𝗘𝗣 𝟬𝟭 | 𝓟olvillo de hadas

—¡Por favor, mátame!

De todas las cosas por las que alguien podría ponerse de rodillas y rogar, Soobin no pensó que esta fuera la que escucharía más seguido. De hecho, nunca esperó que alguien se hincara a sus pies y juntando ambas manos frente a su pecho le rogara por cualquier cosa, por más mínima o enorme que ésta fuera.

Dado el caso de que al parecer es algo que le sucede más seguido de lo que podría sucederles a otras personas, Soobin piensa qué hay muchas otras cosas por las que alguien podría rogar en vez de la muerte. Lógicamente existen cosas que la gente desea mucho más que la muerte y por las que podrían sucumbir ante alguien más para implorar con lágrimas en los ojos, cosas más típicas y también más difíciles de otorgar. Por ejemplo, el amor, "No me dejes, te lo ruego" podría ser una de las frases más usadas, o tal vez "Te imploro que me dejes ir" que bien podría ser la contra parte de la primera, y por supuesto, siempre se puede pedir por la salvación. La salvación es lo que todo el mundo anhela y lo que constantemente busca, "¡Ten piedad de nosotros!".

¿Pero la muerte? ¿Por qué alguien que lo único que desea es ser salvado, ruega por poner fin a su vida? Soobin no necesita pensar mucho en el tema pues conoce la respuesta muy en el fondo.

La muerte es la única salvación, al menos para el mal del hombre arrodillado a sus pies. Tan sólo ver al sujeto frente a él retorciéndose en el suelo de ese viejo, le trae recuerdos que la mayoría del tiempo permanecen enterrados en lo más profundo de su memoria.

Ha pasado ya un tiempo desde que se vio en el mismo lugar que el hombre moribundo, suplicando por morir. Ha pasado bastante tiempo desde que sintió aquella sensación, hace más de un siglo, probablemente en el momento en que tenía una enfermedad mortal que absorbía la vida de su cuerpo, un doloroso mordisco que punzaba en su piel y la sangre de un vampiro bajando por su garganta. Soobin puede aún recordar estar de pie detrás de una antigua capilla, con una mordedura fresca en el cuello y el dolor del veneno corriendo por sus venas, por todo su cuerpo, amargamente lento; amargo como el fuerte sabor metálico de la sangre y el ligero gusto saldado de las lágrimas mezclándose en su lengua. Para algunos otros hombres, la muerte debe haber sido su mayor temor; llenos de pavor esperando algo que llega sin previo aviso. Pero para él había sido lo único que podía salvarlo de la tortura que podría haber sido no morir en ese mismo momento.

Justo ahora, puede sentir las casi invisibles marcas de mordedura en su cuello punzando una vez más, como deben de estar doliendo al hombre hincado frente a él. Soobin recuerda el dolor expandiéndose por cade nervio, sus músculos tensarse y su garganta restringirse al ancho de una pajilla. Casi puede sentir gotas frías de sudor resbalando por su sienes, sudor pegajoso y helado que sólo podría ser descrito como sudor de miedo.

—¡Mátame, por favor, mátame! —el hombre repite, entre gemidos y aullidos de dolor. Pupilas dilatadas completamente oscurecidas por el delirio, piel aceitunada perdiendo rápidamente el color, y labios amoratados agrietados y secos, sedientos de sangre— Te lo ruego.

El hombre agoniza. No obstante, Soobin lo mira como si nada de gran importancia estuviera sucediendo frente a sus ojos, manteniendo sus recuerdos y reacciones bajo control, cuidadoso de no mostrar lo que está pasando dentro de su cabeza. En cambio, simplemente se recuesta para sentarse encima de una antigua mesa de comedor larga, los bordes se clavan en la parte posterior de sus muslos y la parte trasera de sus pantalones de cuero negro roza la madera con un extraño sonido pegajoso. Cruza los brazos sobre su pecho mientras lo mira. La posición le permite parecer poderoso, en control. Entonces, el hombre tiene que mirarlo hacia arriba y, por lo tanto, lo hace parecer como si estuviera debajo de él.

