Entrega
— Te quiero, Jisung. Desde el principio lo he hecho.
El corazón de Jisung se detuvo y sintió ganas de llorar. No sabía si de alivio, o si de miedo, de sorpresa, felicidad o pura confusión. Sus ojos se llenaron de lágrimas y entró en pánico cuando uno de sus lágrimas se derramó sobre el brazo de Minho, lo que el sintió y se tensó al instante. Se movió en la cama para quedar con el rostro frente a el menor, y su gesto cambió por completo al verlo llorar.
— Yo... yo pensé que te habías dormido... perdóname, yo no...
Jisung no entendía por qué lloraba, y se detestaba por estar asustando a Minho. Tal vez lo que pasaba era que lo que su corazón siempre quiso era real y estaba ahora frente a él, y todos los sentimientos que guardó durante esos años salieron a la vez en forma de lágrimas. Minho se veía realmente angustiado, y Jisung logró sonreír débilmente y pasarse una mano por los ojos.
— Jisung, perdón...
El castaño no lo dejó terminar de explicarse, tomó su rostro con ambas manos y lo besó con fuerza y pasión. No pudo mantenerlo durante mucho rato ya que constantemente cortaba el beso para sonreír, y Minho estaba tan confundido como complacido con esa repentina reacción. Jisung dejó cortos picos en sus labios mientras pensaba las palabras ideales para explicarle que lo que acaba de decir era lo mejor que había escuchado en toda su vida. No las encontró, así que solo dijo lo primero que le salió del corazón.
— Eres mi eterno sueño adolescente — suspiró, temblaba mientras hablaba y Minho tomó su mano para darle tranquilidad —. Siempre lo has sido. Siempre tú — un beso más —. Te quiero desde que te apareciste en la puerta de mi casa con esa rosa y esa espantosa torta que me supo a gloria solo porque me la diste tú — rio contra los labios
contrarios, y el otro chico lo imitó.
— Tú... ¿de verdad me quieres? — Minho no podía asimilar lo que estaba escuchando. Le parecía demasiado perfecto para ser verdad.
— Más de lo que puedo procesar — susurró.
— Perdón por haberme ido. Pero te prometo que en el fondo siempre estuviste en mi corazón.
— No sabes lo asustado que estuve cuando descubrí que no podía estar con nadie más porque todo lo comparaba contigo, y nada ni nadie era lo suficientemente bueno.
Minho pasó su brazo por la delgada cintura y lo pegó más a él. En ese momento, desnudos en cuerpo y corazón, ninguno podía entender por completo lo que estaba pasando, y solo dejaban que sus sentimientos salgan como una cascada luego de tantos años estando reprimidos.
— Yo no quería dejarte, no quería ser solo una aventura para ti, pero pensé que era lo mejor. Te merecías a alguien que se pueda quedar a tu lado, y traté de olvidarte, en serio lo intenté, pero es que no se puede olvidar a alguien como tú. No se puede.
— No puedo creer que esto esté pasando.
— No puedo creer que estés aquí.
— Esta noche ha sido la más perfecta en años.
Se miraron a los ojos, y de repente, Jisung volvió a llorar. Minho reforzó el agarre de su abrazo y le dio un beso en la frente.
— No, mi amor, no llores.
Jisung escuchó el apodo y sollozó con más fuerza.
— Es que... tenía tanto miedo de que no me quieras.
— Te quiero. De eso no tengas duda jamás.
Asintió débilmente.
— Bésame otra vez.
Minho obedeció y le dio todo lo que necesitaba. Puso su mayor esfuerzo para brindarle seguridad con ese beso. El lado exigente de Jisung no tardó en despertar, segundos después de que la lengua contraria invadiera su boca, y dejó que Minho los manipule para que quede por completo sobre el. Sintió sus sentidos despertar cuando sus pechos se presionaron juntos, sus pezones endureciéndose con fuerza nuevamente ante el contacto. Minho recorrió cada centímetro de su boca y luego bajó al sensible cuello, mientras que una de sus manos subía y bajaba por las caderas y muslo de Jisung.
— ¿De verdad me quieres?
— Con todo el corazón.
El menor suspiró, y habló en un susurro, sus mejillas tornándose rojas al instante.
— Demuéstramelo...
— Pide lo que quieras y lo tendrás. Lo que sea — contestó entre besos. Jisung tiró la cabeza hacia un lado para darle más acceso.
— Hazme el amor.
Minho asintió sobre la piel sensible de su amante. Atrapó un poco de piel entre sus labios y succionó hasta que quedó una marca. Jisung gimió suave.
— Hazme sentir tuyo, Minho. Tómame.
