El sol brillaba en el cielo de enero, marcando el comienzo de un nuevo día. Para Oh Haewon y Lily Morrow, ese día tenía un significado especial: Era el cumpleaños de su querida amiga Sullyoon.

Haewon entró en la habitación de Lily con una sonrisa radiante en el rostro, emocionada por la fiesta que se acercaba.

-¡Buenos días, Lily! ¿Estás lista para la fiesta de Sully esta noche en la playa?

-¿Qué?- Preguntó la australiana confundida

Haewon se acercó un poco a Lily que estaba en el sofá.

-Ya es 26 de enero, el cumpleaños de Sully, la fiesta en la playa y eso ¿Te acuerdas?

Lily levantó la mirada de su libro con una expresión de duda en el rostro.

-Si, pero sé, Haewon. No estoy segura de si quiero ir.

Haewon frunció el ceño, sorprendida por la respuesta de Lily.

-¿Cómo que no quieres ir? ¡Es el cumpleaños de Sullyoon! Seguro que será una fiesta increíble.

Lily suspiró, bajando la mirada hacia sus manos.

-Lo sé, pero... no me siento bien hoy. No me gusta cómo me veo, ni cómo soy, ni siquiera mi cabello rosado me queda bien."

-Lily, eres hermosa con y sin maquillaje. Tu cabello rosado es único y te queda genial. Y tu personalidad te hace muy especial. No dejes que tus dudas te impidan disfrutar de la fiesta de Sullyoon.- Dijo Haewon que se acercó a Lily con ternura, colocando una mano en su hombro.

Lily apartó la mirada, sintiendo un nudo en la garganta.

-Lo siento, Haewon. No puedo. No puedo fingir estar feliz cuando me siento tan insegura.

Haewon suspiró, sintiendo la tristeza de Lily pesar en su corazón.

-Entiendo cómo te sientes, Lily. Pero no puedes dejar que tus miedos te controlen. Ven a la fiesta conmigo, y prometo que te sentirás mejor una vez que estemos allí.

Lily asintió débilmente, sintiendo la presión de la situación.

-Está bien, iré contigo. Pero no puedo prometer que lo disfrutaré.

-Gracias, Lily. Te prometo que será divertido. Ahora ve a arreglarte, nos vemos en un par de horas.- Haewon le sonrió con cariño, agradecida por la decisión de Lily.

Lily asintió y se levantó de la cama, decidida a hacer un esfuerzo por su amiga. Sin embargo, a medida que se dirigía al baño, sintió una oleada de ansiedad abrumadora que amenazaba con consumirla por completo.

Cuando llegó al baño, Lily se encerró dentro, sintiendo las lágrimas arder en sus ojos. Se apoyó contra la puerta, tratando desesperadamente de controlar su respiración agitada mientras luchaba contra la marea de dudas propias que amenazaba con ahogarla.

En ese momento, se dio cuenta de que su viaje a la fiesta de Sullyoon sería mucho más complicado de lo que había imaginado.

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