—¿Quieres morir? —Soobin pregunta, inclinando la cabeza un poco mientras levanta las cejas hacia el hombre, sonriendo al ver su costoso traje color crema ensuciarse con el vino tinto que derramó del vaso que se le cayó de las manos cuando fue mordido. El líquido rojo se encharca sobre la superficie de madera y le recuerda a Soobin la sangre fresca, cálida y brillante— ¿En verdad quieres morir?

—¡Sí, sí! ¡Por favor! ¡No lo soporto más! —suplica el hada macho, atragantándose con la saliva. Sus alas traslúcidas parpadean y se estremecen ansiosamente como una reacción natural ante su estado de completo estrés, y un polvillo tornasolado y delicado se vierte de ellas mientras se agitan involuntariamente.

—Te advertí que no me pusieras de mal humor —dice Soobin sin siquiera parpadear—. Recuerdo claramente cuando pasé por aquí hace un par de meses y te pedí amablemente que dejaras de entrometerte en mis asuntos; aquella noche tuviste el descaro de reírte de mí y dijiste que lo pensarías. Dijiste que no te arrepentirías de tu decisión después, ¿recuerdas?

Soobin levanta su pie derecho, usando la punta de su bota negra para forzar la barbilla del hombre a mirarlo cuando le está hablando.

—¿No te acuerdas, GuWoon-ssi? —el hombre aprieta sus labios pálidos en un intento débil de mantener el gemido subiendo por su garganta, pero el sonido que suelta es fuerte incluso cuando no abre la boca. Soobin vuelve a presionar con más fuerza su barbilla, el material rígido y frío de su zapato se hunde en la suave piel oliva con destellos dorados fácilmente.

—S-sí, lo recuerdo —gimotea el hada y Soobin piensa que no podría ser más patético.

—¿Y por qué ahora suplicas clemencia? —se pregunta—. Dijiste que no le tenías miedo a los vampiros, ¿cambiaste de opinión?  ¿Retiras tus palabras?

—Ah, mierda —una maldición entrecortada sale de la boca del hombre, entre dientes apretados. Él rueda los ojos hacia atrás, sus pupilas que solían ser de un precioso tono parecido al de las turquesas, ahora están oscurecidas por un dolor delirante, completamente carentes de luz, fuera de órbita.

—Contéstame, GuWoon-ssi —exige Soobin con una voz sorprendentemente suave, eso es aún más aterrador que si le hubiera gritado al hombre. Baja el pie desde la barbilla del hada hasta su pecho, pisoteando las solapas de ese lujoso traje en el que está enfundado, la suela de su zapato ensuciando la costosa y delicada tela de raso con restos de lodo de las calles y pegostes de sangre seca. Da un puntapié ligero al cuerpo tambaleante de GuWoon y aunque no usa mucha fuerza, es suficiente para que el tipo caiga de culo contra el suelo, dejando escapar un gemido—.  ¿Te arrepientes de tus palabras ahora?

—¡Sí, joder que sí! ¡Me arrepentido de mis palabras! —arquea la espalda y empuja la cabeza hacia atrás, sus ojos ruedan hasta la parte posterior de su cráneo, y todo lo que Soobin puede captar de ellos es la parte blanca de los orbes. Dado que las manos de GuWoon están sujetas juntas con los cordones de sus propios zapatos de charol pulido, todo lo que puede hacer es retorcerse y forcejear, luchando con el dolor insoportable del veneno de vampiro que se extiende por cada centímetro de su cuerpo, haciendo que cada extremidad le duela hasta el punto de sufrir escalofríos y espasmos. Una gruesa película de sudor frío y pegajoso le cubre la frente, y mechones de cabello verde oliva se le pegan a la piel.

