Dedicado a @Drea, de parte de BellaArtimania ♡ Espero que te guste!!

Ir a México no fue su mejor idea.
No, no lo fue. Para nada.

Se habían encontrado con un Derek joven, Kate viva y convertida en un jaguar. Y, ¡oh sí! Berserkers. Muchos, muchos de ellos. Resulta que eran una clase de guerreros, que anteriormente habían sido humanos, forzados a convertirse en grandes y temibles asesinos despiadados. Era   técnicamente imposible matar a alguno, pero Scott, su mejor amigo-alfa, había encontrado una forma de matarlos.
Mentira, al infeliz lo habían capturado y convertido en uno. Y ellos, incluyéndose a si mismo, Stiles, planearon matarlo sin saber que era Scott. Fue muy confuso al principio, y se sintió un pésimo amigo al darse cuenta de que casi más lo mata.
Bueno, pasado pisado.
En ese momento, yendo de camino, se hacía la cabeza buscando las palabras correctas en como explicarle a su padre todo eso. Le había mentido diciendo que era una excursión. Obvió la parte en dónde fueron a  México, intentaron capturar a Kate, y pudieron encerrar al tío loco de Derek; Peter Hale. Sin contar el hecho de que pudieron haber muerto.
Mencionando eso, tendría que preguntar por Kira.
Estaban en una espaciosa camioneta. Él, Liam, Breaden, Derek y Malia. Scott y Kira se fueron por su cuenta, y lo dejaron sólo con esos salvajes. En toda la palabra, ya que Liam aún se encontraba bajo los efectos de su primer luna llena.
Breaden en el asiento delantero junto a Malia, y Derek sosteniendo a Liam sobre su pecho, por si intentaba algo.
-Tus nervios apestan, Stiles. ¿Qué mierda tienes?-. Gruñó Derek, haciendo que levante la vista, y suelte una carcajada ruidosa.
¿Menciono que Scott se llevó su jeep? Van a matarme, eso tengo. Pensó sin gracia, encogiéndose de hombros.

Tardaron muchísimo tiempo en llegar a Beacon Hills, así que se dedicó a dormir la mayor parte del viaje. Aguatándose las ganas de ir al baño o comer algo. En la parte de atrás nadie mencionó palabra alguna, excepto por los quejidos ocasionales de Liam, pero rápidamente se callaba al ver a Derek. Él solía ser intimidante.

Cuando llegaron todo fue relativamente normal. Él y Malia bajaron en la comisaria, y el sheriff la invitó a comer pizza. Dejándolo a él esposado, con la clara advertencia de “Si te mueves te mató”.
Así que a pesar de estar cansado por el viaje, adolorido por la mala posición en la que durmió y hambriento, tuvo que quedarse allí hasta que su padre volvió. Para ese entonces, estaba tirado en el suelo, con los ojos entrecerrados y apunto de dormirse. Un tirón en su brazo lo reanimó, y abrió los ojos encontrándose con su progenitor. Siempre encontraba la forma de enojarlo, y analizando su postura y la manera en la que lo veía, esa no iba a ser la excepción. Fue levantado por las axilas, y se dejó caer sin hacer el mínimo esfuerzo de pararse, sobre el pecho del hombre.
-Estás en serios problemas, Stiles. ¡México! ¡México! ¡¿Por qué no me sorprende de ti, eh?! Mocoso malcriado. Pequeño travieso, me encargaré de ti en casa-. Amenazó, suavizando el tono de voz mediante hablaba. E iba a seguir retándolo, pero su hijo ya estaba dormido. 
Lo cargó haciendo fuerza, sosteniéndolo por la espalda, ya que los años le jugaban una mala pasada. Salió de la oficina, se despidió de sus oficiales, y salió de allí. Fue directamente, arrastrando a su travieso, a su patrulla. Y no es qué fuera idiota y no notará que el preciado jeep de su hijo no estaba, pero la dejó pasar.
Cuando llegaron, se encargó de acostar y arropar al causante de sus canas, y luego fue hacia el cuarto que hace tiempo no compartía con nadie.
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Se despertó con ganas de seguir durmiendo. Y por el exquisito olor a tocino proveniente desde el piso de abajo. Llevó las manos hacia su cara, frotando sus ojos con fuerza. Amaba con todas sus fuerzas su cama. Su almohada era su favorita. Pasó un rato acostado, extrañado por que su padre no fuera a molestarlo con el desayuno. Se enderezó bostezando, y decidió levantarse e ir al baño. No era tonto como para saber que iban a calentarle el culo, era como los problemas se resolvían en su casa.

