleno en el pecho… Mi amiga murió frente a mí y no pude hacer nada.

Maya cogió aire antes de continuar.

—Las Bóvedas Malditas no son ningún juego. Rakepick sigue buscando la última. Mi hermano Jacob nos ayuda rastreando los terrenos, pero no tenemos ni idea de dónde está. ¿Ya estáis contentos?

Persephone miró a su alrededor. Maya había colgado más fotos y mapas del castillo por las paredes. Había cientos de anotaciones en cada mapa, y algunos recorte de periódico en algunos pequeños huecos entre mapa y mapa.

—¿Estás sois vosotras? —preguntó Persephone señalando una foto. Lo hacía para aliviar la tensión del ambiente.

—Somo Tonks, Rowan y yo el día que aprendimos a hacer una patronus —dijo Maya—. Tonks está a veces con Tulip por ahí metiéndose en líos.

—¿Tienes un patronus corpóreo? —preguntó Cedric emocionando.

Maya sacó su varita.

—Expecto patronus —dijo, y una lechuza plateada salió volando de la punta.

La lechuza dio un par de vueltas a su alrededor. Desprendía un calor agradable, y era preciosa de ver.

—Solo puedes conjurar un patronus pensando un cosas felices, como el Peter Pan de los muggles —explicó Maya. Una lágrima cayó por si mejilla—. Que aún sea capaz de invocar al mío me hace pensar que todavía tengo salvación…

La lechuza plateada se desvaneció en el aire con un último aleteo.

—Ahora sabéis que la cosa es seria —dijo Maya—. Si queréis iros, no me enfadaré.

Las defensas de Maya habían caído. Les estaba hablando la Maya Gardener que se escondía bajo la coraza de frialdad, aquella que había visto morir a su amiga.

—Yo me quedo —dijo Persephone. No iba a echarse atrás, no ahora.

—Y yo —dijo Anastasia.

—Si ellas ven, yo no seré menos —respondió Cedric—. Cuenta también conmigo.

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