—Esto es por lo que todos los vampiros tenemos que pasar antes de convertirnos en lo que somos —dice Soobin inexpresivamente, descarrilando hábilmente la conversación hacia algo más que quiere reconocer sobre su última conversación—. En realidad, esto es sólo un pequeño vistazo de lo que tenemos que soportar durante seis días mientras nos transformamos ¿Te imaginas algo así GuWoon-ssi? Los segundos pasan más lentos cuando sientes este tipo de dolor en todo el cuerpo. Y usualmente tenemos que encadenar nuestras manos y pies o enterrarnos bajo tierra, o de lo contrario nos suicidaríamos en el proceso ¿Suena horrible verdad? Si me preguntas, aquellos fueron los días más largos de mis ciento y tantos años de existencia —se ríe para sí mismo, ya que GunWoo está demasiado ocupado dejando escapar un gruñido ahogado y torciendo las piernas en una posición extraña, y el resto de su clan está al otro lado de las enormes puertas de vidrio, fuera de la oficina personal del hada— Tal vez podríamos intentar enterrarte debajo de ese bonito arbusto de rosas blancas que tienes en el patio trasero, pero apuesto a que no querrás que tu traje se arruine.

—Por favor, por favor haz que se detenga... —el hombre suplica con la voz quebrada débilmente mientras se ahoga con su propia saliva una vez más. Está a punto de desmayarse por el dolor, pero Soobin sabe que eso no sucederá, nunca sucede, eso sería demasiado fácil.

—Es una tortura. Parece que tu sangre hierve dentro de tus venas, cocinando todos tus órganos como un caldo, y tu boca está tan seca como un desierto, pero el agua no saciaría tu sed —el vampiro continúa divagando, sin dedicarle una sola mirada al rostro agonizante de GuWoon— Ahora entiendes por qué necesitamos tu polvillo de hadas, ¿no? Hace que sea menos doloroso, apaga nuestros sentidos mientras nuestro cuerpo sufre.

—Soobin, te lo ruego, por favor mátame. Haz que desaparezca —GuWoon arrastra sus ojos hacia Soobin y lo mira fijamente suplicando en silencio, pupilas cristalizadas con dolorosas lágrimas que hacen que sus globos oculares se parezcan a un par de "bola ocho" de un juego de billar.

— Tienes suerte de que me sienta perezoso esta noche... —Soobin finalmente se levanta de la mesa, con las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones de cuero mientras se pone en cuclillas junto al cuerpo de GuWoo— Así que esto es lo que sucederá. Me llevaré todos los montones de polvo de hadas que tienes escondidos en tu caja de seguridad en el salón (sí, los encontré la última vez que te visité) y, a cambio de tu amable cooperación con nuestra noble causa, me haré cargo del dolor ¿Suena bien?  —extiende su mano y le ofrece un amistoso apretón al hada, como un gesto que harían dos importantes hombres de negocios después de cerrar un trato importante. Pero luego suelta una risilla burlona, sabiendo que es absurdo y sin sentido esperar que GuWoon tome y apriete firmemente su mano ya que tiene ambas manos atadas detrás de la espalda, así que después de un segundo, Soobin vuelve a poner su mano dentro del bolsillo de sus pantalones.

—Lo que quieras, toma lo que quieras. Simplemente haz que se detenga —la lengua de GuWoon debe sentirse pesada dentro de su boca ya que trata de hablar rápido, pero sus palabras son descuidadas y casi incomprensibles, trastabillando con cada letra.

—¿Cualquier cosa que quiera?  —Soobin repite emocionado mientras se mueve, enderezándose en toda su altura. Un destello de lo que sólo podría describirse como la emoción de un cachorro brilla en sus profundos ojos nocturnos, como un niño mimado que recibe costosos regalos en Navidad; y una sonrisa tonta florece en su rostro, labios rosados ​​pálidos curvándose y estirándose para revelar una fila de dientes blancos como perlas y un par de colmillos afilados que pinchan ligeramente su labio inferior. El hada masculina levanta la mirada, sus pupilas temblando mientras mira en dirección a Soobin, atento y cauteloso ante el próximo movimiento del vampiro.

—Sí, cualquier cosa. Tómalo todo si eso quieres- —un gemido de dolor corta sus palabras y su cuerpo se sacude con fuerza, las piernas le tiemblan y los músculos se tensan hasta el punto de que su rostro se pone rojo y una vena se salta de su frente.

—Entonces tenemos un trato.






Las puertas de vidrio se abren y cierran en silencio detrás de Soobin cuando sale de la oficina personal de Hwang GuWoon.