El mayor bajó y cubrió las marcadas clavículas con besos. Sin dejar de acariciar la cadera, llevó su otra mano al abdomen plano y dibujó delicadas líneas. Jisung cerró los ojos y se dejó hacer, totalmente entregado a su acompañante. Cuando las marcas rojas aparecieron también cerca a sus hombros, Minho decidió que era suficiente y volvió a descender. Admiró su trabajo y pensó que tenía frente a él a él hombre más sexy que alguna vez había pisado el planeta. Soltó un pequeño gruñido y se inclinó para meterse uno de los rosados pezones a la boca, el cual reaccionó automáticamente y se apretó más al sentir la humedad de la lengua. Chupó con hambre y fue premiado con gemidos y una mano traviesa en el cabello, que lo presionó más contra el sensible pecho. La otra mano tomó el pezón desatendido y lo sostuvo entre sus dedos, primero provocó la punta con suavidad y luego le dio unos jalones experimentales, casi burlándose de el.
Levantó la mirada y notó que el menor había cerrado los ojos. Se separó del pezon y habló con voz amable, pero firme a la vez.
— Mírame. No cierres los ojos.
Jisung tembló ante la orden y obedeció al instante. En el momento en el que abrió los ojos se encontró con la mirada oscura y penetrante de Minho fija en el; quien, sin romper el contacto visual, sacó la lengua y la pasó lentamente por ambos pezones. El castaño gimió con voz suave, totalmente vulnerable, y Minho supo que era el momento de tomar todo el control sobre el y darle lo que quería. Era a la vez un tierno príncipe y un chico sucio y travieso, se había entregado por completo a él mayor, y quería hacerlo disfrutar y demostrarle que podía cumplir cada uno de sus deseos.
— Me encanta tenerte en mi boca — susurró y volvió a pasar su lengua por la piel sensible —. Eres delicioso Jisung apretó su agarre en el cabello de Minho y lo empujó más fuerte. Al sentir la presión detuvo sus acciones y se separó con una sonrisa engreída, y el menor gruñó, frustrado —. Tranquilo, precioso. Vamos a hacer esto a mi manera, ¿está bien?
— Minho...
— Me pediste que te tome — empujó su pelvis contra el —. Que te haga sentir mío. Me parece que quien está a cargo ahora soy yo. ¿No es cierto, bebé?
Jisung asintió.
— Ya sabes cómo me gusta. Usa tus palabras. ¿Quién manda ahora?
— Tú.
— ¿Y quién va a ser un buen chico y me va a permitir hacerlo sentir bien?
— Yo.
— Así me gusta.
Tomó ambas muñecas de Jisung y las colocó a los lados de su cabeza. Sin dejar de sujetarlas bajó nuevamente a los pezones, y retomó la tarea de probarlos con calma. Atendió su zona favorita, justo sobre el pequeño lunar, y se entretuvo chupando los pezones y recibiendo gemidos retenidos a cambio.
— Delicioso — susurró, para besar suavemente ambos botones y luego bajar hacia el abdomen. Sintió como se tensaba y miró a Jisung con una sonrisa —. ¿Ansioso?
— Te necesito.
Minho bajó la mirada y con un ritmo tortuosamente lento dejó besos húmedos en la tonificada piel. Sus manos se deslizaron por debajo del ligero cuerpo para tomar por completo ambas nalgas, las cuales acarició brevemente antes de apretar con fuerza.
— Oh, Minho. Por favor.
Ignoró las súplicas. Con tranquilidad y paciencia siguió su camino de besos hasta llegar nuevamente hasta su miembro. Se separó y se sentó sobre sus rodillas, recibiendo una mirada expectante y nerviosa. No pudo evitarlo y se acercó al rostro de su chico para dejar un pico rápido en sus labios, tras lo cual regresó a su posición anterior.
— Abre las piernas para mí.
Jisung obedeció al instante, separó sus muslos y le mostró a Minho su entrada rosada.
Estaba mojado nuevamente, la piel ligeramente irritada por toda la atención recibida rato atrás, el mayor suspiró, incapaz de creer que tenía la fortuna de que ese hombre de ensueño correspondiera a sus sentimientos.
— Te mojas tan rápido...
— Sólo por ti. Esto es tu culpa.
El mayor deslizó un dedo en su entrada, solamente acariciando con lentitud. Jisung elevó sus caderas en busca de más contacto.
— Tranquilo. Tenemos tiempo. Déjame disfrutar un poco de ti.