Aunque ahora no se encontraba tan nervioso, suponía que era por estar en su casa, con su padre. Pero preferiría no estar con su padre.

Tardó lo más posible en lavar su rostro y limpiar sus dientes. Incluso ordeno su cuarto e hizo su cama, hasta que la voz irritada del causante de su existencia lo llamó.

-¡Mueve tu culo hacia acá, Stiles! ¡No querrás que vaya a buscarte, no creas que no sé que estás despierto!-.

Muerto no, zurrado sí.

Cómo un condenado a muerte, salió de su cuarto y se dirigió a la planta baja. Bajó las escaleras con lentitud, sincronizando los pasos con una aburrida canción.

Cuando cruzó el umbral de la puerta a la cocina, su boca se convirtió en una cascada de saliva.

-Siéntate y come, Stiles. Tenemos asuntos que atender más tarde-. Órdeno su padre, haciéndole recordar con su tono de voz más serio, que estaba en problemas.

Eso no acabó con su apetito, es más, comió como un rey, a pesar de ser más un forastero mediocre. Su boca pasaba del tocino al jugo, del jugo al cereal y del cereal hacia la fruta cortada. No levantó la vista, demasiado ocupado en saciar su hambre, hasta que terminó.

-Estuvo muy rico. Pero tengo tarea que hacer...-. Mintió, levantándose de la silla, en un vano intento de escapar a lo que se avecinaba.

-Stiles, sino quieres que traiga la cuchara de madera, siéntate.

Movió su boca ofendido, pero hizo lo pedido y tomó asiento. Sonrió nervioso, percatándose del cinturón que apareció como por arte de magía en la mano de su padre. Hasta allí sus ojos se abrieron como platos, y cruzó las manos por encima de la mesa, golpeándolas a la par.

-¿Sabes lo irresponsable que fue eso, no?. Mierda Stiles. ¡Qué mierda voy hacer si morías! ¡Ni siquiera pensaste en mí! ¡¡Hola!! ¡Soy tu padre, el que toma las decisiones! ¡¿Te acuerdas?!-. Comenzó con un tono intermedio hasta que sus oídos parecían reventar, y azotó un puño contra la mesa, mirándolo furioso. Él solo se encongía en su lugar, pasando del nerviosismo a la pena, y de ella al miedo.

-Perdón...-. Gimió lastimero, viendo como su padre negaba con la cabeza, apretando el cinturón con fuerza-. ¡No! Ven aquí-. Lo levantó del brazo, llevándolo antes de que pudiera reaccionar, a su regazo.

El sheriff se calmó, sabiendo que no iba a castigar a su pequeño travieso enojado. Respiró, y llevó la mano libre a la espalda baja del pecoso, ejerciendo presión para que no se moviera-. ¿Necesitas un calentamiento?-. Preguntó, antes de empezar con la tunda.

El menor lo pensó. Un calentamiento significaria más azotes, entonces...-. N-no...-. Dijo con tímidez, y los ojos llorosos.

-Bien. Serán cincuenta, te quiero hijo-.
Le recordó, acariciando la espalda con cariño, mientras que levantaba en cinturón en el aire.

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En las primeras cinco solo fueron quejidos, en la octava apretó el pantalón de su progenitor con fuerza, y el la decíma soltó las lágrimas.

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-¡Perdón, p-perdón! ¡P-papá, perdón! No voy a volver a ha-cerlo, ¡perdón!-, sollozó con fuerza, sin poder aguantar la picazón en sus nalgas. Menos mal que llevaba puesto un jean.

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-¡Si vuelves a arriesgar tu vida de esa forma! ¡NO! ¡EN OTRA SITUACIÓN, ESTO VA A SER UNA SALIDA AL PARQUE EN COMPARACIÓN DE LO QUE VAS A RECIBIR! ¡Estamos!-. Grito, dejando caer los últimos ocho azotes cuando consideró que el chiquito en su regazo estaba llegando a su límite.

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-¡Nooo! ¡Ya, ya! Perdón, perdón, yo tampoco quiero perderte, perdón, perdón...-. Gimoteo, sin darse cuenta de que los azotes ya habían finalizado.

-Está bien, shhu, está bien, Stiles... Shh, te quiero, ¿sí? No vuelvas a hacer eso, aunque pienses que está bien, no lo hagas. Papá está para resolver tus problemas, ¿sí?-. Lo maniobra dejándolo sentado en su regazo, y lo abrazá con fuerza, más calmado-. Te quiero, Stiles, te quiero mucho-.