El pasillo está oscuro, vacío y silencioso salvo por el eco de las suelas de las botas negras de Soobin golpeando contra los grandes azulejos de mármol blanco mientras camina por el pasillo que lo lleva de la oficina al lujoso salón. Al entrar a la habitación, los coloridos neones del centro de la ciudad —considerado el barrio más caro y exclusivo para vivir— golpean su rostro con reflejos en tonos púrpuras y azulados, y lo ciegan por un momento ya que la luz brillante se filtra a través de los altos ventanales de cristal.

—Soobin hyung —dice Hueningkai al segundo que lo ve aparecer del pasillo oscuro donde desapareció treinta minutos antes. Todos se paran derechos cuando notan su presencia en la habitación, como cachorros reconociendo a su humano. Tal vez Soobin no debería llamar a esto su clan de vampiros, sino su manada de cachorros. Lo haría si no aborreciera tanto a los caninos, apestosos, ruidosos e hiperactivos caninos— ¿Cómo fue todo? —Kai pregunta con curiosidad.

— Podemos tomar lo que queramos, sin restricciones —anuncia Soobin con un tono alegre y una brillante sonrisa jugando en sus labios. La piel de ellos comienza a sentirse seca y tirante, como la piel muerta de una serpiente que está a punto de desprenderse, y la sensación es molesta e incómoda. Intenta lamer sus labios para humedecerlos lo suficiente como para aliviar la resequedad, pero es en vano ya que su lengua se siente como un trozo de cartón viejo dentro de su boca. Maldice por lo bajo, sabiendo exactamente con qué están relacionados estos síntomas.

Físicamente, es incapaz de sentir la mayoría de las necesidades naturales como el hambre o la sed de la forma en que las sienten los humanos, su estómago no se queja ni gruñe incluso después de significativas horas de no ingerir ningún tipo de alimento, y su boca no saliva como una cascada incluso cuando no ha bebido una gota de agua durante días. Pero eso no significa que no sienta hambre o sed en absoluto, de hecho, ambas necesidades vienen como una sola para él.

La dieta de un vampiro es de conocimiento universal, está lejos de ser un secreto desde hace muchas décadas, pero a pesar de no ser un secreto, los humanos y otras criaturas todavía están asustados por los métodos que tienen los vampiros para obtener su alimento.  Les horrorizan los colmillos y las mordidas, la sangre y la carne. Soobin piensa que es hipócrita de su parte actuar asustados por sus métodos cuando también usan los mismos para alimentar a su gente. Es una regla simple que gobierna el mundo: sólo los más fuertes sobreviven. No es su culpa que los vampiros sean depredadores y el resto de especies las presas.

—¿Cuánto del alijo de polvillo tomaremos? —Taeyoung le pregunta a Soobin, una de las chicas más antiguas del clan, sacándolo de sus pensamientos y llevándolo de regreso al presente— Tenemos suficiente espacio en la van para llevar más de la mitad de la mercancía.

—Tomen todo —responde manteniendo esa sonrisa en su rostro — GuWoon-ssi tuvo la amabilidad de donarnos toda su reserva.  Sólo deja un contenedor aquí conmigo —le pide a la chica y ella asiente con la cabeza junto con su petición, sin preguntarle el motivo. Si tiene curiosidad por las razones de la petición de Soobin no lo muestra, y él está agradecido por eso.

Todo el mundo se mueve rápidamente de un lado al otro de la habitación, saliendo y entrando al lujoso apartamento como si éste fuera su propio hogar. Un grupo de vampiros jóvenes se encarga de introducir a bolsas de plástico negras los recipientes llenos de un polvo ligero e iridiscente que es tan fino que podría confundirse con micropartículas de alguna droga fabricada en un laboratorio, pero no podría ser más diferente de la realidad.

Hace diez años se utilizó por primera vez el polvo de hadas o "polvillo" como tratamiento médico natural y experimental contra las secuelas de tratamientos invasivos como la radiación. El propósito principal del polvo de hadas era evitar los dolores constantes provocados por la radiación en el cuerpo, poniendo la mente en un estado de relajación prolongada que permitía al paciente desconectar su conciencia de las sensaciones físicas durante largos períodos de tiempo.