Minho se inclinó y dejó un suave beso entre sus piernas. Con toques suaves con su lengua recogió toda la humedad que le brindó Jisung, besando y chupando la piel en el proceso. Cuando estuvo satisfecho subió hasta su miembro y comenzó a succionar. El castaño arqueó la espalda y llevó una de sus manos hasta el cabello de su amante, esta vez sin encontrar resistencia. Intentó hablar, pero sus palabras se atoraron y solo fue capaz de soltar pequeños gemidos.
— Mi... Minho..
— Lo sé, lo sé.
Entendía lo que le estaba pidiendo. Lo conocía demasiado bien, sabía exactamente qué era lo que necesitaba. Tomó entre sus labios el miembro duro de Jisung, arrancando un grito de la garganta de Jisung. No se detuvo hasta que sintió que las piernas que rodeaban su cabeza comenzaron a temblar, y se separó para trepar nuevamente sobre el menor. Llevó una de sus manos hasta el húmedo agujero y acarició en círculos, mientras unía sus labios en un dulce beso.
— Te quiero — susurró contra su boca.
— Te quiero — repitió Jisung.
Se miraron a los ojos con calma y amor, y el mundo desapareció por completo. Solo eran Jisung y Minho, y nada más existía en ese momento. Sus labios se encontraron de nuevo, y cuando la lengua de Minho entró en la boca contraria, hundió dos dedos lenta y profundamente en su interior.
Jisung gimió sobre los labios de Minho. Sus paredes apretaron los dedos dentro de él, más humedad fue liberada de su interior, y Minho suspiró al sentir que Jisung le estaba dando el regalo más preciado del mundo. Con tortuosa lentitud retiró su mano hasta que solo la punta de sus dedos quedó dentro, y luego empujó nuevamente hasta el fondo. El castaño separó más las piernas y dejó que el chico de el que estaba enamorado lo folle.
— Tan bonita — sintió que Minho susurraba en su oído. — Lo estás haciendo perfecto, precioso.
— Más.
— ¿Así? — sacó los dedos de su interior y volvió a entrar con tres —. Te sientes increíble.
Aprietas tan rico, bebé.
Jisung no pudo aguantar más tener los ojos abiertos. Su cabeza cayó de lado y disfrutó de los traviesos lametones en su cuello y oreja, y de los largos dedos que lo follaban de manera experta. Estaba totalmente seguro de que nadie podía manejar su cuerpo tan bien como lo hacía el, y que aún luego de tantos años, sentía que encajaba perfectamente en su interior, como si estuvieran hechos el uno para el otro.
— Mm, Minho. Eres tan bueno...
— ¿Lo soy? sonrió y picoteó su mejilla y sus labios mientras curvaba los dedos dentro de él para alcanzar su punto dulce. Jisung gimió sobre su boca — Mío.
— Tuyo. Solo tuyo.
— Me gustas muchísimo.
El menor se estremeció al sentir que los dedos en su interior alcanzaron su punto G y lo presionaron con empujes firmes y rápidos.
— No puedes tener tus manos quietas, ¿verdad? Mi pequeño travieso — Minho susurró en su oído cuando sintió la mano de Jisung agarrar su entrepierna y comenzar a frotarla. Separó un poco las piernas para darle facilidad para moverse, sin detener sus constantes movimientos.
— Quiero... quiero que te corras conmigo.
Minho dejó que Jisung hiciese lo que quiera. Estaba dispuesto a concederle todo lo que pida, y las pequeñas pero firmes caricias circulares sobre su sensible órgano lo tenían al borde del orgasmo. Para el, la estimulación externa había sido siempre la manera más rápida de hacerlo gemir, y aunque también disfrutaba del sexo con penetración (en especial si era Jisung quien quería estar dentro de él), la atención correcta sobre su pene era más que suficiente para hacer que se corra. Empujó sus caderas en busca de más contacto cuando sintió que las paredes de Jisung apretaban sus dedos con más fuerza y sus gemidos se hacían más agudos, y penetró a su chico con mayor empeño hasta que arqueó la espalda, tensó las piernas y suspiró pesado, derramando sus fluidos sobre la mano de Minho. Sus movimientos en el pene del mayor se volvieron más perezosos, pero verlo perder el control y llegar con fuerza había dejado a Minho al borde, y un par de caricias más lograron que el también alcance la cima.
Retiró los dedos y se los llevó a la boca bajo la atenta mirada de Jisung. Chupó su mano hasta que estuvo limpia, y se acomodó para abrazar a él menor con ternura.
— Te soñé tanto tiempo... tan precioso, y tan mío.
Gente el último capituló lo publicaré el día de mañana por otro lado el epílogo el cual está dividido en dos partes trataré de publicarlo para máximo el miércoles o antes espero comprendan <3
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