Derek+Enojo=PELIGRO
Isaac estaba recostado en su cama, con los nervios a flote. Quería desaparecer para siempre, con tal de no tener que ver a Derek en su jodida otra vez.
"Todo es culpa de Stiles. Maldito pecoso hiperactivo de mierda"-. Pensaba, casi hiperventilando.
Aunque poco importaba quién era el responsable, Derek había elegido a su culpable. La cosa había sido así:
Isaac estaba aburrido en los bancos, observando como todos, menos él, jugaban lacrosse. Sí, tal vez no debió meterse con Danny, empujarlo, y olvidándose completamente de su fuerza de lobo, el pobre chico, salió volando hacia los vestidores.
Así empezó su día, pero estaba claro que no iba a comentarle eso a Derek.
Es más, ¡ni siquiera sabía eso! Un punto a su favor ó eso creía él.
Luego de ese pequeño incidente, el entrenador lo mando a las gradas, y Stiles, al verlo tan solitario y como en un acto de "bondad", fue a acompañarlo.
No supo en que momento fue que, juntos, robaron toda la ropa del equipo. Una "inocente broma", que hizo que a la hora del descanso, todo el equipo de chicos sudorosos se les vinieran encima.
Los daños a pagar eran nada menos que $2000 dólares, que por supuesto, el rizado no tenía.
-¡Isaac Lahey!-. La voz enojada, furiosa, y desastrosamente imponente lo sacó de sus pensamientos. La voz de Derek, y no tenía que ser un genio para saber que el pelinegro quería verlo. Ó tal vez matarlo, quién sabe.
Se tragó el nudo que se había formado en su garganta, y se levantó, con suma lentitud, de la cama. Sus pies tocaron el suelo frio, y un escalofrío sacudió su cuerpo. Se sacó el calzado, nada más llegó del colegio. ¡Ah! Del colegio del cuál huyó, claro está. Tal vez, su único error verdadero de ese día, fue pensar que nadie lo buscaría. ¡Que casualidad!, resulta que Derek, su temible alfa, era su tutor temporal.
"No volveré a la escuela", pensó, mientras salía de su cuarto, y se dispuso a bajar las escaleras, pero se detuvo cuando el olor a furia llegó a sus fosas nasales.
Derek estaba furioso; olía a enojo, se veía enojado, y estaba FURIOSO.
No tuvo el valor para seguir bajando, el pánico lo había encerrado en una burbuja que no pensaba reventar.
"Papá también olía así"-. Pensó, acordándose de el último encuentro con su padre, unos días después de que Derek lo convirtiera. Ahora Isaac no temía por no poder salir ó a una colleja. Tenía miedo de una paliza, bien que Derek le había roto un par de huesos, pero eso fue en su entrenamiento. Posiblemente ahora iba a cagarlo a palo, como su padre. Y él no quería eso, no con Jackson, Erika y Boyd allí. Pero tampoco quería irse de la manada. En verdad le encantaba la manada; pelear con Jackson, bromear con Boyd y besuquearse con Erika. Y Derek, él realmente adoraba a Derek. Era como un hermano mayor para él, después de todo lo acogió en su loft, le dio un hogar, y comida. No lo golpeaba nunca, sacando las collejas, claro.
-¡¿Qué mierda estás esperando?! ¡Bájate de una vez!-. Tal vez el pelinegro aún no se percataba de su estado, pero sí estaba impaciente. Quería acabar con todo de una vez.
"No, no, no, no. No quiero irme. No quiero que me pegue, no. Que me perdoné, por favor, por favor"
-No respondió ante su orden, pero bajo los restantes escalones que le faltaban, y se acerco al pelinegro, temblando de miedo, apunto de llorar.
-Perdón, perdón. ¡No lo haré de vuelta, le pediré perdón a t-todos! ¡En serio! ¡Pero no me pegues, por favor, por favor! No va a volver a pasar-. Le prometía, entre hipidos. La idea de "no llorar y ser un chico valiente" se fue por el caño una vez que estaba en frente de su alfa.
-¿Isaac?-. Lo llamó Erika, confundida. En el loft el único que no estaba era Jackson, que casi no vivía allí.
La postura intimidante de Derek se ablando rápidamente, y el enojo se fue, dando paso a la preocupación-. Hey, hey. ¿Qué pasa? No voy a pegarte, Isaac. ¿Qué pasa, cariño?-. El pelinegro usaba motes cariñosos con sus cachorros de vez en cuando, y está no era la excepción. Atrajo al sollozante cachorro hacia él, abrazándolo fuerte, sin la intención de soltarlo en un largo tiempo.
Su cachorro bebé estaba aterrado, y no tardo tanto en darse cuenta del por qué-. No, shh. No soy tu papá, cariño. No voy a hacerte daño, ¿okey?-. No es que el mayor sea así de cariñosos con todos, pero dentro de su manada, se convertía en el padre de sus tesoros-. Ya, shh. No estoy enojado, bebé. ¿Cómo podría estar enojado con una cosita linda como tú, eh?-. Acariciaba loa rizos del menor con cariño, mientras caminaba, con cuidado de no tropezar, hacia el sillón de la "Sala"-. Perdón, perdón. ¡No va a volver a pasar!-. Era lo único que repetía el ruloso, sin dejar de llorar.
Y ese día solo se la paso con sus cachorros abrazados a él. Haciéndolo todos los mimos necesarios a su cachorro, y de vez en cuando a su pequeña, que se quedo lagrimeando por su amigo por un tiempo.
No se atrevió a castigarlo ese día, no sabiendo que su pequeño había sufrido otro ataque.
Pero no significaba que no fuera a castigarlo, por supuesto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top