El tratamiento fue un éxito total, por supuesto, y los hospitales comenzaron a utilizar este método para tratar la mayoría de los efectos secundarios de diversas enfermedades. Y muy pronto el polvillo empezó a ganar popularidad entre las demás especies, ya que no sólo ponía la mente en un estado de relajación sino que tenía efectos alucinógenos, dando paso así a un nuevo tipo de negocio.

Dado que el polvo de hadas estaba catalogado como una droga sólo para uso médico, las autoridades prohibieron la venta para uso lucrativo, pero el problema estuvo lejos de resolverse. Con la nueva droga favorita prohibida, las pandillas clandestinas de la ciudad comenzaron a cazar hadas para crear su propia versión mejorada del polvo, y el gobierno no estaba contento con eso, como era de esperarse; por lo que desvanecieron a todas las pandillas que pudieron encontrar relacionadas o no con la caza de hadas y el tráfico ilegal de polvillo.

Pero los subterráneos siempre encuentran el camino de regreso, y años después, incluso cuando es difícil, la venta ilegal de polvo de hadas sigue siendo un buen negocio. Sabe que lo es, incluso cuando Soobin no es un traficante, al menos no de polvillo...

—Hyung —Hueningkai lo llama mientras camina dentro del salón nuevamente después de llevar otra bolsa de productos a la vieja camioneta estacionada detrás del edificio. El rubio tiene su celular en una mano, la pantalla brilla intensamente e ilumina su rostro opaco y anguloso con una luz azulada tan pálida como su piel. Se ve animado, con una suave sonrisa colgando de sus labios cuando se acerca— Sakura noona acaba de enviarme un mensaje de texto. Los recién nacidos están despertando —informa.

— Esa es una gran noticia —Soobin se alegra también ante el anuncio, sus labios resecos se estiran en una cálida sonrisa, más cálida que su cuerpo. Sus ojos se vuelven lunas crecientes detrás de sus mejillas incoloras mientras deja escapar una risita ligera y cantarina—. Deberíamos darnos prisa, los bebés deben estar impacientes por salir de la tierra y quiero estar allí cuando lo hagan.

Hueningkai asiente con entusiasmo, emocionándose tanto como Soobin para apresurarse a regresar a casa y mirar a los vampiros recién nacidos asomarse del suelo como pequeños gusanos, siempre es divertido ayudarlos y verlos sacar los colmillos por primera vez. Mira la pantalla de su teléfono y escribe rápidamente una respuesta a Sakura, antes de bloquear la pantalla y volver a guardar el dispositivo en el bolsillo de sus vaqueros rasgados.

—Oh, hyung —suelta, abriendo un poco los ojos cuando parece recordar algo importante que pretendía preguntar. Soobin levanta las cejas y hace un sonido inquisitivo mientras asiente levemente hacia el chico rubio, incitándolo a decir lo que se le pasó por la cabeza en ese momento— ¿GuWoon-ssi realmente nos dio todo su alijo de polvo o...? —no termina su pregunta, las palabras mueren en su boca en un murmullo bajo que Soobin apenas comprende. Pero no necesita escuchar el resto de la oración para entender qué tipo de información está tratando de averiguar Hueningkai.

—Bueno, sí nos dio todo su alijo sin ningún tipo de restricción... —empieza a decir con cautela, metiéndose una mano en el bolsillo izquierdo del pantalón. Soobin da un paso más cerca de la elegante mesa de café construida completamente de vidrio; alguien ha dejado uno de los contenedores de polvo de hadas encima de la superficie como Soobin pidió antes, así que estira la mano y lo toma—, pero no fue exactamente una donación como dije. No parecía feliz en absoluto, en realidad.

Hueningkai parpadea confundido hacia él.

— Pero lo convenciste para que lo hiciera, ¿verdad?

— Sí, podríamos decir que sí —Soobin se encoge de hombros y hace un puchero de forma graciosa, es una mueca a sabiendas. Ignora los ojos de cachorro perdido de Kai y, en cambio, saca la mano izquierda del bolsillo sujetando un pequeño frasco. Hueningkai observa a Soobin con curiosidad, aunque ya no le sorprenden los artículos raros que Soobin guarda en su bolsillo.

Pero, hace algunas décadas, sí que se sorprendió la primera vez que Soobin sacó un objeto similar del bolsillo interior de su gabardina. Esa vez estaban dentro del bosque y Hueningkai era un bebé vampiro de apenas unos cuantos meses de edad, que no sabía nada acerca de ser parte de un clan, así que Soobin le explicó todo sobre su nuevo y pequeño clan que estaba formando, mientras llenaba el vial con tibia sangre de un lobo muerto que encontraron en las cercanías de donde habían construido su primera casa. Una de las cosas que Hueningkai había preguntado primero era el propósito de esos viales que Soobin parecía llevar consigo a todas partes, y la respuesta que el vampiro le dio en ese momento fue simple: "Para almacenar sangre especial, por supuesto". Su curiosidad no quedó satisfecha con esa respuesta, pero más tarde supo a qué se refería Soobin con "sangre especial" e incluso comenzó a llevar también un vial en los bolsillos.

Soobin se queda en silencio mientras se enfoca en llenar el vial con polvo, y las partículas reflejan las luces de neón de la ciudad, brillando en diferentes colores saturados mientras caen como una cascada flotante dentro del tubo de vidrio.

—¿Para qué es eso? —el rubio no puede evitar preguntar, luego de unos segundos de ver al mayor trabajar en silencio. Se siente impaciente por no obtener ninguna respuesta de Soobin, quien por lo general no le guarda demasiados secretos— Pensé que no consumías drogas.

—No lo hago, no es para mí —responde Soobin con sencillez, sin levantar la vista cuando Kai le habla ya que sus ojos aún están fijos en la forma en que el polvo brillante sale del contenedor de manera hipnótica— Este es mi  parte del trato, mi pago para GuWoon-ssi.

— No entiendo —admite Kai en un murmullo— ¿No acabas de decir que lo convenciste para que nos diera su reserva?

Soobin no responde de inmediato. No da ninguna otra explicación ni trata de sacar a Hueningkai de su confusión, pero lo que hace es seguir observando las partículas de polvo de colores que destellan dentro del vial mientras lo gira para cerrar la tapa, asegurándose de que no esté demasiado apretado, por alguna razón. Por lo general, siempre se asegura de que la tapa esté bien cerrada para evitar que se derrame la preciada sangre que recolecta, pero esto es extraño para variar.

—Sígueme —dice finalmente arrastrando los ojos del polvo para dar una mirada tranquila al joven vampiro que claramente se muere por entender las acciones de Soobin en este momento. Su rostro revela la mayoría de sus emociones.

Soobin gira sobre sus talones y comienza a caminar hacia el pasillo —el que usó para entrar al salón hace veinte minutos— que conduce a la oficina personal del soltero más popular entre las hadas y sumamente rico hombre de negocios. No espera a Hueningkai, pero lo escucha siguiéndolo de cerca.

El pasillo apenas está iluminado por algunas luces ambientales pero hacen un trabajo muy pobre pues el pasillo está demasiado oscuro. Sin embargo, no supone un mayor problema para ambos vampiros ya que su visión es mejor de noche y en lugares oscuros que de día y con mucha luz. Durante unos segundos, todo está en silencio excepto por el eco de los pasos de Soobin y Hueningkai mientras cruzan el corredor. Y Soobin no pronuncia una palabra más hasta que llegan a las altas puertas de vidrio que se abren automáticamente cuando el sensor detecta sus siluetas.

—¡Me encantan estas puertas automáticas!  —el comentario de Soobin es tan aleatorio y tan fuera de lugar, matando el estado de ánimo serio en el que se habían asentado anteriormente, y Hueningkai no puede contener la risa ante las tonterías de Soobin.
Ambos se adentran en la lujosa oficina y tan pronto como entra Hueningkai, deja escapar un fuerte jadeo.

—¡¿Así es como convences a la gente para que te ayude, hyung?! —sus ojos vagan entre Soobin, el hada macho tendido en el centro de la habitación, y de vuelta a Soobin una vez más— No es nada amable —lo regaña como un dueño regañaría a su perro por hacer travesuras.

—Estaba siendo difícil —Soobin se apresura a poner una excusa, pero no es exactamente una mentira. Estaba siendo muy difícil hablar con GuWoon, pues la única palabra que se le ocurre para describir al sujeto es "imbécil"—. Y además él fue grosero conmigo la última vez que lo visité, así que no me dejó muchas opciones.

—¡Aún así, no deberías atar a la gente!

—A algunas personas les gusta, nunca se sabe —se mira las uñas, raspando el esmalte negro descascarillado con su pulgar para distraerse y evitar la mirada de Kai triunfalmente— No juzgo a nadie por sus fetiches.

—Hyung, dijiste que ibas a tener una conversación tranquila y pacífica con GuWoon-ssi para negociar —Hueningkai suena frustrado, y Soobin piensa que tal vez se está tomando esto demasiado en serio. Sí, Soobin dijo eso, pero dice demasiadas cosas y no todas son necesariamente ciertas. A veces los planes cambian.

—Tuvimos una plática muy tranquila y pacífica, ¡lo prometo! ¿Verdad Gu Woon? —Soobin se gira para preguntarle al hada pero todo lo que GuWoon puede hacer es retorcerse y gimotear de dolor ante los fuertes espasmos que tensan sus músculos, impidiendo que tenga el control de su propio cuerpo— ¿Ves? Lo pasamos muy bien juntos.

Hueningkai pone los ojos en blanco con exasperación, pero ya no intenta regañar a Soobin por su comportamiento. Simplemente deja escapar un resoplido cansado antes de hablar de nuevo.

—¿Se está convirtiendo? Lo mordiste —se da cuenta de las marcas de mordeduras en el cuello del hombre cuando GuWoon echa la cabeza hacia atrás después de que un espasmo que hace que su cuerpo se sacuda. No es difícil encontrar el lugar donde Soobin hundió los dientes ya que la marca que dejó es bastante impactante; dos grandes bultos hinchados donde los colmillos perforaron la arteria carótida, la piel bronceada y suave se volvió púrpura alrededor de ellos y las venas de un azul profundo aparecieron a medida que el veneno infectaba la sangre y viajaba por todo el sistema. Debe ser realmente doloroso para una criatura tan delicada.

—Él no bebió mi sangre, es sólo el efecto del veneno —dice Soobin. Se acerca al hada y se agacha junto a él, acariciando su cabeza y domando su cabello humedecido por el sudor, antes de abrir la tapa del vial que llenó previamente.

—¿Y para qué necesitabas el polvo de hadas? —se pregunta Kai, viendo a Soobin sacudir muy levemente el tubo de vidrio, haciendo que el polvo vuelva a brillar. Debe gustarle mucho el bonito efecto que tiene el polvillo.

—Como dije, ambos hicimos un trato. GuWoon nos da sus reservas... —habla con calma, con un tono de voz suave que resulta casi relajante. Pero al contrario de su voz, sus acciones son bruscas cuando mueve su mano libre para agarrar el cabello del hombre, tirando de los sedosos mechones para que incline la cabeza hacia atrás y abra la boca dejando escapar un gruñido de dolor. Soobin empuja todo el contenido del vial dentro de su boca de una sola vez, siseando cuando GuWoon tose y escupe algo del polvo blanquecino que salpica la camiseta negra del vampiro—, y yo me deshago del dolor.

Después de un breve segundo, el hada deja escapar un profundo suspiro de alivio cuando el polvo se disuelve en su boca y sus pupilas se dilatan rápidamente, haciendo que sus de por sí grandes ojos, se vean aún más grandes que antes. Su cuerpo se relaja y finalmente respira con calma.

Hueningkai sólo observa la escena en silencio. Soobin supone que ya no siente curiosidad y probablemente no lo hará por un par de días. Se sorprende fácilmente, pero una vez que la información y las escenas de esta noche penetren en su mente, se le ocurrirán nuevas preguntas.  Pero por ahora, Soobin disfrutará de la paz.

—Deberíamos regresar, Kai. Los bebés están a punto de nacer.

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